28 de agosto de 2017

Lo que sabía Maisie

Lo que sabía Maisie. Henry James. Ediciones Cátedra, 2016
Traducción de Miguuel Ángel Pérez Pérez. Edición de José Antonio Álvarez Amorós
Maisie Farange, una chiquilla de seis años, asiste atónita al divorcio de sus padres, Beale e Ida, entre los que se desata una guerra sin cuartel; incapaces de llegar a un acuerdo económico que otorgue la custodia a uno de ambos, llegan al acuerdo judicial de compartir a la pequeña por períodos de seis meses alternadamente -la resolución más contraproducente para Maisie, pero las leyes británicas de la época eran las que eran-; pero ante la imposibilidad de hacerse cargo personalmente de la educación de su hija, contratan a dos institutrices: Beale a la señorita Overmore, una joven guapa y prometedora, e Ida a la señora Wix, una cascarrabias moralista. Pero ninguno de los progenitores está hecho para vivir en solitario, así que Beale acaba casándose con Overmore e Ida con Sir Claude, un aristócrata en horas bajas. Sin embargo, esas uniones tampoco acaban de funcionar, y ambos se hacen con sendos amantes, una misteriosa Dama Morena y un no menos enigmático Capitán, respectivamente; ante esa circunstancia, y como consecuencia del contacto tangencial que han mantenido por causa de Maisie, Sir Claude y Overmore, bajo la reprobadora mirada de Wix, inician una relación sentimental que promete, a primera vista, acabar con el vía crucis de Maisie, que se ha convertido de arma de enfrentamiento entre sus progenitores a molestia de la que no saben cómo librarse. 

James ensaya una especie de combinatoria familiar perfectamente simétrica, que constituye uno de los armazones de la novela, dando por imposible la familia de tres miembros "legales" -Beale, Ida y Maisie-; por inconcebible la de dos, también "legales" -Beale y Maisie o Ida y Maisie-; inmoral la de cuatro -Beale, Overmore -en adelante, señora Beale-, Sir Claude y Maisie; Ida, el Capitán, Wix i Maisie-. Todas las propuestas -que detallaré a continuación- se revelan imposibles, hasta llegar a la última, hecha por la propia Maisie al final de la narración, una sorprendente propuesta de una Maisie preadolescente que rechazaría el adulterio parental a cambio de lo que parece ser una cierta modalidad de incesto "civil".


En un primer momento, la irregular situación familiar provoca que una Maisie de seis años de edad empiece a sentirse un problema para ambos padres, a los que parece molestar su existencia, hecho que la lleva a encariñarse con sus respectivas institutrices hasta el punto que:

"[Maisie pensaba que] el [afecto] de los padres se había convertido en algo impreciso, pero estaba claro que se podía confiar en las institutrices."
Los respectivos matrimonios de sus progenitores abren un extenso abanico de posibilidades para Maisie, aunque el hecho de que incluyan opciones -de hecho, se multipliquen- de carácter emotivo desubica completamente a la criatura. Si el estado recién adquirido por sus padres fuera consecuencia del amor hacia su hija, procurando ambos concederle un progenitor sustituto, es posible que Maisie no buscara interpretaciones más oscuras, pero no es eso lo que parece percibir de los indicios que se le ofrecen.

Pero existe también otro aspecto que influye en el despertar de las percepciones de Maisie. Ella está acostumbrada a que sus opiniones coincidan completamente con las de los adultos; bien porque estos le otorguen la razón, bien porque su punto de vista influye tanto en el de ella que "ve" con los ojos de los adultos. De ahí su sorpresa ante la primera desavenencia, al darse cuenta de que su opinión sobre la belleza del nuevo marido de su madre -una opinión que parece contar con la aprobación del narrador, que es el encargado, en el momento de maduración en que se encuentra Maisie, de dar el marchamo de objetividad- es diametralmente opuesta a la que expresa la nueva pareja de su padre, absolutamente prejuiciosa.


La maduración de Maisie queda también patente en la adquisición de la capacidad de callarse: en primer lugar, se apercibe de las consecuencias de algunos de sus comentarios relativos a sus progenitores hechos en presencia del antagonista; ese despertar de la autocensura, sucintamente citado por el narrador, empieza a crear en la conciencia de la niña un depósito de omisiones que si bien no alcanza a afectar a sus relaciones con sus padres sí acaba formando parte de su mente y desdoblando el personaje, como cualquier adulto, en un individuo público y otro privado. En el mismo sentido autocensor, Maisie se apercibe también del efecto que pueden ejercer algunas preguntas que, aunque no han perdido todavía parte de la inocencia que contenían, al referirse a temas que sus padres quieren evitar, quedan marcadas, así lo percibe ella, por la inconveniencia o, directamente, por la impertinencia. Uno de los efectos de esa represión podría consistir en que, en la medida en que avanza la maduración de Maisie, y adoptando la expresión de James, Maisie sepa cada vez más pero el lector, a través del narrador y por sus propias deducciones derivadas del material que se le facilitan, sepa cada vez menos qué es lo que Maisie sabe.


Paralela a esa capacidad de autocensura, en el mismo momento en que ella es consciente de las mentiras de los adultos, y como complemento, Maisie adquiere también la capacidad de mentir intencionadamente, lejos ya de las mentiras autoexculpatorias infantiles; es decir, previendo las consecuencias de una declaración sobre su relación con sus padres o sus parejas, de tergiversar sus respuestas con la intención, las más de las veces, de tornar en su beneficio la consideración de aquellos: la capacidad de discriminación de lo que puede decir y de lo que no debe decir, y ante quién puede hablar y ante quién debe callar.

"De hecho, bien podríamos decir que durante esos días se intensificaron mucho las percepciones directas de Maisie, su sensación de ser libre para comprender las cosas por sí misma."
La solución al conflicto acerca de la vida de Maisie y de su dependencia de los adultos una vez establecidas la configuraciones familiares que se dan por definitivas, se estructura en una serie de propuestas, que detallaré a continuación.

-Primera propuesta: Wix sugiere a Sir Claude que abandone a la madre de Maisie y se escapen los tres.


-Segunda propuesta: Maisie plantea que formen una nueva familia con Sir Claude y la señora Beale.


El triste papel de arma arrojadiza que le otorgan sus padres no es el argumento central de la novela -como queda manifiesto, por ejemplo, en la culminante escena en Kensington Gardens-, sino la visión que va configurándose en la conciencia de Maisie acerca de ese enfrentamiento, reforzada por la estupidez de ambos progenitores, que no parecen darse cuenta de "lo que Maisie sabe".

"Formaba parte de la naturaleza de las cosas el no ser asunto de una niña pequeña, por mucho que desde el principio se hubiese engañado a esa niña pequeña haciéndola temer que estuviese demasiado al tanto de todo."
-Tercera propuesta: su padre invita a Maisie a que se traslade con él a Norteamérica, en compañía de la Dama Morena.

El paso siguiente en la maduración de Maisie, el penúltimo, tiene lugar cuando se da cuenta, independientemente del rechazo global que les provoca, del poder que tiene sobre sus padres; de que con una afirmación, una negación o incluso una pregunta enunciada en el momento adecuado, si no afectar a su conducta con respecto a su persona, sí que puede cargar su conciencia con sus reproches y sus reconvenciones. Y una vez apercibida de ese poder, no dudará en utilizarlo para favorecer sus intereses; por ejemplo, para poner en cuestión la perorata de su madre en el hotel de Folkestone y, al mismo tiempo, mostrarse realmente interesada, exteriormente, en la retahíla de excusas, cuando no francas mentiras, de la "confesión" de Ida.

"Conforme se iba haciendo mayor, más le parecía que todas sus entrevistas, todas sus duras pruebas con su madre, se caracterizaban por encima de todo por su terrible duración, y lo extraño era que se le estaban haciendo más largos que nunca esos pocos minutos que su madre le ofrecía como una forma pacífica y agradable de poner punto final a su relación. [...] Maisie, con el corazón en un puño, sólo quería seguir la corriente a su madre y que aquello terminara cuanto antes."
La huida a Francia con Sir Claude y la posterior llegada de la señora Wix datan la definitiva llegada de Maisie a la edad adulta: ni la naturaleza del viaje ni el plan de su acompañante se ajusta a la edad infantil; incluso en envío de Wix por parte de Ida parece tener que ver más con su idea de una inocencia que ya no es capaz de autopreservarse que con el mero acompañamiento supletorio a quien no puede, por edad, de desarrollarse armoniosamente por sí sola. Los adultos no han comprendido todavía -si acaso, únicamente Sir Claude parece haber vislumbrado ese cambio, aunque su cobardía le impide acabar de sacar provecho de la nueva situación- que Maisie ya no es el arma arrojadiza que pueden lanzarse para dirimir sus referencias, y que su papel, que ha dejado de ser meramente pasivo, puede llegar a ser verdaderamente terrible. Conocido igual que temido ese nuevo papel por su madre, es tal vez el último intento de Ida para retenerla en esa edad -Ida sabe que, por alguna razón, ella no puede llevar a cabo esa tarea y la deja en manos de alguien que todavía puede merecer la credibilidad de Maisie- o, como mínimo, para que el paso a la edad adulta, con todas sus consecuencias, no se haga en presencia de su marido.
"Tal vez nosotros podamos deducir que, pese a haberla vista desheredada y despojada de todo, persistía en Maisie un eco de la influencia de sus padres; que todavía le quedaba la reminiscencia de una de las lecciones sagradas de su casa. Era la única que conservaba, pero afortunadamente la conservaba con fuerza. Tenía, en resumidas cuentas, el recuerdo de que había cosas que, bien por hacerlas o por no hacerlas, llevaba a su papá a llamar a su mamá, y a su mamá y a su papá, rata rastrera."
-Cuarta propuesta: Maisie aboga por un arreglo entre Sir Claude, la señora Beale -una pareja adúltera-, Wix y ella misma, opción que es rechazada de plano por la institutriz alegando graves razones morales. Ante tamaño "despropósito", Maisie no renuncia a hacerse la imbécil si ello le sirve para colmar sus deseos:
"A Maisie no se le pasó por alto que su respuesta, para la que volvió a apoyarse sobre ambos pies, fue imprecisa hasta el punto de rayar la imbecilidad, y de que era la primera vez que ponía en práctica con la señora Wix esa supuesta incapacidad intelectual que tanto le había servido con su papá y su mamá."
Es más, Maisie empieza a darse cuenta del efecto que tiene sobre los demás no sólo lo que sabe sino también la idea aproximativa que tienen los adultos de lo que ella sabe, y está dispuesta a provecharse de ese poder.
"[Maisie] consideró que si, para la señora Wix, toda su historia consistía en las sucesivas etapas de su adquisición de sapiencia, la culminación de dicha concatenación, de acuerdo con esa lógica, sería la etapa en que la sapiencia terminara por rebosarle. Como estaba condenada a saber cada vez más, no había forma de que parase hasta que lo supiera Casi Todo. De hecho, vio con claridad, mientras estaban sentadas en la arena, que iba camino de saberlo Todo."
¿Cuándo el deseable "saberlo Todo" se convierte en el abominable "saber demasiado"? La diferencia entre ambas opciones es lo que condena a los adultos y salva a Maisie, la razón por la que aquellos pueden tener prejuicios morales y ella no, al tiempo que se ve imposibilitada de condenar las conductas moralmente reprobables, aunque es capaz de simularlo para conseguir la aprobación de los adultos.

-Quinta propuesta: ante la imposibilidad de entendimiento formal entre la pareja, y dado el grado de interés de la señora Beale por quedarse con ella, Maisie decide que con quien quiere quedarse es con Sir Claude y, si acaso, con Wix, aunque no la considera un término relevante de la ecuación.

-Sexta propuesta: Sir Claude intenta aprovechar el ascendente que ejerce sobre Maisie y con el doble objetivo de librarse de Wix, que sigue afeándole su actitud por razones morales, y de comprometer a la señora Beale, para quien parece empezar a contar poco, propone una escapada a Europa continental de los tres.

-Propuesta definitiva: Maisie, que guarda ya muy poco de aquella chiquilla de seis años, efectúa una proposición salomónica: si Sir Claude pretende librarse de la señora Wix, es decir, que Maisie renuncie a ella, le pide a Sir Claude que iguale la apuesta librándose de la señora Beale y permanezcan ambos, ella y Sir Claude, juntos. Esa cuestión, primordial, se dirimirá en una entrevista de alto voltaje entre los cuatro implicados en la que ninguno de ellos cederá ni un ápice en sus pretensiones, hasta la insólita conclusión de la novela.

"En cierto modo, ese gran momento de la verdad no era tan malo ahora que había llegado. Lo que ayudó a la niña fue que sabía lo que quería. Tanto aprender y aprender había servido para que al fin aprendiese eso, y si esperó un instante antes de contestar, fue sólo por el deseo de ser amable. Todo asombro le había desaparecido, o lo estaba haciendo a marchas forzadas." 
Lo que sabía Maisie (What Maisie Knew, 1897) es la primera novela de la época victoriana escrita por un autor victoriano que trasciende la novela de la época para inscribirse, indiscutiblemente, en la generación de la novela moderna. Enumerando algunos trazos que llevan a esa conclusión, tal vez la adscripción pueda hacerse más diáfana: el uso de la planificación y la esquematización antes de emprender la escritura de la obra; el empleo de conclusiones parciales mediante los diálogos de los personajes, complementando y evitando las intervenciones del narrador; la corriente de conciencia, en modo aun primerizo, en manos de éste; fruto de esa intromisión en la mente del personaje, la sintaxis de complica, se alargan las frases y se dejan inconclusos los diálogos, se establecen sobreentendidos y la descripción de una determinada situación con personajes se deja en manos de sus intervenciones; la elección de un sujeto difícilmente narrable, pues no sólo hay que entrar en la mente de una niña de seis años sino que debe hacerse desde una perspectiva adulta; la preeminencia de la subjetividad -realidad- sobre la objetividad -verdad-; la utilización de la ironía -forma- para reflejar un texto de gran complejidad ética -discurso-, profunda y quebrada; la ausencia de una trama clásica, sustituida por una sucesión de escenas aparentemente inconexas y no ubicadas con precisión en el tiempo: la experiencia, forzosamente fragmentaria, no puede tener una representación más fiel que la que también se realiza mediante la forma fraccionaria; la incorporación, muy jamesiana pero tremendamente moderna, de intermediarios: sabemos lo que sabe Maisie no porque ella nos lo diga sino porque existe un narrador que lo cuenta, con lo que el conflicto realidad-mente de Maisie queda establecido: el punto de vista establecido es el de Maisie, pero llega a ojos del lector a través de las manifestaciones del narrador, un narrador que, por cierto, se va retirando a medida que Maisie va siendo capaz de interpretar sus percepciones.

La verdadera vuelta de tuerca técnica con la que se enfrenta James es: ¿sabe Maisie más cosas de las que dice? O, incluso, ¿sabe más de lo que puede decir, teniendo en cuenta su edad? ¿Qué puede saber de lo que ve pero no puede explicarse? ¿Se diluye en la experiencia, desapareciendo sin más, queda latente de forma inconsciente para hacerse evidente a medida que su nivel de comprensión se amplía con la edad, o permanece para siempre oculto para influir de forma inconsciente en su conducta posterior? ¿Se trata únicamente de la falta de palabras con que poder definir lo que no comprende, o es realmente un problema de comprensión en abstracto?
"Sería el sino de esta paciente niña ver mucho más de lo que en principio podía entender [...]"
Teniendo en cuenta que lo que sabe Maisie es el hilo argumental de la obra -independientemente de si lo que sabe lo saben también los demás o, para ser más precisos, si saben que Maisie lo sabe-, el hecho de que no pueda expresarlo en su totalidad pone en escena, por una parte, lo que saben los demás personajes que sabe Maisie; y, no solamente a nivel formal, lo que sabe el narrador que sabe Maisie, que es, finalmente, lo que llega a saber el lector.

Finalmente, estimo necesarias dos consideraciones: en primer lugar, el carácter hipnótico, que alcanza casi la sensación física de secuestro, de algunas de las novelas de Henry James, sólo comparables a la lectura de la obra de Proust; y también una llamada de atención al magnífico prólogo de José Antonio Álvarez Amorós, que me he permitido utilizar como guía de estas Notas de Lectura.


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25 de agosto de 2017

Los Rougon-Macquart

Bajo la consideración de Nueva Comedia humana, Émile Zola escribió a lo largo de más de veinte años un ciclo de veinte novelas. A diferencia de su admirado Balzac, ese ciclo, denominado por el propio autor como "Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio", fue largamente planificado y su ejecución completamente programada.
"Quiero explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres, se comporta en una sociedad, desarrollándose para engendrar diez, veinte individuos que parecen, a un primer vistazo, profundamente disímiles, pero que el análisis muestra íntimamente ligados unos con otros. La herencia tiene sus leyes, como la gravedad."
La familia protagonista es la de los Rougon-Macquart, y la época representada la del Segundo Imperio, desde el 2 de diciembre de 1851, fecha en que el presidente de la República, Luis Napoleón Bonaparte, disuelve el Parlamento y se proclama Príncipe Presidente -aunque la proclamación oficial como Emperador tuvo lugar el 2 de diciembre de 1852, aniversario de la coronación de Napoleón I, acto en el que Luis Napoleón pasó a denominarse como Napoleón III-, y el 4 de septiembre de 1870, fecha de proclamación de la III República.

Los títulos que componen el ciclo son los siguientes (fuente: Wikipédia):

La Fortune des Rougon, A. Lacroix, Verboeckhoven et Cie, Paris, 1871
La Curée, A. Lacroix, Verboeckhoven et Cie, Paris, 1872
Le Ventre de Paris, Charpentier, Paris, 1873
La Conquête de Plassans, Charpentier, Paris, 1874
La Faute de l'abbé Mouret, Charpentier, Paris, 1875
Son Excellence Eugène Rougon, Charpentier, Paris, 1876
L'Assommoir, Charpentier, Paris, 1878
Une page d'amour, Charpentier, Paris, 1878
Nana, Charpentier, Paris, 1880
Pot-Bouille, Charpentier, Paris, 1882
Au Bonheur des Dames, Charpentier, Paris, 1883
La Joie de vivre, Charpentier, Paris, 1883
Germinal, Charpentier, Paris, 1885
L'Œuvre, Charpentier, Paris, 1886
La Terre, Charpentier, Paris, 1887
Le Rêve, Charpentier, Paris, 1888
La Bête humaine, Charpentier, Paris, 1890
L'Argent, Charpentier, Paris, 1891
La Débâcle, Charpentier et Fasquelle, Paris, 1892
Le Docteur Pascal, Charpentier et Fasquelle, Paris, 1893

Estas Notas de Lectura comprenden los tres primeros títulos del ciclo.

La fortuna de los Rougon. Los Rougon-Macquart I
La Fortune des Rougon, 1871
La fortuna de los Rougon. Émile Zola. Alianza Editorial,  2006
Traducción y notas de Esther Benítez
Zola abre el escenario con el paseo de despedida de una joven pareja: en el sudeste de Francia, las milicias populares se ha unido a la rebelión en defensa de la República. Entre vívidas descripciones del paisaje meridional, Zola introduce a esa pareja esquemática con la intención de reflejar el ambiente social y político de la época en las provincias. A continuación, cierra el ángulo y se centra en Plassans, la ciudad de la región que será el escenario de la acción, para efectuar un repaso de sus barrios y de sus habitantes; la situación política lo exige -y Zola no huye ante el desafío-, y este examen se jerarquiza siguiendo la estratificación social de dichos ciudadanos. Cerrando un poco más el foco, aparece la familia Rougon-Macquart, el hilo conductor del ciclo, desde sus turbios antecedentes hasta los personajes contemporáneos: Pierre Rougon, el hijo legítimo de Adélaïde, y Antoine y Ursule Macquart, el cimiento sobre el que edificará el ciclo. Pierre se libra de sus hermanos y de su madre, y con procedimientos nada reglamentarios, asume la titularidad de la hacienda y del dinero, y se casa con Félicité, hija de unos comerciantes al borde de la ruina, tan ambiciosa -pero más retorcida- que él mismo; sus cinco hijos dan comienzo a la rama Rougon de la dinastía.

Llegados los hechos de 1851, era una cuestión primordial, para quien no estuviera comprometido con ninguna facción, acertar en la elección del bando, porque quien apostara por el caballo ganador ignorando los indicios en contra se aseguraría la fortuna y el porvenir.  El mayor beneficio esperado estaba en el bando reaccionario, pues el regreso de la Monarquía retribuiría con generosidad a sus partidarios, mientras que los revolucionarios no eran más que unos pobres idealistas sin futuro. Este es el bando de Pierre. La rama Macquart, personalizada por Antoine, hereda los defectos de su padre; sobrevive a Bonaparte, haraganea, consigue casarse con una mujer a la que cede la responsabilidad de la supervivencia de la familia y de cuyo trabajo se aprovecha hasta que puede vivir de sus hijos. Por llevar la contraria, pero también convencido de tener razones políticas, de alista en el bando de los republicanos.

