30 de noviembre de 2015

Lecturas de noviembre

Francamente, Frank. Richard Ford. Anagrama, 2015
Traducción de Benito Gómez Ibáñez
Cuando los lectores creíamos que Frank Bascombe se había despedido con todos los honores de nosotros tras Acción de Gracias (The Lay of the Land, 2006), tercer y último volumen de la trilogía que le dedicó Richard Ford, tras El periodista deportivo (The Sportswriter, 1986) y El Día de la Independencia (Independence Day, 1995), regresa, con sesenta y ocho años, más irónico, socarrón, cínico e inteligente, pero también más descreído e irreverente, para relatarnos cuatro episodios que suceden en la costa de Ocean County, Nueva Jersey, en plena evaluación de daños y comienzos de la reconstrucción, en los días anteriores a las Navidades de 2012, después del paso destructor del huracán Sandy, en Francamente, Frank (Let Me Be Frank with You, 2014). Mientras la vida de Frank va deslizándose, lenta pero ineluctablemente, hacia lo que se adivina como un plácido final, su día a día se ha visto sacudido por la imprevisible Naturaleza y los más que previsibles achaques de una existencia en franco declive; entre ellos, la aspiración a seguir sintiéndose importante cuando no se puede aducir ya ni un atisbo de relevancia.
Reseña completa en: http://jediscequejensens.blogspot.com.es/2015/11/francamente-frank.html 
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Eran morenos y de ojos dorados . Ray Bradbury. Tropo Editores, 2015
Ilustraciones de Óscar Sanmartín Vargas. Traducción de Miguel Marqués
Relato que forma parte de la colección Remedios para melancólicos, y que se publicó originalmente con el subtítulo con el que es conocido ahora, "Cómo dar un nombre". Una pareja de colonos con sus tres hijos llegan a Marte para establecerse en el planeta rojo ante la crisis bélica que se avecina en la Tierra, extrañados de que las ciudades marcianas estén vacías de habitantes, como si hubieran desaparecido o, directamente, les ignoraran, hasta que la realidad se impone. No voy a ser yo quien descubra a estas alturas el genio de Bradbury, un autor fundamental de la ciencia ficción y de la literatura en general, pero uno de los logros de esta nueva edición son las magníficas ilustraciones del multipremiado Óscar Sanmartín, que complementa el texto con unas láminas como "el polvo del color de la canela y el aire del color del vino". Extraordinario.
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Les extraordinàries aventures de Francesc PujolsEditorial Males Herbes, 2015
Guió: Sebastià Roig. Il·lustracions: Toni Benages Gallard. 
Es lamenta Sebastià Roig al próleg de que no existeixi una tradició de ficcionalitzar death metal way personatges històrics catalans per, tot seguit, posar en tesitura ficcional a un individu que si no hagués existit en realitat seria un personatge de còmic que enfote-te'n dels superherois de la Marvel. No sóc lector de còmics i el meu judici ja el poso en qüestió jo mateix, però feia temps que no disfrutava tant llegint un llibre amb sants: primer, perquè la mena de dibuix em fa recular en el temps per portar-me a la llarga convalescència infantil -tot just havent après a llegir- després d'una època d'atacs d'acetona que, a part de fer-me gitar tot el que el meu maldestre estòmac no era capaç de digerir, va significar una immersió febril i obsessiva en els tebeos en blanc i negre; però també, i aquesta és una raó més adulta, perquè això que són aventures imaginades -ho són?- bé podrien ser reals, tenint en compte el personatge, un Pujols que demana a crits ser anomenat, amb tots els honors, el gran superheroi català.
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Plotted. A Literary Atlas. Andrew DeGraff. Zestbooks, 2015
¿Perdido en la isla de Robinson? ¿Extraviado en el casco del Pequod? ¿Desorientado entre las páginas de un libro? Siguiendo la tendencia a cartografiar los lugares y los temas más variados, y abundando en esa fascinación infantil por los Atlas, Andrew DeGraff propone un conjunto de mapas y desarrollos cartográficos relacionados con algunos clásicos de la literatura, que abarcan desde los movimientos por Elsinore de los personajes de Hamlet, la distribución infinita de La Biblioteca de Babel, el road book de Phileas Fogg a través del globo o de Huckleberry Finn a lo largo del Mississippi o, en una desafiante vuelta de tuerca, de la Sala de Espera de Godot, cada uno incluyendo una pequeña introducción para situar al neófito en la obra correspondiente. Atractivo y original a partes iguales, una curiosidad que hace las delicias del lector empedernido.
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Planos del otro mundo. Ryan Boudinot. Pálido Fuego, 2015
Traducción de José Luis Amores
"El género de la ciencia ficción sería el medio a través del cual los humanos internalizarían, mediante el mito, la existencia de otras formas de vida consciente. Para cuando tal comunión tuviese lugar, los humanos estarían psicológicamente preparados para embarcarse en una colaboración interplanetaria cuyo objetivo era difundir la vida por el universo."
Paisajes post-apocalípticos -post Era de las Catástrofes y las Hostias-, personajes salidos de una excursión con LSD -o algo peor- y tramas en espiral que impiden fijar un momento concreto. 
"Estamos contaminados de individualidad."
La duda de si nos encontramos en una utopía, una distopía o un escenario inclasificable sin puntos de referencia. 
"La distopía inminente de la que hablas sólo nos parece distopía a quienes hemos vivido rodeados de privilegios. Para todos los demás se llama Historia."
Historias independientes con puntos de contacto que recuerdan a las grandes tablas renacentistas, con episodios aislados que tomados en conjunto y colocados en el lugar correcto pueden llegar a componer el tema
"Ansiaba una trama pero en cambio aparecían ante ella absurdo tras absurdo que aludían a propósitos oscuros."
Los protagonistas remiten a los personajes más disparatados de La Broma Infinita; las situaciones parecen entresacadas de los descartes de Pynchon; y las tramas, oscuras, conspirativas y paranoicas, pertenecen por derecho propio a las alucinaciones más químicas de Philip K. Dick. 
"La policia sigue buscando. Van unos cinco años por detrás en la tecnología, si quieres saber la verdad. Es estremecedor. Hay toda una economía sumergida basada en avatares. Personas que se limitan a ocupar puestos de trabajo mecánicos, a consumir la misma mierda a diario, a fichar a la entrada y a la salida, mantener la fabricación de productos, prestar servicios, dando vueltas, insensibles, mudos y dóciles, sin un pensamiento original en sus puñeteras cabezas."
Novela por capas que se suceden, se adelantan y se diliyen en dispares tiempos narrativos, con distintos ritmos, y no necesariamente consecutivos; una novela de ciencia ficción que transciende los clichés del género. 
"Básicamente, los seres humanos creen en insensateces."
Asombro es la palabra que más se acerca a la sensación de leer Planos del otro mundo.
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Dos años, ocho meses y veintiocho noches. Salman Rushdie. Seix Barral, 2015
Traducción de Javier Calvo
La exuberancia de la narrativa de Rushdie puede llegar a colapsar la imaginación del lector, es cierto, pero su estilo es tan explícito como voluntario, y se adecua perfectamente a las temáticas que acostumbra a tratar. Rushdie recoge la tradición de la literatura oriental clásica -es mucho lo que esta obra en concreto, pero también la mayor parte de su producción, le debe a Las Mil y Una Noches, aparte del título- en la que la magia no se encuentra solamente en los personajes míticos que pueblan sus narraciones sino también en las situaciones que enfrentan los personajes puramente humanos, esa mezcla de dioses y hombres que también se presenta en la literatura clásica occidental. Rushdie hace uso de un recurso, marca de la casa, extraordinariamente bien resuelto: la instauración de un nuevo orden mediante la inclusión en la trama de una disfunción de carácter fantástico que suplanta a la realidad, la propuesta de un nuevo mapa de relaciones configurado y condicionado por la nueva situación, y la explotación narrativa de la incoherencia. Exuberante y fantástico, el placer del relato.
Reseña completa en: http://jediscequejensens.blogspot.com.es/2015/11/dos-anos-ocho-meses-y-veintiocho-dias.html
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Secessiolàndia pel pedregar. George Saunders. Edicions de 1984, 2015
Traducció de Yannick Garcia
"[L'autor] va enviar el gos ensinistrat que és el seu talent a buscar un faisà grossot i esplendorós, i va ell i li porta la part de sota d'una barbie. És el que hi ha. Val més això que quedar-se encallat tota la vida. Col·leccionarà parts de sota de moltes barbies i en dirà "llibre"."
Passat l'efecte sorpresa que va suposar l'edició de Deu de desembre i la posterior Pastoràlia, traduïr el que va ser el primer llibre de relats de George Saunders pot semblar un empeny inútil i desaconsellat, una brandada de l'editor, un compromís sense sentit, un desafiament buit... ¿A quin editor amb dos dits de front se li acut publicar els reculls d'un autor de relats a l'inrevés de com es van escriure? Una de dues: o l'editor s'ha begut l'enteniment o se n'ha adonat que aquest retrorunning pot arribar a tenir sentit; com si ens digués: "Què, us ha sorprés Deu de desembre, oi? I què tal l'esborrajament de Pastoràlia, us ho heu passat bé? Doncs prepareu-vos, nanos, perquè ara ve en Saunders original, el primer Saunders, hehe, que no us passi res!". Realment -li podriem dir a l'editor, més que res per no deixar-li dir la darrera paraula-, el Saunders de Secessiolàndia... no és ni millor ni pitjor que el posterior, però sí que és més pur; aquesta és una raó excel·lent per llegir-lo. Una altra, per fer-ho en català, la increïble i saunderiana traducció de l'ebrenc Yannick Garcia, un paio al que l'autor li deu molt més que el que pugen els drets que hagi cobrat per la traducció; i si no us ho creieu, intenteu -va, vinga, lletraferits- trobar una traducció que superi la del títol.
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En movimiento. Una vida. Oliver Sacks. Anagrama, 2015
Traducción de Damià Alou
Poco hay que decir de las cualidades narrativas de la prosa de Oliver Sacks ni la cercanía, sin envaramiento trascendente ni superioridad condescendiente y sí con una complicidad casi amistosa,  que es capaz de procurarnos a todo aquello que relata; si leímos sus textos sobre casos clínicos como si fueran libros de relatos, sus memorias poseen la misma calidad literaria que las mejores novelas: la lectura de Ulises a los dieciséis años, navegando y borracho de aquavit, su amor por las motos y la vida de motero como guía para la vida
"Existe una unión directa con la motocicleta, pues se ajusta tanto a nuestra propiocepción, a los movimientos y posturas del que la maneja, que responde casi como si formara parte de nuestro cuerpo. Un coche nunca acaba formando parte de uno del mismo modo",
 o el "descubrimiento" de su homosexualidad son algunos de los hitos de su juventud que podemos leer como leeríamos una obra de ficción. Y junto a ello, al lado de la capacidad narrativa, la indiscutible dimensión humanista, que Sacks reclama tan importante como la ciencia en la profesión médica, particularmente en la neurología, en la que insiste en que la relación del médico no es con la enfermedad sino con el paciente. Y por encima de todo, un sentido homenaje a sus precursores, a sus profesores y a todos los profesionales que, a veces a pesar suyo, le convirtieron en quien llegó a ser: una reconocida deuda de gratitud. 
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24 de noviembre de 2015

Dos años, ocho meses y veintiocho días

Dos años, ocho meses y veintiocho noches. Salman Rushdie. Seix Barral, 2015
Traducción de Javier Calvo

Dos anys, vuit mesos i vint-i-vuit nits. Proa, 2015
"Seguimos contando esta historia tal como nos ha llegado a través de sus muchas versiones, de boca en boca [...]. Porque eso mismo son los relatos: experiencias contadas de nuevo por muchas lenguas a las que a menudo les damos un nombre único, Homero, Valmiki, Vyasa, Sherezade. Nosotros, por nuestra parte, nos llamamos a nosotros mismos simplemente "nosotros". "Nosotros" somos la criatura que se cuenta historias a sí misma para entender qué clase de criatura es. Y a medida que nos van llegando, los relatos se van desprendiendo de su época y de su escenario, van perdiendo la particularidad de sus inicios, y a cambio ganan la pureza de las esencias, de ser ellas mismas sin más. Y por extensión, o bien por esa razón, esos relatos se convierten en lo que conocemos, en lo que entendemos y en lo que somos, o tal vez deberíamos decir en lo que nos convertimos o en lo que tal vez podamos llegar a ser."
Una de las ventajas de proceder de una tradición secular exótica en la que el relato posee un cometido casi fundacional, y de haber mezclado, por una cuestión biográfica, ese origen con una cultura de adopción que incluye a uno de los más geniales fabuladores de la literatura occidental, conlleva la capacidad de mezclar tramas míticas de diversas procedencias y hacerlo en escenarios tan diversos como intrínsecamente coherentes; sin que esta afirmación pueda ser llevada a su extremo, la combinación, por ejemplo de Las 1.001 noches con Sueño de una noche de verano, y salir francamente airoso del desafío.

