“Semant icy un mot, icy un autre, eschantillons dépris de leur piece, escartez, sans dessein, sans promesse : je ne suis pas tenu d'en faire bon, ny de m'y tenir moy-mesme, sans varier, quand il me plaist, et me rendre au doubte et incertitude, et à ma maistresse forme, qui est l'ignorance.”
Michel de Montaigne. Essais, Livre I, Chapitre L, “De Democritus et Heraclitus”.
Michel de Montaigne. Essais, Livre I, Chapitre L, “De Democritus et Heraclitus”.
22 de mayo de 2009
Mi Pushkin
Si es cierto, y estoy personalmente convencido de ello, que somos aquello que hemos leído, no debe serlo menos que aquellos libros que hemos leído en nuestra infancia estan destinados a marcar nuestra vida, y no solamente nuestra vida de lectores, con una huella indeleble.
Tsvietáieva tuvo la inmensa suerte de prácticamente aprender a leer con Pushkin; ya adulta, al ser realmente consciente de este hecho, publicó este Mi Pushkin a la vez como reconocimiento y como tributo al autor.
Si este libro es interesante para el lector actual no es solo porque Pushkin es un autor convaleciente comercialmente al que es preciso visitar con regularidad, sino también porque, si aceptamos que existen tantos lectores como libros, es un tremendo placer acceder a la lectura que hace la poeta rusa en noventa páginas de rendida admiración. Y si esta publicación sirve, a la vez, para redescubrir y reivindicar al autor de La hija del capitán y de otros cuentos inolvidables, miel sobre hojuelas.
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