Zola dibuja el enfrentamiento entre las facciones políticas resultantes de los sucesos de 1848 mediante la enemistad de ambas ramas de la familia, enfrentadas con anterioridad a los hechos revolucionarios, pero acentuada como si los motivos políticos fueran una simple excusa para el enfrentamiento final y definitivo, y ambas con la idea de convertir "la farsa vulgar, la farsa innoble" en "el gran drama de la historia". La narración no sigue una trayectoria lineal: contando que, según las intenciones expresas de Zola, su propósito es abarcar un período de tiempo concreto, podría considerarse que existe  una acción principal, pero esta se ve interrumpida constantemente por episodios que complementan esa línea, informando acerca de los sucesos políticos o, principalmente, de los antecedentes de los personajes principales. De ese modo, la "historia natural" y la "historia social" del grupo familiar corren paralelas, pero por vías que Zola se esfuerza en mantener independientes.

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La jauría. Los Rougon-Macquart II
La Curée, 1872

La jauría. Émile Zola. Alianza Editorial,  2006
Traducción y notas de Esther Benítez
Recogiendo los frutos de su apuesta política: la acción se centra en una época histórica acelerada, reflejada en los avatares del clan Rougon-Macquart, en la que los sucesos se desarrollan a tal velocidad que no dan tiempo a que originen consecuencias; es más, es tal la rapidez de los acontecimientos que impiden incluso prever el derrumbamiento.

Con Aristide, el hijo menor de Pierre Rougon, como protagonista principal, la acción se traslada a París, una capital que vuelve a latir con las fiestas, las cenas y los salones. El contraste con la lejana Provenza de La fortuna de los Rougon está servido. A la vista de tanto esplendor, uno podría preguntarse cómo, a las pocas semanas de la proclamación del II Imperio, ha posido revivir un tipo de existencia, de sociedad incluso, que pareció extinguirse en 1792; antes que pensar que toda una nueva generación de personajes ilustres ha emergido de la nada -o de los vaivenes políticos, como el clan protagonista-, más bien parece que los hijos y los nietos de los represaliados por la Revolución supieron desaparecer y quedarse hibernando a la espera de su oportunidad; los fastos del Imperio ejercieron ese papel revitalizador a la perfección. Cubierta la subsistencia, como clase pero también individualmente, los únicos remedios para escapar del ennui son las fiestas nocturnas y los paseos en coche de caballos por el Bois de Boulogne. Aristide, el viejo revolucionario que pudo escapar por pelos a la represión, ha conseguido casarse con una mujer de buena familia -tras la oportuna muerte de su primera esposa-, se ha trasladado a París y, enchufado por su hermano Eugène, ha conseguido un puesto de importancia en la nueva administración.

La novela comienza con una larga escena -alrededor de 50 páginas- a semejanza de la que tuvo lugar en la primera novela del ciclo, que sigue a una de las protagonistas en su paseo  por el Bois y a una velada en su residencia, en la que se presenta a los personajes, se establecen las relaciones cuyo desarrollo ocupará la novela, y queda establecido el ritmo de la narración.

Desde su puesto en el Ayuntamiento, Aristide extiende su influencia para especular con terrenos justo antes de la reurbanización de París, y haciendo uso de información confidencial, adquiere una gran fortuna. Mientras tanto, Renée, su esposa, encuentra un extraño aliado en Maxime, hijo de Aristide, un enigmático joven a quien otorga el papel de confidente.

A diferencia de la nobleza, las aristocracia y las familias potentadas desde generaciones, que poseen un código ético estricto que abarca no sólo sus actividades económicas sino también sus relaciones, sobre todo entre los miembros de su clase, los advenedizos, los que han conseguido su posición gracias a un golpe de fortuna o mediante mecanismos en la frontera de la legalidad, tienden a extender ese sentimiento de impunidad también a su vida personal, a menudo con consecuencias desastrosas: al no sentirse sujetos a la moral común, sus transgresiones no tienen límite.

Sobrevivir entre las intrigas de los salones de París no es más fácil que salir indemne de una revolución: la lucha por el poder, el dinero y la influencia no es más que una guerra mediante otros medios menos sangrantes pero, como mínimo, igual de violentos, y con consecuencias harto parecidas. El éxito o el fracaso, económico o personal, están separados por una línea tan volátil que, a menudo, es imposible prever las consecuencias de una carga lanzada por sorpresa, de una especulación hábilmente planeada o de una conquista amorosa imposible.

Calificación: Hors catégorie

El vientre de París. Los Rougon-Macquart III
Le Ventre de Paris, 1873

El vientre de París. Émile Zola. Alianza Editorial,  2006
Traducción y notas de Esther Benítez
Florent, un republicano represaliado después del golpe de estado, vuelve a París después de huir del penal de la Cayena donde había sido recluido. Zola lo pasea por el nuevo mercado central metropolitano, Les Halles, recurso que emplea para detallar con profusión la geografía del enclave y los productos a la venta, como pasando por las narices del evadido, que lleva días de ayuno, la riqueza de los alimentos que no podrá tomar. Finalmente, consigue dar con su hermano Quenu, esposo de Lisa Macquart, la hija mayor de Antoine Macquart (La fortuna de los Rougon) y prima de Aristide Rougon (La jauría).

Después de dedicar un volumen al origen provinciano del clan y otro a la rama acomodada de la familia, ambos enmarcados en una situación política que toma el papel de protagonista, Zola regresa a París para poner el foco en la parte comerciante, cuyas preocupaciones son más elementales pero cuyo carácter puede alcanzar, también, las más altas cotas de mezquindad. No son millones los que se mueven en los alrededores de Les Halles, son francos tomados de uno en uno y las cuentas del modisto son ahora las del carnicero, pero la avaricia tiene el mismo color. Las grandes conspiraciones de carácter político se convierten en habladurías de comadres, y las planeadas especulaciones financieras acaban por trocarse en persecuciones del pollero o de la mantequera para cobrar una cuenta pendiente.

Las mismas envidias, las mismas enemistades, las mismas riñas, pero mucho más cruentas porque lo que está en juego no es la dignidad ni la posición social sino la pura supervivencia. El vientre de París es un texto eminentemente descriptivo; el conflicto que da forma a la trama, además de ocupar únicamente una reducida parte de la novela, no posee la suficiente entidad para mantener el armazón de la obra; y es que, probablemente, la intención de Zola fuera utilizarlo como provocador de las detalladas descripciones del mercado, de sus habitantes y del movimiento incesante que tenía lugar en sus alrededores. El mercado central de Les Halles, una construcción colosal y moderna, un verdadero monumento que inauguraba, treinta años antes de la fecha, la arquitectura del siglo XX, encuadrado en la reforma urbanística de París que se realizó en la época del II Imperio, posee, para Zola, la suficiente entidad como para otorgarle el papel de protagonista.

