21 de septiembre de 2020

La guerra de los pobres

La guerra de los pobres. Éric Vuillard. Tusquets, 2020
Traducción de Javier Albiñana

«"¡No son los campesinos quienes se sublevan, sino Dios!", cuentan que dijo Lutero, al principio, en un aterrado grito de admiración. Pero no era Dios. Eran sin duda los campesinos los que se sublevaban. A no ser que llamemos Dios al hambre, la enfermedad, la humillación, la penuria. No se subleva Dios, se sublevan la servidumbre, los feudos, los diezmos, el decreto de manos muertas, el arriendo, la tala, el viático, la recogida de la paja, el derecho de pernada, las narices cortadas, los ojos reventados, los cuerpos quemados, apaleados, atenaceados. Las querellas sobre el más allá nos llevan en realidad a las cosas de este mundo».
Los cambios que produjo la traducción de la Biblia, principalmente al alemán y al inglés (entre 1521 y 1536) y, con la llegada de la imprenta (1440), su popularización, provocaron que sus efectos trascendieran a la propia doctrina; por primera vez, todo aquel que supiera leer podía acceder a la fuente de su religión y, además, podía hacerlo con relativa facilidad. No es extraño, pues, que el siglo XVI —el siglo de la Reforma y del Concilio de Trento— alumbrara algunas de las herejías más radicales y, a la larga, más persistentes; sin embargo, el poder de la Iglesia —es decir, de Roma— de la época podía considerarse omnímodo y, ante ese hecho, aunque no faltaron las disputas puramente teológicas, amplias capas de la sociedad, en particular las más insignes y las más desamparadas, intentaron recolocarse en el tablero de la nueva partida; los unos, enlazando sus privilegios con el devenir de las orientaciones dominantes en la jerarquía eclesiástica; los otros, mediante la fuerza. No hace falta decir la diferente fortuna que cosecharon ambas rebeliones.

Dos siglos después de la Peasants' Revolt inglesa, la revuelta pasa el Canal de La Mancha y, en Bohemia, Jan Hus recoge el testigo; acaba en la hoguera, pero la semilla del levantamiento, caída en tierra fértil, germina: un vehemente e impulsivo predicador de Zwickau —una ciudad de burgueses y artesanos— que ha leído la Biblia y se apercibe de que la doctrina oficial no acaba de coincidir con sus prescripciones, se rebela desde el púlpito contra la parcialidad de la política de Roma, la poca adecuación de sus principios a la que debería ser su fuente y la arbitrariedad del sistema de las bulas papales. 

Ese predicador es Thomas Müntzer, el protagonista principal de La guerra de los pobres (La guerre des pauvres, 2019). El cristianismo de Müntzer es el de la cruz dentro de la Iglesia y de la espada fuera; la primera es cosa de los sacerdotes; la segunda, debe empuñarla el pueblo. No hay que esperar al Reino de Dios, hay que traerlo a sangre y fuego, y los encargados serán aquellos para los que esa venida es más inaplazable: los pobres. 

El 13 de julio de 1524, su Sermón ante los Príncipes desencadenará la violenta rebelión de los campesinos. La sublevación prende en terreno favorable y se extiende como un reguero de pólvora; los campesinos, quizás por primera vez, son conscientes de su poder y no renuncian a nada. Pero ante la gran batalla, Dios, tal vez asustado por no poder cumplir lo que Thomas asegura que consumará a su tropa de desarrapados, cambia de bando. Los nobles, con esa ayuda, provocan la masacre de Frankenhausen, apenas transcurrido un año. Abandonado por Dios, Müntzer acaba, pocos días después, en el patíbulo, igual que su padre, donde es decapitado y su cabeza clavada en una estaca a las puertas de Mülhausen. Triste final para un rebelde, pero tal vez el más apropiado.

De forma parecida a lo que hizo en 14 de julio, Vuillard desciende de las alturas donde se decide el destino del mundo y de los hombres para aterrizar en la base de la pirámide, en los desprotegidos a los que la Historia no ha resarcido de sus esfuerzos ni de su calvario, la carne de cañón que ignora que su destino es perder siempre; Vuillard hace justicia cediendo el protagonismo a esos parias y lo hace con su estilo preciso y depurado, destilando la acción subyacente a los acontecimientos históricos y convirtiendo, en un proceso contrario al canónico, la leyenda en gesta y esta en acontecimiento.

Títol disponible també en català:
La guerra dels pobres. Éric Vuillard. Edicions 62, 2020
Traducció de Jordi Martín Lloret

Otros recursos relativos al autor en este blog: 

Notas de Lectura de La batalla de Occidente

Notas de Lectura de 14 de julio

Notas de Lectura de El orden del día

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