Oso VS Tiburón. Chris Bachelder. Automática Editorial, 2017 Traducción y notas de Enrique Maldonado Roldán |
Otrosí digo: la omnipresencia de la electrónica y la hiperconexión que posibilita el contacto directo y continuo con El Mundo sin necesidad de salir de casa.
Otrosí digo: el consumo como paradigma que envuelve las relaciones.
Otrosí digo: la programación de la televisión es indistinguible de la publicidad.
Otrosí digo: la disponibilidad absoluta con su percepción de elegibilidad -"siempre puedes"-: el día es una sucesión ininterrumpida de posibilidades de elección, aunque sea sobre dilemas aparentes y cuestiones accesorias.
Otrosí digo: no existe incomunicación en la vida familiar, aislamiento comunicativo, silencio, sino descomunicación, una sucesión de monólogos que se interrumpen continuamente unos a otros sin conexión ni posibilidad de interlocución alguna.
La familia Norman gana, gracias a la habilidad de uno de sus hijos en una redacción, un viaje a Las Vegas para asistir al espectáculo "Oso VS Tiburón", una lucha real, aunque no con animales reales, inspirada por un videojuego, que tiene que celebrarse en el anfiteatro Charles Darwin de la ciudad. Se sustituye la verdad (el oso y el tiburón animales) por la realidad (un oso y un tiburón generados por ordenador), y ese relevo pasa a convertirse en el nuevo estándar a partir del cual se reordena la experiencia del mundo. La nueva sociedad del espectáculo, sustentada en los pilares que el consumo edifica sobre los cimientos del ocio. Ese road trip de 812 millas se convierte en una experiencia alucinante; en primer lugar, porque conlleva que los cuatro miembros de la familia tengan que sumergirse en una convivencia forzada que no han experimentado nunca; pero también porque la distancia a recorrer los pondrá en contacto con una nómina de individuos a cuál más excéntrico.
Una cadena de televisión retransmitirá la no-pelea, porque ésta se pondrá en antena en régimen de exclusiva, sino la asistencia al espectáculo de la familia Norman, en directo e íntegramente. Los últimos kilómetros del viaje serán narrados por un locutor y por el "experto" que le acompaña, porque los Norman se han olvidado un hijo en una parada; así pues, ese retroceso que había puesto al locutor al borde de la histeria, no ha sido más que un contratiempo sin importancia; todo vuelve a s u lugar y los Norman, de nuevo al completo, retoman su particular viaje al Paraíso: "Las Vegas: toda la diversión de Estados Unidos sin ninguna de sus noticias", la Suiza del desierto, para asistir al evento del siglo.
Adrenalínica y ballardiana novela de ¿anticipación? que se recibe con la sorpresa -¿la ironía puede ser desasosegante?- de que el futuro, ese estadio que a menudo se percibe tan lejos, nos está pisando los talones.
Calificación: ****/*****
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