10 de septiembre de 2021

Oryx y Crake. Trilogía MADDADDAM I

 

Oryx y Crake. Trilogía MADDADDAM I. Margaret Atwood. Penguin RH, 2021
Traducción de Juanjo Estrella

«Hombre de las Nieves abre los ojos, los cierra, los abre, los mantiene abiertos. Ha pasado una noche fatal. No sabe qué es peor, un pasado irrecuperable o un presente que lo destruirá si lo observa con demasiada atención. Luego está el futuro. Puro vértigo».

En un futuro próximo, la ciencia y la técnica han alcanzado niveles que, ahora mismo, solo podemos imaginar, acompañados de un retroceso de las letras, las humanidades y el arte, disciplinas inútiles y de costoso mantenimiento, dando lugar a una sociedad tecnocrática en la que el poder lo ostentan las grandes corporaciones dedicadas a la ingeniería genética; pero ese progreso desenfrenado ha conllevado algunos inconvenientes. La investigación ha conseguido producir nuevas formas de vida vegetales y animales, pero a un alto costo; en una primera etapa, se ha conseguido la modificación genética de los vegetales mediante la creación de semillas certificadas, la deforestación para ganar superficie cultivable, la generalización del monocultivo extensivo y el monopolio de las grandes corporaciones, concentradas en irrefrenables pasos adelante y en una guerra sin cuartel con la competencia. En paralelo, y bajo el más estricto secreto, también se han conseguido avances en la modificación de ciertos animales, destinados a procurar órganos nuevos para los cada vez más longevos seres humanos, unos experimentos que han contado con innumerables pruebas fallidas y cuyos productos nadie ha sido capaz de eliminar.

Jimmy, un joven y abatido estudiante de humanidades ―contra ese proceso tecnológico sin fin, Jimmy "se dedicaría a indagar en lo superfluo como un fin en sí mismo"―, cuyos padres ostentan altos cargos en las corporaciones multinacionales, conoce a un colega, alumno de una universidad de prestigio en la que cursa estudios de biología, con quien traba una amistad antes basada en las diferencias que en las analogías de personalidad; ante el carácter conciliador y reflexivo de Jimmy, Crake exhibe un carácter dominante e irascible. Comparten largas conversaciones acerca de su porvenir, juegos de realidad virtual que parecen adelantar un futuro poco halagüeño ―uno de ellos el llamado Extintatóndirigido por MADDADDAM, cuyo código promocional es "Adán dio nombre a los animales, MADDADDAM se lo pone a los muertos", una entidad encubierta que parece dedicarse a crear y desarrollar bioformas alternativas con fines no muy transparentes y sesiones televisivas de porno con menores, donde descubren a una niña de siete y ocho años que será, transcurridos unos años, el tercer elemento del triángulo sobre el que descansa la trama de la novela: la futura Oryx.

Pero el tiempo de la narración no es la infancia y la juventud de Jimmy ―un tiempo que se podría identificar sin muchas desavenencias con nuestro presente―; ese es solo el recuerdo de una infancia de apariencia modélica pero que parece contaminada por sombras apenas perceptibles ―tal vez reales, tal vez originadas por un proceso de recuerdo afectado por interferencias que Jimmy es incapaz de identificar―, por sobreentendidos tácitos y ocultaciones intencionadas ―la negativa de su madre a darle un hermano, la extraña relación de su padre con una compañera de trabajo―. El presente continuo de la narración es un tiempo no identificado en el que, finalmente, la investigación ha alcanzado la meta más preciada, ha dado lugar a un proceso de creación, como en el principio de los tiempos, y engendrado una raza de humanoides genéticamente diseñados para ser más eficientes en múltiples situaciones y a los que se les han suprimido aquellos rasgos que podían originar situaciones no adaptativas y, en principio, que no se rigieran por la búsqueda del bien común.

La creación de esos seres, denominados a posteriori los hijos de Crake, son el producto de esa creación, seres híbridos genéticamente modificados para sobrevivir en las condiciones adversas poscatástrofe, pero culturalmente nulos, seres atecnológicos incapaces de reproducir los niveles de civilización anteriores, pero también de caer en el caos que condujo a la destrucción, seres inocentes cuya única especialización es la supervivencia; pero para que puedan alcanzar los fines que Crake, su creador, ha previsto, el planeta debe librarse, primero, de la especie más perniciosa, la que con su sola presencia es capaz de destruir todo lo que se ponga a su alcance. Los hijos de Crake, la gran esperanza de la nueva humanidad, deberán crecer y evolucionar por su cuenta porque sus creadores, como el dios cristiano, les ha abandonado a su suerte. Al proceso de degradación física se añade el de degradación moral que llevó a la catástrofe y que implicó la falta de cuestionamiento; el fin justificó los medios y, como consecuencia, no fue posible retroceder porque nadie estaba dispuesto a renunciar a lo conseguido.

En ese escenario posapocalíptico, Hombre de las Nieves, el nombre que ha recibido Jimmy de los nuevos pobladores, a medio camino entre un mundo, el suyo, que ya existe únicamente en su recuerdo, parcial e infiel, y el mundo real, en el que él mismo, a pesar de estar presente, es un elemento incongruente y anacrónico, inadaptable, se convierte en un individuo insólito e incomprensible para los nuevos humanos que intenta mantener una vida dedicada únicamente a la subsistencia, cada día más difícil, en un medio hostil que le arrastra hacia una degeneración de las costumbres y del lenguaje ―la ausencia de registros escritos provocará que cuando muera el depositario de las palabras que nombran ciertas cosas que ya no existen, esas palabras, el último rastro de su existencia, desaparezcan para siempre, así como el recuerdo de aquello que designaban―y hacia una pérdida progresiva de la noción del tiempo, como si hubiera sobrevivido a un naufragio. Sin embargo, el futuro de la nueva especie depende de que Hombre de las Nieves pueda llevar a término un último encargo que le confió Crake; en ese entorno hostil, con el sentimiento de soledad que le provoca saberse el último de su especie, embargado por la rabia y la impotencia y acosado por los recuerdos, algunos vívidos como si formaran parte de su presente o de un sueño, otros compuestos de trazos inconexos imposibles de integrar en un relato coherente, como pertenecientes a una identidad irreproducible, está decidido a llevar a cabo su misión y a afrontar la gran prueba que validará o revocará las teorías de Crake: la única manera efectiva de regenerar el mundo es provocando un reset; la especie humana es incorregible y esperar que pueda enmendarse, una quimera: para salvar el planeta es imprescindible su desaparición. 

Otros recursos relativos a la autora en este blog:

Notas de Lectura de El cuento de la criada

Notas de Lectura de Los testamentos

Notas de Lectura de Nueve cuentos malvados

Notas de Lectura de La semilla de la bruja

Notas de Lectura de Alias Grace

Notas de Lectura de Por último el corazón

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