14 de noviembre de 2022

Lecciones de solfeo y de pìano

 

Lecciones de solfeo y de piano. Pascal Quignard. Editorial Pre-Textos, 2021
Traducción de Luis Pérez Oramas y Adalber Salas Hernández

«Hay cosas que hieren el alma cuando la memoria las hace resurgir. Cada vez que pensamos en ellas, la garganta se anuda. Cuando las decimos, es incluso peor pues engendran poco a poco, si buscamos compartirlas con aquellos que las escuchan, que alzan la faz, que tienden su rostro, que atienden a lo que vamos a decir, una pena, o al menos, una vergüenza que las redobla. Hacen temblar un poco los labios. La voz se quiebra. Dejo de hablar. Pero entonces comienzo a escribir. Porque se puede escribir lo que uno ya no está en condición de decir. Se puede escribir incluso cuando se llora. Lo que no se puede hacer al escribir, cuando uno está escribiendo, es cantar».

La estrecha relación de Pascal Quignard con la música abarca la práctica totalidad de su biografía: como musicólogo, ha investigado acerca de compositores barrocos como Sainte-Colombe o Marin Marais; como  intérprete, ha sido concertista de violoncello, viola de gamba y órgano; como mánager, fue el artífice del Festival de Música Barroca de Versalles; pero el vínculo más estrecho y que más ha trascendido al gran público ha sido a través de la literatura ―teniendo en cuenta que la música, bajo diferentes tratamientos, aparece con frecuencia a lo largo de su obra―: con Todas las mañanas del mundo, y su versión cinematográfica, contribuyó a la popularización de la música francesa del siglo XVII; con La lección de música, especuló acerca del registro de la voz masculina. Lecciones de solfeo y de piano (Leçons de solfège et de piano, 2013), es un pequeño volumen compuesto por dos textos, "Las lecciones de solfeo y de piano de Louis Poirier, Ancenis, 1919-1929", que se inscribe en ese conjunto de obras en las que la música adquiere el papel protagonista, esta vez asociada a la historia de la familia Quignard; y "Sobre Gérard Bobillier y sobre Paul Celan", apuntes de una conferencia dictada por el autor el 2020.

"Las lecciones de solfeo y de piano de Louis Poirier, Ancenis, 1919-1929"  

En un sobre cerrado y sin remitente llegó al despacho de Pascal Quignard en Gallimard una fotografía de un grupo de personas, unos cuantos adultos y bastantes niños, fechada en 1920 y con la relación de algunos de sus protagonistas escrita a lápiz en el dorso; entre esos nombres, figuran algunos que forman parte de la historia familiar del escritor: los adultos son sus tías-abuelas, el niño más pequeño es Jacques, su padre, y el resto son algunos de los alumnos de su escuela de música.

A finales del siglo XIX, una parte de los Quignard, una familia de músicos, residía en Ancenis, una pequeña localidad del Loira Atlántico. El cabeza de familia, tío-bisabuelo del autor, era el organista de la ciudad; tras su prematura muerte, en 1895, su cometido queda en manos de una de sus hijas, Juliette; esta, junto con sus hermanas Margerite y Marthe ―Pascal no dice nada acerca de Georges, el único hermano varón―, funda una escuela de música para niños de la que dependerá el sustento de la familia; posteriormente, tras la muerte de Juliette, el cargo pasó a su hermana Marthe, que lo legó a Pascal en 1968, pero esa es otra historia: efectivamente, poco después de acoger el legado, Pascal dejó Ancenis y se trasladó a París, reclamado por Louis-André des Forêts para ocupar el despacho al que llegó, de forma harto azarosa, la fotografía familiar.

Esas clases de música familiares son recreadas por el descendiente, que ha recopilado toda la información a la que ha tenido acceso; se basaba en una pedagogía que hoy parece completamente obsoleta, pero que no se distinguiría demasiado de la que se ejercía en las escuelas de educación general: un aprendizaje basado en la recitación de los temas con el fin de que quedaran impresos en la memoria del alumno; de forma verbal en cuanto a la teoría, la memoria de la lengua, y manual para la práctica, la memoria de las puntas de los dedos. En todo caso, la intención Quignard parece la de recuperar para el presente las vidas de sus antepasados, desconocidas para él mismo, irrelevantes para el público, aunque no para su propia historia; una especie de homenaje parecido al que su amigo Pierre  Michon rindió en sus Vidas minúsculas, incluido un pequeño guiño al autor: «Y dedico estos nombres que nunca han sonado, estas minúsculas vidas apagadas, a Pierre Michon, que se encuentra aquí, en algún sitio, entre las sillas bajo el claustro».

