18 de septiembre de 2023

Les Trois Mousquetaires V



Encuentro literario entre Jerome Meizoz, Marie-Hélène Lafon y Pierre Bergounioux.


Abecedario

Marie-Hélène Lafon



ÁRBOLES

Los árboles son cuerpos.

Baptriste los suscita, en Miette. Suscita píceas, abetos Douglas, un millón en una vida, en cien hectáreas de terreno abandonado, a razón de mil árboles al día y de cincuenta días al año.

Se talan los árboles, se cortan, los troncos por un lado, las ramas por el otro;  se queman. Los árboles calientan las casas, es el fin de su paciente vocación. Forman parte de un ciclo y, en los libros y a través de ellos, se circunscriben en este ciclo.

Hay especies pioneras, prontas a engullir tierras y casas en cuanto los últimos solteros han capitulado. En su ausencia, el bosque se acerca, lanza a sus exploradores, agrupa a sus pioneros. El fresno, el saúco, el aliso, vienen a tantear los cimientos, a acariciar las contraventanas cerradas, a inclinarse sobre los tejados. Está allí. Mañana, todo habrá terminado.

Los suburbios rebosan, las páginas ciudadanas de los Cuadernos están llenas de ellos, flamean en el largo curso dorado de los otoños y reverdecen en la suavidad del ineluctable abril rebosante de jugos. La tormenta del domingo 26 de diciembre de 1999 aplasta, desarraiga y abate, caótica, alrededor de la casa de pueblo, acacias, cedro, abetos, álamos y roble.

Tengo especial cariño al manzano de Bordes que Adrien plantó en 1942 detrás de la casa de 1930 y al que dio, sin flaquear, el golpe de gracia, una Nochebuena, cinco meses antes de aterrizar, él mismo, con la cabeza y los hombros.


ADICTO

Adicto al trabajo. Pierre Bergounioux es un adicto al trabajo.

Medida por su rasero, me siento como un tronco mal cuadrado, un paramecio, una criatura superficial y frívola condenada a permanecer en la incomprensión de las cosas y del mundo, una bruta indeterminadamente  diplomada, una pata de canapé.

Pierre Bergounioux escribe y lee, lee y escribe. Responde sin escabullirse a todas las cartas que recibe, lee los libros que le envían y escribe a sus autores. Es difícil imaginárselo en su casa, en su entorno, con montones de trabajo pendiente y listas vueltas a empezar. Hace, cumple, abate, completa, pone fin, es decisivo.

La agenda no se le resiste. No flaquea. No procrastina. No posterga. No se anda con rodeos. No se anda por las ramas. Los retrasos de la línea B del RER y la traición de sus automóviles no le superan. Da razón de todo.

Y se levanta temprano. Ese es el secreto, las horas doradas de la mañana. La expresión le pertenece, me conmueve. Intimida un poco a la lánguida del Cantal, que duerme aún al calor de las sábanas y la paz del cuerpo mientras que, en Gif, desde hace una hora, o dos, o tres, el galeote de la Corrèze está al tajo en la mesa.


CUADERNOS

Durante mucho tiempo he estado leyendo los Cuadernos como leía el Paris Match, pero en papel biblia y sin las fotos. En un estado de adicción severa y de voyeurismo constatado, avergonzada y colmada, alternativamente hambrienta y saciada, nunca cansada, nunca satisfecha, jadeante, derrumbada, sujetada, levantada; y lápiz en mano; intentando contener la marea, hacerle  frente, agarrarme fuerte y sostenerme bajo la avalancha de las cosas y del mundo.

Leí el primero en enero de 2007, entre el 2 y el 24. El 24 escribí a lápiz, en el espacio en blanco huérfano de la página 951, que no está numerada, ¿Y ahora, qué?

Te buscas a ti mismo, y buscas a tus amigos, en los Cuadernos. Yo me busqué en los Cuadernos; y me dio un poco de vergüenza.

Me rendí, capìtulé en la década 2001-2010, más exactamente el lunes 16 de septiembre de 2002. Demasiada corrosión; era una agonía y ya no me gustaba esa agonía. Ya no me gustaba, ya no lo soportaba; así que dejé los Cuadernos; y la privación fue difícil.

Para esta letra, dudé durante mucho tiempo entre CUADERNOS y CHATARRERÍA.

Sería necesario decir cómo Pierre Bergounioux se tritura y machaca el cuerpo, deliciosamente, en las chatarrerías.


PAVO

Pierre Bergounioux también mata el pavo. A la Buster Keaton. Y con su suegro, en la Corrèze. No todo el mundo puede decir eso. Lo cuenta. Incluso le ayudé a guillotinar el pavo de Navidad, una bestia enorme, completamente idiota, contra la que me había advertido. Me senté más o menos encima y me agarré con fuerza (eso creía) a su grueso cuello por la base mientras Baptiste, debilitado, golpeaba con un martillo sobre la parte trasera de una cuchilla que había colocado detrás de la nuca. El otro acabó por sospechar que se acercaba a su última hora, a rodar y a dar vueltas como un caballo, cuando yo no sabía montar, yo, que era la primera vez en mi vida que mataba el pavo. No apreté el cuello lo suficiente (aunque creí que sí) para evitar que se agitara como una manguera contra incendios. Y es lo que sucedió. Se me escapó en cuanto las carótidas seccionadas empezaron a escupir sangre y la chaqueta nueva que Baptiste se había puesto para hacer su trabajo quedó empapada.


EPOPEYA

Está por todas partes.

Pierre Bergounioux es épico.

Volver a leer, para convencerse, el artículo PAVO.


CHATARRAS

Están por todas partes. Amenazan con atravesar las carnes, las magullan. Se las dobla, se las pliega. Se las recoge piadosamente. Se las reinventa. Se les pone nombre, se les alabora un inventario minucioso. Se las acaricia. Se las acarrea. Me intimidan. Conozco demasiado bien sus entresijos y sus entrañas campesinas, me intimidan. Pueblan fríos graneros. Tienen transparencias, a veces están oxidadas, quizá fueron rojas en su primera vida, su vida agrícola. Dan testimonio, son centinelas. Ocupan un lugar de honor, se las exhibe, no se las vende.

Él las ofrece. Pierre Bergounioux las ofrece, honran, son una buena y tenaz compañía.

Conozco una casa en la Creuse donde viven. En silencio.


GEOLOGÍA

No tiene secretos para Pierre Bergounioux.

También puede, con una sonrisa, atribuir a una apagada capilaridad poética el fuego pertinaz en el cuerpo de algunos residentes del Cantal, que fue, como todo el mundo sabe, un volcán bastante fenomenal antes de convertirse en un

austero departamento.


ALTA TENSIÓN

Es una forma de estar en el mundo, como en la proa de uno mismo.

También es el título de un breve libro publicado por Pierre Bergounioux en 1996 con William Blake & Co.; gira en torno a la literatura, a las torres de alta tensión, al crujido, a la conmoción. Termina así, salvando las distancias. Hemos venido de la carne, por un tiempo, en un rincón. Esa es la situación.


INSECTOS

La caza, la vigilancia constante, la contemplación de mundos minúsculos, el inventario abierto, los gestos del asesinato, la meticulosidad, el cuidado, la precisión, el ritual, la clasificación.

Y la dulzura. Una especie de dulzura. Extraña y salvaje.

Y las palabras, unas palabras raras, unos tesoros incongruentes, vacilantes, exóticos. No me canso de bupréstidos, lo saboreo desde hace años, no lo agoto.

Y la emoción, la alegría, claramente expresada, enunciada, nombrada,  compartida, de la inagotable belleza de las criaturas ínfimas, de sus destellos  barrocos, de sus secretos suntuosos.


JUVENTUD

Se fue. Está perdida.


K

Kifwebe

Kono

Kpélié

La letanía de los deseos de estar en otra parte. Abrazarlo todo. Conocerlo todo. Todo.

Sin olvidar a Kant. Ni a Kafka.

Ni el kill your darling de Faulkner.


LAGRASSE

Fue aquí, a orillas del Orbieu, en las laderas de la abadía, en el territorio de Verdier, donde descubrí, una tarde de verano, en agosto de 2012, que Pierre Bergounioux era una estrella del rock, un animal de la escena, un atleta de la palabra. Sentado allí, flacucho, te saca de tus casillas y te alimenta y levanta al público sin trucos ni énfasis, solo con la fuerza de sus palabras. Y con una pizca de acento.

También para esta letra, dudé, entre LAGRASSE y LIRE.

Pierre Bergounioux escribió en su Cuaderno, con fecha del miércoles 18 de diciembre de 1996, Yo he leído mi vida.


MADRE

Un canto de amor a la madre. Los Cuadernos también son esto.

La madre es mamá, él escribe mam.

Ella está del lado de la luz, frustra y deshace los maleficios, ha velado por las frágiles infancias, la madre es un hada y la esposa es una Princesa. Las mujeres mágicas se inclinan sobre Pierre Bergounioux, le prodigan sus bendiciones, y él lo sabe, y lo escribe.

No quise enfrentarme, en los Cuadernos, con el vértigo de la muerte de mi madre. Tenía miedo. Pensé en Flaubert. Quebrado. Quebrado. Quebrado. Es su palabra, la palabra del hijo, en una letanía, en las cartas de los días siguientes, después del 6 de abril de 1872. A George Sand le escribe el 16 de abril. Es como si me hubieran arrancado una parte de mis entrañas.

Tuve miedo por las entrañas de Pierre Bergounioux.


NOCHE

No se desarma, ni siquiera en la estaciones más gloriosas que la encuentran, resguardada y paciente, segura de sí misma, al acecho en rincones recónditos.

Es un fastidio tener que salir de casa a primera hora de las mañanas de invierno, de noviembre a febrero.

A veces es suave, hasta el vértigo; y Pierre Bergounioux lo escribe.


HUÉRFANO


Se es. Y es para siempre. Así que tienes que afrontarlo, ese es el oficio de vivir.

Los hijos, en particular, lo son; los hijos son huérfanos de los padres.


PADRE


Esta es una historia completamente distinta a la de la madre, otra música. Áspera.

El padre es papá, escribe papá.

Un día me dijo que el mío, mi padre, un agricultor del norte del Cantal, era marxista, y me reí mucho. Todavía me río.

Una duda aquí, entre PADRE y PEQUEÑO.

Por la ternura. Pequeño es una palabra tierna. Durante mucho tiempo, siempre, en los Cuadernos, Pierre Bergounioux llama a sus hijos, y a sus familias, los pequeños. En la vida real nos llama a nosotros, Mathieu Riboulet, Patrick Autréaux, y a otros también, que no conozco, los Pequeños. Dice la pequeña Lafon, el pequeño Riboulet; Mathieu de repente estaría como un poco menos muerto.


Q

Si lo buscáramos, no lo encontraríamos.


RER

Cordón umbilical.

No comment.

Otra vez una duda, para esta letra, entre RER y RABIA.

Aunque los extravíos del RER pueden contagiar la rabia a los menos enrabiados que Pierre Bergounioux.

La rabia de Pierre Bergounioux es antigua, inagotable, le lanza contra las cosas y el tiempo, se vuelve contra él, le muerde, le lacera, le enseña constantemente los colmillos, no se desarma; y él tampoco. Le hace frente, a un alto precio, le da la vuelta, la enfrenta, la detiene.


JABALÍES

Pierre Bergounioux es muy bueno con los jabalíes. Tiene el sentido y el don. La bestia cede a sus razones corréziennes y todo acaba, en tiempo presente y junto a una colada, con una coreografía obstinada. Estoy tendiendo una colada, en la parte trasera de la casa, contigua a un bosque comunal, a última hora de la tarde. Se oye un crujido y la espesa zarza, muy cerca, se abre para revelar una enorme bestia negra —la palabra surgió de repente, por lo bajo— que se queda inmóvil a diez pasos de mí, con una camisa mojada en una mano y una pinza de la ropa en la otra. El animal me echa una mirada, se detiene un momento, y luego, juzgándome inofensivo, insignificante, se pone a trotar sobre unas pequeñas pezuñas que le daban un andar de bailarina pero que, en lugar de un cuerpo esbelto, envuelto en tafetán blanco, estaría sobrecargado por una pesada carcasa en forma de cuña, erizada de largos pelos ásperos y provista, además, de un par de fuertes defensas recreándose sobre la arenisca. Pensé que mi visitante iba a desvanecerse tan repentinamente como había suegido, que el tiempo intersticial, lateral o soñado que nos devuelve a la presencia de las bestias ya había expirado. De ninguna manera. Se escabulló por la espesura, reanudó su danza [...]. El animal dio vueltas durante un cuarto de hota ante mis narices. Pensé que había ido a enterrarse entre las zarzas, que pasaríamos la noche a unos pasos de distancia, en paz. Pero algo no iba bien. Gruñó y luego, sin apuro, se perdió entre la maleza. Eso fue todo.

Eso fue todo.

Esto es también lo que Pierre Bergounioux llama la sensación de no estar ya separado del Paleolítico.

Debo añadir que Pierre Bergounioux es también excelente con los vencejos, que evidentemente no confunde con las golondrinas. Es un maestro de los vencejos; y eso no es poco.


TUTEO

Pierre Bergounioux lo pidió, y exigió, y obtuvo, de mí. Lo cual es todo una hazaña.

Pero, ¿cómo resistirse a Pierre Bergounioux? A su voluntad política. Es un tuteo político; y poético.

Así que le tuteo penosamente, sin gracia ni entusiasmo ni talento, como ejecutaría unos entrechats en el escenario de la Ópera de París.


URGENTE

Es urgente comenzar las coladas, extractar a Hegel, preparar tres truchas más, bajar al supermercado a hacer algunas compras, imponer a Jean su pequeña redacción diaria y pasar al piano, congelar las verduras, despachar cuatro horas de clase, bajar al RER, ganar terreno, pluma en mano, alimentar su mundo, revestir de latón la copia del relicario bakota recortada con la sierra eléctrica, retomar la lectura de Lacan, añadir dos páginas y media, corregir un resto de copias, preparar tres horas de clase, recuperar la sierra de corte vertical  de la ferretería, releer Los Ensayos, descongelar una pierna de cordero, volver a tomar la pluma, moler, cortar, lanzarse a la tarea nada más levantarse, hacer pruebas de bombeado sobre papel arrugado, cubrir una página y media, hacer frente a la nada.


AUTOMÓVIL

4L, R18, R21, Mercedes.

La pequeña furgoneta Fiat de Gaby, el Samba de Ninou, el R5 de Ninou, que se niega a arrancar, los 3CV de nuestros años jóvenes, el Ford de Cathy, el Peugeot de Ninou, que ha vuelto a cambiar de coche.

Los coches se averían. Los reparamos, les cambiamos el aceite, los llevamos al taller, los empujamos y los exhortamos, casi les rogamos, les tememos un poco en esas ajetreadas mañanas del empinado enero en las que todo depende de su buena voluntad.

Engullen los kilómetros, derivan hacia la Corrèze, vuelven.

Pierre Bergounioux los carga y los descarga. Infatigablemente.

Pierre Bergounioux y sus coches son infatigables.


WXY

Yo, que no lo soy, infatigable, como era lícito preveer desde el artículo de ADICTO, rindo mis armas, y capitulo, con toda la vergüenza, ante los confines espinosos del alfabeto del mundo.


ZÜNDAPP

Zündapp salva el honor, me salva a mí.

Acabemos en la gloria, con la Zündapp de La Toissant, el padre en el manillar, el abuelo en la grupa […] el pequeño negrito delante, inclinado sobre el manillar, como los pájaros que pueden verse a lomos de los búfalos salvajes, y el hombre alto y seco, detrás, digno y severo, recto como un poste, con su pelo blanco, su corbata, sus zapatos bien lustrados, su caña de pescar de bambú plegada, todo ello atravesando con un rugido furioso los campos virgilianos, todavía, de la posguerra.

Virgilio y la Zündapp.

Ite. Missa est.



Rindamos a Pierre Bergounioux lo que le pertenece.

Los títulos de los libros de los que proceden los pasajes citados en cursiva figuran en el texto, salvo en el caso de ÁRBOLES, cuya cita central procede de Un poco de azul en el paisaje, PAVO, que procede de Miette, y JABALÍES, tomada de Chasseur à la manque. Las demás citas dispersas proceden de los tres primeros Cuadernos.

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Este texto es la traducción al castellano del artículo "Abécédaire", de Marie-Hélène Lafon, publicado en el volumen Bergounioux. Cahiers de L'Herne, dirigido por Jean-Paul Michel, Éditions de L'Herne, Paris, 2019.

La imagen de la cabecera procede de:  https://www.youtube.com/watch?v=dxnYSs2uoG 


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