«The Paris Review». Entrevistas 1984-2012. Claude Simon. VV. AA. Acantilado, 2020 Traducción de Gonzalo Fernández Gómez |
El año 1992, Alexandra Eyle entrevistó, para The Paris Review, a Claude Simon; el autor era ya una referencia de la literatura francesa y mundial, especialmente después de la concesión del premio Nobel en 1985. A lo largo de la entrevista, cumplimentada principalmente por correo y concluida con una breve sesión final en su casa de París, Simon parece algo molesto, sus respuestas tienden al laconismo y, tal vez debido a las preguntas de la entrevistadora, contienen más negaciones que aseveraciones. A continuación, un pequeño resumen de los principales asuntos tratados en la conversación.
Simon niega la pertenencia a cualquier escuela o movimiento, en especial a la corriente del Nouveau Roman; rechaza las novelas realistas como demasiado convencionales, manifiesta su devoción por Dostoievski, Chéjov, Joyce, Proust y Faulkner, y repudia de igual forma al realismo como al simbolismo.
Después de hacer un sucinto repaso a su infancia y a su temprana orfandad, a su época escolar en un internado religioso —una de cuyas consecuencias fue su ateísmo— y a lo que supuso su formación para su posterior carrera como escritor, recuerda su participación en el bando republicano de la guerra civil española y en la IIGM, en la que fue hecho prisionero, escapó y se alistó en la Resistencia.
En cuanto a su producción literaria, admite que sus obras han evolucionado desde la fábula decimonónica, en sus primeras novelas, hasta llegar a convertirse, en las últimas, en obras específicamente basadas en su biografía. No espera que sus lectores aprendan nada de sus libros, solo que disfruten leyéndolos; escribe muy despacio, a mano, en un horario fijo, y raramente planea sus ficciones, sino que estas van surgiendo, a partir de un proyecto muy vago, a medida que escribe.
El papel del escritor en la sociedad es «cambiar el mundo. Cada vez que un escritor o un artista "narra" el mundo de una forma ligeramente distinta, el mundo cambia un poco [...] Aparte de su experiencia sensorial, el hombre solo conoce el mundo a través de las representaciones que le ofrecen del mismo la pintura, la literatura, el álgebra, etc.».
A pesar del volumen de su obra, Simon se resiste a considerarse novelista porque no considera una profesión escribir novelas; el hecho de ser consciente de las aberraciones que han marcado el siglo XX le ha impedido que sus novelas puedan ser consideradas como ejemplares, y se limita, principalmente, a las descripciones. Los objetos, los caracteres, las personas, incluso los hechos que suceden en sus obras jamás deben ser interpretados en clave simbólica, son, simplemente, lo que son, y aparecen ahí por esa razón.
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