Una singularidad desnuda. Sergio de la Pava, Pálido Fuego, 2014 Traducción de José Luis Amores |
"Yo no conozco a nadie que sea feliz de verdad pero no dejo de cruzarme con grupos de personas que van carcajeándose a causa de alguna barbaridad que me pierdo por los pelos."Física para no físicos
Una Singularidad Desnuda es un concepto teórico derivado de la Teoría de la Relatividad General, complementario al de Singularidad Gravitacional o Espaciotemporal y que contradeciría la Hipótesis de la Censura Cósmica. Mientras que las singularidades en los agujeros negros estandard siempre son invisibles debido a que éstos absorben también la luz, la teoría aboga por la existencia de agujeros negros cuya velocidad de giro provocaría que desapareciera la zona adyacente a las singularidades, el horizonte de sucesos, dejándolas visibles o desnudas.
La singularidades espacio-temporales son un concepto teórico en física pero puede verse su materialización al analizar, por ejemplo, un sistema judicial: una entidad enorme que acumula tanta masa que las fuerzas que contrarrestan su poder e impiden su colapso dejan de afectarlo, lo que provoca que el sistema se repliegue sobre sí mismo y, en ausencia del equilibrio que le procuraban las fuerzas antagónicas, vaya adquiriendo progresiva y aceleradamente más densidad. Este repliegue acaba concentrando la entidad en un punto con una gravedad tal que ni siquiera la luz es capaz de sobrevivir a su atracción, en el que las leyes y los presupuestos dejan de tener significado y la transparencia desaparece. Una vez establecidas estas nuevas coordenadas, la ocultación ya no tiene ningún sentido; eliminada la totalidad de sus enemigos, la singularidad ya no tiene por qué seguir manteniendo la opacidad y puede desnudarse y mostrarse visible en todo su esplendor.
New York County Courthouse. Wikipedia.org |
"Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo; aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con otras cosas de que todos los demás libros de este género carecen."El verdadero protagonista no es Casi, aunque éste posea la voz narrativa, sino el propio sistema legal americano, un sistema garantista que bajo el principio de alejarse de la dureza de la justicia en los países no democráticos acaba cayendo en la arbitrariedad, ya que falta de legislación deja al reo en manos de la mejor o peor preparación de su defensor;
"Mi interés no está en lo que le sienta bien a tu alma sino únicamente en lo que le sien ta bien o mal a mi caso."de este modo, más que la administración de la justicia, lo que se busca es la venganza de la sociedad (recuérdese la fórmula "el estado de (lo que sea) contra...) bajo una excusa legal. De hecho, una justicia que actúa como el sumidero de los elementos y procesos que el sistema democrático no puede asumir, una especie de escape que permite descompresionar el sistema.
"Estamos en una perrera en la que todo perro es carne canina de antojo caníbal."El ambiente judicial funciona como marco general de la acción, pero le sirve también a de la Pava para dibujar un despiadado retrato de la condición humana posmoderna y de las relaciones interpersonales valoradas en términos de utilidad: no me importa quién seas ni cómo seas, me importa sobre todo para qué me sirves. Bajo esta perspectiva, ya no está tan claro cuál es, por ejemplo, el límite de la moralidad, o quién lo pone o quién debe ponerlo: ¿la Ley? ¿el Derecho?; ni tan siquiera si rige todavía el rousseauniano contrato social en los términos en que fue formulado: ¿qué sucede cuando las decisiones que afectan a la vida de uno no dependen de él mismo, cuando el principio que rige es la arbitrariedad?
"Qué se suponía que tenía que hacer a continuación, me pregunté. ¿Había siquiera un supuesto para esta clase de situación? Una situación en la que mientras veía alejarse mi pasado éste parecía en retrospectiva marcado por un orden y previsibilidad extremos pese a que todos los momentos parecían abedecer, y prometían seguir obedeciendo, su propio conjunto de normas fortuitas, reservadas e indiscernibles."El mundo tal y como lo conocemos está desapareciendo engullido por el agujero negro del poder desmedido, la ambición ilimitada y las inconcebibles perspectivas de dominación de las organizaciones globales; y mientras tanto nosotros vivimos la ilusión de desempeñar trabajos humanamente gratificantes sumidos en una sociedad cuyas normas cambian a toda velocidad para que no podamos asimilarlas e hipnotizados por unos medios de comunicación -una de las subtramas es el caso de un bebé secuestrado y asesinado salvajemente por unos delincuentes de siete años, y que ha sido grabado en vídeo. y entretenimiento -"Televisión" se escribe con mayúscula- que insisten en facilitarnos ininterrumpidamente aquello que (juran que) les demandamos. Ya no es el trabajo lo que dignifica al hombre, sino el dinero; ya no es la pluralidad la meta, sino el índice de audiencia: desaparecido el mensaje, sólo resta el medio.
Matemáticas para no matemáticos
La existencia de horizontes de sucesos invisibles debido a un momento angular suficientemente alto es teorizada en la métrica de Kerr en el supuesto de un agujero negro que gira en el vacío. Transformando la métrica de Kerr en las coordenadas de Boyer-Lindquist, se puede demostrar que la coordenada del horizonte de sucesos es:
,
donde , y . En este caso, "horizonte de eventos invisible" apela al hecho de que las soluciones son complejas para , or .
Los horizontes de sucesos invisibles también se pueden observar mediante la métrica de Reissner-Nordström de un agujero negro cargado; mediante esta métrica se puede demostrar que las singularidades se producen en
,
donde , and . De los tres casos posibles para los valores relativos de y , el caso en que hace que ambas soluciones para sean complejas. Esto significa que la métrica es regular para todos los valores positivos de , es decir, que la singularidad carece de horizonte de eventos: se trata, pues, de una singularidad desnuda.
