7 de diciembre de 2023

La invención del presente IV


«A lo largo de toda su existencia, Thomas se sintió ajeno a la existencia. Privado de precursor, de respaldo, de adversario, de ejemplo, de padre, indiferente, de manera ampliac, a los retos políticos, sociales, profesionales, que la primera educación señala, de entrada, como importantes, se deja llevar  espontáneamente hacia los lugares vagos y las horas perdidas. No hay ni un solo libro suyo que no cartografíe las extensiones inciertas, movedizas, que responden a su indecisión y lo atraen: sembrados, baldíos, caminos secundarios, inmediaciones de estaciones y de cementerios, habitaciones de hotel, cobertizos, alquileres provisionales, viviendas abandonadas a primera hora de la tarde, lindes de setos, senderos que uno toma sin rumbo ni motivo al atardecer y en los que, extraviado, rendido, se acuesta como las bestias, con la idea de se podría estar liberado, allí, como ellas, de la conciencia, lavados de pensamiento».

«Escribimos para conjurar las pesadillas y los espectros del pasado, para dormir tranquilos, vivir en el presente, aceptar la muerte. Nuestro porvenir se ha hundido en el pasado. Lo peor sería haber vivido separado, no haber podido conocerse jamás sino a través de una mirada hostil, ajena. Su vida, sus obras poéticas y novelescas, sus trabajos de traductor, la escritura, Thomas las ve, en este último relato, como el resultado y la consecuencia aquello que fue abandonado definitivamente a sí mismo, a nada, a un sentido que no era el suyo, que lo hacía otro y, como pasa a menudo, en el mal sentido».

«Henri Thomas», en La invención del presente. Pierre Bergounioux. Shangrila Textos Aparte, 2023. Traducción de Rubén Martín Giráldez

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