11 de junio de 2020

El sexo y el espanto. Crónica de un desencuentro


Pascal Quignard me disculpará por usar el título de unos de sus libros para encabezar este comentario; aunque, a pesar de su nula implicación en el hecho motivo de esta comunicación, el origen de la incidencia sí que tiene relación con el autor francés.

Como algunos participantes en esta red sabrán, soy autor de un blog, Je dis ce que je’n sens, en el que voy publicando, desde hace más de diez años, unos comentarios que he dado en llamar Notas de Lectura relativos a los libros que voy leyendo, o una breve Fe de Lectura para aquellos libros de los que me interesa, solamente, dejar constancia de su lectura. Ese blog tiene una importancia muy relativa y una audiencia bastante limitada, pero lo mantengo porque no es más que la traslación a la red —y, por tanto, el acceso a una audiencia más amplia— de las notas de lectura privadas que suelo tomar al leer cualquier tipo de libro. Con el fin de ampliar el público, o simplemente de darlo a conocer a lectores que no suelen seguir bitácoras, hace ya algunos años que cuelgo en mi muro de facebook enlaces a los posts del blog a medida que los voy publicando, con una pequeña explicación que, en teoría, debería estimular al lector a visitar las Notas de Lectura correspondientes.

El pasado 8 de junio colgué en mi muro una Fe de Lectura relativa a ‘La noche sexual’, el libro de Pascal Quignard, con este texto: 

“El confinamiento de las novedades editoriales es una excelente oportunidad para la relectura. «Yo no estaba allí la noche en que fui concebido».
El día en el que podemos fijar nuestro origen, es decir, de dónde venimos, estuvimos ausentes. En ese mismo instante, en el que se forjó nuestro destino, es decir, a dónde vamos, no estábamos presentes. Somos depositarios de un secreto que nunca podremos desentrañar.
La existencia puede cartografiarse a través de tres noches: la noche uterina, aún no, invisible y temporal, gobernada por Eros; la noche infernal, ya no, oscura y eterna, bajo la égida de Tanatos; y la noche terrestre, "to sleep, perchance to dream", estrellada y periódica, replegada bajo en manto de Hypnos. 
Esa noche terrestre se convierte en la noche sexual, el nocturno de la pintura en el que el ser se debate entre la existencia y la no existencia, que tiene su reflejo animal, el instinto reproductor que esa imagen revela, el color, encubriendo, la oscuridad, una mezcla de vergüenza, prudencia y pudor.
La noche sexual (La Nuit sexuelle, 2007) es un catálogo comentado de algunas de esas imágenes —que no solo son pinturas, son también historias, leyendas, mitos, teodiceas, religiones... — del acto primordial que la civilización apellidó con el sobrenombre de eróticas.”

El apunte incluía un enlace al post: https://jediscequejensens.blogspot.com/2020/06/la-noche-sexual.html y, como siempre, una foto de la portada utilizada por la Editorial Funambulista, que consiste en un detalle del fresco  ‘Los condenados’ de Luca Signorelli, el pintor del Quattroccento italiano, que puede verse en la capilla Brizio de la catedral de Orvieto. El mencionado fresco, como la mayoría de representaciones pictóricas de la época, incluye algunos desnudos parciales, entre los cuales se encuentra una mujer que enseña los pechos.

Este apunte fue eliminado por facebook y mi cuenta suspendida por tres días porque:

“Tu publicación no cumple nuestras Normas [sic para la mayúscula] comunitarias sobre desnudos o actividad sexual.”

Por supuesto, mi queja mediante el Servicio de Ayuda, sección Bloqueos de Facebook, ni ha tenido respuesta ni ha conllevado ninguna rectificación.

Decía antes que no me importa el hecho de la suspensión en concreto si no es por el mensaje que subyace al bloqueo que dicta, sin posibilidad de réplica, la red social: la mojigatería beata, el puritanismo hipócrita, la malhadada corrección política, el conservadurismo naftalínico, el revisionismo histérico y, más y peor que los anteriores, la supina ignorancia de quien se atreve a promulgar Normas que permiten confundir un desnudo o una actividad sexual —como si esto fuera algo intrínsecamente nocivo o maligno; pero esta es una cuestión que requiere más espacio y una amplitud de miras que la red social no puede plantearse ni en sueños— con una de las obras maestras de la pintura renacentista. La incultura es una circunstancia que se nutre del desconocimiento, de la desconfianza y de la ineptitud, y su dominio conduce al oscurantismo y a la barbarie; los ejemplos, a lo largo de la historia y hasta nuestros días, sobran; apunten ustedes en la lista a la compañía del niño de White Plains.


Por cierto, la portada pecadora está disponible en la página web de la Editorial Funambulita http://www.funambulista.net.

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