26 de abril de 2019

El mundo que Jones creó

El mundo que Jones creó. Philip K. DickEdiciones Minotauro, 2019
Traducción de Juan Pascual Martínez
Incluso en sus más abstrusas novelas, en algunas de las cuales eso que denominamos trama -por llamarlo de alguna manera- parece escurrírsenos entre los dedos, huidiza, y en las que es difícil encontrar la motivación -toda buena novela debe tener una motivación, igual que es conveniente que carezca de moraleja- que movió al autor a escribirla, puede hallarse un propósito. Los lectores de PKD sabemos que, a pesar de haber escrito algunos textos por razones alimenticias, Dick dio muy pocas puntadas sin hilo, y que por debajo de sus fantasías paranoicas siempre puede encontrarse un motivo. Este es precisamente el caso de El mundo que Jones creó (The World Jones Made, 1956), una novela que es incomprensible que permaneciera inédita -hasta donde conozco- en castellano.

Dick sitúa la acción en un supuesto escenario postbélico, con unas ciudades que han sucumbido al conflicto -una guerra contra "judíos, ateos y rojos"- y unas zonas rurales que, gracias a la pretecnología, sobreviven con cierta normalidad, y de las que parte el proceso de reconstrucción. En uno de estos lugares aislados, el Refugio, se hallan confinados unos "mutantes superiores", hipotéticas víctimas de la guerra, a los que se asegura que no podrían sobrevivir fuera de él debido a los daños genéticos provocados por la exposición a radiaciones -aunque, en realidad, forman parte de un experimento genético que consiste en  preparar a seres humanos para ser capaces de sobrevivir en atmósferas adversas-; sin embargo, existen otros especímenes libres cuyo destino suele ser las ferias de fenómenos.
"En la zona principal, los animadores estaban comenzando sus actuaciones. No eran simples fenómenos monstruosos, sino artistas legítimos con habilidades y talentos. No se exhibían ellos mismos, sino más bien sus capacidades inusuales. Bailarines, acróbatas, malabaristas, tragafuegos, luchadores, duelistas, domadores de animales, payasos, jinetes, buceadores, forzudos, magos, adivinos, muchachas bonitas... Características que habían sobrevivido a lo largo de miles de años. No había nada nuevo; solo aquellas anormalidades eran nuevas. La guerra había producido monstruos, pero no nuevas habilidades."
Un mutante en particular, Jones, llama la atención de la policía ya en su primera aparición: se trata de un precognitivo, "precog" en la jerga dickeana, un individuo que se jacta de conocer el futuro a un año vista. Pero ese poder choca con la ideología que rige el gobierno, el "relativismo de Hoff", una doctrina que no permite la profecía y proscribe la búsqueda de la verdad, sea esta filosófica, política o religiosa.
"-Porque la seguridad es el menor de dos males. He dicho males, pero, por supuesto, tú y yo sabemos que no existe el mal. Un vaso de cerveza es malo a las seis de la mañana. Un plato de gachas parece un infierno a las ocho de la tarde. Para mí, el espectáculo de los demagogos que matan a millones de personas destruyendo el mundo con guerras santas y derramamiento de sangre, o derribando naciones enteras por implantar alguna "verdad" religiosa o políticas es... -Se encogió de hombros-. Repugnante. Inmundo. Comunismo, fascismo, sionismo: son las opiniones de individuos absolutistas impuestas a la fuerza en continentes enteros. Y no tiene nada que ver con la sinceridad del líder. O de los seguidores. El hecho de que lo crean lo hace todavía más repugnante. El hecho de que podrían matarse unos a otros y morir voluntariamente por verbalismos sin sentido..."
Sin embargo, además de la violación de una ley tan imprecisa -las peores leyes son las ambiguas, las que admiten interpretaciones múltiples porque lo difuso de sus límites provoca su cumplimiento por exceso ya que no se puede precisar con exactitud la línea que separa lo legal de lo ilegal-, parece que la persecución y el encarcelamiento de Jones tiene otras motivaciones de carácter político.

En todo caso, existe acuerdo de que no se trata de un farsante, extremo que llevaría a afirmar que todo lo que le sucede en tiempo real, incluidas su detención e interrogatorio, ya lo tenía previsto; y si ha sido así y lo ha permitido, ¿cuáles han sido sus motivaciones? ¿qué busca en realidad permitiendo su arresto? Puede que se trate de un plan para un chantaje, pero también puede significar una llamada de auxilio de alguien que no ha aprendido a gestionar su don, que se va convirtiendo, paulatinamente, en una maldición.
"-Para mí, esto es el pasado -dijo Jones con voz ronca-. Este momento, con vosotros tres, aquí en este edificio, es para mí hace un año. No es tanto como poder ver el futuro; es más bien que tengo un pie atrapado en el pasado. No puedo soltarlo. Voy retardado. Estoy reviviendo un  año de mi vida para siempre. -Se estremeció-. Una y otra vez. Todo lo que hago, todo lo que digo, oigo, experimento, tengo que pasar por ello dos veces. -Alzó la voz, aguda y angustiada, sin esperanza-. ¡Estoy viviendo la misma vida dos veces!"
La precognición de Jones y su cuestionamiento de la legalidad impuesta es un problema menor -su influencia puede llegar a ser importante, pero involucra a una sola persona y su efecto sobre el orden social es muy reducido- si se compara con el otro desafío que debe afrontar el Gobierno Federal Mundial: la amenaza de invasión del planeta por parte de unos seres extraterrestres supuestamente inofensivos, los "derivos", pero cuyas intenciones reales son desconocidas. 
"-Quizá esto no sea tan malo. Los derivos no son personas, son burbujas sin conciencia. Supongamos lo peor. Supongamos que Jones logra comenzar una guerra. Acabamos con los derivos aquí y luego limpiamos los planetas uno por uno. Después de eso... -Kaminski hizo un gesto hacia el techo-. A las estrellas. Con grandes acorazados. Damos caza a esos cabrones y exterminamos la raza. ¿Bien? ¿Y luego qué? El enemigo ha desaparecido. Una raza de amebas gigantes ha perecido. ¿Eso es tan malo? Solo estoy tratando de ver todas las posibilidades. Iremos más allá de nuestro sistema. Y en ese momento, sin ese estímulo, sin el odio, sin la sensación de luchar contra un enemigo, simplemente nos quedamos sentados."
La sospecha de que la precognición de Jones pueda serles de ayuda para gestionar esa invasión -y la dificultad de probar su delito, más teniendo en cuenta que Jones ya conoce el desenlace del proceso- hace que le dejen en libertad, aunque bajo una discreta vigilancia. Jones es solo un síntoma; los derivos son solo un síntoma; pero lo cierto es que la impresión general es que el mundo conocido se está transformando a una velocidad inasumible para sus habitantes, que ven, impotentes, cómo los cambios inesperados se llevan consigo los puntos de referencia mediante los que podían definirse y reconocerse.
"-¿Y ahora qué? -preguntó Nina-. No puedes mantener tu mundo tal y como está... te das cuenta de que se ha terminado. Jones ha llegado. Tienes que reconocerlo. Él es el futuro; todo está entretejido, atado, mezclado. No puedes tener el uno sin el otro... Tu mundo no tiene futuro propio."
Una vez domesticado su don, Jones se apercibe del poder que atesora y se dispone a servirse del mismo: su habilidad encaja a la perfección, quizás mejor que en cualquiera de los casos sucedidos con anterioridad, incluidos los que registra la historia sagrada, con la de profeta. Su capacidad de prever el futuro, aunque en su caso se trata, en realidad, de vivirlo en primera persona con un año de antelación, le permite enrolarse en una secta de carácter religioso cuyas motivaciones profundas, como en el caso de cualquier religión, permanecen ocultas, pero cuya causa inmediata, también como en cualquier religión en sus inicios, es la subversión del orden social; en este caso, la abierta beligerancia contra el patrón filosófico adoptado por el poder: el relativismo.
"Utopía. La Edad de Oro. No la habían encontrado en la Tierra: la última guerra les había hecho ver que eso nunca llegaría.Desde la Tierra se habían vuelto hacia los otros planetas, habían construido una ficción romántica, se habían contado a sí mismos mentiras piadosas. Los otros planetas, se decían, eran mundos verdes y fértiles, con valles llenos de agua y colinas boscosas. El paraíso: la antigua y eterna esperanza. Pero los otros planetas eran infiernos de gas metano congelado, con kilómetros de roca descarnada, sin vida ni sonido, solo la muerte sibilante de rocas, gas y oscuridad vacía. Pero los seguidores de Jones no se habían dado por vencidos; tenían un sueño, una visión. Estaban seguros de que la Segunda Tierra existía. De alguna manera, alguien se las había ingeniado para ocultársela: había una conspiración. En la Tierra, era el Fedgov; el relativismo los estaba sofocando. Más allá de la Tierra, eran los derivos. Una vez que el Fedgov desapareciera, una vez que los derivos fueran destruidos... volvería la vieja historia. Pastos verdes más allá de la siguiente colina."
La preocupación del gobierno va en aumento a medida que el fenómeno Jones va adquiriendo más relevancia y comienza a suponer una amenaza real, más por el número de seguidores, en constante aumento, que por su poder instrumental. Con la intención de cortar el movimiebto de raíz, contrata a un asesino que acabe con Jones, pero cualquier intento en este sentido topa con la dificultad que supone la precognición de este, que le permite hacer fracasar todo atentado contra su vida.

En poco tiempo, suceden cambios radicales: la secta de Jones toma el poder y deroga el relativismo; por otra parte, los mutantes son enviados a Venus con la intención de que lo colonicen y establezcan en ese planeta un primer asentamiento humano compuesto por  individuos genéticamente modificados para poder sobrevivir allí.

La precognición puede dar a conocer el futuro pero no puede evitar que lo que tenga que suceder suceda. Igual que pueden anticiparse los éxitos, también las derrotas entran en su campo de influencia; y se pueden preparar las consecuencias, pero no puede evitarse su  suceso. Jones sabe, con un año de antelación, que va a ser derrotado y no puede evitarlo, pero sí que puede vender caro su fracaso.
"-Porque, incluso con su poder -respondió Nina, tras darle un sorbo a su café-, todavía está perdido. Puede ver la derrota y la muerte... puede ver su horrible final para mantenerse con vida, y puede ver que va a fracasar. Se podía ver eso en su cara. Esa terrible mirada cadavérica, como si fuera una cosa muerta. Ojos de pez. Sin vida, sin brillo. Se quedó de pie temblando; apenas podía ponerse en pie. Se movió, tartamudeó... Fue desgarrador. Y nos dijo que la Cruzada había fracasado, que en poco tiempo podríamos esperar que estallaran los disturbios."
La precognición de Jones es, sobre todo para él, un arma de doble filo. En realidad, no pone a su disposición, con un año de anticipación, el futuro en abstracto: solo conoce lo que llegará a conocer, solo sabe lo que llegará a saber.

¿Hasta qué punto conocer el futuro puede servir para modificarlo? Paradojas aparte, ¿qué utilidad puede llevar para el precognitivo? ¿Y si se tratara solo de un elemento de información de cuyo conocimiento puede sacarse provecho, pero sobre cuyos hechos no se puede actuar?

En realidad, el instinto hace que la principal preocupación del ser humano sea su propia conservación, pero, en el caso de aspirar a un bien mayor, la propia muerte podría significar el triunfo definitivo, el sacrificio del hombre que podría estar por encima de la muerte como prueba difinitiva de la validez de su doctrina.

¿Les suena algo ese tipo de razonamiento? ¿Alguna religión institucional que se base en el mismo equívoco? ¿Algún otro suicidio -pues de eso se trata si la víctima conocía el desenlace y, pudiendo, no hizo nada por evitarlo- ha sido más productivo que el de Jesús de Nazareth?

Calificación: ****/*****

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