7 de febrero de 2022

He visto cosas que no creeríais

 

He visto cosas que no creeríais. Distopías y mutaciones en la ciencia-ficción temprana. VV. AA. Ediciones Siruela, 2021. Edición de María Casas Robla

Antología de relatos, escritos desde mediados del siglo XVIII ―el primero es de 1710, momento en que se gestaba el primer movimiento intelectual de la era moderna, la Ilustración―, cuando la ciencia-ficción considerada como género ni siquiera existía, hasta principios del XX―el más reciente data de 1918, con la amenaza de la IGM y la revolución bolchevique a la vista―, y pertenecientes  tanto a autores que frecuentaron el género como a otros conocidos por textos ajenos a él.

A continuación, se enumeran los relatos incluidos con un breve comentario.

Ensayo del estudiante Martinus Scriblerus sobre el origen de las ciencias dirigido al Doctor Dr . ..., miembros de la Royal Society, desde los desiertos de Nubia (1710), Jonathan Swift

El origen de la ciencia se ubica en el dominio de una tribu salvaje y aparentemente incivilizada, los Homo sylvestris, una especie ya extinguida, cuyos sucesores, los diversos primates, no parecen preparados para continuar con su tarea docente ―aunque todo es posible. La mordacidad de Swift en su máxima expresión.

El mortal inmortal  (1834), Mary Shelley

La autora de Frankenstein, o el moderno Prometeo (1818), publicó además varios relatos, novelas históricas alimenticias y una novela distópica, El último hombre (1826). En este relato, un aprendiz de alquimista toma por equivocación un trago de un elixir de la inmortalidad, pero se arrepiente de su acción a medida que ve desaparecer el mundo al que pertenece, incluido el amor de su vida, bajo un ambivalente sentimiento de aborrecimiento de la vida y de incontrolable terror a la muerte.

La hija de Rappaccini (1844), Nathaniel Hawthorne

Un joven estudiante, hechizado por una hermosa muchacha, se convierte en sujeto experimental de un especialista en plantas venenosas capaz de dominar la vida y la muerte de todo el que se atreva a acercársele, un poder para el que existe un solo antídoto.

La hija del senador (1879), Edward Page Mitchell

Relato de anticipación especulativa ubicado en una sociedad avanzada con grandes innovaciones técnicas que, regida con criterios científicos, tiende hacia el vegetarianismo, aunque las corrientes más radicales abogan por la alimentación no orgánica. Las facciones más conservadoras intentarán imponer sus anticuados criterios, afectando a los aspectos más íntimos de la vida de sus conciudadanos.

La república del futuro: el socialismo hecho realidad. Cartas de un noble sueco del siglo XXI a un amigo de Cristianía (1887), Anna Bowman Dodd

Sátira política en la que la utopía socialista ―ubicada en una revolucionaria sociedad igualitaria que censura capciosamente el futuro socialismo de estado― se conviert en distopía desde el punto de vista ultraconservador de la autora, mediantye el recurso de unas cartas que un visitante de la socialista Nueva York dirige a su corresponsal detallándole los avances de los que es testigo.

En el año 2889 (1889),  Jules Verne

En la línea dura anticipatoria de algunas novelas de Verne, el relato da cuenta de los avances científicos del milenio transcurrido desde su escritura y de las consecuencias para la vida humana, proféticamente parecidos a los que se disfrutan en la actualidad; una mirada en la que no falta el elemento satírico en un personaje que es una verosímil versión del Larry E. Page del siglo XXIX.

Cuento futuro (1893), Leopoldo Alas «Clarín»

Aportación española a la literatura distópica a cargo de un escritor realista. Al igual que en la futura ciencia-ficción soviética, Clarín utiliza el género con fines de sátira política ―la secesión de la Tierra del sistema solar, el suicidio universal y una versión alternativa de los sucesos en el Jardín del Edén―, dejando en evidencia las carencias sociales y democráticas de la época, el convulso final del siglo XIX en España.

El gran experimento Keinplatz (1894), Arthur Conan Doyle

A. C. Doyle, el padre de Sherlock Holmes, publicó también relatos protagonizados por lo sobrenatural. En este caso, la experimentación para separar el espíritu del cuerpo humano y volverlos a unir conlleva unos efectos adversos que, no obstante, confirman de forma fehaciente el éxito del ensayo.

El reparador de reputaciones (1895), Robert W. Chambers

Relato perteneciente al ciclo El Rey de Amarillo. El Nuevo Mundo ―es decir, los EE. UU. de Norteamérica, "un mundo en sí mismo"― del futuro ―1920― vive una época de paz y prosperidad después de su victoria bélica sobre Alemania; sin embargo, parece sumirse imperceptiblemente en un militarismo dictatorial y un individualismo exacerbado que tiene como origen el temor al otro; en esta situación, la frontera entre la cordura y la locura no tiene una localización fija.

Una esposa hecha por encargo (1895), Alice W. Fuller

Autora de un solo relato que no dejó rastro y de cuyo nombre se sospecha que fue un seudónimo. Los avances en robótica han conseguido crear una réplica femenina que cumple todas las exigencias, por disparatadas que parezcan, del propietario; pero el asentimiento constante y la plena sumisión pueden acabar provocando el efecto contrario al deseado.

Mil muertes (1899), Jack London

Primer relato de ciencia-ficción publicado por Jack London, un autor que imprime a sus obras de género unas dosis generosas de realismo. El protagonista se ve envuelto, involuntariamente, en un absurdo proyecto científico para resucitar a los fallecidos por muerte natural o provocada sin dañar ningún órgano.

La radio (1902), Rudyard Kipling

Primera versión del bulo de los efectos perjudiciales de las ondas electromagnéticas, señalando a la radio, una invención reciente en 1902, como culpable de todos los males.

El imperio de las hormigas (1905), H. G. Wells

Distopía medioambiental en la que la degradación del entorno causa la reacción de los organismos vivos contra la vida humana. En este caso, la pequeñez y la insignificancia del enemigo hace incomprensible la relevancia del conflicto, ignorando o despreciando la capacidad de organización de las hormigas, cuyo númnero las convierte en invencibles y en un serio competidor por el dominio del planeta.

Los cinco sentidos (1919), Edith Nesbit

Ejemplo de los relatos de terror victorianos, con elementos sobrenaturales en contextos cotidianos. Un científico descubre una sustancia capaz de intensificar los sentidos; el tema del científico que alcanza poderes semejantes a los de los dioses es visitado con regularidad por los autores de ciencia-ficción, pero los de la época victoriana, que coinciden con el despegue definitivo de las ciencias experimentales, merecen la atribución de un género propio.

La República de la Cruz del Sur (1918), Valery Briúsov

El socialismo real, es decir, la versión radical de las tesis marxistas, ha sostenido una relación ambivalemnte con la literatura de género que se ha comentado aquí en diversas ocasiones. Para más consideraciones, remito al lector al post Ciencia ficción rusa y soviética. Vol. I: del siglo XIX a la Revolución, una antología que inclute el relato de Briúsov.

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