Dos años, ocho meses y veintiocho días (Two Years Eight Months and Twenty-Eight Nights, 2015)  -es decir, mil y una noches, un período que, en distintas épocas, marca el lapso de tiempo en el que tienen lugar hechos misteriosos, pero también en el que una antigua y olvidada maldición  hace que terminen los períodos de felicidad-, la última aportación de Salman Rushdie a la literatura, es una historia mítica protagonizada por personajes legendarios, seres sobrenaturales y sujetos terrenales, en la misma tradición de interacción entre dioses y hombres de la tradición clásica occidental, en la que se relata el enfrentamiento eterno entre el bien -explícitamente, la Razón- y el mal -igual de explícitamente, la religión-. 
"-Pensemos en la especie humana como si fuera un solo individuo -propuso Ibn Rushd-. Un niño no entiende nada y se aferra a la fe porque carece de conocimiento. La batalla entre razón y superstición puede considerarse la larga adolescencia de la humanidad, y el triunfo de la razón su entrada en la vida adulta. No es que Dios no exista, sino que, igual que cualquier padre orgulloso, aguarda el día en que su hijo pueda sostenerse de pie, abrirse paso en el mundo y liberarse de su dependencia.
-Mientras sigas alejándote de Dios con tus argumentos -replicó Al-Ghazali-, mientras sigas intentando reconciliar lo racional con lo sagrado, jamás me derrotarás. ¿Por qué no admites sin más que eres un ateo y usamos eso como punto de partida? Observa quiénes son tus descendientes, la escoria sin Dios de Occidente y de Oriente. Tus palabras solamente resuenan en las mentes de los kafir. Los seguidores de la verdad te han olvidado. Los seguidores de la verdad saben que en realidad la razón y la ciencia son el infantilismo de la mente humana. La fe es nuestro don de Dios y la razón es nuestra rebelión adolescente contra ella. Cuando somos adultos nos entregamos del todo a la fe, que es para lo que nacimos."
El origen de este conflicto se sitúa en la rivalidad entre Ibn Rushd -latinizado como Averroes- y Al-Ghazali en pleno siglo XII, la vieja querella entre Razón y religión, atraviesa los siglos siguiendo a las generaciones de descendientes, marcados por una peculiaridad física, que tuvo el primero con Dunia, una djinn -filósofo censurado con genio femenino, el sentido del humor de Rushdie es inagotable- para concluir en un futuro próximo, en el que tendrá lugar la gran guerra de los cielos por la supremacía de uno de los dos principios, y las consecuencias que ese enfrentamiento celestial conllevarán para los humanos. 
"E Ibn Rushd estaba muerto, pero su adversario y él mantuvieron su disputa más allá de la tumba, porque las controversias de los grandes pensadores no tienen fin, y la idea misma de la disputa es una herramienta para mejorar la mente; la más afilada de todas las herramientas, nacida del amor al conocimiento, es decir, de la filosofía."
El caso es que ese enfrentamiento final entre ambos filósofos, con la asistencia de sus djinn particulares, origina en el mundo de los vivos una sucesión de acontecimientos extraordinarios: una Gran Tormenta que provoca una inesperada devastación y algunas irregularidades en el mundo físico -algunas personas se ven afectadas por el fenómeno de la levitación, nace un bebé que denuncia la corrupción...-; son los genios enfrentados que buscan reclutar a sus ejércitos para la gran batalla final.
"Nuestro grupo asume la postura que yo denomino "posatea". Nuestra postura es que Dios es una creación de los seres humanos, y solamente existe en virtud del principio "da una palmada si crees en las hadas". Si hubiera la bastante gente lo bastante sensata como para no dar la palmada, entonces ese Dios estilo Campanilla moriría. Sin embargo, por desgracia, todavía hay millones de seres humanos dispuestos a defender su creencia en una especie de dios-hada, y en consecuencia, Dios existe. Y lo peor es que ahora anda fuera de control."
Con posterioridad a esas Gran Tormenta sucede la Era de la Gran Extrañeza: las huestes celestiales empiezan su enfrentamiento directo en el mundo superior, y el mundo inferior empieza a sufrir las consecuencias; la principal, la irrupción de lo fantástico en lo cotidiano. Los djinn "neutrales" toman posiciones en alguno de los dos bandos porque mantenerse al margen es una opción que no se tiene en cuenta.
"Cuidado con el hombre (o el yinni) de acción que por fin desea progresar por medio del pensamiento. Un poco de pensamiento es algo peligroso."
La Era de la Gran Extrañeza lleva, en una escalada imparable, a la época de la tiranía de los djinn, en la que los humanos "puros" actúan como marionetas de los designios mágicos o, directamente, sucumben en las reyertas. Al final, una vez los djinn han tomado sus posiciones definitivas, así en la tierra como en los cielos, tiene lugar la Guerra de los Mundos, el enfrentamiento definitivo que marcará, en la próxima etapa de la humanidad, si ésta se regirá por la Razón o por la fe. Es cuando se refiere a esta Guerra de los Mundos cuando la prosa de Rushdie abandona la brillantez y se torna solemne; arrincona definitivamente el sentido del humor, se envuelve con la capa de la seriedad y toma el tono elegíaco común en las narraciones bélicas.