La sensación que deja en el lector tras las primeras líneas es el intento de de la Pava, un pecado común en el que incurren gran número de primeras novelas, de escribir la "novela total", tocar todos los registros posibles, incluir cualquier subtrama ni aunque sea remotamente relacionada con la trama principal y evidenciar el catálogo completo de sus poderes narrativos.
[Nota al margen: una reflexión. Sería conveniente, como lectores, preguntarnos por qué somos tan exigentes a la hora de juzgar una primera novela de un autor desconocido y, en cambio, derrochamos benevolencia ante inanes textos puramente alimenticios de autores consagrados. Fin de la nota.]
Hay que seguir leyendo para darse cuenta de que esos fragmentos de escritura torrencial, esos diálogos que rozan el absurdo, ese maximalismo narrativo, no son más que la elección estética del autor y su intento por trasladar el medio en el que se desenvuelven los protagonistas a la parte formal de su literatura.
"Sencillamente no paré de escribir y observé la cosa crecer hasta proporciones absurdas." [Esta es una reflexión de Casi relativa a la redacción de un informe que deberá presentar al Tribunal de Apelación del estado de Alabama relativo a la condena a muerte del reo discapacitado y no la respuesta de de la Pava a la hipotética pregunta de un periodista espabilado acerca de la extensión de Una singularidad desnuda.]
La sucesión ininterrumpida de lamentables casos legales, en la primera parte de la novela -que no da ningún atisbo de lo que sucederá después, como si el autor usara estas escenas como relleno, como forma de despistar al lector o, incluso, para caracterizar al personaje pero mostrándolo en el desempeño de su actividad en lugar de recurrir a discursos programáticos o a interminables descripciones-, relatada con una aproximación al formulario lenguaje jurídico, actúa a la vez como interrupción del desarrollo de la acción -como en toda novela posmoderna que se precie, la historia, la trama, no es el único objeto de interés- y como apuesta por la regularización del estilo creativo al meramente formal, al tiempo que retarda morosamente las escenas de acción de la segunda parte, que son acción pura. Pero es ese mismo lenguaje el germen de la propia acción: como sistema comunicativo, otorga estatuto de realidad a aquello que, antes de ser nombrado (escrito), sólo existe en potencia; del mismo modo en que alguien que no habla no existe para los demás; puede que exista para sí mismo, pero esto es irrelevante. En todo caso, esa radical compartimentación -es posible leer ambas partes independientemente y, aunque la conexión es indudable y no se comprenden la una sin la otra, narrativamente funcionarían con independencia- es uno de los mayores logros de la novela al aislar las dos facetas del protagonista, con conexiones circunstanciales, que constituyen su verdadera caracterización, a la vez que la atomización, en lugar de desviar la atención, actúa como reforzamiento para sus temas principales.
Nueva York bajo los efectos de un apagón |
No cabe duda de que la sombra de David Foster Wallace es alargada, en cuestiones estilísticas igual que de fondo -y no sólo por la extensión y un cierto efecto "bola de nieve" con la adición de temas que acaban convirtiendo la novela en una summa-, como en el uso de la ironía como arma de la crítica del sistema por su capacidad de escondrijo de la tragedia. Programáticamente al menos, Una singularidad desnuda es la materialización definitiva de lo que en El rey pálido (The Pale King, 2011) quedó como proyecto inacabado: la crítica desde dentro, desde las mismas entrañas de un régimen corrupto y corruptor -allí la administración tributaria, aquí la administración de justicia- que pone en evidencia la capacidad autofagocitadora de un sistema, originariamente proyectado para asistir al ciudadano y preservar sus derechos, cuya única preocupación es su autoconservación. Estilísticamente, la sombra del Jota Erre (JR, 1975) de William Gaddis planea sobre sus delirantes diálogos -en modo surrealista los que sostiene con los acusados a quienes tiene que defender, en modo legal en las intervenciones ante el tribunal, o sarcásticamente filosóficos cuando tienen lugar con sus compañeros de profesión o con los peculiares vecinos teleadictos-, y en un sentido más amplio, la estupidez de las formas jurídicas recuerda algunos pasajes de esa otra obra maestra, Su pasatiempo favorito (A Frolic of His Own, 1994). De la Pava se desenvuelve con soltura en la multiplicidad de registros que emplea con un manejo de veterano: a los ya citados cabe añadir, por ejemplo, las largas, y a menudo vitriólicas, reflexiones del protagonista; o el uso del más aséptico estilo periodístico cuando repasa las historias referidas al boxeador profesional Wilfred Benítez; o, finalmente, los ritmos y clichés del más puro thriller cuando relata el atraco. Por no hablar de las digresiones al modo de Pynchon o los débitos de estilo con Don DeLillo, claro.
Una singularidad desnuda es una novela tan ambiciosa como excéntrica, tan lúdica como embriagadora, tan inteligente como afectada, tan hipnótica como imperfecta, tan cómica como apasionada, tan compleja como profunda, tan oscura como divertida, tan detallada como torrencial, como ver los setenta capítulos de The Wire en una sola sesión, como una imposible partida de ajedrez en la que no se capturaran las piezas. No es un libro fácil porque su lectura requiere no sólo afilar la atención sino una completa inmersión, pero en la dificultad se encuentra, a menudo, la gratificación. Un deslumbrante debut que ningún lector ambicioso debería perderse.
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