16 de diciembre de 2024

Gérard Macé y Pierre Michon: «Dime con quién andas... »

 

Siguiendo con el empeño de desvelar vínculos, ocultos o explícitos, entre algunos escritores franceses de la misma generación, aparte de la admiración mutua y la amistad personal que los une, transcribo el artículo «Dis-moi qui tu hantes… je te dirai qui tu es», en el que se rastrean las conexiones entre Gérard Macé y Pierre Michon en relación a la escritura biográfica.

Gérard Macé y Pierre Michon:

«Dime con quién andas y te diré quién eres»


Karine Gros

1

Los relatos de fin de siglo de Gérard Macé y Pierre Michon desatienden deliberadamente las teorías de la novela para desarrollar un nuevo arte literario. Al hacerlo, remiten a una forma de escritura narrativa que podía creerse desaparecida: la que privilegia a las anécdotas del pasado y reintroduce el gusto por las leyendas. No se trata, para esos dos escritores, amigos en la vida real, de escribir una novela sobre la novela, sino de escribir y describir el placer del relato, que se vuelve, de este modo, eminentemente poético. Gérard Macé no duda en elogiar los poderes del poeta, recuperando como exergo de Vieas antérieures una cita de Keats, parafraseada por Baudelaire: «El poeta goza del incomparable privilegio de poder ser, según le plazca, él mismo y los demás. Como esas almas errantes que buscan un cuerpo, se apodera, cuando quiere, del personaje de cualquiera» (ibíd., p. 9). Este comentario, que subraya la primacía de las obsesiones de los autores, sugiere el nacimiento de una nueva escritura sobre el yo, de una escritura que podría responder a la exigencia «Dime con quién andas y te diré quién eres».

Con el fin de subtayar las formas y las cuestiones en juego en las obras de Pierre Michon y Gérard Macé, es necesario establecer los vínculos entre el relato de vida, la biografía imaginaria y el ensayo-ficción, y luego la renovación autobiográfica que oscila entre el relato de vida, la mitobiografía y la autoficción. De este modo, se hace manifiesto que uno de los objetivos de las obras de Pierre Michon y Gérard Macé, más allá del desvelamiento del yo a través de las obsesiones, es proponer, con una escritura poética y musical, un cuestionamiento del lenguaje, visual, corpóreo, verbal, pero también literario.

Las narraciones poéticas de Pierre Michon y Gérard Macé: entre la biografía imaginaria y el ensayo-ficción

Cuando Pierre Michon se pone a evocar vidas, empieza por contar nacimientos: el advenimiento de una palabra en Rimbaud le fils, de una correspondencia epistolar o de una lectura en Vies minuscules, de un texto en Mythologies d'hiver, de cuadros, los de Watteau, Goya o Piero della Francesca en Maîtres et serviteurs o los de Van Gogh en Vie de Joseph Roulin. Pero evocar vidas, para Pierre Michon, significa también relatar los fracasos y decepciones de los personajes. Algunos, como André Dufourneau, Antoine Peluchet y los hermanos Bakroot2, sólo tienen «vidas minúsculas», mientras que otros se crean, como Le Roi des Bois, un «reino sin ilusión»3 que no pueden más que maldecir, como sugiere el terrible mandato del final: «Maldecid al mundo, él hace lo mismo con vosotros» (ibíd., p. 50).

Aunque las biografías imaginarias de Pierre Michon se basan en una determinada cultura, no se trata de que el autor siga a un personaje ilustre desde su nacimiento hasta su muerte, como cabría esperar de una biografía clásica. Se trata, por contra, sin dejar de admitir sus dudas y escollos, de centrarse en un detalle que revela hondamente el carácter de la persona. Así, hablando de Van Gogh y de Roulin, admite que «no sabemos lo último que se dijeron»4, y puntúa su obra con algunos «creo», «quiero creer» o «tal vez» (ibíd., p. 20, 24, 35, 41, etc.). Esta poética de la vacilación se desarrolla a través de una estética de la negación —pero también de la oposición— que forma parte integrante de la voluntad de ficción del autor y le permite construir biografías imaginarias, renovando así el género biográfico. Al presentar a su personaje Hilère en Mythologies d'hiver, el autor señala:

«Hilère se está haciendo viejo. Podemos saber que se está haciendo viejo, pero sabemos poco de él. Sabemos lo que no es. No es Hilaire de Poitiers [...]. No es Hilaire de Carcassonne [...]. No es Hilaire de Padoue [...]. Tampoco es Hilarión de Gaza, el amigo de San Antonio, de quien Flaubert dijo audazmente que era el diablo. Y el nuestro, Hilère, conoce muy bien al diablo también»5.


Al igual que Pierre Michon, Gérard Macé mezcla con éxito el relato y la biografía de un personaje conocido. Deteniéndose en momentos concretos de la vida de sus personajes, el autor recuerda, por ejemplo, ciertos periodos de la vida de Cristóbal Colón, que «quería ser rey»6 , o los momentos deslumbrantes de Díaz del Castillo, que, pensando «en tanto esplendor del que no queda nada, [...] se dice que tal vez haya visto Troya» (ibid, p. 61). Admitir sus lagunas es para él un medio para enriquecer su narración, para inventar hasta cierto punto otro personaje, al tiempo que se inspira en elementos concretos. Hablando de Dumézil, confiesa:

«No conocí a Georges Dumézil, por eso puedo hacer de él un héroe de nuestro tiempo, a medio camino entre el muerto ilustre y el personaje imaginario; pero me informo recogiendo lo que él mismo confió, lo que no es poco, en sus prefacios o en sus notas a pie de página, así como en un libro de entrevistas»7.


Esta mezcla de biografía, invención y cultura demuestra que las narraciones poéticas de Gérard Macé y Pierre Michon se acercan a la «mitobiografía»8. Así lo expresa Claude Louis-Combet, que recuerda que los mitos participan del desvelamiento de una personalidad. Según Dominique Viart, se trata incluso de un caso de «un mitología corregida por la sociología», ya que las «poses y posturas de los artistas [...] reflejan a la vez su construcción mítica y su posicionamiento sociológico»9.

Escribir vidas míticas salpicadas de elementos sociológicos es uno de los enfoques estimados por Gérard Macé y Pierre Michon. Este último lo asimila a una «dura prueba», ya que con los «seres que han existido realmente, se piensa en el otro y no sólo en los propios apetitos, [mientras que] una narración dejada enteramente a la imaginación sólo puede ser una narración del deseo»10. Resulta difícil, por tanto, clasificar genéricamente las obras de Pierre Michon y Gérard Macé, como este no duda en reconocer:

«Estoy verdaderamemnte fascinado por el término “ensayo”, que se ajusta a mi propósito. Siento una fuerte atracción por las formas breves, cambiantes, inciertas. Los ensayos, esos intentos, esa gran categoría de la literatura, esos escritos proteicos, son mi modelo. Ese término, “los ensayos”, me convendría, con todo lo que conlleva de aventura»11.


La escritura de Gérard Macé puede compararse con la definición del ensayo de Jean-Claude Larrat, que subraya la importancia de la metamorfosis del Yo en Otro, tanto para el autor como para el lector:

«El arte del ensayista, como el del novelista, consiste en hacer que el lector, al que se supone que acudimos para hablar del mundo, sea sensible a un “yo” distinto de él mismo, hasta el punto de hacerle esperar una metamorfosis en ese otro “yo”, con el único fin de ser él mismo»12.


Mientras que algunos de los escritos de Gérard Macé pueden ser asimilados al ensayo-ficción, como el Ex Libris dedicado a Corbière, Nerval y Segalen entre otros, Pierre Michon, por su parte, se niega a ver en sus relatos fragmentos de ensayos. Al contrario, quiere poder desprenderse y desligarse de lo que escribe. Como alguien que escenifica nacimientos, y cuyas obras evocan a menudo la cuestión de la paternidad biológica o espiritual, se reserva el derecho de no reconocer la autoría de lo que dice, o al menos de no suscribirlo completamente. Remarca, en efecto, que:

«No puedes imaginar que eres aquel que has establecido a través de unos pocos textos. No puedo atenerme completamente a lo que he escrito. Sólo los ideólogos pueden, incluso los de muy alto nivel como Péguy o Bernanos. Al definir su pensamiento en sus libros, sólo pueden atenerse a él. Pero alguien que no es un ideólogo, un fabricante de textos como yo, puede desvincularse de lo que ha hecho»13.


Quizá por ello sea mejor hablar con Dominique Viart de «ficción crítica»14 que de ensayo-ficción.

Una renovación de la autobiografía

Hablar de los demás para hablar de uno mismo, para vivir una vida por delegación a través de los demás, a través de sus obsesiones: éste es el verdadero propósito de Vies minuscules. El autor advierte de ello al lector desde las primeras páginas de su libro, en las que evoca a André Dufourneau: «Pero hablando de él, es de mí mismo de quien hablo»15.

El objetivo no es tanto revelar verdades sobre esos personajes como encontrar en sus vidas elementos personales que el autor desvela a veces sólo al final del relato, en una conclusión cercana a una moraleja:

«Me he esforzado en no adoptar un enfoque de historia literaria, sino un punto de vista individual, subjetivo. Para mi Rimbaud, he intentado ver dónde mi propia persona y la suya están en la misma onda [...] para alimentar una relación cara a cara entre lo que yo era en mi juventud y lo que pudo haber sido Rimbaud»16.


Estos relatos se basan en un paralelismo, una fusión entre las vidas de los demás que le persiguen, que él persigue, y su propia vida. Pierre Michon se revela, descubre sus incertidumbres a través de los demás.

Las obras de Gérard Macé, a veces biográficas, indirectamente autobiográficas, permiten también al autor descubrirse a sí mismo a través del Otro y proponer una vida por delegación, una vida parasitaria. «Escribimos para alojarnos en el cuerpo de otro, y para vivir como parásitos en uno de los agujeros cavados por la memoria»17, afirma en Vies Antérieures. Todo parece mezclarse para dar a luz una nueva escritura sobre uno mismo a través de un desvío por el otro. Claude Louis-Combet, en Blesse, ronce noire, habla de «uno de esos ensueños posibles, sin ninguna preocupación por el trasfondo histórico», de «una ficción, nada más, nacida de la contemplación de los rostros, sabiendo que sólo podemos conocernos donde nos reconocemos»18. Ningún deseo tampoco «de historia con trasfondo histórico» en Pierre Michon, para quien los lugares no tienen valor por sí mismos: «Poco importa que Gévaudan e Irlanda sean los escenarios en los que se desarrollan estos breves dramas. Lo que importa es que, con el mundo, se hagan países y lenguas, con el caos del sentido»19.

La preocupación del autor es escribir una historia universal, construir un sentido a partir de lo escrito, a partir de sus libros, lograr una escritura mítica. Y cuando Gérard Macé dice que «traducir, interpretar, soñar la propia vida tomándose por otro, es decir, una preocupación poética, expresada aquí por la evocación de personajes»20 , se refiere a lo que Dominique Rabaté llama el «olvido de sí mismo», es decir, el hecho de que «el sujeto se desprende de sí mismo, se distancia y se proyecta como en un personaje de ficción»21

El sujeto de la escritura es, pues, una fuerza en movimiento que se compromete en el acto mismo de la enunciación a partir de sus obsesiones. Una fuerza en movimiento que no propone una verdadera autobiografía, sino elementos autobiográficos a través del Otro. El propósito literario de ambos autores parece, en cierto modo, unirse al proyecto de Serge Doubrovsky, quien, a propósito de su obra Fils, afirmaba:

«¿Autobiografía? No, ése es un privilegio reservado a las personas importantes de este mundo, en el atardecer de su vida, y en un bello estilo. Ficción, de acontecimientos y de hechos estrictamente reales; si se quiere, autoficción al haber confiado el lenguaje de una aventura a la aventura de un lenguaje... »22.

Nótese la palabra «aventura», muy apreciada por Gérard Macé. ¿No será el objetivo de Pierre Michon y Gérard Macé poner de relieve la aventura del lenguaje?

De la aventura del lenguaje al placer de la poesía

La aventura del lenguaje, o más exactamente, la aventura de los lenguajes. El lenguaje de la imagen en Un monde qui ressemble au monde, en el que se combinan texto y fotografías, pero también el lenguaje de la naturaleza, en Choses rapportées du Japon, «donde se escucha crecer las piedras»23. Gérard Macé es también un escritor que presta gran atención al cuerpo, a su papel como lenguaje24. El lenguaje corporal influye en el niño, que lo busca y lo descubre en su madre, quizá porque la primera lengua es la materna. Champolion, según Gérard Macé, «aprendió a leer siguiendo los movimientos de los labios de su madre»25. Este habla materna se ve a veces obstaculizada, desbaratada, como en Les Trois Coffrets, por una herida en la boca, «por una cicatriz en el labio superior: no el dolor de la carne cosida, sino una huella tan leve como el acento extranjero de la musa o el lapsus de una amante»26 . Esta palabra, a veces silenciosa, se convierte en el símbolo por excelencia de un misterio, como «La muette de Raphaël» en Colportage III27. Escribir, para Gérard Macé, pasa por evolucionar en torno a ese misterio, a ese secreto evocado, de modo que la aventura del lenguaje es también la aventura del lenguaje literario. En una búsqueda frenética del arte poético, el lenguaje de Macé cita a poetas y poemas y se agota en la prosa. Recordando la fórmula de Nerval de que «había allí suficiente para hacer un poeta»28, Gérard Macé también admite, angustiado, que no es «más que un soñador de la prosa» y deplora la desaparición de la poesía. Que «el viento» esté ahora «en la prosa» (ibíd., p. 109) es, en efecto, lo que lamenta. En La Mémoire aime chasser dans le noir, llega incluso a presentar a Orfeo como un «viejo búho de ojos de oro abiertos de par en par [...] guiado por las palabras de un canto de ciego» (ibíd., p. 107). Por último, desaprobando la somnolencia poética, Gérard Macé denuncia: «Siglos de arrogancia para acabar como cerdos, con oídos absolutamente modernos y sordos absolutamente: ya no hace falta cantar, basta con la sorna, porque el viento está en la prosa y estamos curados del Oriente» (ibíd., p. 109).

Del mismo modo, en 1997, en un pasaje particularmente virulento en el que subraya sus convicciones literarias29, Gérard Macé da un paso más y condena de nuevo la poesía moderna, considerada como artificio, en el sentido peyorativo del término. Preguntado sobre su pasión por la poesía, sobre su estilo de escritura, que a menudo mezcla prosa y poesía, y sobre su concepción del género novelesco, responde:

«Se pueden contar muchas historias fuera de la novela, y la poesía nunca ha rehuido esto. La poesía narrativa, la de Coleridge. Lamento la desaparición de esa narración poética.

¿Poética? ¿Qué es este tipo de poética? En la poesía narrativa, se trata de un  pensamiento que no es discursivo, sino analógico: el estilo cuenta tanto como el resto. Así pues, atraído por este tipo de escritura, me gustaría llegar, tanto a través de mis obras en prosa como poéticas, a conclusiones más musicales que didácticas»30.


Es a través de una prosa poética como nos revela que el verdadero reto de su escritura, su búsqueda primordial, es la poesía. Simónides, Orfeo31, Champollion o Dumézil son los símbolos por excelencia de esta búsqueda literaria. La errancia de los personajes es el reflejo de la errancia de sus relatos, que oscilan entre distintos géneros, y la del lector desconcertado, que no consigue clasificar las obras que descubre.

Hay autores cuya obra es inclasificable, este es el caso de Gérard Macé. A  menudo fragmentarias, aparecen simultáneamente como relatos, ensayos, poemas en prosa, en los que la narración, a veces primordial, se convierte en pretexto para el ensayo, o el ensayo, a veces primordial, invade la narración poética. Oscilando entre diferentes temas, mezclando múltiples obsesiones, sus textos se distinguen por su ritmo, por el entrelazamiento de las palabras, las ideas y las imágenes que desarrollan, y se presentan como secuencias que se responden, se oponen, se mezclan, arrastrando al lector a la aventura del lenguaje y del placer poético.

También resulta difícil clasificar las obras de Pierre Michon. Mientras que La Grande Beune pertenece al género novelístico y, según Bruno Blanckeman, recuerda incluso a «la novela de formación»32, las demás obras de Pierre Michon se distancian de esa clasificación. Esta distancia es deseada por el autor, que considera anticuado al género novelísticoa. En su opinión, su apogeo tuvo lugar en el siglo XIX, y la novela contemporánea no es más que un «subproducto»33: «Porque, ¿qué era la novela en el siglo XIX? Un estudio sociológico unido a una historia de amor. No creo que hoy en día la novela sea la mejor manera de hacer eso; el cine lo hace mucho mejor» (ibíd., p. 6).

En razón de que la novela, según el autor, haya sobrevivido a su utilidad, es por lo que recurre a las formas breves para poner en valor esta aventura del lenguaje.

La mayor aventura del lenguaje que Pierre Michon pone en escena, ¿no es la intrusión de los libros en una vida? Columbkill, el «lector brutal»34 que copia el texto de Fausto de la biblioteca de Finian, ve su vida modelada por el Salmo que lee. ¿Acaso la mayor aventura del lenguaje no es también la constatación del poder y la belleza de la palabra, como experimenta, en Mythologies d'hiver, el médico y antropólogo Barthélémy Prunières, en el curso de sus excavaciones en el Causse Méjan, pero también en el momento de morir?35 Del mismo modo, Énimie le pide a su amante «que le diga de nuevo el hermoso y puro nombre latino, el nombre de su priorato»36 . Y es en el momento de la muerte cuando descubre la belleza del lenguaje y «pronuncia el nombre impronunciable» (ibíd., p. 51). Este deseo del habla y de la palabra escrita no debe satisfacerse; debe mantener una parte secreta y oscuro, como revelan las obras de Gérard Macé, y también las de Pierre Michon. Cuando Columbkill consigue por fin el libro deseado, «el libro no está en el libro»37, el placer del deseo se ha consumido:

«Quiere disfrutarlo lentamente, lo abre, lo acaricia, lo hojea, lo contempla... y de repente ya no tiembla, ya no ríe, está triste, tiene frío, busca en el texto algo que ha leído y ya no encuentra, en la imagen algo que ha visto y que ha desaparecido. Busca durante mucho tiempo en vano: estaba allí, aunque no era suyo (ibíd., p. 26-27)».


La aventura del lenguaje influye en la propia escritura del autor. El estilo de Pierre Michon, como el de Gérard Macé, evoluciona. A los largos períodos, prolijos, que recuerdan la prosa de Proust, suceden, a partir de Mythologies d’hiver, frases y secuencias más fragmentadas que alejan la obra de Pierre Michon del género novelístico de La Grande Beune y Vies minuscules38. La escritura de Pierre Michon no sólo es una forma de escritura de sí mismo, sino que también se acerca a la poesía. «No puedo escribir sin cantar» (ibíd., p. 11), afirma el autor, que desea hacer cantar a su prosa poética del mismo modo que lo hicieron, según dice, Mallarmé, Proust y Faulkner: «No es el sentido de las palabras lo que es importante, sino el hecho de que por su interrogación, por su aspiración vacía, reinicien una secuencia de prosa» (ibíd.).

Cabe preguntarse si la escritura de Pierre Michon y Gérard Macé no será una escritura del vacío, del vacío creado por los personajes que les persiguen y a los que dan un lugar de honor en sus obras, del vacío de las palabras que intentan, finalmente, llenar, dando nacimiento a una nueva forma literaria.

Debido a que, para hablar de sí mismos, Gérard Macé y Pierre Michon lo hacen a través de los demás, este camino recuerda un comentario de Henri Meschonnic evocando el estatuto especial del sujeto. En Politique du rythme. Politique du sujet, Meschonnic afirma que «el sujeto es una lucha; quiere ser y nunca es suficiente. En lucha por sí mismo antes de luchar con los demás. [...] Su plenitud: ser siempre otro»39. En las obras inclasificables de Pierre Michon y Gérard Macé, ya no se trata de una literatura del Yo, sino del sujeto que juega con las contradicciones del propio sujeto a través del Otro, a través de sus obsesiones, y esta búsqueda del sujeto se convierte en una búsqueda de la literatura, de una nueva forma de escritura que tiende a alejarse del género novelístico.

Notas: 

Desgraciadamente, algunos de los títulos referenciados en estas Notas carecen de traducción a alguna lengua peninsular; los que sí se han traducido figuran junto a las ediciones en la lengua original.

1 Gérard Macé, Vies antérieures, NRF, Gallimard, Le Chemin, 1994, 4e de couverture.

2 Pierre Michon, Vies minuscules, Gallimard, 1984, 207 p. Vidas minúsculas, traducción al castellano de Flora Botton-Burlà, Anagrama, 2002. Vides minúscules, traducción al catalán de Adrià Pujol Cruells, Amsterdam, 2021.

3 P. Michon, Le Roi des bois, Verdier, 1995, 4e de couverture. «El rey del bosque», en Prosas y mitos, traducción al castellano de Nicolás Valencia Campuzano, Ediciones Malpaso, 2020

4 P. Michon, Vie de Joseph Roulin, Verdier, 1994, p. 10. «Vida de Joseph Roulin» en Señores  y sirvientes, traducción al castellano de María teresa Gallego Urrutia, Anagrama, 2003 

5 P. Michon, «Saint Hilère», Mythologies d’hiver, Verdier, 1999, p. 45-46. «Mitologías de invierno» en Prosas y mitos, traducción al castellano de Nicolás Valencia Campuzano, Ediciones Malpaso, 2020

6 G. Macé, L’Autre hémisphère du temps, Gallimard, collection L’Un et l’autre, 1995, p. 27.

7 G. Macé, Le Goût de l’homme, Le Promeneur, 2002, p. 23.

8 Ver el artículo de Jean-Christophe Millois, «Péché d’écriture Claude Louis-Combet: Blesse, Ronce noire», Écritures contemporaines 1, mémoires du récit, La Revue des Lettres Modernes, 1998, p. 101-116.

9 Dominique Viart, «Les ‘fictions critiques’ de Pierre Michon», Pierre Michon, l’écriture absolue, Publications de l’Université de Saint-Étienne, 2002, p. 210.

10 «Pierre Michon», Scherzo, Revue de littérature, Clamecy, n° 5, octobre-novembre-décembre 1998, p. 5.

11 Encuentro Karine Gros–Gérard Macé, 9 diciembre 2001, en la Sorbonne.

12 Jean-Claude Larrat, «Malraux: le roman et l’essai séduits par le discours poétique», Récits de la pensée. Études sur le roman et l’essai, dir. Gilles Philippe, Sedes et Université de Picardie, 2000, p. 114.

13 «Pierre Michon», art. cit, p. 9.

14 D. Viart, «Les ‘fictions critiques’ de Pierre Michon», art. cit., p. 203. Estas dos expresiones, ensayo-ficción» y «ficción crítica», fueron acuñadas por D. Viart. Según él, «la expresión “ficción crítica” puede entenderse de diferentes maneras, bien como la escritura de ficción con espíritu crítico hacia el propio género, bien como el disfraz de la crítica, ya sea literaria o pictórica, de ficción, la ficcionalización de una afirmación crítica», p. 203.

15 P. Michon, «Vie d’André Dufourneau», Vies minuscules, op. cit., p. 14. «Vida de André Dufourneau» en Vidas minúsculas, traducción al castellano de Flora Botton-Burlà, Anagrama, 2002. Vides minúscules, traducción al catalán de Adrià Pujol Cruells, Amsterdam, 2021.

16 «Pierre Michon», art. cit, p. 7.

17 G. Macé, «J’ai essayé en secret la position du scrib», Vies antérieures, op. cit., p. 11.

18 Claude Louis-Combet, Blesse, ronce noire, Corti, 1995, 4° de couverture. Hiere, negra espina, traducción al castellano en David Martín Copé, Editorial Periférica, 2019

19 P. Michon, Mythologies d’hiver, Verdier, 1999, 4° de couverture. «Mitologías de invierno» en Prosas y mitos, traducción al castellano de Nicolás Valencia Campuzano, Ediciones Malpaso, 2020

20 G. Macé, Vies antérieures, op. cit.,4e de couverture.También añade que «de una historia a otra, y de los ecos a las asociaciones, es la voz del narrador la que establece el vínculo; un narrador cuya memoria va mucho más allá de los recuerdos personales, y que parece creer en la verdad popular: “Dime con quién andas... y te diré quién eres”».

21 Dominique Rabaté, Poétiques de la voix, José Corti, Les essais, 1999, p. 278.

22 Serge Doubrovsky, Autobiographiques de Corneille à Sartre, PUF, Perspectives critiques, 1988, p. 69.

23 G. Macé et Pierre Alechinsky, Choses rapportées du Japon, Fata Morgana, 1993.

24 Voir notamment L’Art sans paroles, Le Promeneur, 1998, p. 39.

25 G. Macé, Le Dernier des Égyptiens, Gallimard, 1988, p. 11.

26 G. Macé, Les Trois Coffrets, Gallimard, 1985, p. 32-33.

27 G. Macé, Colportage III, Images, Le Promeneur, 2000, p. 125.

28 G. Macé, La Mémoire aime chasser dans le noir, Gallimard, 1993, p. 85.

29 Gérard Macé afirma, efectivamente, que «a la arbitrariedad y el preciosismo de la imagen cultivada por sí misma, a la logorrea de inspiración surrealista, se han añadido los misterios fáciles y la furia fabricada, las pretensiones filosóficas, el elogio del silencio y la glosolalia, el artificio de la compaginación que a menudo sirve de cortina de humo, una descomposición sintáctica que ocupa el lugar de la prosodia, la desaparición del canto que ha convertido tantos poemas en un dialecto torturado, traducido por sordos; por no hablar de la fría elegía y el ronroneante verso libre, una nueva academia que recuerda los juegos florales de antaño, o los clubes de haiku del Japón actual", ibid. , p. 104.

30 Encuentro Karine Gros-Gérard Macé, 9 diciembre 2001, en la Sorbonne.

31 «Lo cierto es que con una palabra, un gesto e incluso un silencio, Simónides tanto como Orfeo, de un modo mucho más humano en todo caso, nos indican el papel del poeta cuando esperamos de él, como de los milagros, que dé sepultura a los muertos recordando sus nombres, y que afine la escritura a la voz humana como lo haríamos con un instrumento» revela Gérard Macé en «L'invention de la mémoire», Vies antérieures, op. cit., p. 22.

32 Bruno Blanckeman, «Pierre Michon, une poétique de l’incarnation», Pierre Michon, l’écriture absolue, op. cit.: Bruno Blanckemanseñala con razón que «La Grande Beune recuerda así la tradición de la novela pedagógica en la que el protagonista completa su iniciación afectiva al mismo tiempo que aprende a conocer el mundo», p. 148.

33 «Pierre Michon», art. cit., p. 6.

34 P. Michon, «Tristesse de Columbkill», Mythologies d’hiver, op. cit., p. 22. «Tristeza de Columbkill» en «Mitologías de invierno» en Prosas y mitos, traducción al castellano de Nicolás Valencia Campuzano, Ediciones Malpaso, 2020

35 «Junto a este hueso, encontró la sencilla y hermosa frase que pronunció en el Congreso de Antropología de Burdeos el 12 de septiembre de 1872: “Todos estos huesos habían sido blanqueados por la lluvia, el rocío y la nieve”», frase que Barthélémy Prunières repitió en voz alta mientras agonizaba, atrapado en una tormenta de nieve. Pierre Michon, «Barthélémy Prunières», Mythologies d’hiver, op. cit., p. 42-43. «Barthélémy Prunières» en «Mitologías de invierno» en Prosas y mitos, traducción al castellano de Nicolás Valencia Campuzano, Ediciones Malpaso, 2020

36 P. Michon, «Énimie», Mythologies d’hiver, op. cit., p. 51. «Enimia», en «Mitologías de invierno» en Prosas y mitos, traducción al castellano de Nicolás Valencia Campuzano, Ediciones Malpaso, 2020

37 P. Michon, «Tristesse de Columbkill», Mythologies d’hiver, op. cit., p. 26-27. «Tristeza de Columbkill» en «Mitologías de invierno» en Prosas y mitos, traducción al castellano de Nicolás Valencia Campuzano, Ediciones Malpaso, 2020

38 Véase en particular «Pierre Michon», art. cit. p. 12, donde el autor señala: «Una de mis fantasías sería escribir en un estilo completamente diferente, con otro nombre, siendo otra persona, porque este Michon fundado en Vies minuscules, que antes no existía, que aún existía un poco más tarde, tengo la impresión de que ya no existe. Me gusta leerlo, pero ya no soy yo».

39 Henri Meschonnic, Politique du rythme. Politique du sujet, Verdier, 1995, p. 359.

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Este texto es la traducción amateur del artículo del mismo título publicado en https://books.openedition.org/psn/1628

La imagen de cabecera procede de: Michel Martin Drolling http://www.culture.gouv.fr/public/mistral/joconde_fr

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