27 de diciembre de 2021

El año del Búfalo

 

El año del Búfalo. Javier Pérez Andújar. Editorial Anagrama, 2021

Una de las preguntas más comprometidas que me plantean en mi trabajo de librero es: "¿De qué va este libro?". Bien, comprometida, solo algunas veces; pero cuantas menos palabras se necesiten para responderla, en general, menos estimable es la novela; en algunos casos, hacen falta largos circunloquios para acercar el tema del libro al lector interesado; en otros, los menos, la respuesta es imposible porque, como el mapa del cuento, la correcta debería reproducir la totalidad del texto.

Javier Pérez Andújar, el artífice (del latín artíficis, una palabra compuesta que combina ars, arte y el sufijo -ificis, constructor, el mismo sufijo que aparece en pontífice, pero que allí es menos eclesiástico) es mi amigo y, claro, esta circunstancia compromete mi criterio, así que reproduzco el comentario que unos individuos conocidos como Letras Corsarias, hito y faro librero en el páramo salmantino, publicaron por ahí, porque es más neutral de lo que sería capaz de escribir yo y porque estoy de acuerdo con lo que manifiestan en un noventa y nueve por ciento:

«La esperanza es lo último que se pierde.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, una frase que depende cómo la leas no resulta muy esperanzadora que digamos porque nos dice, muy a las claras, que se pierde, la esperanza.
Si es lo penúltimo que se pierde, antes de perder la vida, y a ambas pérdidas no las separa mucho tiempo, pues quizá no esté tan mal, mantenerla ahí (la esperanza) hasta el último momento.
Desconocemos si la prehistoria murió con la esperanza de convertirse en historia, habría que preguntar. Pero está claro que sin los mecanismos de la historia (investigar y poner por escrito) ahora no sabríamos nada firme de la prehistoria, con lo que podríamos intuir que lo que le dio carpetazo, lo que la mató (a la prehistoria), también, de alguna manera, la ha salvado.
Lo que sí sabemos es que hay un personaje de una novela que se llama Ugo Rende (el personaje) que dice en un momento muy dado: “Los pueblos que no conocen su prehistoria están condenados a repetirla”.
La novela tiene a otros personajes metidos en un garaje en el que no entra la luz: Tatos Kelkik, Basilitz Zhlobien y el escritor islandés –gran amante de la cultura española, la política y la anfibología– Folke Ingo. En principio esos cuatro.
Son sombras, espectros, muertos que se expresan a través de psicofonías, sesenta en total. La novela va de memoria, esperanzas perdidas, de historia mayormente condensada en torno al año 1973, año del Búfalo según el calendario chino. La de cosas que pasaron ese año, no te puedes imaginar.
Folke Ingo –autor del libro que vendría a ser el grueso de la novela porque luego allí se pone a hablar todo Dios en notas a pie de página, entre ellos un tal Fuenlabrada –por lo visto presidente del Club de Amigos del periodista Gregorio Morán– y también la directora de un cineclub, la traductora y su madre (la de Folke) y mucha gente más (esto de poner una frase entre guiones dentro de otra frase con guiones no se había hecho nunca, pero aquí lo pide)–, Folke, decíamos, tiene nivel usuario pro en la Wikipedia y está interesado por documentar todas las escabechinas que se hicieron y deshicieron por esa época en nombre de la libertad, el progreso, la emancipación, la independencia, la moralidad o lo de siempre, la ambición de poder y de dólares. Lo revolucionario y lo contrarrevolucionario.
Del colonialismo no se sale bien, parece decirnos. De la humanidad, tampoco.
Los ecos de todas esas esperanzas y luchas por un mundo más justo resuenan en ese garaje. Javier Pérez Andújar, que es quien firma este artefacto, las recoge con esa actitud de quien parece que su mayor aspiración es sentarse en un parque a fumar Ducados y mirar con ojos perplejos lo contradictorio de la vida y destilarlo en una escritura brillante, inteligente, perspicaz, irónica, pop, antinostálgica, aglutinadora de tiempos e influencias culturales. Un medium discreto.
Javier es un arquitecto de vericuetos, hay que dejarse enredar y disfrutarlo. Dice que lleva veinte años escribiendo este libro y si no lo terminó antes es porque la gente iba a pensar que no sabía hacer libros normales.
Bueno, aquí está. La esperanza es lo último que se pierde.
Se titula El año del Búfalo, acaba de salir y ha ganado el Premio Herralde. Esperamos esperanzados que te guste tanto como a nosotros».

No hay comentarios: