3 de febrero de 2025

Los grandes cementerios bajo la luna

 

Los grandes cementerios bajo la luna. Georges Bernanos. Pepitas de Calabaza, 2024
Traducción de Juan Vivanco
Les grands cimetières sous la lune, 1938

Leí por primera vez Los grandes cementerios bajo la luna cuando rondaba los veinte años, a finales de los 70, en una edición en francés de los años 50 porque la única traducción que encontré fue una publicada en Argentina a mediados de los 60; supongo, aunque no lo sé , que el Régimen no vería con buenos ojos un libro como este; de hecho, me parece que la primera traducción publicada por una editorial española fue a mediados de los 80. Reconozco que hice una lectura más doctrinaria, más política que literaria, cosas de la edad, así que me apetecía, ahora, superado ya el «mezzo del cammin» di la mia vita, más viejo aunque no necesariamente más sabio, pero al menos con más experiencia —vital y política, también anti-doctrinaria— volver a él para ver qué tal había envejecido. Yo, no el libro. En pocas palabras, una de las intenciones de la relectura era asegurarme de que, a los sesenta y cuatro años, no me había convertido en un «viejo cuerdo», teniendo en cuenta que, en palabras del propio Bernanos, «la cordura del viejo es una cordura senil».

La primera impresión, que se prolonga hasta la última página, es que Los grandes cementerios bajo la luna se mantiene con una salud espléndida  y, por desgracia, con una actualidad incuestionable. Y eso que Georges Bernanos es, en principio, un escritor romántico, católico, monárquico y conservador; sin embargo, su visión de la Iglesia —que no de la religión—, de los políticos —que no de la política— y del estado de Europa —de Francia, por su origen; de España, ya que el estallido de la Guerra Civil le sorprendió en la isla de Mallorca; además de su clarividencia acerca del terror que aguardaba al continente a la vuelta de la esquina (conviene insistir en la fecha de publicación, 1938): «la tragedia española, prefiguración de la tragedia universal»— encuentra numerosos puntos de coincidencia con este lector racionalista, ateo, republicano y progresista. Y estoy convencido —o así me gustaría que así sucediera— que esas coincidencias no se deben a que la edad me haya convertido en cuerdo, sino, lógica y felizmente, en viejo.

No hay comentarios: