28 de enero de 2015

Anatomía de la memoria

Anatomía de la memoria. Eduardo Ruiz Sosa. Editorial Candaya, 2014
"Entre los años de 1972 y 1978 el espacio público sinaloense fue el medio a través del cual se difundió un proyecto político revolucionario enarbolado por estudiantes universitarios que pretendió instaurar en Sinaloa la dictadura del proletariado a través de la violencia. Apoyados por una organización político-militar de carácter urbano, la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), desplegaron en esta entidad federativa un sinnúmero de acciones de agitación y propaganda armada convocando a los sectores populares a sumarse a su “revolución”.
"Dichos individuos aparecieron repentinamente en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la primavera de 1972. Pertenecían a la Federación de Estudiantes Universitarios Sinaloenses (FEUS) y las Juventudes Comunistas de México (JCM) en la entidad. Sus orígenes estaban en la ciudad de Culiacán, en diversas escuelas y facultades de la institución entre las que destacan la Preparatoria Central, Ciencias Químicas, Economía, la Escuela Superior de Agricultura y en menor medida Trabajo Social, Enfermería, Derecho, Contabilidad y Administración. Otro núcleo importante se ubicó en el puerto de Mazatlán, en la novel escuela de Ciencias del Mar.
"Los Enfermos, como los denominaron peyorativamente sus detractores dentro y fuera de la UAS, compartían otro rasgo común: eran moradores de las Casas del Estudiante Universitario Rafael Buelna Tenorio, Genaro Vázquez, Femenil, Unidad Habitacional de la Escuela Superior de Agricultura y Octubre Rojo.
"Después de haber participado y haberse fogueado en la movilización que la FEUS encabezó contra el rector impuesto Gonzalo Armienta Calderón, entre los años de 1970 y 1972 (durante el periodo de la llamada Reforma Universitaria), motivados por diversas circunstancias decidieron abandonar esa lucha a partir de la primavera de 1972. En lugar de buscar la transformación académico-administrativa de la también llamada Casa Rosalina, decidieron empeñar todos sus esfuerzos en el cambio radical de la sociedad aglutinados en torno al lema “Revolución o muerte. Venceremos”.
"Ya embarcados en dicho proyecto, sus actividades políticas y militares se tradujeron en invasiones de predios agrícolas y urbanos, ataques a centros comerciales, promoción de huelgas del transporte público de la capital, Culiacán, en demanda de mejores condiciones laborales para los trabajadores del volante, confrontación con grupos estudiantiles opositores a sus tácticas y estrategias, puestas en marcha de “ensayos insurreccionales” e incluso acciones violentas como el llamado “asalto al cielo”, efectuado en Culiacán y sus alrededores el 16 de enero de 1974.
Extracto del texto Escritura y revolución. Una historia política de Los Enfermos a través de sus producciones discursivas, de Sergio Arturo Sánchez Parra, Universidad Autónoma de Sinaloa, México. 
Juan Pablo Orígenes, un antiguo integrante del grupo revolucionario estudiantil Los Enfermos, escapa de la ciudad rumbo al norte pertrechado con un ejemplar de Anatomía de la melancolía huyendo de una memoria anclada en un pasado luctuoso, una huida imposible cuyas escalas detalla escribiendo en los márgenes del libro de Burton, anotaciones que no constituirán el reportaje de su viaje, a cuyo comienzo ya intuye interminable, sino el testimonio de la búsqueda de su pasado:
"La peor enfermedad es la soledad, escribió; luego, debajo de esa línea, muchos años después, con un pulso más firme, escribió: la peor enfermedad es el libro; y luego, con los años, con la vejez encima y con el pulso tembloroso de los que esperan la muerte: la peor enfermedad es el cáncer, y en lugar del punto agregó una coma y la palabra Madre."
Simultáneamente, Estiarte Salomón tiene la intención de escribir un libro que recoja la historia del movimiento, a cuyo efecto investiga antecedentes y se entrevista con algunos de los supervivientes de Los Enfermos. Ambos libros, el Burton anotado por Orígenes -el juego formal consistente en esta escritura en los márgenes se traslada, conceptualmente, a los encabezamientos de los capítulos del libro, tercero, de Ruiz Sosa- 
"Por eso escribimos, porque tenemos la esperanza de corregir lo que somos, lo que fuimos."
y el libro en construcción de Salomón constituyen el núcleo duro de la trama de Anatomía de la memoria.

¿Cómo se libra uno de la memoria? 
¿Cambiando de nombre? 
¿Huyendo del lugar donde ocurrieron los hechos que quiere olvidar?

Juan Pablo Orígenes mata a su perseguidor, Pablo Lezama, y suplanta su personalidad y su nombre para poder sobrevivir,

¿Qué hay en un nombre?

pero haciendo saber que él mató a Orígenes y que sigue persiguendo Enfermos.
"Hay que hacer memoria, que es lo único que nos salva. Hay que escribir el libro, porque el libro se ha perdido y sin escritura la memoria es un murmullo, el rumor de los desaparecidos."
¿Qué se recuerda después de olvidar?
"Se olvida la herida, pero no su dolor".
¿Es suficiente una voz para la memoria?
Cada uno de Los Enfermos tiene un recuerdo diferente de lo que sucedió en aquellos días.

¿Cómo interactúan nuestros recuerdos con los recuerdos de los demás?
¿Cómo éstos modifican a aquéllos? 
"Sospecho que mi vida es lo que no recuerdo".
¿El libro -la memoria-, mantiene con vida al que ya ha muerto?
¿Y al que todavía vive?
¿Le mata o le sustituye? 

La memoria deviene un matorral que defiende con su anfractuosidad aquello que se esconde en su interior, y que corta, hiere y marca a todo aquél que se atreve adentrarse en él, que cobra su tributo en jirones de ropa y de piel a quien intenta acceder a aquello que oculta.
"El futuro, que vamos construyendo sin que ocurra, se nos olvida con el tiempo; lo que no se olvida, después de todo, es el olvido mismo."
¿Cómo logramos que mienta la memoria?
Modificando el recuerdo acorde a nuestra intención, y repitiendo la evocación tantas veces como sea necesario para olvidar la modificación.
"Hay que acercarse corriendo al destino, para que el pasado no nos alcance."
De la totalidad de nuestro pasado, la memoria sólo contiene lo que no se ha perdido; el libro sólo es un inventario, un recurso contra la desaparición, contra la degradación, contra la pérdida, una relación de lo que fue, o de lo que no fue, una relación de lo que ya no volverá a ser jamás, la última defensa contra la disolución total, un último intento de evitar la imposibilidad de enunciar la frase "yo soy yo".

Si no recuerdas nada de lo que te ha sucedido,
¿cómo sabes que has perdido la memoria?
¿Por qué los demás te cuentan episodios que se supone que has vivido, pero que tú no recuerdas?
¿En qué medida esos recuerdos ajenos, que forman parte de su memoria, son también tuyos?
¿Existe una "memoria colectiva" que es más que la suma de todas las memorias individuales?
Y si es así, 
¿Quién es y dónde está el depositario? 
"El olvido es guardar los pedazos de una misma cosa en lugares diferentes."
En la vida real, los desaparecidos son los que no están, pero,
¿qué pasa con los olvidados?
Desaparecen de nuestro recuerdo, se desvanecen como lluvia que se evapora pero,
¿no han sido acaso, alguna vez, lluvia caída?
Los desaparecidos dejan su rastro, pero,
¿y los olvidados?
¿Acaso esa gota de lluvia que se ha evaporado no ha significado nada?
¿Es exactamente igual el mundo a como era antes de caer?
¿No han provocado ningún cambio en nuestra vida, de modo que ésta no es como hubiera sido si no los hubiésemos conocido?
¿Se les puede recuperar rastreando esos cambio?
¿Dónde están los olvidados?
"La memoria nos viene del pasado, no va hacia él."
De igual modo que no se puede viajar al futuro para observar las consecuencias de nuestros actos de hoy, tampoco podemos viajar al recuerdo para encontrar alternativas a aquellos de nuestros actos que, con el tiempo, se han mostrado inadecuados. Se puede preguntar al  pasado, pero jamás responde.

¿Es más fácil evocar los recuerdos asociados al odio, o los asociados al amor?
¿Qué llevan implícito ambos sentimientos para que la calidad de la memoria sea, si lo es, diferente?

Orígenes escribe para preservar la memoria, quiere conservar el recuerdo mediante el recuento de hechos y la utilización de un código sin apercibirse de que la degeneración física, cuyos efectos pretende combatir con la escritura, provocará también el olvido del código, como ese personaje literario que escribe etiquetas para recordar cómo se llaman los objetos y para qué sirven sin considerar que el final de la degradación sucederá cuando olvide leer. Otro de los personajes, Elio Román, en cambio, pretende conservar el recuerdo salvando objetos del olvido, de la pérdida, como si cada uno llevara implícito, adjunto, un arsenal de memoria activable mediante la mera observación, sin código, de manera directa e inmediata.
"Yo lucho por una memoria sin nostalgia; algunos llaman a eso olvido."
La distinción entre lo que se recuerda y lo que se cree recordar es fundamental.
"El pasado es una casa oscura donde entramos a ciegas y solos porque nadie nos puede ayudar a recordar lo que nosotros mismos, una vez, borramos y dejamos en silencio."
La reactivación de La Enfermedad que pretenden algunos de los protagonistas depende de que pueda recuperarse la Biblioteca Ambulante de los Enfermos, un conjunto de libros cuya posesión era peligrosa y que se enterraron en la época para salvarlos de la destrucción. Esa exhumación significa también desenterrar el recuerdo, un trabajo tan laborioso -los libros están en lugares poco accesibles, para esconderlos de miradas indiscretas- como delicado -no pueden malograrse porque se perdería la información que contienen sus páginas-. Y tan importantes son los libros en sí mismos como las notas marginales manuscritas en sus páginas.
"Es pasado está en otro lugar, sigue ocurriendo allá lejos, donde ya no estamos",
y la memoria sólo es un intento fútil, incompleto e imposible de trasladarnos allí.

