Estamos locos
Juan José Millás. Diario El País, 17-12-2010
En las librerías analógicas entra cada día un ejército de gente con el objetivo
expreso de no comprar. Decimos que son no compradores activos porque antes de
decidirse a no comprar hojean largamente el libro que no les interesa. Cabe
suponer que este tipo de consumidor inverso, al llegar a casa, y cuando su
cónyuge le pregunta de dónde viene, le responde que de no comprar unos libros.
¿Y cuáles no has comprado? Pues no he comprado el de Auster, ni el de Ken Follet
ni el de Almudena Grandes, ni el de Vargas Llosa... No comprar fatiga mucho,
sobre todo si te pasas una tarde entera no comprando a Cervantes, Tolstói,
Flaubert, Dostoievski, Kafka, Joyce... Creo que los libreros detestan a este
espécimen porque ocupa mucho espacio, utiliza el servicio y deteriora la
mercancía.
Las librerías digitales están llenas, en cambio, de clientes cibernéticos cuyo
deseo es adquirir nuevos títulos para su iPad. Pero tampoco compran, en este
caso porque el librero digital se resiste. Si usted lleva siete días intentando
descargarse, previo pago, un libro electrónico y aún no lo ha logrado, no es
porque usted sea un idiota, créame. No nos atreveríamos a decir quién es el
idiota, pero alguno o algunos hay. Resulta increíble que las editoriales más
grandes de nuestro país hayan creado una plataforma gigante de libros digitales
cuyo objetivo parece ser el de no vender libros digitales. El problema es que lo
disimulan porque usted no se da cuenta de que no quieren venderle hasta el
quinto o sexto paso, o hasta la quinta o sexta librería cibernética. Entonces,
cuando ya está a punto de estrellar su iPad contra el suelo, llega el típico
cuñado listo y le aconseja piratear el libro, que es coser y cantar. Si la
famosa plataforma se ha creado en realidad para no vender, que se ponga de
acuerdo con los no compradores del primer párrafo.
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“Semant icy un mot, icy un autre, eschantillons dépris de leur piece, escartez, sans dessein, sans promesse : je ne suis pas tenu d'en faire bon, ny de m'y tenir moy-mesme, sans varier, quand il me plaist, et me rendre au doubte et incertitude, et à ma maistresse forme, qui est l'ignorance.”
Michel de Montaigne. Essais, Livre I, Chapitre L, “De Democritus et Heraclitus”.
Michel de Montaigne. Essais, Livre I, Chapitre L, “De Democritus et Heraclitus”.
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