La exuberancia de la narrativa de Rushdie puede llegar a colapsar la imaginación del lector, es cierto, pero su estilo es tan explícito como voluntario, y se adecua perfectamente a las temáticas que acostumbra a tratar. Rushdie recoge la tradición de la literatura oriental clásica -es mucho lo que esta obra en concreto, pero también la mayor parte de su producción, le debe a Las Mil y Una Noches, aparte del título- en la que la magia no se encuentra solamente en los personajes míticos que pueblan sus narraciones sino también en las situaciones que enfrentan los personajes puramente humanos, esa mezcla de dioses y hombres que también se presenta en la literatura clásica occidental.
"Lo que yo creo es que todas las historias son ficciones, decía ella, hasta las que insisten en ser hechos reales, como por ejemplo quién estuvo aquí primero y qué Dios estaba antes que los demás, todas son fábulas, tanto las fantasías realistas como las fantasías fantásticas son inventadas, y lo primero que hay que saber de las historias inventadas es que son todas falsas de la misma manera."
Rushdie hace uso de un recurso, marca de la casa, extraordinariamente bien resuelto: la instauración de un nuevo orden mediante la inclusión en la trama de una disfunción de carácter fantástico que suplanta a la realidad, la propuesta de un nuevo mapa de relaciones configurado y condicionado por la nueva situación, y la explotación narrativa de la incoherencia:
 "Durante aquellas niches incomprensibles se informó de toda clase de separaciones. La separación de los seres humanos del suelo ya era mala de por sí. Sin embargo, en ciertas partes del mundo no había sido ni el principio ni tampoco el final. En el mundo de la literatura, se estaba produciendo una notable separación entre los escritores y sus temas. Los científicos informaron de la separación entre las causas y los efectos. Se hizo imposible compilar ediciones nuevas de los diccionarios por culpa de la separación entre las palabras y sus significados. Los economistas señalaron la separación creciente entre ricos y pobres. Los tribunales de divorcios experimentaron un brusco aumento de su volumen de trabajo por culpa de la avalancha de separaciones conyugales. Las antiguas amistades se terminaban de repente. La plaga de las separaciones se propagó rápidamente por el mundo."
Por cierto, ¿alguien sabe si existe evidencia científica de que Voltaire careciera de lóbulos en sus pabellones auditivos?

