30 de junio de 2015

Lecturas de junio

Los viernes en Enrico's. Don Carpenter y Jonathan Lethem. Sexto Piso, 2015
Traducción de Javier Guerrero
San Francisco y Portland, años 50, en pleno auge de la generación beat. Cuatro aspirantes a escritor cruzan sus vidas: Charlie, la eterna promesa, el modelo de escritor destinado a grandes hazañas literarias. Jaime, su esposa, bloqueada por un sentimiento de inferioridad debido a las capacidades de su marido. Dick acaba de publicar un relato en Playboy, pero duda de su talento. Y Stan, un asaltante de viviendas, descubre su vocación literaria mientras cumple condena por robo. Con estos personajes prácticamente arquetípicos, Carpenter especula con las cuestiones que son tan antiguas como la propia escritura: la supuesta preeminencia de la inspiración sobre el oficio. La envidia por las capacidades y los éxitos ajenos. La legitimidad del egoísmo celoso o del desprendimiento condescendiente. Muestra la cara menos literaria de la vida de los aspirantes a escritores y los obstáculos que ésta les presenta. Bucea en las distintas motivaciones de los protagonistas: la redención de una vida conflictiva; la necesidad, la obligación; el objetivo de una vida; o, simplemente la adquisición de fama y dinero. Y para fama y dinero, está Hollywood, el lugar donde se materializan los sueños -siempre por un módico precio, generalmente en forma de renuncia- pero también donde con más facilidad tienden a convertirse en pesadillas. Carpenter escribe sin artificios, sin distracciones, con naturalidad y con la honestidad de quien tiene algo importante que contar y no quiere distraer con trucos de ilusionista; la recuperación de este Los viernes con Enrico's, completado con la admirable maestría -tanta, que es muy difícil rastrear su huella- que sólo es posible desde el más genuino homenaje por Jonathan Lethem, es una excelente noticia, ojalá todos los inéditos póstumos fueran como éste.
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Una danza para la música del tiempo: Primavera. Anthony Powell. Anagrama, 2000
Traducción de Javier Calzada

"Los hombres que trabajaban en la esquina se habían montado en plena calle una especie de campamento, cuyo perímetro parecía marcado por las luces rojas de unas lámparas de seguridad montadas sobre trípodes, al borde de una sima en la carretera que conducía a la red de desagües subterráneos. Y allí, reunidos en torno a un cubo lleno de ascuas de carbón colocado frente a la entrada de su refugio, se distinguían varias figuras humanas dedicadas a frotarse el cuerpo con los brazos y a restregarse las manos, como si fueran comediantes que, con sus exagerados gestos, estuvieran representando una pantomima para dar expresión formal a la idea del frío extremo. Uno de ellos, un tipo enteco enfundado en un mono azul, más alto que los demás, con la actitud jocosa y una nariz larga y puntiaguda como la de un bufón shakesperiano, se adelantó de pronto y, como si ejecutara algún ritual, arrojó a las brillantes ascuas de carbón cierta sustancia..., aparentemente los restos de un par de arenques medio envueltos en papel de periódico. Su acción provocó la erupción de una viva llamarada y después la de una columna que el viento del noreste arremolinó en su ascenso. Y mientras la oscura humareda flotaba por encima de los tejados, la nieve comenzó a caer suavemente del cielo grisáceo, con copos que se deshacían con un leve siseo al alcanzar el cubo. Las llamas remitieron de nuevo y los trabajadores se apartaron del fuego como si todas aquellas ceremonias hubieran concluido de momento; unos para descender dificultosamente al interior de la zanja y otros para retirarse a las sombras de su refugio de lona alquitranada. Los copos agrisados seguían cayendo indecisos, mansamente, mientras el aire se impregnaba de un olor áspero y amargo a gas. Despuntaba el día."
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Presentación de la obra en: http://jediscequejensens.blogspot.com.es/2015/06/una-danza-para-la-musica-del-tiempo-i.html
Reseña completa en: http://jediscequejensens.blogspot.com.es/2015/06/una-danza-para-la-musica-del-tiempo-ii.html 
Una danza para la música del tiempo: Verano. Anthony Powell. Anagrama, 2001
Traducción de Javier Calzada
"Al igual que uno de los "fantasmas" de Stonehurst, la guerra se cernía a los pies de tu cama cuando despertabas por la mañana, y, a diferencia de otros espectros más pasajeros y acomodaticios, si gigantesca forma, lejos de disiparse de inmediato, permanecía como una sombra borrosa, amenazadora, cada vez mayor y de creciente densidad. Las grises y parpadeantes secuencias proyectadas en la pantalla mostraban con tenaz persistencia primeros planos de demagogos fornidos, coléricos, gesticulantes, que reforzaban sus frases con patadones en el suelo; océanos de brazos alzados; soldados con casco de acero desfilando en columna; carros blindados atronando el espacio al avanzar por el adoquinado de amplios bulevares. La crisis no remitía. El cataclismo ya no podía demorarse más."
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Reseña completa en: http://jediscequejensens.blogspot.com.es/2015/06/una-danza-para-la-musica-del-tiempo-iii.html 
Una danza para la música del tiempo: Otoño. Anthony Powell. Anagrama, 2002
Traducción de Javier Calzada
 "Se agotaba el tiempo. Ahora que se había levantado una vez más el telón de aquella vieja y aclamada representación -La guerra- en la que, por lo visto, me habían asignado en esta ocasión un papel de comparsa, los días que faltaban para que tuviera que incorporarme a mi unidad serían necesarios para los ensayos con vestuario. Tendría que aprenderme bien mis entradas. Cuanto más pensaba en ello, más adecuada me parecía la metáfora. Por otra parte, las ropas, si no todo el hombre, constituyen por lo menos una parte muy importante de él, especialmente cuando se trata de uniformes."
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Reseña completa en: http://jediscequejensens.blogspot.com.es/2015/06/una-danza-para-la-musica-del-tiempo-iv.html

Una danza para la música del tiempo: Invierno. Anthony Powell. Anagrama, 2003
Traducción de Javier Calzada
"Cada década recriminatoria plantea nuevos enigmas: cómo vivir mejor, cómo escribir mejor. La de los cincuenta, en principio menos aceptable para uno que la de los cuarenta, tiene, como mínimo, la ventaja de confirmarle sus peores sospechas acerca de la vida, liberándolo así de un considerable trecho de expectativas vanas y de típicas fantasías que son tan obstructivas para la creación literaria como para la vida. Puede que el quincuagenario ya no sea dueño de sí, pero, con todo, lo es de una pasable experiencia miscelánea de la que echar mano a la hora de formar opiniones, distorsionadas o no, que por lo menos hasta cierto punto puede llamar "propias". Pasado el medio siglo, una conclusión inevitable es la de que muchas cosas que al principio nos parecían increíbles no deben situarse ni mucho menos en una zona más allá de toda credibilidad."
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Reseña completa en: http://jediscequejensens.blogspot.com.es/2015/06/una-danza-para-la-musica-del-tiempo-v.html

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