30 de enero de 2017

La Comedia humana IV

La Comedia humana. Escenas de la vida privada. Volumen IV. Honoré del BalzacHermida Editores, 2016. Traducción de Aurelio Garzón del Camino y María Teresa Gallego 

Cuarto volumen de la organización canónica del ciclo de Balzac perteneciente al sub-ciclo de Escenas de la vida privada que lleva editando Hermida Editores, afortunadamente para los lectores en castellano,  desde hace unos años. Como en cada entrega, me limitaré a enumerar los textos incluidos en cada volumen y a intentar trazar las líneas maestras de la acción, dejando para los especialistas la profundización en las cuestiones técnicas y la valoración global del conjunto de La Comedia humana

"Beatriz"


De nuevo, como en varias de sus obras, Balzac sitúa el escenario en parajes alejados de la corriente principal de la Historia, como si su intención fuera mostrar el contraste entre las grandes ciudades inmersas en el mainstream de la época y los lugares remotos, más en el tiempo que en el espacio, en los que la mirada adecuada es más la del historiador que la del viajero, porque el esplendor que las envolvió se ha vuelto rancio con el paso de los siglos, y la grandeza de la que disfrutaron sólo sirve, si acaso, para acentuar su carácter caricaturesco.

"Guérande no conduce a ningún sitio y nadie viene a ella. Contenta de ser ignorada, no se preocupa más que de sí misma."
Pero no es la cuestión pintoresca la que hace que Balzac escenifique una determinada historia en un lugar concreto, sino la convicción de que el emplazamiento condiciona a sus habitantes hasta tal punto que una historia concreta sólo es verosímil si se enmarca en esa localización.

Sin embargo, la visión no acaba de alcanzar enteramente el carácter caricaturesco porque Balzac, empeñado en reflejar fielmente la realidad, no sobrepasa todos los límites, pues incluso en el más anacrónico de los ambientes encuentra pequeñas cualidades remarcables a las que se agarra para, ensalzándolas, dejar constancia de su indisimulada crítica a la contemporaneidad.
"La hermosura del carácter de los dos ancianos, pues la hermana no vivía sino para y por el hermano, no puede ser ya comprendida en toda su amplitud por las costumbres egoístas producto de la incertidumbre y de la inconstancia de nuestra época."
En esa sociedad aislada por conservadora y conservadora por aislada, cualquier elemento que entrara en ligera discordancia parecería más heterogéneo de lo que resultaría realmente, y aquella diferencia que podría ser tremendamente sutil acaba transformándose en un abismo en el que la maledicencia va de la mano de la incomprensión y el prejuicio se hermana con la desconsideración.
"En una comarca esencialmente católica, atrasada y llena de prejuicios, la vida extraña de aquella mujer ilustre debía ocasionar los rumores que habían asustado al abate Grimont, y no podría jamás ser comprendida; por ello les pareció monstruosa a todos."
¡Ay de aquel personaje que no goza del favor de Balzac!
"Alta, seca, ajada, llena de pretensiones ocultas que sólo se mostraban después de haber sido heridas, hablando mucho y atrapando a fuerza de hablar algunas ideas, como se hacen carambolas en el billar [...] y esto le hacía marchar hacia la iglesia como si hubiese querido conquistarla por asalto, agitando su pañuelo, que desplegó para mostrar sus esquinas sobrecargadas de bordados domésticos y guarnecidas con un encaje sin valor. Tenía unos andares un tanto desenvueltos, que, en una mujer de cuarenta y siete años, no resultaban provocativos."
Un joven heredero de provincias se debate en su amor por dos mujeres mayores, que despliegan todo su arsenal para conquistarle; pero las intrigas pergeñadas por ambas provocan que acabe decidiéndose por un matrimonio "ajeno a su voluntad plena".
"El matrimonio no se compone únicamente de placeres tan efímeros en este estado como en cualquier otro, sino que implica compatibilidades de humor, simpatías físicas y concordancias de carácter, que convierten esta necesidad social en un eterno problema. Las muchachas casaderas, lo mismo que sus madres, conocen los datos de este problema y los riesgos de esta lotería; ésta es la razón de que las mujeres lloren en una boda y los hombres sonrían. Los hombres piensan que no aventuran nada, y las mujeres saben muy bien todo lo que arriesgan."
De resultas del rechazo, una entra en un convento, después de haberle favorecido económicamente, y la otra, la Beatriz del título, vuelve con su amante. Sin embargo, París, además de ser la capital del mundo, es la ciudad de las conspiraciones, y para recuperar al marido perdido su suegra pone en marcha una cadena de traiciones y engaños que devuelven a cada uno a su sitio, haciéndole probar el sabor de su propio veneno, como ese escorpión que, alabado por todo el reino animal por su habilidad con el aguijón, acaba por clavárselo a sí mismo.