Calificación: Hors catégorie

21 de agosto de 2017

La pequeña Dorrit

La pequeña Dorrit. Charles Dickens. Alba Editorial, 2017
Traducción de Ismael Attrache y Carmen Francí
Aunque podrían considerarse plenamente pertenecientes en todas sus características a la narrativa clásica del siglo XIX, las novelas de Charles Dickens contienen dos particularidades, que se sumarían a la extensión, que las convierten en novelas singulares: la férrea estructura arquitectónica resultante, una vez terminada la obra, y que se expresa, principalmente, en la magistral gestión de los personajes; y el dominio del ritmo narrativo, el manejo de la intriga y de sus diversos componentes. A primera vista de no especialista, uno diría que ambas particularidades podrían deberse a la edición original en forma de fascículos. Efectivamente, Dickens no podía trabajar con una estructura cerrada porque debía procurarse la posibilidad de modificar la mayor parte de los elementos en juego en función de las ventas de las entregas parciales; por otra parte, esas expectativas de su público debían ser manejadas, entrega a entrega, a fin de mantener el interés de los lectores. Ambas características, puramente formales, añadidas a otros elementos clásicos en su narrativa como la crítica social y los personajes identificables, hacen que su obra siga manteniendo el interés de los lectores a un siglo y medio de distancia.

La pequeña Dorrit (Little Dorrit, publicada por entregas entre el 1 de diciembre de 1855 y el 1 de junio de 1857, y en un solo volumen en 1857), se sitúa temporalmente después de la publicación de Casa desolada, tal vez la mejor novela de su autor, y contiene hechos que, debidamente disimulados, se refieren a sucesos reales acaecidos en la época de su redacción.

La acción parte de dos lugares de encierro -una prisión y una cuarentena, que representarían el régimen cerrado y el régimen abierto de la privación de la libertad- para hacer la presentación de unos personajes cuya intervención en la acción no se nos revelará, aunque sí lo hará, y con suficiente amplitud, con respecto a sus antecedentes. Pero no tarda Dickens en trasladarnos a Londres-aunque la novela transcurre en otros escenarios, particularmente en Italia-, la ciudad que ama y aborrece en la misma proporción, y es en una casa de mala muerte donde se nos revela a la protagonista que da nombre a la obra. Posteriormente, somos informados de su origen: una prisión para deudores donde se halla recluido su padre. Enfrente, Dickens sitúa a una familia de comerciantes a la que dota de dos características fundamentales para el desarrollo de la acción: un pasado con unos turbios antecedentes y un hijo soltero; y ambas, como es de esperar, actuarán de ligazón, aun a pesar de sus diferencias, entre las dos familias.

En poco más de 100 páginas, de un total de 950, Dickens nos ha puesto al día de los antecedentes de los dos personajes principales y ha abierto el conflicto; sus lectores por entregas han engullido el anzuelo, y este lector ha caído, una vez más, bajo el embrujo del esbozo trazado por el autor, un arquitecto de tramas cuya maestría deja anonadado.

A los conflictos personales se unen, como suele suceder, el enfrentamiento con las instituciones -cuyo caso más logrado es precisamente la novela inmediatamente anterior ya citada-, con su inmovilismo y su mala fe a la hora de relacionarse con sus administrados más desfavorecidos. En este caso, el conflicto se entabla con el denominado Negociado de Circunloquios, una entidad gubernamental encargada de velar para que nadie relacionado con el gobierno haga nada.

Sin ánimo de desvelar la trama, irán apareciendo la acostumbrada nómina de perdedores resabiados, inocentes injustamente inculpados y desinteresados benefactores; los sucesivos e inesperados cambios de fortuna; el regreso del malvado; el pasado oscuro en forma de secreto inconfesable que se cierne sobre el presente; el relato de una gran tragedia familiar; y, finalmente, la redención de los culpables circunstanciales, aquellos que jamás obraron de mala fe.

Calificación: Hors catégorie

18 de agosto de 2017

La Comedia humana V

La Comedia humana. Escenas de la vida privada. Volumen V. Honoré del BalzacHermida Editores, 2016. Traducción de Aurelio Garzón del Camino

Quinto volumen de la traducción de la organización canónica del ciclo de Balzac que da fin al sub-ciclo de Escenas de la vida privada que lleva editando Hermida Editores desde hace unos años. Como en cada entrega, me limitaré a enumerar los textos incluidos en cada volumen y a intentar trazar las líneas maestras de la acción, dejando para los especialistas la profundización en las cuestiones técnicas y la valoración global del conjunto de La Comedia humana.

"Albert Savarus"

La acción se sitúa en Besançon, una ciudad con pretensiones cuya realidad no llega ni a capital de provincia, el lugar idóneo para que los parisienses venidos a menos pueden hacer brillar los restos de su extinguido esplendor, y los aspirantes locales a la aristocracia se puedan permitir mantener un ritmo de vida aparente con unas rentas muy menguadas, todo ello bajo la atenta mirada de la burguesía aborigen a la espera atenta de la primera vacante en la alta sociedad para apresurarse, a codazo limpio, en ocupar su lugar.

Esta situación de cola de león parisina con ansia de cabeza de ratón provinciana es en la que se encuentra Albert Savaron, un picapleitos parisino que aparece en Besançon. El misterio que lleva aparejado cualquier forastero que llega a una ciudad pequeña espolea el deseo de la hija casadera de una buena familia local. En este punto, Balzac desvía la atención de la trama para insertar en el texto una novela, la historia de un amor imposible, que escribió el abogado y que es devorada por su pretendiente en busca de las claves con que desentrañar a su autor.
"Amar es ya en una joven la consecuencia de una ley natural, pero cuando su sed de afecto se dirige a un hombre extraordinario, se mezcla con él el entusiasmo que rebosan los corazones juveniles. De este modo, la señorita de Watterville llegó en pocos días a una fase casi mórbida y muy peligrosa de exaltación erótica."
La posterior violación de la correspondencia de Albert pondrá a su pretendiente frente a una sorprendente revelación.

Pero Balzac siempre guarda una bala en la recámara; en manos de Víctor Hugo la novela se hubiera quedado en el campo de los relatos de amor desgraciado, venganza y posterior reconciliación; Balzac, en cambio, es capaz de desviar al atención hacia el terreno de la política y hacer entrar en la trama a revolucionarios y legitimistas haciendo que lo que el amor había provocado halle también expresión, traducción y desenlace en ese terreno.

Balzac se relaciona con las convenciones narrativas según le conviene; en ocasiones puede no sólo adoptarlas como única opción sino incluso introducir largos exordios alabando sus bondades; en otras, en cambio, puede ignorarlas como quien detesta cualquier pacto que pueda poner en cuestión sus propósitos. Sabe que a su intención no se le pueden poner barreras que pongan cortapisas a sus intenciones de totalidad.

"Un debut en la vida"

Un pueblerino con tanta ambición como estupidez malogra un esperanzador porvenir por charlar más de la cuenta cuando no debía. Puestas en evidencia su mala educación y su necedad, es devuelto a su casa con cajas destempladas por quien había de ser su protector, viéndose sus padres obligados a buscar una alternativa, si bien no tan prometedora como la ocasión perdida, que sirva al menos para librarse de él y, al mismo tiempo, asegurarle un porvenir desahogado.

La conocida aspiración de Balzac por sustituir al Registro Civil no tenía únicamente la intención de conseguir un retrato fiel de la sociedad francesa de la primera mitad del siglo XIX sino también dejar constancia de ella para uso e información de las generaciones futuras; no tanto para poder reconstruirla, como pretendía Joyce con Dublín, como para que se conocieran sus antecedentes en el continuo temporal, es decir, con sentido arqueológico.

