30 de noviembre de 2023

La invención del presente III


 «Y con una nitidez comparable recuerdo la incomprensión, la indignación, la inquietud a la que me lanzó aquel libro con sobrecubierta
 de luto que había descubierto por casualidad encima de la mesa, igual que Horace Benbow, cerca del manantial, descubre a Popeye, con los ojos como dos discos de caucho negro. El lugar de dibujar algo o a alguien en el éter donde gravitan la nieve de Pushkin y el bimotor de 1940, la escuela de Saint-Agathe y el señor de Ballantrae, las palabras de Faulkner hacen que, incluso poniendo atención, sea imposible saber exactamente qué sucede. Avanzamos en la penumbra crepuscular, homogénea, en la que se ha sumido la sala de lectura».

«Tan grande es la dificultad de asir el flujo de los acontecimientos que parece escapar al pensamiento, tan absorbente la claridad que imanta el decir, que parece ignorar las espesuras confusas de las que emergió. Hay un momento para la acción y un momento para la deliberación. Pensar es abstenerse de actuar, de hablar, decía Bain en el siglo pasado. Nadie, salvo en el teatro, sabe batirse con espada  mientras versifica, nombrar congruentemente algo en el instante en que se produce. Somos lo que hacemos, demasiado afectados por lo que sucede como para discernir el curso cambiante, la significación exacta o la implicación. Lo entendemos a la noche o mañana o nunca».

«Faulkner ha devuelto a la literatura aquello que esta debió ceder, en su origen, para constituirse. Ha reintroducido el temblor del mundo donde tratamos de vivir en la imagen elaborada, segunda, que este, a veces, encuentra entre las cubiertas de los libros. Ha llevado al papel, por medio de palabras, en el orden del sentido, la profundidad tumultuosa, oscura, absurda, la división y el desconcierto que residen en el corazón de nuestra condición».

«[...] hubo que esperar hasta los años treinta del siglo XX para que un estadounidense efectuase el doble movimiento de retirada y vuelta al ataque contra el corazón del mundo, y que todo ello surgiese, por fin, en su totalidad, en el papel. Los libros de Faulkner actúan como la vida misma. Se niegan como desvíos, señales o artificios, para imponerse como lo haría la realidad. Se produce algo con la evidencia brutal, pasmosa, de que los personajes se esfuerzan, mientras quede tiempo, por  reprimirlo con lo poco que les queda de discernimiento y con la energía de la desesperación [...]. Es en Oxford (Misisipi) donde la vida urgente atrapó a la literatura, la literatura reanudada con la urgencia que ella misma había apartado, olvidado, en un principio, para existir».

«Faulkner», en La invención del presente. Pierre Bergounioux. Shangrila Textos Aparte, 2023. Traducción de Rubén Martín Giráldez

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