17 de febrero de 2020

Las novelas de Torquemada

Las novelas de Torquemada. Benito Pérez Galdós. Editorial Cátedra, 2019
Edición de Ignacio Javier López
Mi deuda con la lectura en lengua castellana es impagable; puesto a eximirme de responsabilidad, siempre he aducido que los títulos y los autores obligatorios de secundaria, pocos adecuados a mi nivel lector o a mis expectativas en aquel entonces, tuvieron la culpa de ese abandono, aunque esta es una excusa que, a estas alturas, apenas me creo. En todo caso, reconozco mi morosidad en ese aspecto y acepto que jamás tendré ánimos para saldar esa deuda, pero eso no quiere decir que no regrese, de vez en cuando, a la lectura de autores en castellano —más o menos clásicos contemporáneos, más o menos coetáneos de este lector—  por la razón que sea, generalmente después de que ciertos meandros literarios acaben desembocando en uno de ellos, con el ánimo dispuesto.

Las novelas de Torquemada es el título bajo el que Ediciones Cátedra ha publicado las cuatro novelas que Pérez Galdós escribió a finales del siglo XIX protagonizadas por Francisco Torquemada y que relatan el ascenso social del usurero en el Madrid de la época: Torquemada en la hoguera (1889), Torquemada en la cruz (1893), Torquemada en el purgatorio (1894) y Torquemada y San Pedro 1895).

Torquemada en la hoguera es la única novela corta de la producción galdosiana originalmente escrita por encargo de una revista y con pretensión de obra única, a diferencia de las otras tres, sucesivas en el tiempo, que completan la tetralogía dedicada a su protagonista.

Torquemada es un personaje, al igual que otros que aparecen en la serie, presentado en  otras obras anteriores del autor, un recurso balzaquiano mediante el cual esos personajes, plenamente caracterizados en otras novelas en las que alcanzan diversos grados de protagonismo, aparecen como papeles secundarios aunque con cierta relevancia en la trama; el caso del protagonista, en cambio, es el contrario: tras varias apariciones fugaces en otras obras, es en esta donde alcanza la total significación.

Torquemada en la cruz representa el inicio del contrapunto humorístico después de la tragedia acaecida en la novela anterior: Torquemada sale de su medio habitual y aspira a un ascenso social acorde con su poder económico, aunque su procedencia le delata y su estupefacción da lugar a situaciones cómicas. La preocupación por los aspectos morales se pone en evidencia en la plasmación de los profundos cambios sociales: la aristocracia empieza a dimitir en beneficio de la burguesía y el héroe desaparece en manos del especulador.

Torquemada en el purgatorio sigue el proceso de adaptación del arribista y de su adecuación a unas normas que no conoce —empezando por unos modos de expresión que le son completamente ajenos, un aspecto del que el autor saca un provecho extraordinario y que culminará con el recurso mediante el cual la voz del narrador llega a mimetizarse con la del personaje, aunque en un canónico estilo indirecto libre—, que no comprende y de las que reniega, pero ante las que no tiene más remedio que doblegarse.

Finalmente, en Torquemada y San Pedro, cuando el protagonista ha alcanzado su meta tanto en términos morales como sociales, la trama se oscurece, desaparecen las notas cómicas y se enfrenta al final de su vida, aunque redimido, con la sensación de haber sido, de nuevo, objeto de una injusticia divina. Paralelamente, se produce una progresiva disociación entre la opinión del narrador, que acostumbraba a romper la pared al dirigirse directamente al lector, explicitada por el tono con que trata al protagonista, y las propias acciones —y, sobre todo, reacciones— de este.

La primera impresión, sin duda influenciada por mis preferencias y por mi incuestionable francofilia, que produce la lectura de Las novelas de Torquemada es que esto ya lo hicieron, antes y mejor, Balzac y Zola; sin embargo, la literatura de Benito Pérez Galdós, con todos sus pros y sus contras, merece enormemente la pena.

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