24 de marzo de 2010

Contrapunto XLIII

Expuesto ante el insondable abismo de lo incomprensible, la razón me lleva a concluir que su naturaleza inquietante se debe a la limitación de mi intelecto. Si en lugar de este razonamiento sintiera la necesidad de buscar una imaginaria explicación en una causa eficiente inexistente, significaría que mi capacidad para razonar ha resultado grave e irremisiblemente dañada.