Tal vez sea con este propósito o con alguna otra intención que no logramos averiguar de buenas a primeras por qué somos informados del estado del servicio de transporte privado entre París y sus alrededores, de las diversas empresas del ramo, de las frecuencias de partidas y de llegadas y de los diferentes carruajes con los que se realizaba el servicio; total, una información de relevancia relativa, descubriremos, en cuanto a la trama de la novela, pero un McGuffin en toda regla, pues ni las rutas señaladas ni los personajes ni tampoco el servicio de transportes tienen una gran importancia en la trama.
"No existen o, mejor dicho, son muy raros los criminales que sean criminales por completo. Con mayor razón será difícil encontrar una falta de honradez compacta. Se pueden hacer con el propio patrón unas cuantas en las que salga uno beneficiado, o sacar para sí la mayor cantidad de paja posible del pesebre; pero aun constituyéndose un capital por vías más o menos lícitas, hay pocos hombres que dejen de permitirse algunas buenas acciones."
Después de algunos indicios de acción, relacionada con ciertos derechos a favor de un personaje de pasado bonapartista, Balzac abre otro paréntesis para relatar las conversaciones entre los viajeros de una diligencia, a cuál más embustero, que hacen gala de su supuesto conocimiento de Oriente, de las intrigas políticas y de sus experiencias exóticas, en el que cada personaje fabula acerca de aventuras imposibles pero acordes con el rol que representan en el viaje, todo ello bajo la atenta mirada de un aristócrata que viaja de incógnito. Balzac ofrece, pues, otra distracción, otra desviación de la trama, consistente ella misma en fragmentos aislados y anecdóticos, que el propio autor desarrolla y pone en reserva para el caso de que pudieran resultarle útiles posteriormente. 

Localizando la acción en el campo, aunque lo suficientemente cerca de París para que los lugareños pudieran presumir de la posibilidad de disfrutar de lo mejor de ambos mundos, Balzac desta su fina ironía con respecto a los habitantes del lugar que, realmente, reproducen lo peor de los dos ámbitos pero con la particularidad de ser mucho menos sutiles: ni la envidia ni el odio se disfrazan de displicencia; al contrario, se muestran en toda su crudeza, con lo que las enemistades son mucho más radicales y manifiestas. Por otro lado, sus ansias por remedar la vida capitalina acaban, invariablemente, en un solemne y explícito ridículo.

"La señora Firmiani"
"No pocas narraciones abundantes en situaciones o dramarizadas por los brotes innumerables del azar llevan consigo sus propios artificios y pueden ser contadas artística o sencillamente por todos los labios sin que su argumento pierda por ello la más insignificante de sus bellezas."
Todo es narrable, incluso los hechos y las vidas más insignificantes, siempre que se sepa sacar provecho de la capacidad de expresar la parte de artificio que acompaña, expresa o veladamente, a la realidad; narrar no sería, pues, más que la gestión de esa artificialidad. En todo caso, la respuesta del lector, un individuo del que no se sabe nada, es decir, su nivel de implicación en una historia que le es ajena, no dependerá tanto de sus expectativas, de su identificación con los protagonistas de la historia que está desarrollándose ante sus ojos o del provecho moral que tal relato le procure, sino del grado  de connivencia del escritor con respecto de aquella y de su capacidad para implicar al lector, teniendo en cuenta que existen infinitas maneras de contar una historia.

El viejo adagio que reza que las apariencias engañan debería ser el que rigiera las relaciones personales a la hora de juzgar a los demás; para la literatura, en cambio, debería ser un principio programático.

"El mensaje"
"Siempre he tenido el deseo de contar una historia sencilla y verdadera, cuyo relato, al sobrecoger de espanto a un joven y a su amada, hiciera que se refugiasen el uno en el corazón del otro como dos niños que se abrazan estrechamente al encontrarse con una serpiente en los linderos de un bosque. A riesgo de disminuir el interés de mi narración o de pasar por jactancioso, comienzo por anunciaros el objeto de mi relato. Desempeñé un papel en este drama casi vulgar; si no os interesa, será tanto por culpa mía como por la de la verdad histórica. Hay muchas cosas reales que son soberanamente aburridas. Por esto, la mitad del talento consiste en escoger, entre lo verdadero, aquello que puede convertirse en poético."
El propósito didáctico de La Comedia humana puede expresarse en dos niveles complementarios: el implícito en su propio contenido, que sería una muestra a imitar por cualquiera que se propusiera escribir una novela realista; pero también el que explicita Balzac -perdón, los narradores de Balzac- en multitud de intervenciones directas en las que apela a lector para expresarle sus dudas o, con más frecuencia, sus propósitos en cuanto a la redacción. Dominador del medio como pocos, Balzac se atreve incluso a abandonar el cómodo narrador omnisciente para introducir un narrador en primera persona, el protagonista de la novela, un joven conquistador, en su empeño por transmitir las últimas voluntades de un compañero de diligencia víctima de un accidente.

"La misa del ateo"

Como la mayoría de sabios y de hombres de ciencia, Desplein, el protagonista de la nouvelle, es un ateo que tiene que convivir con una sociedad eminentemente religiosa. Médico y cirujano, su experiencia profesional le ha puesto tan a menudo cara a la muerte y a la extinción que ninguna explicación religiosa puede convencerle de lo contrario; es más, la observación de las contradicciones fruto de la superstición le convierten en una persona misántropa que ha desarrollado un profundo desprecio por el ser humano.

Balzac expone un caso de contradicción entre el pensamiento y los actos. La existencia de esa contradicción confirma la mediocridad de quien la experimenta. Ninguna persona inteligente se libra de las contradicciones, cuyo objetivo es producir un profundo debate a partir del cual se generan nuevas cuestiones que hacen avanzar el conocimiento: las contradicciones son la materia generadora del sentido crítico.

"Papá Goriot"

"Papá Goriot" es una de las novelas más extensas del ciclo, una de las más conocidas y también una de las novelas más parisinas de Balzac: visto el ácido tratamiento que presta el autor a la nobleza de provincias a lo largo de su obra -y sólo la nobleza y, si acaso, al pueblo llano, pues fuera de París "no existe" la burguesía-, podría parecer que el autor guarda sus elogios para la vida en la capital cuando es justamente lo contrario: las traiciones, las maledicencias y las enemistades de la vida de provincias serían meros ensayos de aficionados comparadas con las mismas situaciones a escala capitalina, donde las buenas acciones ven reducido su efecto a la mitad, mientras que las perversas duplican su impacto.

La fidelidad, en cuanto a la adecuación a la realidad, con que Balzac trata sus temas -no podría ser de otro modo si su aspiración es sustituir a los registros oficiales- se podría ver seriamente comprometida por la intensidad del drama que exponen obras como ésta. Dado el carácter arquetípico de muchos de sus personajes, la fidelidad no habría que buscarla en las historias -pues su nivel de complejidad las convierte en difícilmente replicables- sino en los elementos que las componen, en los que sí pueden verse reflejadas tanto la sociedad francesa del siglo XIX como el conjunto de la sociedad occidental de nuestros días. Pocas veces, en la historia de la literatura, una localización tan concreta ha sido tan universal.