Ruiz Sosa tiene la habilidad de plantear preguntas -de hecho, este lector considera que las 573 páginas de Anatomía de la memoria son una gran pregunta- cuyas respuestas sólo pueden obtenerse, si ello es posible, a través de un detallado examen de nuestros -los de los lectores- propios juicios. ¿Qué es el recuerdo? Depende de qué se busca en ese recuerdo, de cómo nos afecta, , de las consecuencias que nos trae retrotraernos al pasado, del peso con que ese pasado aplasta nuestro presente: un lujo, para quien no puede permitírselo; un peso, para quien es incapaz de soportarlo; innecesario, para quien no puede sacar nada de provecho; o síntoma de estar todavía con vida para el que no quiere o ni siquiera puede permitirse olvidar.
"Si nos faltara algo más, ya no podría faltarnos nada."
Así, cuando el recuerdo duele, el olvido es la única esperanza:
"Recordar; o reunir los pedazos de la memoria, lo que va quedando, tal vez esa es otra forma de la búsqueda, pero más bien es una especie de negación, un volver a pasar las cosas, por revivirlas, un volver a pasar las cosas por el corazón, volver a sentirlas: el recuerdo no es la nueva ocurrencia de las cosas, sino la constante sensación de su paso por nosotros, cuando uno lo que quiere es no volver a ningún lado en donde ya estuviera antes, en donde fuimos otros que ya no somos porque hemos ganado en lentitud y en dolores, en achaques, en tristeza, recordar es un puro látigo [...] Lo único que recuerdo es lo que quise olvidar."
De ese modo, la memoria no sería más que el humo residual de un fuego extinguido cuyas brasas es ya imposible reavivar.
"Zambrano [...] necesitaba saber algo sobre Lida Pastor, pero no dejaba de preguntarse, él mismo, ¿qué iba a hacer cuando la encontrara?, ¿con qué verla, si con los ojos del ahora o con los ojos del recuerdo?, ¿iban a revivir el tiempo que ya los abandonó?, ¿iban a recuperar algo de lo perdido, de lo que ya es irrecuperable?"
En situaciones políticas de violencia o de represión, cuando cada muerto es una alimaña que se ha eliminado o un héroe que se ha inmolado en aras de una consideración superior, cuando cada  muerto es instrumentalizado por uno de los bandos de la contienda, el verdadero rebelde es el que muere porque le da gana -"por su cuenta"-, el que, en lugar de sucumbir a la violencia de una tortura o a la inmediatez de un disparo, se deja apagar lentamente, sin ruido, sin espectáculo, sin la posibilidad de ser el muerto de nadie.

Anatomía de la memoria es, sin duda, una obra grande, procedente del Svalvard donde, dicen, están depositadas las semillas del futuro de la literatura en lengua castellana -hay quien asegura que lo mismo sucede con otras lenguas, como el inglés y las antiguas colonias de ultramar, o el portugués y África-. En todo caso, habrá que seguir a Ruiz Sosa en el futuro para confirmar que no se trata de una excepción y que la asimilación que muestra de los clásicos de la literatura hispanoamericana nada tiene que ver con el azar o con la inspiración: una apabullante riqueza de vocabulario sumada a un uso sobresaliente del ritmo narrativo y a una propuesta también formal -y que aquí no se ha podido reproducir debido a las limitaciones de la tecnología de Blogger- que no se agota en la originalidad extrema de su planteamiento.  Anatomía de la memoria es ambiciosa pero no pedante, arriesgada pero no imprudente, valiente pero no temeraria; un texto inteligente que obliga al lector a perseguir una trama que se escurre, se ramifica, avanza y retrocede, en un ejercicio estilístico de gran complejidad, un reto que no dejará indiferente al lector experimentado. Uno de las mejores novelas en castellano de 2014; no se la pierdan.
"Porque en los libros queda la esencia de los que escriben, pero también hay algo de los que leen, decía Orígenes; y llegó a la conclusión de que para lograr el regreso definitivo de la Enfermedad había que exprimir de los libros el contagio y esparcirlo por la ciudad, por el mundo, por la gente sana que no sabe que de verdad están Enfermos en algún lugar de sus cuerpos."

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