10 de agosto de 2020

Estrellas rotas

Estrellas rotas. II antología de ciencia-ficción china contemporánea. Ken Liu, editor. Alianza Editorial, 2020. Traducción de María Pilar San Román

Después de la primera antología de ciencia-ficción china contemporánea, el escritor y traductor Ken Liu publica este segundo volumen (Broken Stars, 2019) en el que se dan a conocer a nuevos autores y repiten algunos de los aparecidos en aquella.

Aparte de ese inconfundible aire oriental que bebe de la tradición narrativa de aquel país, la antología muestra algunos elementos comunes a la mayoría de los relatos.

En un número importante de ellos, la acción se ubica en un futuro próximo, un emplazamiento temporal que conlleva una más compleja credibilidad cuanto mayor sea la disparidad con el presente y mayores exigencias para el autor, pero la cercanía puede convertir el relato en más verosímil ya que los elementos intuidos, imaginados o inventados se mezclan con ingredientes conocidos.

Destaca también la insistencia en los problemas de interacción entre humanos y humanoides, derivados directamente de la humanización de estos, una fabricación humana que tiene dificultades para asumir los grados de libertad concedidos.

A pesar de ser poco conocida en occidente, la literatura china proviene de una larga tradición y de una multiplicidad de géneros —a los elementos clásicos de la cultura y la historia china se añaden el wuxia, la fantasía de artes marciales; el chuanyue, la desubicación temporal de los viajeros en el tiempo; y el xiuzhen, la ciencia-ficción con elementos taoístas— equivalente, en número, a la nuestra; ese hecho provoca que los relatos estén compuestos por una mezcla de diferentes géneros, algunos tradicionales en modo académico y otros tratados de forma paródica; en todo caso, una múltiple variedad de registros nada excluyente.

En todo caso, predomina un protagonista compartido: el tiempo, aunque no siempre en modo futuro ni en una configuración fija sino como elemento que sirve de nexo de diferentes escenas y que adquiere protagonismo por delante de su papel circunstancial.

Como sucede en países con déficit democrático —tal vez el caso más próximo al lector europeo sea el papel de la ciencia-ficción bajo el régimen soviético, tanto en la URSS como en los países satélites, también en China existe una tradición de relatos que hacen uso de la alegoría para mostrar cuestiones políticas, poner en entredicho las versiones oficiales o sostener la existencia de un multiforme espíritu de oposición al sistema.

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