El escenario principal de la novela es una de las instituciones parisinas por antonomasia: una pensión de mala muerte, donde van a dar con sus huesos estudiantes pobres de provincias, trabajadores públicos, personas en tránsito -cuyo tránsito se alarga durante décadas- y viudos de ambos sexos con pensiones minúsculas y contratos de alquiler vencidos.
"En una palabra, allí reina la miseria sin poesía; una miseria económica, concentrada, raída. Si todavía no tiene fango, tiene ya manchas; si no presenta rotos ni andrajos, pronto caerá podrida."
Ese microcosmos de la pobreza, un mundo en sí mismo, contiene también una severa separación por clases fundada no sólo en el origen de los huéspedes -un origen que queda tan lejano en el tiempo y en la forma que nadie se ve capaz de reivindicarlo- sino, sobre todo, en el lugar que ocupa su habitación en el edificio de la pensión. Balzac no va a ahorrarnos, en el desarrollo de la acción, las vicisitudes de los diferentes personajes, particularmente en el caso del que presta título a la novela, ni de la crudeza con que es tratado por sus compañeros de reclusión, que primero intentan cobijarse a la sombra de lo que parece una situación económica desahogada para después, una vez constatadas sus dificultades, añadir los correspondientes clavos a la cruz de su desgracia, al menos hasta que la situación de Goriot sea un poco peor que la suya. Los retratos, individualizados y detallados, de los habitantes de la pensión deberían figurar en todos los manuales de caracterización de personajes novelescos; su inclusión, justo al principio de la novela, pone en situación al lector pero en mayor grado aun prefigura sus acciones y, piadosamente, les excusa de la situación en que se encuentran.
"El París distinguido ignora esos rostros lívidos de sufrimientos morales o físicos. Pero París es un verdadero océano. Arrojad en él la sonda y no llegaréis a conocer jamás su profundidad. Recorredlo, describidlo: por mucho cuidado que pongáis en hacerlo, por numerosos y concienzudos que sean los exploradores de ese mar, siempre se encontrará en él un lugar virgen, un antro desconocido, flores, perlas, monstruos, alguna cosa inaudita, olvidada por los buceadores literarios. La casa Vauquer [la pensión] es una de esas curiosas monstruosidades."
Pero como no puede existir conflicto sin contraste, Balzac nos facilita también la entrada en los salones de la aristocracia -no de la nobleza; incluso en el París de la época la distinción era fundamental-, en las cenas y las veladas de baile hasta la madrugada, en las que el lujo sustituye a la distinción y la apariencia al rigor. Es cierto que no pueden existir dos mundos más opuestos y más mutuamente estancos, pero "Papá Goriot" es una novela, y el papel de la ficción es llegar donde la realidad no alcanza. Así que Balzac imagina dos trasvases: de la pensión al mundo de las soirées, y de los salones a la residencia de desahuciados. 
"Sin duda, las ideas se proyectan en razón directa de la fuerza con que se conciben, y van a dar allí donde las envía el cerebro por una ley matemática comparable a la que dirige las bombas al salir del mortero. Los efectos son distintos. Si existen naturalezas sensibles en las que las ideas se alojan produciendo estragos, hay también naturalezas bien provistas de vigor, cráneos con defensa de bronce, en los cuales la voluntad de los demás choca, deformándose y cayendo al suelo como las balas ante una muralla; luego hay también naturalezas flojas y algodonosas en las que las ideas mueren, del mismo modo que las balas se amortiguan en la tierra blanda de las trincheras."
No hace falta ningún apunte relativo a la trama, de sobra conocida, porque el mérito de la novela, al contrario de lo que podría parecer, no está en el desarrollo de la acción sino en su planteamiento: Balzac alcanzado en "Papá Goriot" una de las cumbres de su carrera como novelista.

Calificación: Hors catégorie

Otros recursos relativos al ciclo en este blog:

14 de agosto de 2017

Cuadernos II

Cuadernos. Volumen II. Georg Christoph Lichtenberg. Hermida Editores,  2016
Traducción de Carlos Fortea
Segunda entrega de la primera traducción íntegra al castellano de los Cuadernos del aforista y moralista alemán, basada en la edición canónica de sus textos, que comprende los Cuadernos D (1773-1775) y E (1775-1776).
"Os entrego este librito como un espejo, para que miréis en vuestro interior, y no como unas gafas para que miréis a otros."
De despierto y afilado ingenio y de su propósito sin contemplaciones, los escritos de Lichtenberg trascienden el aspecto personal, el "diario íntimo", igual que sobrepasan el mero "manual de conducta". Al contrario, tan alejado como es posible de la noción de "sistema" filosófico, un concepto que aborrecía, lo que nos brinda es la visión de un intelecto en pleno funcionamiento frente a las interpelaciones que el mundo, el demonio y, aunque en menor medida, la carne le plantean. Lichtenberg es un personaje con intereses múltiples, y por ese motivo sus Cuadernos tratan sobre una variedad ingente de temas, aunque parece sentir predilección por poner en evidencia al mundo de las letras, principalmente a los escritores y a los reseñistas; por prolongar los efectos de la Ilustración -es notable su inquina contra la superstición, el tradicionalismo y el naciente romanticismo del Sturm und DEang- , con multitud de citas de D'Alembert, Helvetius y otros philosophes; y por una rendida admiración por Inglaterra, una envidia contenida por Francia; y una velada crítica por su país, Alemania. 
"Cuando un libro y una cabeza chocan y suena hueco, ¿es siempre por el libro?"
Ingenioso, lúcido, curioso, irónico y socarrón, leer hoy en día a Lichtenberg es tomar una bocanada de aire fresco que pueda aliviar la asfixia conceptual con que los siglos XIX y XX han castigado a la historia de la filosofía.

Otros recursos relativos al autor en este blog:
Notas de Lectura: Cuadernos. Volumen IGeorg Christoph Lichtenberg

11 de agosto de 2017

Instrucciones del Guardián de los Capuchinos de Ragusa al Hermano Pediculoso


Instrucciones del Guardián de los Capuchinos de Ragusa al Hermano Pediculoso y otros opúsculos. François-Marie Arouet, Voltaire. SD Ediciones, 2016
Traducción de Jaime Rosal
Además de sus obras más convencionales, al menos para los estándares de nuestra época, que abarcan la práctica totalidad de los géneros literarios, y las de carácter filosófico, científico y técnico, el grafómano Voltaire llevó a la imprenta un número ingente de escritos de menor extensión dedicados a los más diversos temas que llamaron su atención o que, simplemente, excitaron su siempre dispuesto afán polemista. Algunos de esos opúsculos publicados a lo largo de los años han sido recogidos, junto con Instrucciones del Guardián de los Capuchinos de Ragusa al Hermano Pediculoso al partir para Tierra Santa (Instruction du Gardien des Capucines de Raguse a Frère Pédiculoso partant pour la Terre-Sante), en esta nueva entrega de la colección "El Siglo de las Luces" de SD Ediciones.

