29 de mayo de 2017

Los jugadores de Titán

Los jugadores de Titán. Philip K. Dick. Minotauro, 2017
Traducción de Juan Pascual Martínez
Los jugadores de Titán (The Game-Players of Titan, 1963) es una novela publicada en plena década de los años 60, la más fecunda de Dick, en la que dio a luz a más de veinte, y, a pesar de poder considerarse una de sus obras menores, contiene, como era de esperar, gran parte de los trazos comunes de su obra.

Una guerra librada con una especie extraterrestre, las babosas de Titán, ha diezmado la población terrestre y ha convertido en estériles a sus habitantes. Con el fin inicial de tenerles entretenidos, los terrícolas son obligados a participar en un juego de cartas parecido al Monopoly basado en jugar "de farol" en el que se ganan y pierden tierras y cónyuges. Garden, un tipo con una extraña propensión al suicidio, ha perdido sus posesiones en Berkeley y a su esposa Freya a manos de un contrincante insólitamente afortunado. Con el fin de recuperar sus posesiones, urde una trama con sus compañeros de grupo,  consigue una nueva esposa, que será su pareja en las partidas, y reclama la ayuda ilegal de un conocido con influencias políticas. Pero antes de la partida final, aquella en la que ha de consumarse la venganza, el contrincante afortunado es hallado muerto y Garden y algunos de sus compañeros de grupo padecen un súbito ataque de amnesia que pondrá en peligro al consecución de su objetivo.

Las reacciones más disparatadas se desvelan como las más acertadas, mientras que las más sensatas se convierten en totalmente erróneas; los personajes más consecuentes provocan las desgracias más desesperantes, y aquellos impresentables que parecen capaces de provocar las peores calamidades son los que acaban salvando las situaciones.

Paranoias del mas variado pelaje, sustancias alucinatorias, sujetos hipocondríacos, extrañas legunas de memoria, remedos junguianos, precogs, telépatas, poltergeist, telequinesis, personajes con la conciencia en suspensión: los lectores de Dick reconocerán inmediatamente el terreno. Todo ello junto a giros argumentales marca de la casa: cuando una subtrama parece agotada y llegada a un callejón sin salida, Dick saca de su chistera un nuevo truco; como sucede a menudo en las novelas del americano, el lector tiene la sensación de que la novela no estaba planificada en absoluto, y que avanza por pura inercia  en un infinito work in progress. Sea esto cierto o no, esas dudas son un sello característico de las obras de Dick y una de las razones por las que una respetable cantidad de lectores nos hemos convertido en fervientes seguidores.

Calificación: ***/*****

26 de mayo de 2017

El Mundo Resplandeciente

El Mundo Resplandeciente. Margaret Cavendish. Siruela, 2017
Edición y traducción de Maria Antònia Martí Escanyol
El Mundo Resplandeciente (The Blazing World, 1666) fue editada originariamente en un tomo llamado Observations upon Experimental Philosophy: To which is Added Tha Description of a New Blazing World, que consta de una primera parte "filosófica", un tratado "basado en la Razón", que da entrada y justifica teóricamente a la segunda, la novela propiamente dicha, "guiada por la imaginación", una obra de ficción; se trata de una de las primeras novelas europeas debida a una mujer y se la considera precursora del género de la ciencia-ficción. 

Contemporánea de la Edad de Oro de los foros de debate filosófico, Cavendish, duquesa consorte de Newcastle, coincide, formando parte de una especie de lobby racionalista -racionalismo inglés del siglo XVII, hay que tener en cuenta-, en algunos de ellos con pensadores de la talla de Thomas Hobbes y René Descartes.

La trama toma la forma de un viaje cuyo trayecto es modificado por una causa externa, llevando a la protagonista a una especie de universo paralelo, El Mundo Resplandeciente,  habitado por criaturas híbridas de forma animal -hombres-oso, hombres-zorro, hombres-pájaro, aunque posteriormente la protagonista descubre la existencia de otras combinaciones- pero con atributos humanos.

Esos extraños seres, tan sorprendidos como ella por su aparición, la llevan al Paraíso, residencia del Emperador, quien, creyéndola una diosa, se pone a adorarla; advertido por la dama de su naturaleza humana, la venera con otra forma de adoración: la desposa y le otorga poder absoluto sobre su mundo. Estamos a media novela, ha transcurrido la fase "romántica" -calificación de la propia autora-, y la Emperatriz necesita alguien a su lado -y la novela la identificación de la voz narradora-; así que en un trasvase de almas del mundo real al Mundo Resplandeciente, acude nada menos que la propia duquesa de Newcastle, reclamada por la Emperatriz para que le sirva de escriba (por qué los "espíritus inmateriales" no pueden empuñar armas pero el alma de la duquesa sí puede empuñar la pluma es una cuestión que Cavendish no aborda...).

Dispuesta a averiguar el grado de civilización del Mundo Resplandeciente y el estado de sus conocimientos, la Emperatriz se entrevista con representantes de las diferentes ciencias y oficios; las explicaciones que éstos dan a sus preguntas son un resumen de las teorías más en boga en el campo de la por entonces denominada filosofía natural, y no es extraño percibir en las explicaciones de los aborígenes ecos de Hobbes, Boyle, Galileo o Gassendi. Así procede también con los químicos, los galenos, los matemáticos, los oradores y los lógicos, para acabar instituyendo su propia religión -véase una de las utilizaciones del recurso racional que reivindica constantemente- y convocando a los espíritus inmateriales a consulta.

Una vez conocida y asimilada la realidad del Mundo Resplandeciente, la propia Emperatriz y su escriba viajan al mundo de ésta -es decir, al nuestro- para observar y juzgar los contrastes entre una sociedad perfecta y la imperfección hecha sociedad; reparos que retira instantáneamente cuando visita la Familia Real, con la que se deshace en elogios; Cavendish, integrante de la Corte, aprovecha la ocasión para halagar al soberano y a su esposa, de quien es dama de compañía.

A pesar de tratarse, formalmente, de una obra de ficción, El Mundo Resplandeciente oculta, tras la forma de una utopía, dos mensajes principales -obviando el intento de tratado especulativo del prólogo de la editora, cuya osadía, por ejemplo, al calificar a la inglesa de "protofeminista" provoca el sonrojo del lector más ideologizado-: en contra de lo que declara la narradora, la superioridad del empirismo utilitarista sobre el propiamente especulativo -es decir, el a la larga productivo-, y la prevalencia de la nobleza de cuna, de la aristocracia sobre cualquier otra consideración, un discurso, a la vez, muy inglés y muy ancien régime.

Si bien es cierto que, en uno de los pasajes más hilarantes, ridiculiza, mediante la administración de su propia medicina, a los sofistas, también lo es que en numerosos pasajes exuda un sospechoso tufo a dogmatismo escolástico, principalmente en su menosprecio a la ciencia -un concepto que no parece tener muy claro, al menos declarativamente- en beneficio de la Razón -otro concepto fundamental que se le hace volátil-; así, se ve capaz de cargar contra el empirismo, tachándolo de inútil e improductivo y, en cambio, reproduce asambleas virtuales con espíritus inmateriales y la asistencia, discrecionalmente, de las Virtudes, en unos párrafos que recuerdan más a los alucinados textos de los -y, particularmente, de las- místicos medievales que a los filósofos, a ambos lados del Canal, de las Luces.

Firme partidaria del Absolutismo, el discurso político de Cavendish tiene un sesgo conservador indiscutible; Inglaterra acababa de cerrar su Guerra Civil con la destitución de las instituciones republicanas y la restauración de la monarquía en manos de Carlos II, proclamado rey de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Francia. El compromiso de Cavendish con la Familia Real le hace declarar, finalmente, ese reinado y esa forma de organización política y social como paradigma de la sociedad perfecta.

Podría llegar a ser un ejercicio curioso, que sobrepasa las intenciones de estas Notas de Lectura, investigar las semblanzas y las diferencias entre las utopías imaginadas por hombres y las imaginadas por mujeres, sobre todo hasta principios del siglo XX. En todo caso, y a la vista de algunas características de la sociedad perfecta del Mundo Deslumbrante -religión institucionalizada, monarquía, estricta estratificación social-, parece deducirse que algunas de esas utopías han padecido un proceso de envejecimiento fatal. No obstante, igual que sucede con infinidad de obras de la literatura universal, una vez asumido ese décalage, El Mundo Resplandeciente, además de un retrato perfecto de las aspiraciones de una determinada clase social, es una obra literariamente notable escrita por una mujer indudablemente adelantada a su época y cuyo último honor fue ser inhumada en la Abadía de Westminster, práctica que, curiosamente, se inició en tiempos de Oliver Cromwell, el precursor republicano de Carlos II.

Calificación: ****/*****

22 de mayo de 2017

Shakespeare II

Con motivo del cuarto centenario de la muerte de William Shakespeare, el mes de octubre de 2015, Hogarth Press, la editorial fundada en 1917 por Leonard y Virginia Woolf y reactivada en 2012, anunció el proyecto Hogarth Shakespeare que consistía en proponer a ocho escritores contemporáneos la reeescritura de otras tantas obras de teatro de Shakespeare en forma de novela; ignoro cuál fue el criterio de los encargos, aunque algunos son fácilmente deducibles. Esta arriesgada apuesta, asumida en castellano por la Editorial Lumen y de cuyo éxito o fracaso darán cumplida cuenta los textos a medida que vayan publicándose -el último está previsto para mayo de 2021-, comenzó con El hueco del tiempo (The Gap of Time, 2015, título encargado a Jeanette Winterson inspirado (calificado por la propia editorial como "The Winter's Tale Retold") en El cuento de invierno, la penúltima de las obras del bardo.

La segunda entrega de la serie ha sido Corazón de vinagre (Vinegar Girl, 2016), inspirado en The Taminf of the Shrew, una comedia y, curiosamente, la obra de Shakespeare traducida en más ocasiones al castellano por delante de textos más conocidos como Hamlet o El Rey Lear.

Antes de entrar en materia, algunas consideraciones de índole editorial. En primer lugar, las dos primeras obras publicadas y traducidas son dos comedias; y las recreaciones de ambas se han encargado a dos escritoras. Por otra parte, y este es otro trazo que tienen en común, las comedias de Shakespeare, a diferencia de las tragedias, mucho más intemporales, requieren una actualización más amplia y generosa: los motivos que llevan a la risa han sufrido un drástico cambio en cuatrocientos años, y los entornos sociales, en el mundo civilizado, no menos. 
The Taming of the Shrew. William Shakespeare. Bloomsbury, 2010
Edición de Barbara Hodgdon
Al igual que en la otra ocasión, la versión original que he escogido es la publicada por Bloomsbury en su serie Arden Shakespeare, absolutamente respetuosa con el texto original y que, además, incluye un gran aparato crítico de notas y las distintas variantes del texto según las distintas fuentes.
La fierecilla domada. William Shakespeare. Espasa, 2012
Traducción de Salvador Oliva
La traducción escogida, descartadas de principio las traducciones que el paso del tiempo ha convertido en anacrónicas, es la que Salvador Oliva, que cuenta en su haber la traducción completa de la obra de Shakespeare al catalán, obra poética incluida, publicó en el sello Espasa en su recopilación en tres volúmenes de la obra teatral del bardo.

La fierecilla domada comienza con un prólogo en el que Shakespeare incluye uno de sus gags favoritos: el teatro dentro del teatro, la representación para que Sly, un mendigo, se crea realmente un lord que acaba de librarse de una enfermedad que le hacía soñar que era un mendigo; cuando unos comediantes, contratados por un grupo de aristócratas que quieren tomarle el pelo, comienzan a representar una pieza en su honor, acaba el prólogo y empieza el Acto I: la obra que ve representar Sly es, realmente, La fierecilla domada.

Bautista, un acaudalado gentilhombre de Padua, tiene dos hijas casaderas: Catalina -la fierecilla-, una fuerza de la naturaleza de destemplado humor, exigente y cortante como el filo de una navaja, y Blanca, el contrapunto de su hermana, una criatura adorable, con una larga corte de pretendientes. Pero Bautista no concederá la mano de su hija menor hasta haber conseguido emparejar a Catalina. Los pretendientes de aquella, por tanto, no sólo deberán conquistarla sino, al mismo tiempo, encontrar a un iluso que lleve a Catalina al altar y les deje así el camino libre. Petruchio accede al reto y, a fin de domar la bravura de Catalina, le administra su propia medicina. Una vez casados, y tras una mascarada de cambios de papeles común en la comedias del bardo, Lucencio, sinceramente enamorado, consigue el amor de Blanca.
Corazón de vinagre. Anne Tyler. Lumen, 2017
Traducción de Miguel Temprano García
Kate es el único pilar sobre el que se sustenta su peculiar familia, completada por un padre paradigma del científico despistado -"vivía como suspendido en el vacío"- y una indolente y caprichosa hermana menor. Empleada en una escuela infantil, Kate acostumbra a descargar su falta de tacto en los niños y su nula capacidad diplomática en los padres. Pero su destino de solterona parece remediado cuando su padre le sugiere que se case con su irremplazable ayudante de laboratorio, un extranjero al que está a punto de vencer su visado de permanencia en los Estados Unidos, propuesta que, no hace falta decirlo, es rehusada resolutivamente.

Tyler mantiene a la perfección el tono de comedia de La fierecilla domada, pero logra evitar el carácter jocoso de la trama que le insufla Shakespeare; al focalizar la atención, recogiendo una ventaja del género de novela sobre la dramaturgia, y el punto de vista en Kate -a diferencia del original, en el que los protagonistas reales son los pretendientes-, nos permite acercarnos a sus pensamientos y sus reacciones desde dentro del personaje, manteniendo de este modo la comicidad de las situaciones al mismo tiempo que los asomos de dramatismo de la protagonista.

Una recreación con todos los condicionantes que cabe exigir: calidad, originalidad y respeto.

Calificación: ****/*****

Otros recursos relativos al Hogarth Shakespeare Project en este blog:
Entrada "Shakespeare"

19 de mayo de 2017

Un policía en la luna

Un policía en la Luna. Tom Gauld. Salamandra,  2017
Traducción de Carlos Mayor
La acción del álbum Un policía en la Luna (Mooncop, 2016) se sitúa en nuestro satélite en un momento post-colonial: la vida en él ha sido prácticamente abandonada por la mayoría de sus habitantes, pero quedan todavía algunas instituciones; entre ellas, un policía que conoció tiempos mejores y que sigue empeñado en cumplir las funciones que se esperan de él. Montado en su Hovercraft, sigue haciendo sus rondas y respondiendo rápida y eficazmente a las llamadas de urgencia: el rescate de una niña que se ha perdido en un sector prohibido, la búsqueda del perro extraviado de una anciana, la recuperación de la versión autómata de Neil Armstrong evadida del Museo, y responder a la estúpidas preguntas del sistema automatizado de seguridad; y que cuando pide el traslado a la Tierra le envían una unidad de apoyo psicológico que no acaba de adaptarse a su nuevo entorno (la unidad, no el policía).

Dotado de unos diálogos reducidos a su mínima expresión, con una cadencia rítmica magistral, un dibujo claro y plano y un omnipresente azul cielo oscuro cuya frialdad refuerza el tono de tristeza y soledad que Gauld quiere imprimir a su relato, y aun teniendo en cuenta que esta es la opinión de un lego en la materia, el libro es, narrativamente, excepcional.

Calificación: ****/*****

15 de mayo de 2017

La familia Carter

La familia Carter. Frank M. Young y David Lasky. Impedimenta, 2017
Traducción de Miguel Ros González
Versión gráfica de la vida de la familia Carter (The Carter Family. Don't Forget This Song, 2012), un grupo que activó la música popular y folk norteamericana en la primera mitad del siglo XX, desde sus inicios casi accidentales, pasando por la conformación de los diversos grupos, la historia de sus grabaciones discográficas, y hasta su disolución. Un libro sorprendente que hará las delicias no solamente de los aficionados al country más genuino sino también de los partidarios de los relatos dibujados.

Calificación: ****/*****

Bonus track: Impedimenta ha registrado una lista de reproducción de algunas de las piezas musicales emblemáticas de la banda, ideal para acompañar (o no) la lectura del cómic: http://spoti.fi/2mjzjHa

12 de mayo de 2017

Zebulon

Zebulon. Rudolph Wurlitzer. Tropo Editores, 2017
Traducción de Irene Oliva Luque
Zebulon, el protagonista que da nombre a la novela de Rudolph Wurlitzer (The Drop Edge of Yonder, 2008), es un trampero que sobrevive cazando y comerciando con pieles y que, a  causa de una experiencia sexual deficientemente resuelta, es maldecido por una mestiza a vagar sin destino el resto de sus vidas, afectado por una insaciable sed de whisky, una extraña quemazón del dinero en su bolsa y un patológico calambre en el índice de la mano derecha cuando empuña su colt. Incapaz de mantener el culo quieto, y también obligado a no detenerse debido a la costumbre, casi patológica también, de dejar cuentas pendientes allí por donde pasa, emprende un periplo, acompañado en primera instancia por su madre, una anciana que sobrevive cazando después de que su marido la abandonara, y Hatchet Jack, un mestizo que ha sido criado como su medio hermano y que ha cambiado el oficio de cuatrero por el de curandero, siguiendo la línea de la costa Oeste desde las montañas de Colorado hasta el Gran Norte.
"Me criaron mi madre y mi padre a más de mil millas del poblado más cercano. Me lo enseñaron todo sobre los pieles rojas y sobre cómo cazar con trampas y hacer un fuego en mitad de una tormenta de nieve. Luego seguí mi propio camino y me las apañé como pude. Atravesé el pico Pikes descalzo; viví con los sioux y los hopi; cacé búfalos en las Colinas Negras; hice avanzadillas para el ejército; viví con los shoshoni, que me llamaron Hombre Atrapado Entre los Mundos; le rebané el pescuezo a más de uno; les afané caballos a los comanche y a los arapajó; puse trampas con Jake Spoon, el que le declaró la guerra a los crow; en California recogí pepitas del suelo tan grandes como un puño; robé cabezas de ganado desde Colorado hasta Texas; cabalgué por la senda de los forajidos, orgulloso de hacerlo."
Son tiempos de la Revolución mexicana y de la fiebre del oro, mediados del siglo XIX, y la vida no es fácil ni para los emigrantes que emprenden su viaje hacia la quimera con destino a la costa Oeste, a un estado de California recién admitido en la Unión, ni para los colonos que acometen la peregrinación en sus caravanas en busca del Pacífico; son momentos de gran efervescencia en los que parece que nadie puede quedarse quieto.
"El oro es una maldición [...], una amante peligrosa que va seduciendo a todo lo que se interpone en su camino. Esta es mi tercera travesía hasta California. El viaje de ida alimenta siempre las esperanzas a base de adicción y de codicia. El de vuelta es todo pérdidas y desolación."
Es un viaje sin un objetivo claro, como no sea el de escapar, en el que se cruzará con personajes de lo más variopinto: una enigmática cortesana abisinia, un dudoso conde ruso, una resolutiva puta irlandesa, un inspirado agricultor mexicano, un avispado periodista que sigue sus hazañas para contarlas, con una dudosa pero muy "periodística" fidelidad, en tiempo real, y sujetos de dudosa realidad de "ambos lados de la hierba". Zebulon lleva media vida intentando deshacer conjuros y maldiciones, y la otra media conjurándose para engañar a los amigos, a los enemigos y a los espíritus.
"Me preocupa que estemos ligados a un destino que no controlamos. Aunque ¿no es eso el destino, una especie de esclavitud?"
Inculpado injustamente de homicidio involuntario, Zebulon es recluido en un barco-prisión del que es liberado mediante una rocambolesca intervención de sus amigos, pero arrastrando, aun en libertad, la maldición de continuar perseguido más por sus circunstancias que por sus actos (aunque también), una maldición que actúa como el destino, y cuando no es debido a alguna fechoría lo es por la fama de forajido, no enteramente injustificada, que se ha ido creando en torno a su persona.
"¿Eso es todo lo que nos hace falta? ¿Un mapa? ¿Por eso estamos aquí? ¿Para seguir adelante y seguir adelante, más y más, y perseguir al alguien que avanza detrás de nosotros, o tal vez delante, porque no sabemos cómo perseguirnos a nosotros mismos?"
Zebulón es un libro que es una fiesta; Wurlitzer, veterano en esas lides, da una vuelta de tuerca al western clásico empleando los mismos elementos que caracterizan al género pero subvirtiendo su función narrativa en la trama. No sé si el cine actual puede remedar la época de oro del western, ni esa cuestión es el objeto de estas Notas de Lectura, pero lo que sí queda claro, y Wurlitzer se encarga de demostrarlo, es que en la era de la post-modernidad pueden escribirse novelas del oeste que pueden rivalizar con los grandes títulos del pasado.

Calificación: ****/*****

Otros recursos relativos al autor en este blog:
Nog

8 de mayo de 2017

Diario 1863

Diario (1863). Edmond y Jules de Goncourt. Libros Magenta,  2016
Traducción de Armando Pinto. Edición y prólogo de Gabriel Bernal Granados
En una lengua en la que la tradición de la literatura memorialística forma parte del Canon y que recoge verdaderas obras maestras del género, el Diario (Journal. Mémoires de la vie littéraire, publicado a lo largo de las vidas de los autores y también póstumamente) de los hermanos Goncourt es, probablemente, la crónica más exhaustiva y más fiel de las bambalinas de la vida social y literaria parisina -particularmente de la parte más oscura: los enfrentamientos, las disensiones, las enemistades-, y, por extensión, francesa, de la segunda mitad del siglo XIX. El elevado sitial que ocupan habilita a los hermanos para censurar sin conmiseración, mediante mordaces críticas, a los advenedizos en cuestiones literarias, pero también consiguen, con sus instantáneas, un retrato fiel de la sociedad parisina -que es la que cuenta- de su tiempo con un detalle que recogerá, en forma de literatura de ficción pero fuertemente enraizada en la realidad, Marcel Proust en su monumental obra.
"Lo que nosotros amamos en todas las cosas es el exceso: el exceso en las opiniones políticas, el exceso de bienestar o de malestar, del lujo y de la rusticidad, el exceso de los ejercicios físicos. En todo somos enemigos innatos del justo medio."
Los Goncourt, inspiradores de la Academia Goncourt (Société littéraire des Goncourt o Académie Goncourt), son probablemente los primeros en percibir la importancia de un lobby literario para el futuro de las letras y de la vida en general. Conscientes de "el poder de lo impreso y del golpe de pluma",  deciden explotar la influencia que, originada en el mundo literario, puede actuar de disparador en el mundo social; un panfleto puede causar más daño que un enfrentamiento y encumbrar la notoriedad más débiél o arruinar las reputaciones más asentadas. Los hermanos lo saben y hacen uso de ello a discreción, extendiendo sus críticas a todos aquellos campos desde los que esa influencia puede hacerse efectiva, aunque para ello tengan que cargar con algunas de las vacas sagradas de la época; la vida social capitalina, cuyo brillo ha deslumbrado a los arribistas de provincias:
"He dicho que los imbéciles, soportables en el campo, son insoportables en París. No están en su medio. Es necesaria la provincia a los parientes: es su ambiente";
el periodismo, que va camino de convertirse en el cuarto poder:
"En el periodismo, el hombre honesto es al que le pagan por la opinión que tiene; el deshonesto es al que le pagan por la opinión que no tiene";
o la poesía contemporánea, inmersa en un imparable proceso de institucionalización:
"El poeta, antes de nuestros tiempos modernos, era un perezoso, un vagabundo meditativo y adormilado. [Ahora] se ha convertido en un trabajador, siempre trabajando, siempre tomando notas, como [Victor] Hugo. ¡El genio tiene ahora un cuaderno de apuntes".
La edición completa del Diario abarca el período comprendido entre 1848 y 1896, aunque a partir de 1870, tras la muerte de Jules, será Edmond el que se encargará en solitario de su redacción, y comprende alrededor de cuatro mil páginas. La edición de Libros Magenta se limita a lo publicado en 1863; es una reducida parte de la obra completa pero una cata de valor suficiente para hacerse una idea de la profundidad y erudición de esta cumbre de la literatura francesa.

Sin embargo, una descuidada edición puede dar al traste con el texto más interesante. De nuevo, una obra malograda por una traducción que oscila entre lo rutinario, en el mejor de los casos, y lo claramente incorrecto; y una carencia de corrección gramatical que sonroja al lector menos exigente, déficits que sorprenden más todavia teniendo en cuenta que, por lo que parece, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México es co-editora del volumen.

Calificación: Hors catégorie

5 de mayo de 2017

Armand

Armand. Emmanuel Bove. Hermida Editores, 2017
Traducción de María teresa Gallego Urrutia y Amaya García gallego
"Con un cigarrillo, que humeaba por ambos lados, entre los dedos, y la nuca abrigada con el cuello levantado del gabán, yo miraba a los transeúntes. Era una de las distracciones de mi padre. Desde que murió, libre del temor de que me sorprendiera imitándolo, me dedico meticulosamente y sin gran afición a observar cómo va y viene la gente y a recrearme en el contraste de sus fisonomías."
Armand (Armand, 1927) narra algunos episodios de la vida del personaje que da nombre al texto, un joven que ha disfrutado de un cambio de fortuna favorable. De resultas del reencuentro casual con un viejo amigo de sus tiempos de necesidad, y a medias deseoso de mostrarle su nuevo estatus, aunque también como pago penitencial como si ese cambio le avergonzara, reanuda su relación con Lucien, ese desafortunado compadre, por más que ese regreso al pasado conlleve el recuerdo desagradable, considerado desde su nueva situación, de la persona que había sido antes.

Un almuerzo en casa de Armand -de hecho, la casa de su pareja, que le mantiene- al que es invitado Lucien más por caridad que por amistad, pone en evidencia las diferencias que se han alzado entre ambos: la condescendiente superioridad con que le trata Armand es contestada por esa especie de autenticidad que puede aducir Lucien, como si el hecho de no haber progresado ni económica ni socialmente hubiera sido fruto de una decisión voluntaria y no de no haber sabido encontrar su oportunidad; un duelo de personajes en busca de afirmarse en un rol que no les pertenece y del que ninguno de los dos, ante la presencia del otro, se siente satisfecho; y todo bajo la atónita mirada de Jeanne, la compañera y responsable del cambio de fortuna del protagonista, que es incapaz de comprender la antigua y estrecha amistad entre ambos hombres. La paradoja no es que Lucien se encuentre desubicado en la aparente opulencia de su compadre, así considerada desde su precaria situación económica, y de un hogar por lo demás bastante común, sino que su presencia, en razón del pasado compartido, provoca la incomodidad de Armand en su propia casa.

Pero la verdaders revelación para Armand tiene lugar al día siguiente, cuando devuelve la visita a su amigo en la mísera buhardilla en la que malvive. 
"Andaba deprisa. Me gusta ir a casa de un amigo, entrar en la intimidad de un cuarto, adivinar para qué valen las cosas y por qué razones están donde están."
Es allí, enfrentado a la precariedad de Lucien, y que también fue la suya, donde es consciente de lo que perdió en el camino de su ascenso. Sea por un extraño exceso de empatía, sea por la conciencia de la pérdida en términos de fidelidad consigo mismo, Armand se descubre añorando esa época de necesidad. Pero ese regreso, tan deseado como temido, en inviable; en parte, porque Lucien, que sospecha de sus intenciones, se niega a asistirle, pero también porque esa vuelta atrás, caso de intentarse, no puede materializarse desandando el camino que se recorrió al huir.

Cuando alguien por quien sentimos compasión se muestra feliz es que no hemos entendido la realidad de su situación o porque nuestra idea de felicidad no coincide con la suya. En estas ocasiones, la compasión puede parecer un insulto, y quedamos a la merced de la comprensión del otro.
"Estaba en medio de la habitación. Cuando no sé a qué dedicarme, me quedo siempre en medio de una habitación, para estar a la misma distancia de las ocupaciones que podrían venírseme a la cabeza."
El estigma del perdedor se ha explotado, también literariamente, hasta la saciedad para ensalzar cierto carácter heroico con que se le ha asociado: el héroe que sucumbe ante adversidades invencibles es un tropo reconocible desde la Antigüedad clásica que el Romanticismo recogió y elevó a los altares. Los personajes de Bove, los perdedores modernos, no se sostienen sobre ninguna épica, son perdedores porque ni son capaces de convivir con el éxito ni saben aprovecharse de las circunstancias cuando, casi siempre por azar, se ponen a su favor; y ahí quedan, en una especie de purgatorio, confortados por un mundo que conocen y en el que se reconocen, y dejando para los héroes los trabajos de más enjundia.

"Me gusta verme en una elevación, ante un espacio muy abierto. Necesito a veces que me llegue la vista tan lejos como me lo permitan los ojos, ver hasta dónde llega el aire que respiro. Las penas se vuelven menos grandes. Se confunden poco a poco con las de todos cuantos me rodean. Ya no sufro solo. Pensar que en una de esas casas que se extienden hasta el horizonte vive un hombre que a lo mejor se me parece me resulta reconfortante. El mundo me parece entonces menos lejano y sus alegrías y sus dolores más hondos y más seguidos."
Cuando a la literatura se la libra de lo superfluo -éste no es un criterio valorativo, lo superfluo pude ser maravillosamente literario, considérese en su defensa monumentos como Ana Karenina o La montaña mágica, por dar dos ejemplos paradigmáticos-, aparece Robert Walser. O Emmanuel Bove.

Calificación: ****/*****

Otros recursos relativos al autor en este blog:

1 de mayo de 2017

Pensar/Clasificar

Pensar/Clasificar. Georges Perec. Gedisa, 2017
Traducción de Carlos Gardini
Pensar/Clasificar (Penser/Classer, publicado póstumamente en 1985) es un volumen compuesto por varios textos independientes publicados anteriormente en periódicos y revistas entre los años 1976 y 1982, relativos a los más variopintos temas -uno de los cuales da nombre al volumen, que fue el último escrito que vio publicado pocos días antes de su fallecimiento- e indicativos de las preocupaciones, intereses y objetivos del autor.

Perec, perfecto conocedor de "cómo" escribe sus libros, es incapaz de responder a la pregunta de "por qué", como si fueran sus textos los que tomaran el control por delante de sus motivaciones y, mediante la variedad de registros que contienen, convirtieran la pregunta en irrelevante.

Pensar es activar el lenguaje, y éste, como cualquier sistema de símbolos, se presta a multitud de juegos; uno de ellos es el enumerativo, uno de los predilectos de Perec, que puede ser ejercido desde el análisis -a través de la determinación de significados- hasta la saturación -agotamiento de significantes-: una pregunta que sólo tiene una respuesta es una pregunta mal formulada, exactamente igual que la que carece de ella.

Sea la enumeración, sea el análisis, estos recursos puramente literarios adquieren en Perec una vis claramente social: enumerando, describe -por acumulación- a base de sustantivos, ocasionalmente de verbos; analizando, cuestiona, sin juicio de parte ni prejuicio determinante, huyendo también del símil y del adjetivo; y, en ambos casos, expone, eludiendo la calificación pero también la protesta aunque no el cuestionamiento, siempre forma implícita.

Ese orden externo, clasificatorio y racional, envuelve el caos más absoluto, exactamente del mismo modo que un ágrafo percibe una fórmula matemática. Ordenar ese caos parece precisamente el propósito de Perec, aunque tal vez no sea sino todo lo contrario, dejarse llevar por él como principal recurso para desatar la imaginación.

El afán experimental no es en Perec una boutade al uso -el calificativo "experimental" ha envuelto productos impresentables, a menudo asociado a otro calificativo malévolo, "vanguardista"- sino, de nuevo, descubrir nuevos campos literarios y explorar las relaciones entre las palabras y los conceptos. El ejemplo demostrativo que contiene Pensar/Clasificar es una relación de títulos, notas y apartados de un libro de texto sacados de su lugar en las páginas y agrupados por el tipo de letras.

La espontaneidad, la nula "literaturización", la extensión, la variedad y una diversidad de  puntos de vista nada excluyentes convierten Pensar/Clasificar en un conjunto de intervenciones que rozan la oralidad, a las que no cuesta imaginar pronunciadas en una charla intrascendente en un banco del Jardin des Plantes o en la mesa de un café tabac. En todo caso, y como casi siempre en Perec, su lectura es terapéutica, lo más parecido a un reencuentro con un amigo al que hace tiempo que no veías y cuyas agradables nuevas te rodean de un halo de sano optimismo.

Calificación: ***/*****