8 de noviembre de 2021

Cómo un higo de lapabras y por qué

 

Cómo un higo de palabras y por qué. Francis Ponge. Greylock, 2021
Traducción de Ana Flecha Marco y Neila García Salgado

«¡Veamos! Me gustaría relacionarme de tú a tú con el lector y más que tratar ante él el problema de la poesía ante él y en su presencia hoy al fin resolverlo. Para resolver el problema de la poesía si intentáramos una vez reducirla a un denominador común más pequeño, a alguna cosa de la que estuviéramos seguros. Por ejemplo, hoy, el Higo».

La verdadera producción escrita, la más genuina, no se encuentra en la obra acabada y publicada, sino en aquellos papeles en los que puede rastrearse su génesis, anteriores al proceso de re-creación, aquellos que están más próximos a la idea, a la concepción, y que no han sido mediatizados por cuestiones formales o de mercado. 

«Encontraremos la realidad si sabemos acercarnos a ella».

Los borradores son el producto más cercano al texto puro, registran las huellas del proceso de creación mejor que cualquier otro documento y basan su permanencia en la provisionalidad de su planteamiento; el borrador, además, explota la utilidad de la repetición, literal o ligeramente modificada, que provoca el asentamiento paulatino de la idea y, por un proceso parecido a la decantación, facilita la génesis del fragmento que puede considerarse definitivo ―aunque no terminado―.

«El misterio viene de la exactitud; de la acumulación de palabras exactas, de la disposición de palabras exactas».

Ese procedimiento abarca el intento de agotar todos los significados y explorar y recrear el arsenal de derivaciones en busca de conexiones ocultas. Cómo un higo de palabras y por qué (Comment une figue de paroles et pourquoi, 1977) es un conjunto de borradores y piezas inconclusas cuya intención es desvelar lo oculto en la búsqueda que emprende Ponge acerca del significado de la poesía, y ante la imposibilidad de hacerlo de manera concluyente, opta por un objeto acerca del que sí puede especular de forma productiva: un higo.

«Confieso que no sé muy bien qué es la poesía. Pregúntenme mejor sobre el higo. He aquí, en mi humilde opinión, un tema más serio. Porque al final se trata de una forma del ser que ya ha demostrado su valía, que aún la demuestra de manera cotidiana, y de la que no me parece que se haya hablado demasiado hasta ahora. ¿De acuerdo? Yo no sé muy bien qué es la poesía. Además,, confieso que estoy un poco harto de estas preguntas de colegio. Hablemos mejor de otra cosa. Ocupémonos de una vez de cosas serias. Del higo, por ejemplo. He aquí una forma de ser (me parece) que ha demostrado su valía, que la demuestra a diario. Nadie se ha ocupado en serio de ello por ahora. Confieso no saber muy bien qué es la poesía, pero saber hablar de un higo puede bastar para consolarme». 

El esfuerzo por deducir lo general a partir de los casos particulares sin que la singularidad afecte a la visión genérica, pero que esta las contenga todas; asimismo, la búsqueda de la brevedad enunciativa, la destilación de los elementos fundamentales que mantienen y respetan la naturaleza del objeto ―o de la expresión― pero cuyas huellas son irrastreables; es decir, eliminar cualquier rastro de evidencia.

«He aquí tal arte poética del higo: cuando la resistencia, o más bien la no resistencia de la frase, de las palabras, al fin cesa y nada más que el espesor de las palabras aplastado, empujado hasta el límite, se corta, se hiende, se franquea».

El conocimiento del cuerpo enfrentado al conocimiento del espíritu. De la sensación a la asimilación, del exterior al interior, la deglución y la digestión. 

«La poesía es el arte de tratar las palabras a fin de permitir que el espíritu hinque el diente a las cosas y se nutra de ellas».

La posibilidad de agotar el conocimiento sensible frente a la imposibilidad de agotar el conocimiento del espíritu. Explorar el vacío de aquel conocimiento que no puede ser aprehendido por el espíritu, de todo aquello que no es posible definir ―pero que, invariablemente, es real―; tal vez la inasible verdad, si existe ―debe existir― solo pueda hallarse en ese vacío.

«Un higo de palabras, ¿por qué? Para acabar con una confusión escandalosa. Para devolver al verdadero higo al paraíso para nosotros definitivamente perdido. La literatura ¿por qué? Como yo quiero que sea, un mal menor, está claro. Ciertamente no es un medio para la felicidad. Una ascesis, sin duda alguna. Una satisfacción sin calor, un escamoteo ―que en la mayoría de los casos se obtiene de una forma demasiado laboriosa― de todo aquello que constituye el placer de vivir (o más bien de morir): el gasto, el entusiasmo, el compromiso, la acción. Bueno, para una esperanza que tengo, insensata tal vez, una sola esperanza, pero pegada al cuerpo: que lo peor sea el enemigo de lo malo».

La poesía no es nada si no se separa el espíritu de la letra, el significado de los signos. 

«La poesía [...] consiste en equivocarse de palabras (conformarse con palabras vanas)».

Una de las funciones de la repetición es la sucesiva pérdida del signo. Ponge parece aspirar a la poesía sin forma, una opción de comunicación cuyo vehículo se destruya una vez cumplido su cometido; prescindir de la forma, que es siempre una simplificación, como único camino para alcanzar el fondo, que es donde se halla su verdad.

«Hay una manera de reemplazar o más bien de condensar las metáforas (las comparaciones, las imágenes)[:] mediante la utilización (con el mismo fin) del contenido ilustrado (concreto) de las palabras (cuanto más abstractas sean)[,] De regresar a su origen concreto[,] A la reconciliación de las raíces[,] En el lugar anterior donde se confunden las cosas y las palabras».

Una vez consumado el acto poético, su consideración por parte del lector es irrelevante ―depende de multitud de circunstancias que el escritor nos puede tener en cuenta en el proceso de redacción―; ahí queda el producto terminado, a disposición de quien quiera tomarlo y hacerlo suyo ―momento en el que se materializa la pérdida de autoridad y de propiedad del autor―.

«Si señalo, por otra parte, sin retirarme del higo (la apariencia contradictoria del higo, su concreto contradictorio), sino aproximándome de hecho más de cerca, que el higo es la única fruta (o casi) de la que se podría comer todo: la envoltura, la pulpa y las semillas, todas juntas concurriendo en nuestro deleite, llegaré (he llegado progresivamente, pero alcanzo todo de golpe) a su significado profundo (particular) a su cualidad diferencial y a la moral, al arte poética que el higo nos propone».

Advertencia: Ponge hace, habitualmente, un uso muy particular de la puntuación y de la ortografía; mucho más alternativo, si cabe, tratándose de borradores: las citas del texto original son literales.

Otros recursos relativos al autor en este blog:
Notas de Lectura de El partit pres de les coses
Notas de Lectura de El sabó
Notas de Lectura de El suscitador
Notas de Lectura de La soñadora materia
Notas de Lectura de La rabia de la expresión
Notas de Lectura de La fábrica del prado
Notas de Lectura de Pour un Malherbe

No hay comentarios: