19 de noviembre de 2018

Morte d'Urban

Morte d'Urban. J. F. Powers. La Navaja Suiza Editores, 2018
Traducción  de Ce Santiago
Urban Roche es un sacerdote que pertenece a la Congregación de los Clementinos, una orden católica -ficticia-, fundada por San Clemente de Blois, un sacerdote martirizado por los hugonotes durante las Guerras de Religión en Francia, en baja forma permanente que sobrevive en su insignificancia entre un exceso apabullante de oferta religiosa, precaria situación que no le impide el desempeño de un cómodo puesto de predicador. 

Pero "los caminos del Señor son inescrutables", y esa confortable situación profesional se ve truncada cuando es trasladado a una casa de retiro en ruinas en medio de ninguna parte, en un ambiente rural cerrado y sectario, en la que tres sacerdotes y un lego languidecen entre la impracticable expansión de la orden y las interminables e infructuosas reparaciones de la sede. La inclusión en esa comunidad resta importancia al aspecto evangélico -Urban es un reconocido orador y sus sermones y conferencias gozan de gran prestigio- y plantea retos de simple convivencia; más cuando la doctrina católica, en un entorno en su mayoría protestante, es vista como una curiosa anécdota o incluso como una excentricidad.

Ese cambio que lleva a Urban de las tareas de evangelización a las preocupaciones por la supervivencia de la orden y de la propia sede, en un ambiente hostil en lo religioso pero comprensivo en lo humano, se ve agravado por la animadversión, mezcla de envidia y de autoritarismo, de uno de sus colegas, situación que da lugar a incruentos pero malintencionados enfrentamientos provocados por diferencias relativas a la vida cotidiana de la comunidad, unas intrigas palaciegas por asuntos de menor importancia que sustituyen a los desvelos que deberían ocuparles, la salvación de las almas de los fieles.

Pero esa hostilidad no es la única que debe afrontar Urban, también está la manifiesta animosidad de la sociedad local, sobre todo por parte de los caciques de la región, poco dados a los planteamientos religiosos que puedan cuestionar sus acciones y más atentos a sus intereses, a menudo poco cristianos. Es en este ambiente tan poco prometedor en el que tiene lugar el nacimiento de la duda de Urban entre seguir con su misión apostólica e integrarse en una sociedad religiosamente indiferente, proceso que constituye el núcleo principal y central de la trama.

Morte d'Urban (Morte d'Urban, 1962; un título con reminiscencias artúricas, el texto de Malory forma parte de la trama) es una novela rara, se mire como se mire, y más si esa visión es desde una Europa en pleno siglo XXI: pertenece a un autor del Medio Oeste en la práctica desconocido por estos lares -esta es su segunda novela traducida al castellano, ya anteriormente editada en 1971 con escaso eco-; autor, por cierto, objetor de conciencia por razones religiosas durante la IIGM, o que le valió condena de prisión; además, desarrolla una temática que, desde un punto de vista actual -y, repito, desde la irreverente Europa contemporánea- parece adolecer de interés; por si fuera poco, el protagonista es un sacerdote católico, un carácter, en principio, poco dado a excentricidades y con una vida poco novelesca. Pues a pesar de estos reparos y de que su rastro en la narrativa norteamericana actual se encuentra, si acaso, poco menos que oculto, J. F. Powers consiguió el reconocimiento por algunos de sus colegas contemporáneos -Flannery O'Connor y Walker Percy, entre otros-, y Morte d'Urban mereció en 1963 el prestigioso National Book Award, un premio con una nómina de ganadores difícilmente superable. Y es que, obviando todos los reparos expuestos y todos los que se le pueda hacer desde la prejuiciosa mirada contemporánea, Morte d'Urban es una gran novela que vale lo que cuesta por la profundidad y precisión de su análisis psicológico y por su prosa sutil y elegante.

Calificación: ****/*****

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