"El coronel Chabert"

El coronel Chabert es una de las obras más conocidas de Balzac y, tanto por su temática, por su tratamiento como por la caracterización de algunos de sus personajes, la más dickensiana, aunque ambos escritores fueron contemporáneos -Dickens vivió veinte años depués de la muerte de Balzac- e ignoro si se leyeron. En todo caso, los paralelismos entre El coronel Chabert y el lugar común de la justicia en Dickens -en Casa desolada, pero también en otras novelas- es estremecedor.

"El único epigrama que le está permitido a la miseria es el de obligar a la Justicia y a la Beneficencia a negativas injustas."
La nouvelle explota el caso del militar dado por desaparecido en el campo de batalla que regresa a casa y encuentra sus circunstancias cambiadas hasta tal punto que su reinserción en la vida civil se desvela imposible.

Ante lo escabroso del asunto, que comprometería la deseable neutralidad del narrador -en las dos vertientes posibles, a favor o en contra de la historia del coronel-, Balzac opta porque sea el propio protagonista, en su conversación con el procurador, el que relate sus desventuras; por supuesto que su credibilidad queda comprometida, pues son sus propios intereses los que están en cuestión, pero el autor ha sabido caracterizar de tal modo al personaje que el lector queda convencido de que, sea o no cierto que al coronel le sucediera lo que cuenta, sí que parece ser que él cree que es lo que le acaeció.
"Todos los horrores que los novelistas creen inventar están siempre por debajo de la realidad."
Por si fuera poca la desgracia de haber desaparecido de los registros de los vivos, Balzac da otra vuelta de tuerca al casar a la "viuda" de Chabert con un conde muy influyente, con el consiguiente ascenso social y, a la vez, convirtiendo en imposible la arduia tarea del coronel para recuperar sus derechos. Como sucede a menudo, Balzac no otorga un papel demasiado lucido a las mujeres.
"Existen en París muchas mujeres que, como la condesa Ferraud, viven llevando consigo un monstruo moral ignorado, o que bordean un abismo; pero se forman un callo que protege su punto sensible, y pueden todavía reír y divertirse."
"Honorina"
"La excesiva felicidad y el excesivo dolor obedecen a las mismas leyes."
Incluso para el chauvinismo francés -aunque debería decir sobre todo parisino, la acción se ubica en 1836-, Italia tiene el encanto del exotismo y la meridionalidad; para la sociedad capitalina, los Alpes Marítimos son más que una frontera física, son una linde con el pasado, con el no-tiempo que París ya ha rebasado y con un paisaje imposible a los que viajar con el espíritu del antropólogo. De forma parecida a Stendhal, aunque sin síndrome, Balzac considera Italia como una suerte de paraíso perdido al que la  ausencia de franceses ha malogrado, un país al que hay que reconquistar y civilizar al que le faltan los franceses y le sobran los italianos; en definitiva, el mejor lugar para exiliarse. Por esas razones, uno de los puestos codiciados en la función pública es el de embajador en Italia: se puede disfrutar de la totalidad del país, se limita el inconveniente que supondría el contacto humano con los aborígenes a la sociedad más selecta y a los franceses de viaje, y se puede seguir siendo enteramente francés.

Es precisamente uno de estos franceses transplantados a Italia quien, ante la visita de algunos compatriotas, les cuenta, en primera persona, la historia de su vida desde que, recién licenciado en Derecho, entró al servicio de un aristócrata miembro de la Magistratura. Mediante un hábil cambio de narrador -el tercero, en cascada-, el ayudante pone en boca del conde su desgraciada historia de amor con la Honorina del título. Balzac necesita fiabilidad, más que verosimilitud, y para ello utiliza constantes cambios de narrador, formando un rompecabezas en el que el discurso de cada elemento adquiere sentido sólo en relación con sus vecinos.

Honorina es una historia de fidelidad y de traición, de ofensa y de perdón, en la que Balzac saca a la luz su arsenal de recursos retóricos para seguir retratando con la fidelidad del miniaturista unas relaciones sociales, desde el punto de vista del marco privado, que acabaron configurando una época que, aun en vías de extinción, daba sus últimos coletazos comprometiendo la seguridad que la tradición ya no podía garantizar.
"-Todo esto no es vida -dijo la señorita Des Touches-. Esa mujer es una de las más raras excepciones y acaso la más monstruosa en cuanto a inteligencia. ¡Una perla! La vida se compone de sucesos variados, de dolores y de placeres alternativos. El Paraíso de Dante, sublime expresión del ideal, es un azul sereno y constante que no se encuentra sino en el alma, y pedírselo a las cosas de la vida es una voluptuosidad contra la que protesta continuamente la naturaleza. Para tales almas es suficiente con los seis pies de una celda y un reclinatorio."
"La interdicción"
"Una mujer de mundo lleva [a todas partes], es el diamante con que un hombre corta todos los cristales cuando no tiene la llave de oro con la que se abren todas las puertas. Las virtudes burguesas, para los burgueses; para los ambiciosos, los vicios de la ambición."
El señor Popinot es un magistrado justo pero poco ambicioso que vive en una casa que amenaza ruina en uno de los peores distritos de París; Balzac vuelve a dirigir su mirada hacia el mundo de la justicia, de la adulación vacía, de las apariencias, del ascensor social, centrando su historia en una demanda de interdicción que va a parar al juzgado cuyo titular es un hombre que, tras una apariencia zarrapastrosa, esconde un alma noble y una verdadera vocación que le inclina a impartir justicia antes que a aplicar la ley, sea quien sea el demandante y obviando las circunstancias sociales del demandado.
"La señora de Espard estaba, desde hacía siete años, muy de moda en París, donde la moda eleva y abate sucesivamente a personajes que, tan pronto grandes, y tan pronto pequeños, es decir, en boga hoy para ser olvidados mañana, se convierten más tarde en personajes insoportables, como lo son todos los ministros en desgracia y todas las majestades caídas. Disgustados por sus pretensiones marchitas, estos lisonjeadores del pasado lo saben todo, maldicen de todo, y, como los pródigos, arruinados, son amigos de todo el mundo."
Bajo su apariencia ridícula, acentuada por Balzac para contraste con el aspecto de la demandante, se descubre el genio lleno de perspicacia del juez; por otra parte, la superioridad social y moral que quiere mostrar aquélla es desenmascarada de inmediato por éste, que hace de su aparente estupidez el arma que la abate.

Como en otras obras, aunque en este caso acentuado por la intención de remarcar el contraste anteriormente citado, el sistema narrativo se ajusta a este método:

1.- Introducción al personaje, descripción de su residencia, historia familiar y examen de su pasado.
2.- Encuentro con su antagonista, reformulación de las descripciones anteriores bajo el punto de vista de éste.
3.- Diálogo, desnudamiento del personaje, desenmascaramiento de las apariencias.

Balzac no perdona la hipocresía de la gente bien, personalizando en París todos su reparos.
"En París, la virtud más pura es objeto de las calumnias más asquerosas."
"Una hija de Eva"

Balzac regresa al mundo en el que mejor se desenvuelve, en el que sentencia con más finura y en el que administra su bilis con más acierto: el mundo femenino. Regresa también a un elenco protagonista conocido: el caso de dos mujeres, ligadas por lazos familiares más o menos estrechos y enfrentadas a dos destinos opuestos. Echando mano del recurso que mejor maneja, la ironía, nos informa de la estricta educación a que las ha sometido su madre y del ambiente general de represión que reinaba en su casa, excepto para sus hermanos varones.
"Hay muchas familias en las que transcurre de este modo la vida interior, que podría imaginarse íntima, unida y coherente: los hermanos se encuentran lejos, ocupados por los cuidados de su fortuna, por su carrera o por el servicio del país; y las hermanas están envueltas en un torbellino de intereses de familias extrañas a la suya. Todos los miembros viven entonces en la desunión, en el olvido los unos de los otros, unidos tan sólo por los frágiles lazos del recuerdo hasta el momento en que el orgullo los llama y en que el interés los reúne, para separarlos al fin, no pocas veces, de corazón, como lo han estado de hecho."
La hermana cuyo matrimonio es como una balsa de aceite, con todas sus consecuencias, echa en falta algo de excitación cuando entra en escena un escritorzuelo autor de varias obras maestras que sólo valoraron los entendidos; ninguna mujer que haya tenido una infancia inocente y un matrimonio feliz está a salvo de la tentación de la transgresión.
"Aquellos que conocen la inclinación del espíritu humano hacia las oposiciones y los contrastes, comprenderán muy bien que después de diez años de esta vida desarreglada, bohemia, llena de altibajos, de fiestas y de embargos, de sobriedades y de orgías, Raúl se viese arrastrado hacia un amor casto y puro, hacia la casa dulce y armoniosa de una gran señora, del mismo modo que la condesa Félix deseaba introducir las tormentas de la pasión en su vida monótona a fuerza de felicidad. Esta ley de la vida es la de todas las artes que no existen sino por contrastes. La obra llevada a cabo sin estos recursos es como la última expresión del genio, así como el claustro es el pináculo de la vida cristiana."
Raúl, el supuesto escritor, es el representante del mundillo literario a la moda, la eterna promesa para los que lucen de entendidos pero un perfecto don nadie para el público lector; Florina, su amante, es una digna representante del ambiente escénico, de la apariencia y de la superficialidad. Es en el retrato de ambos personajes centrales en la novela en el que Balzac reproduce el ambiente "cultural" que, junto con la aristocracia de los salones y las cenas y la oligarquía de las grandes fortunas, constituyen cuatro de los pilares sobre los que se asienta la sociedad de la época.
"Sus colaboradores le odiaban momentáneamente, dispuestos a tenderle la mano y a consolarle en el caso de que triunfase. Así es el mundo literario. En él sólo se quiere a los inferiores. Cada cual es enemigo de cualquiera que tienda a subir. Esta envidia general duplica las posibilidades de los mediocres, que no suscitan envidias ni sospechas, hacen su camino al modo de los topos, y, por muy tontos que sean, se encuentran colocados en el Moniteur en tres o cuatro puestos en el momento en que los hombres de talento luchan todavía unos con otros, a la puerta, para impedirse la entrada."
Calificación: Hors catégorie

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