4 de noviembre de 2015

Francamente, Frank

Francamente, Frank. Richard Ford. Anagrama, 2015
Traducción de Benito Gómez Ibáñez
"[Soy, dice Frank Bascombe de sí mismo] una persona que no miente (o rara vez), que no presupone nada del pasado, que siempre emprende el camino más fácil y optimista (cuando lo hay), que no prevé el futuro, que estiliza sus palabras (sin adornos), y en todos los casos se com porta como es debido."
En pleno boom inmobiliario, usted adquiere una casa, la casa de sus sueños, que no puede permitirse pero que puede pagar gracias a la generosidad de una entidad bancaria, por un precio varias veces superior a su valor real. Al poco tiempo, una catástrofe natural la destruye, llevándose con ella algunas víctimas y un modo de vida muy ligado al complejo  residencial; un ex-vecino de la zona afectada, un agente inmobiliario jubilado, consigue conservar la suya intacta porque no estaba en la zona de riesgo. Las nuevas relaciones que se establecen entre los vecinos, los conocidos y los supervivientes han quedado marcadas por esa catástrofe; la muerte accidental, esa muerte que sólo sufren los demás,  ha dominado la escena con una visita sorpresa, pero mientras los afectados luchan por reordenar sus vidas, la vieja de la guadaña, la muerte de siempre, planea sus próximos asaltos.
"Visibles muestras de amabilidad, conmiseración, camaradería, pena compartida y empatía: débiles aliadas en la lucha contra las grandes pérdidas."
Cuando los lectores creíamos que Frank Bascombe se había despedido con todos los honores de nosotros tras Acción de Gracias (The Lay of the Land, 2006), tercer y último volumen de la trilogía que le dedicó Richard Ford, tras El periodista deportivo (The Sportswriter, 1986) y El Día de la Independencia (Independence Day, 1995), regresa, con sesenta y ocho años, más irónico, socarrón, cínico e inteligente, pero también más descreído e irreverente, para relatarnos cuatro episodios que suceden en la costa de Ocean County, Nueva Jersey, en plena evaluación de daños y comienzos de la reconstrucción, en los días anteriores a las Navidades de 2012, después del paso destructor del huracán Sandy, en Francamente, Frank (Let Me Be Frank with You, 2014). Mientras la vida de Frank va deslizándose, lenta pero ineluctablemente, hacia lo que se adivina como un plácido final, su día a día se ha visto sacudido por la imprevisible Naturaleza y los más que previsibles achaques de una existencia en franco declive; entre ellos, la aspiración a seguir sintiéndose importante cuando no se puede aducir ya ni un atisbo de relevancia. 
"Puede que sea cosa de la edad, que cada vez explica más cosas sobre mí, como una clave maestra de descodificación." 
La edad conlleva una disminución progresiva de la capacidad de adaptación a los cambios, un enfisema de la conciencia, incapaz de facilitar el suficiente oxígeno a la esperanza.
"El mundo se va encogiendo y concentrando a medida que pasamos más tiempo en él."
 Hubo un tiempo es la coletilla síntoma de prevalencia del pasado sobre el presente y de la irrelevancia del futuro, que ni siquiera se toma en consideración.
"Estoy jubilado. Sólo espero la muerte o la vuelta de mi mujer de Mantolocking: lo que venga primero."
Toda reconstrucción conlleva la limitación relativa a aquello que no podrá recuperarse en el proceso: tal vez la aspiración sea dejarlo todo como antes de la destrucción, incluso salir ganando porque lo que era viejo será ahora novísimo; sin embargo, se habrá perdido el espíritu de las cosas y no se recuperarán jamás aquellas que, a pesar de haberse convertido en inútiles, se llevaron con ellas jirones de vida que jamás se podrán recobrar.
"En mi nariz -experta en esas cosas en otro tiempo- nada huele a ruina de forma tan fragante como los primeros intentos de rescate".
Con un Bascombe a finales de la sesentena, es razonable que la muerte aparezca como un personaje más. Una muerte que no debe significar necesariamente el fallecimiento propio; la dama de negro puede venir sin intención de quedarse, pero su presencia es ineluctable. Aunque sea en un relato sobrecogedor sobre la muerte "de los otros", su visita sirve de recordatorio de que un día vendrá a por nosotros.
  
Destrozos provocados por el huracán Sandy en Ocean County, NJ. photos.nj.com
"Aquí estoy yo" es el relato que abre el volumen. Frank se cita con el comprador de su casa en la playa, desaparecida tras el paso de Sandy. La desolación aparece a cada paso: los edificios destruidos y la gente que ha perdido su hogar. Y Bascombe mirándolo con cierta despreocupación: materialmente, no se ha visto afectado en lo más mínimo, pero el huracán se ha llevado su pasado, sus vivencias en la zona destruida, como si borrase su recuerdo o, peor todavía, como si todo ese recuerdo hubiera sido falseado porque todo aquello que podía confirmar su realidad ya no existe.

"En realidad, tengo la sensación de haber obrado con inteligencia por haberme marchado cuando valía la pena marcharse. Aunque el hecho de vender una casa en donde has sido feliz indica que no eres inteligente. En tales movidas se siente el moretón del fracaso."
Naturalmente, ese "ya no vivo aquí", más que una salvaguarda en forma pretérita del desastre, adquiere el sentido de la pérdida irrecuperable de un marco de referencia que forma parte de su identidad y que es irreemplazable,
"En general, cabe afirmar que cuando uno se hace viejo adquiere una relación más complicada con la realidad cotidiana, lo que parece en desacuerdo con lo que debería ser."
y cuya destrucción bloquea la llegada de un futuro predecible -deseable, por tanto- para sustituirlo por la más absoluta imprevisibilidad. Por supuesto, los efectos de esta sustitución son diametralmente opuestos en el caso de los jóvenes y en el caso de los viejos: mientras los primeros disponen de la suficiente, en principio, provisión de tiempo para adaptarse; los ancianos deben limitarse a verlas venir y rogar porque el inventario de daños sea lo más reducido posible.
"La Historia no es más que la Guerra y paz de los demás."
Dos formas de destrucción se hacen evidentes, contrarias en su forma de aparición pero aliadas en sus efectos; una rápida, súbita e imprevisible, la del fenómeno natural, general; otra lenta, progresiva, mensurable, particular, la vejez, la degeneración inevitable, el deterioro físico como síntoma anunciador.
Ocean Beach, NJ, después del paso del huracán. photos.nj.com
"Todo podría ser peor" es el segundo relato del volumen. Frank recibe la visita de una antigua habitante de su casa, de raza negra. Es el pasado de los otros el que se funde con el presente de Frank, otra vez los jirones de vida que alguien se dejó en su habitáculo, y cuya recuperación depende de personarse en ese lugar -regreso que no pueden efectuar cuando el huracán lo ha destruido-. La visita tiene un motivo sorprendente: esa mujer ha perdido su vivienda durante el huracán, y la única referencia que sigue en pie es la casa de Frank; por esa razón la visita y rememora cuanto sucedió en ella. Los objetos, un mismo objeto, tienen alcances distintos para aquellos que se han relacionado con él, significados no intercambiables.
"La plena revelación es el mito de las clases inquietas. Los que ignoran la historia no están más condenados a repetirla que los enterados, pero es más probable que se sientan más a gusto sobre muchas cosas."
John Banville ha calificado a Bascombe como el típico Everyman, ese "hombre común" que, en el caso de los ciudadanos norteamericanos, conlleva una serie de clichés que más allá de los tópicos generalistas incluye, por acercamiento y no tanto por precisión, una serie de trazos entre los que se encuentra un racismo de baja intensidad que no se manifiesta públicamente ni con actitudes abiertamente hostiles sino mediante la condescendencia con que se trata al inferior, una simpatía impostada específica, incluso una actitud y unas opiniones artificialmente favorables que intentan negar cualquier muestra de prejuicio, pero que son un prejuicio en sí mismas. ¿Es Bascombe racista? No, claro, él mismo aduciría que "no es culpa suya ser blanco"; sin embargo, a la hora de pensar en cómo resolverá su visitante de raza negra los problemas que le ha provocado el huracán, el prejuicio subyacente no deja de asomar:
"Resumiendo, ¿del mismo modo en que los habitantes blancos de los barrios residenciales resuelven sus problemas?"
Union Beach, NJ, después de los efectos del huracán. 943point.com
"La nueva normalidad" es el concepto sobre el que reflexiona Frank, en el tercer relato,  durante la visita a su primera mujer, Ann, de la que se divorció hace más de treinta años, después de la muerte de un hijo común, afectada por la enfermedad de Parkinson e internada en una residencia de lujo, mientras hace un recuento mental de las consecuencias del boom inmobiliario. La "normalidad" es un concepto tan inestable como inasible; estar internado en una residencia de lujo a la espera de que el Parkinson te dé el mazazo definitivo no es normal. 