Aunque afectado por algunas contradicciones, algo prácticamente inevitable en una obra tan extensa, el punto en común que mantienen todos los escritos de Voltaire consiste en una radical crítica del fanatismo y el encendido elogio de la tolerancia, todo ello a través de un discurso a menudo irreverente en el que, con frecuencia, la ironía y el sentido del humor sustituyen al reglamentario razonamiento.

En el conjunto de opúsculos recogidos en el volumen se reflejan algunos de los temas que más preocuparon al francés o cuya actualidad era más candente, pero su discurso y su orientación a la hora de abordarlos mantiene plena actualidad: una especie de protofeminismo en "Esposas, sed sumisas a vuestros maridos" y "La educación de los jóvenes"; la intolerancia de la jerarquía católica en "Sermón del rabino Akib", "Ordenanza del reverendísimo  Padre en Dios, Alexis" y "Palabras de Epicteto a su hijo"; la inevitable llegada de la Edad de la Razón en "Acomodaos a los tiempos", "Los paganos y los recaudadores" y "Reflexiones para dos tontos"; la libertad de imprenta y los beneficios de la lectura en "Sobre la libertad de imprimir" y "Del horrible peligro de la lectura"; diversos comentarios a las obras de algunos filósofos en "Apéndice sobre Spinoza" y "Sentimientos de los ciudadanos"; la injusticia del poder basado en la arbitrariedad en "André Destouches en Siam"; los ajustes de cuentas con sus enemigos en "... Nonotte, ex-jesuita"; el fanatismo en "Epístola escrita desde Constantinopla". Cierra el volumen el escrito que le presta título, y que detalla las instrucciones dadas a un viajero piojoso (pediculoso) a Tierra Santa para que verifique in situ lo que aparece en la Biblia, particularmente en el Antiguo testamento, recabe opiniones de los lugareños acerca de las dudas que despierta, e intente aclarar la enorme cantidad de incongruencias, equívocos y dobles versiones contradictorias que contiene el texto sagrado y, de paso, de toda la patrística y a los apologetas extraviados en su intento de razonar con el texto revelado.

Calificación: Hors catégorie

7 de agosto de 2017

Ensayo sobre el hombre y otros escritos

Ensayo sobre el hombre y otros escritos. Alexander Pope. Cátedra, 2017
Edición de Antonio Lastra. Traducción de Antonio Lastra y Ángeles García Calderón
"Nunca he buscado el homenaje de la raza que escribe."
Los avances de la civilización en su conjunto hasta finales del siglo pasado, y la disponibilidad de información a partir de la creación y popularización de la red pueden dar la impresión de que el campo del conocimiento a nuestra disposición del que podemos alardear los humanos del primer mundo es prácticamente infinito, aunque ciertamente inabarcable, pero ¿sabemos realmente lo que queríamos saber? A esta pregunta, contraponiendo a la inútil acumulación de conocimientos a la Bouvard y Pécuchet el conocimiento útil, es a la que intenta dar respuesta Alexander Pope, otro de los deudores de Montaigne aunque al otro lado del canal, en su Ensayo sobre el hombre (An Essay on Man, 1732-1734), al que la Editorial Cátedra ha añadido otros escritos para esta edición.

Pope pertenece a la época del Gran Pensamiento y sólo anecdóticamente a la de los Grandes Pensadores; únicamente hay que echar un vistazo a algunos de sus coetáneos, Kant (Historia General de la Naturaleza y teoría del Cielo), Lessing (Escritos filosóficos y teológicos), Voltaire (Cándido), La querella de los antiguos y los modernos, Johnson (Vida de los poetas), Swift (Los viajes de Gulliver); de hecho, podría decirse que cierra una verdadera Edad de Oro, dando paso a la Ilustración, la época en la que el Pensamiento Puro empezó a concretarse y dejó de tratar al Hombre para centrarse en la Humanidad.
"Todo cuanto es, está BIEN".
"Oda a la soledad" es una obra programática de juventud bajo la forma de égloga de inspiración virgiliana, una especie de Beatus ille, mediante la que desarrolla un programa filosófico relativo a la recepción de las obras del pensamiento y las literarias, a los prejuicios ligados a la época, a las diferentes facciones académicas y a las guerras libradas entre sí para conseguir imponer sus postulados y perpetuar sus influencias.

"El bosque de Windsor" consiste en una descripción mítica del paraje de la que se sirve para contraponer el esplendor del reinado de Ana Estuardo -Pope provenía de una familia de tradición católica- con la rusticidad de la casa real de Tudor.

"El robo del rizo" es una parodia satírica de un poema heroico con tintes arcaizantes. Conviene recordar que Pope fue contemporáneo y estuvo ligado personal y profesionalmente con el príncipe de los satíricos de la lengua inglesa, Jonathan Swift.

"De Eloísa a Abelardo" especula con la respuesta, por lo demás inexistente, de la dama después de que haya llegado a sus manos un escrito de Abelardo con su versión de la historia de su infortunio. El mismo tema, con pequeñas variaciones, fundamentalmente en los personajes, es el objeto de "Elegía en memoria de una dama desdichada".

Completan el volumen sendos prefacios a la Ilíada y la Odisea y, en la línea de Samuel Johnson, un prefacio para una edición de las Obras de Shakespeare que se publicó en 1724; finalmente, se incluyen algunas epístolas y fragmentos de correspondencia que brindan un efectivo acercamiento al Pope particular y una demostración de su clara apuesta a favor de la imaginación y del ingenio, aunque si alguno debe prevalecer sobre el otro debe ser el segundo.

Pero el texto central del volumen es el "Ensayo sobre el hombre en cuatro epístolas". El objetivo de Pope es redactar una summa ética apartándose de los casos particulares, pues su múltiple variedad los convierte en poco representativos, y centrándose en la Humanidad, es decir, en aquellos trazos comunes que pueden ser aplicados a todos los individuos y que son representativos de la especie; según sus propias palabras, se trata de "un mapa general del HOMBRE." El destino final de las epístolas, que debían ser una introducción a una manga obra sobre la condición humana, se vio truncado porque Pope jamás la escribió. A continuación, algunos de los parámetros teóricos enunciados por el autor:

1.- La categoría "Hombre" como particularidad en relación con el universo, puesta bajo el criterio de razonar únicamente a partir de fenómenos conocidos, y siendo consciente de que razonar es aceptar la sumisión a las propias limitaciones.

2.- La Naturaleza es la moderadora de las ambiciones humanas, la que pone los límites tanto a su fragilidad como a su ambición. Nuestras acciones deben fundamentarse en el estricto balance entre el amor propio, que genera pasiones, y la Razón, que procura argumentos.

3.-  La Razón está en el origen de la vida en sociedad, cuando se impuso sobre los instintos y reveló el concepto de bien común. Esa socialización es la que provocó que surgieran las distintas formas de gobierno, la monarquía la primera de ellas por asimilación a la religión.

4..- Debe exigirse al Estado, como fin último, la felicidad del hombre; para ello es imprescindible que el ser humano se aplique a la virtud, ya que sólo esta "constituye una felicidad cuyo objeto es universal y cuya perspectiva es eterna." El hombre debe tomar la senda de la Naturaleza, que es quien reparte bienes con más probidad y más imparcialmente.

Calificación: Hors catégorie