28 de febrero de 2020

Mujer al borde del tiempo

Mujer al borde del tiempo. Marge Piercy. Editorial Consonni, 2020
Traducción de Helen Torres
Es posible que la ciencia-ficción sea uno de los géneros que mejor se prestan a extender su interpretación más allá de lo literario y, como consecuencia, uno de los que permiten más libertad a la hora de exponer sus tesis; de entre todas las modalidades posibles, se me ocurren tres, que no son excluyentes: la  recreativa, consistente en explorar mundos desconocidos en los que el autor implanta sus reglas; la especulativa, que buscaría investigar las posibilidades suscitadas por hechos inventados reproducidos en un ambiente controlado también por el autor; y, finalmente, la regenerativa, que no sería más que la intención del escritor de influir en el presente mediante la exposición de las consecuencias a medio y largo plazo de determinadas conductas individuales o sociales. 

Reconocida como una de las precursoras de la explosión contemporánea de la literatura de ciencia-ficción de autoría femenina e inspiración inequívocamente feminista, Marge Piercy, autora de varios poemarios y de obras de no ficción, escribió algunas de sus más celebradas obras bajo la forma de novela de género; entre ellas, Mujer al borde del tiempo (Woman on the Edge of Time, 1976), un título fundamental no traducido al castellano, a pesar del tiempo transcurrido desde su primera publicación, con anterioridad.
«La rabia de los débiles no desaparece jamás, profesor, solo le sale algo de moho. Enmohece como un hermoso queso azul en la oscuridad, volviéndose más fuerte y más interesante. Los pobres y los débiles mueren con su rabia intacta y probablemente esas rabias continúan creciendo en la oscuridad desde la tumba como las uñas y el pelo».
Consuelo (Connie) Ramos es una mujer chicana que, tras un incidente violento con el chulo de su sobrina, es recluida en un hospital mental bajo una falsa acusación pero en razón a varios antecedentes de conducta agresiva. Encerrada en la institución y controlada en todo momento por el personal, Connie desarrolla la capacidad de realizar una especie de viajes inmateriales a otras realidades del mañana, parecidos a un sueño pero con una inquietante verosimilitud, dos futuros alternativos y contrapuestos de mediados del siglo XXII, resultado de determinadas tomas de decisiones en el pasado.

La tesis de la novela de Piercy asume que para romper el progreso evolutivo de autodestrucción es imprescindible una revolución; para ensayar un nuevo comienzo, parte de esa revolución debe consistir en intervenir en el pasado para hacer posible que se produzcan las circunstancias que deben favorecer su advenimiento; así pues, la realidad tiene solo un carácter provisional pues depende de que, de todos los futuros posibles, se pueda provocar el que se ha transformado en su presente.

El futuro favorable es una Arcadia idílica, situada en un entorno natural, con un grado de justicia muy notable, autosuficiente, rousseauniana, que parte de la hermandad de todos los seres humanos y de la supresión de las clases sociales. El progreso ha puesto a las máquinas al servicio de la población, agrupada en una especie de comunas. Socialmente muy avanzada, la sociedad ha eliminado los roles de género ―incluso la maternidad y el dualismo padre-madre― y ha separado la genética de la cultura. Por contra, el futuro desfavorable ―que solo se manifiesta después de que Connie haya sido intervenida y se le haya implantado un sistema intracraneal de control de la conducta ―presenta una sociedad hipercapitalista altamente jerarquizada y con una brecha entre clases insalvable. El ser humano es utilizado por las elites con el único objetivo de conseguir el máximo beneficio, particularmente la explotación sexual, y son comunes las modificaciones genéticas de carácter utilitario.

Mujer al borde del tiempo es una excelente novela que ha envejecido con suma dignidad y que ofrece varios y estimulantes niveles de lectura por debajo de una trama engañosamente simple. 

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