El recuerdo de la vida de su ex-mujer 
"... la memoria, a menos que tengas Alzheimer, nunca te deja levantarte de la lona"
desde el divorcio expone a la vista otras de las "debilidades" de Frank -¿tal vez otra de las características del Everyman?-, como una indisimulada misoginia, amable pero prejuiciosa, como cuando se pregunta sobre la supuesta transexualidad de una guarda de seguridad de aspecto andrógino, especula sobre el lesbianismo de las mujeres viejas o sobre los alardes de potencia sexual de los ancianos; un cierto clasismo fundamentado en la concepción calvinista del éxito económico, que se manifiesta en la infravaloración de la inteligencia cuando se enfrenta a la astucia, como si las dotes naturales carecieran de mérito cuando se las compara con el éxito profesional; la reincidencia en la aceptación tácita de algunos lugares comunes de tinte racista con respecto a los negros y a los judíos. Aunque algunas de estas debilidades no conlleven necesariamente la condena social -ni la del lector, por supuesto-, como la irreverencia con que habla de la "filosofía" new age, el feng shui, el imbécil clasismo de la residencia, o su reflexión sobre el suicidio:
"La mayoría de la gente que intenta matarse falla, pero luego parece muy satisfecha de haberlo intentado. Supongo que estar muerto no es la prioridad de nadie."
Cementerio de Ocean County, NJ. findagrave.com
"Muertes de otros" es el relato que cierra el volumen, en el que la muerte para de personaje secundario a protagonista; la muerte de los demás, por supuesto, porque la propia no existe: esta es la forma que toma esa concepción errónea de la empatía y que favorece que podamos ser extraordinariamente compasivos con los fallecidos. 
"En realidad, como muchas de las cosas que de pronto dejamos de notar en nosotros mismos, una vez que ya llevamos recorrido tanto trecho somos como somos porque así lo hemos querido."
Un antiguo conocido de Frank se pone en contacto con él: enfermo de gravedad y desahuciado por la medicina, desea mantener una última conversación. Frank accede, a regañadientes, como quien acude a una cita en los infiernos, y reflexiona sobre la amistad, tanto en su aspecto cualitativo -reconoce, y se alegra de no haber sido nunca "muy" amigo"- como cuantitativo -no es partidario de tener muchos amigos-, y sobre la valoración de este sentimiento. En el caso extremo de las víctimas de un desastre natural, la empatía actúa desde el hecho de que los que se libraron de la catástrofe lo hicieron por azar y por los pelos, y la forma de compensar este hecho -en el caso de la sociedad norteamericana de derechas, una manifestación de la justicia divina- sólo puede manifestarse mediante la compasión hacia los que "no tuvieron tanta suerte".
"Porque no hay una forma adecuada de planificar la vida ni tampoco de vivirla: sólo un montón de formas inadecuadas."
Parece que las nuevas formas que ha tomado la conectividad, más extendida pero menos intensa, es una ayuda para poder "soltar amarras" con más facilidad. La edad, en este sentido, puede ser un inestimable auxiliador; a menudo no hace falta efectuar personalmente esa poda en el árbol de las relaciones, la muerte se encarga de ello aclarando el sembrado, de modo que cada día nos quedan menos amigos a la vez que comprobamos con satisfacción nuestra supervivencia. Si la muerte funciona según cuotas, cada amigo que muere significa un día más de vida para nosotros.

También el mundo conocido, ese al que acabamos acostumbrándonos por saturación, está muriendo; los síntomas de degeneración son evidentes. Sin embargo, el verdadero consuelo -¿consuelo?- es no asistir a esa defunción, largarnos nosotros antes. En definitiva, a los vivos la muerte no les sienta nada bien; a los moribundos, es la vida lo que les sienta fatal.

Junto con la tranquilidad de que sean otros quienes se nos adelanten en este definitivo viaje, existe la dificultad de tratar con la muerte ajena; el moribundo es un retrato de nosotros mismos que con una mínima anticipación acude desde nuestro futuro para servirnos de advertencia.
"¿Por qué somos tan capullos? ¿Por qué no podría lo malo revelarse simplemente, sin que tenga uno que mojarse los pies? Los errores son errores mucho antes de que los cometamos."
La muerte, incluso, puede llegar a convertirse en una traición para los vivos, una confirmación de la condena a seguir viviendo; pero, a veces, esa traición puede haberse adelantado. Si es así, ¿dónde queda la traición cuando el traidor muere? ¿Se la lleva con él, o nos condena a vivir para siempre con ella?




Richard Ford sobre Francamente, Frank, en el programa "Politics and Prose"

2 de noviembre de 2015

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http://marywhipplereviews.com/henry-james-the-europeans-dvd-2008/
"El mundo debe regresar alguna vez al concepto de "deber" y desterrar el de "recompensa".