En todo caso, veinte años después de haber abandonado Ancenis, Quignard publica La lección de música, y un antiguo alumno de la escuela familiar ata cabos y reconoce a sus profesoras. Este aprendiz de piano en su niñez es un tal Louis Poirier, pero ahora ya no se llama así, su nombre es Julien Gracq, y es un afamado, reconocido, aclamado y acomodado escritor, ganador del Premio Goncourt en 1951 que, en una entrevista solicitada con Quignard, le afea el comportamiento de sus tías cuando era su alumno; posteriormente, en uno de sus libros, les reprocha su envaramiento, su rigidez y su pobreza, provocando el disgusto de Pascal y de muchos de los habitantes de Ancenis. Una pobreza real, sin embargo, que Pascal recuerda de su niñez, en una casa familiar repleta de instrumentos musicales y carente de la más mínima comodidad, pero no entiende la animosidad de Gracq sesenta y siete años después de sus clases.

«El hijo del mercero de Saint-Florent, que se llamaba Poirier, quiso ennoblecerse con el nombre de Gracq. Yo, el sobrino de pobres maestras de música, conservaba el nombre pobre, el nombre desdeñado por los ricos autóctonos de Saint-Florent-le Vieil, el nombre de los organistas Quignard».

El autor se permite cambiar de registro, y a la exposición de los hechos añade la cuestión moral: hasta qué punto los cambios en las circunstancias vitales de alguien le obligan a renegar de su pasado y, a la vez, denigrar a las personas que formaron parte de él. Cuando el hijo del mercero de Saint-Florent es un hombre famoso que goza de una vida acomodada, abjurar de su pasado le reafirma en su nueva condición: Julien Gracq no quería tener el pasado que tuvo; por eso no escribió nunca acerca de aquellas "vidas minúsculas" de la región de Países del Loira, cuando respondía al absurdo y vulgar nombre de Louis Poirier.

Sobre Gérard Bobillier. Sobre Paul Celan

«Es necesario saber pronunciar el nombre de los muertos».

Leer a los antiguos no es solo zambullirse en sus pensamientos; también es acceder a su tiempo, pasear bajo el mismo sol, formar parte de un mundo desaparecido que solo es accesible de esa forma. Ese proceso cara a cara, sin ningún intermediario, es la más firme y duradera forma de amistad, ese "otro yo" de Zenón de Citio, el estoico, que huye de la alteridad del "tú" igual que de la indeterminación del "nosotros"; ese es el tipo de amistad que unió a Quignard con Gérard Bobillier, amigo y editor de Pierre Michon, un caso de amistad cruzada, y fundador de Éditions Verdier.

Distinto en modalidad, aunque no en grado, de la que mantuvo con Paul Celan, de quien dice que proviene su pasión por la traducción. Una amistad que se remonta a cuando Celan era conocido solamente como traductor y que duró hasta su muerte ―el mismo año, fatídico, que Mark Rothko, Primo Levi, Gilles Deleuze y Bruno Bettelheim.

«Paul Celan es un poeta que quiso ser hermético en razón de un seísmo apocalíptico. Tres densos velos, tales eran las cortinas proféticas que rodeaban el tabernáculo y lo sustraían a la vista de los fieles. Paul Antschel tras el velo de Paul Aurel, luego tras el velo de Paul Ancel, luego tras el velo de Paul Celan. Paul Celan concibió su último pseudónimo con este fin. Con este fin se lanzó al agua del Sena, que se cerró sobre él en el frío. Celan es aquel que escribió: "La botella lanzada al mar, que contiene alguna cosa que ha sido escrita en tinta sobre un pedazo de papel, necesariamente debe ser cerrada herméticamente". Así flota: porque está sellada. Ni el agua externa ni las lágrimas la mojan. Ese sello es parte del poema. Es así como el poema prueba que la lengua, desde su fondo, llama».

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