Mathias Enard
Historias del arcoíris. William T. Vollmann, Pálido Fuego, 2013 Traducción de José Luis Amores |
"No he verificado ninguno de los testimonios, recuerdos, historias y anécdotas que me contaron. Pero tampoco he alterado su contenido. Son tal como son. ¿Por qué debería preocuparme de si son ciertas o no? [...] Si os oponéis a mi credibilidad, os envidio, estoy seguro de que acabaréis construyendo grandes castillos de una lógica férrea, mientras que mi tejado lleva ya tres años con goteras."
El continente
Este texto, que forma parte del Epílogo -a modo de Justificación- del volumen Historias del arcoíris (The Rainbow Stories, 1989), hurga en la herida del lector desprevenido que, ante algunas de las piezas de este rompecabezas en forma de libro, duda de si se halla ante un conjunto de relatos periodísticos o ante una obra de pura ficción; algunas de las historias aúnan, en una explosiva mezcla, unas tramas que a las que la lógica ("férrea") negaría el calificativo de verdaderas y que, a la vez, un tratamiento censor consistente en la aplicación de los principios del periodismo narrativo se vería incapaz de hacer dudar de su veracidad. ¿Otra vez la vieja querella entre verosimilitud y veracidad? No, en absoluto: Vollmann escribe sobre la realidad, y el tratamiento narrativo que aplica zanja la cuestión. Ante el principio de la "suspensión de la credulidad", los textos de Vollmann requieren la "suspensión de la incredulidad". ¿Cuentos? ¿Relatos? ¿Reportajes? ¿Historias? Mejor una combinación de todos ellos: simplemente textos porque, no sólo en este libro, Vollmann llega a agotar las clasificaciones. "Escribo sobre personas" dice el narrador de "Damas y luces rojas" cuando una prostituta a la que ha pagado por hacerle preguntas le inquiere acerca de su trabajo: así es Vollmann, la perfecta combinación entre una comprometida e incógnita veracidad y una conseguida verosimilitud.
Es posible que sea debido a este estilo propio que, a pesar de ser prácticamente ignorado por el mundo editorial en castellano, Vollmann posee una excelente reputación entre algunos de los escritores de marcaron tendencia a finales del siglo pasado; piénsese que Historias del arcoíris es su segunda obra de ficción publicada -después de su debut una estupenda novela de ciencia ficción, jamás traducida al castellano, You Bright and Risen Angels (1987), ¡inspirada por su estancia entre los muyahidines de Afganistán!- y nos llega con casi un cuarto de siglo de retraso, aunque sí que disponemos de una de sus obras mayores, el impresionante Europa Central (Europe Central, 2005), ganador del U. S. National Book Award For Fiction, un libro de lectura imprescindible. Se han recogido alabanzas de autores como Thomas Pynchon, un tipo huraño que las raciona al máximo; este libro en concreto mereció la admiración del propio David Foster Wallace, que lo incluyó entre sus libros favoritos; y no me atrevo a señalar seguidores literarios, que los tiene, ni sus influencias -y menos tomando el libro como un conjunto, con la infinita variedad de voces y tratamientos narrativos-, pero, sea como inspiración o, más a menudo y más explícitamente, como parodia, resuenan por ahí, en desordenada procesión, ecos de Raymond Carver, Charles Bukowski y la nómina completa del realismo sucio; Ken Kesey, William S. Burroughs y la generación beat; John Cheever y, retrocediendo, Chéjov y Maupassant; un elenco admirable, por cierto.
Historias del arcoíris es, pues, un conjunto de trece textos narrativos independientes pero interconectados que abarcan la totalidad de la gama cromática, en un alucinado caleidoscopio, de trece colores derivados del arcoíris, de uno de los autores más prolíficos de las letras norteamericanas actuales que, en un abanico temporal que va desde la Babilonia bíblica hasta la actualidad, consiste en un paseo por el lado (más) salvaje de la vida de la mano de todo un catálogo de outsiders del suburbio de Tenderloin, en la ciudad de San Francisco: putas, skinheads, inmigrantes, maníacos, vagabundos y marginados de toda clase. Vollmann es, objetivamente, un autor imprescindible, y este conjunto de textos que configura Historias del arcoíris, un caleidoscopio de historias, de estilos, de protagonistas y de propuestas narrativas, un sorprendentemente real freak show que bucea en las alcantarillas del sueño americano, una excelente entrada en la obra del prolífico americano. No es sólo narrativa en estado puro, sino también, y sobre todo, la demostración de su poder, ese que empezó en la transcripción que hicieron los griegos de varias tradiciones puramente orales, se extendió por todo el mundo civilizado y amplió su objeto hasta cotas inimaginables. Ante su ingente obra, da la sensación de que Vollmann vive escribiendo, de que el objeto de la narrativa no está separado de su propia vida, cada experiencia, cada pensamiento, cada objetivo pueden y deben ser narrados, con el estilo que sea y mediante el género que decida: un tipo al que se le deduce una inteligencia superior, un escritor kamikaze. Vollmann es la demostración palpable y legible de que todo puede ser narrado.
Historias del arcoíris es, pues, un conjunto de trece textos narrativos independientes pero interconectados que abarcan la totalidad de la gama cromática, en un alucinado caleidoscopio, de trece colores derivados del arcoíris, de uno de los autores más prolíficos de las letras norteamericanas actuales que, en un abanico temporal que va desde la Babilonia bíblica hasta la actualidad, consiste en un paseo por el lado (más) salvaje de la vida de la mano de todo un catálogo de outsiders del suburbio de Tenderloin, en la ciudad de San Francisco: putas, skinheads, inmigrantes, maníacos, vagabundos y marginados de toda clase. Vollmann es, objetivamente, un autor imprescindible, y este conjunto de textos que configura Historias del arcoíris, un caleidoscopio de historias, de estilos, de protagonistas y de propuestas narrativas, un sorprendentemente real freak show que bucea en las alcantarillas del sueño americano, una excelente entrada en la obra del prolífico americano. No es sólo narrativa en estado puro, sino también, y sobre todo, la demostración de su poder, ese que empezó en la transcripción que hicieron los griegos de varias tradiciones puramente orales, se extendió por todo el mundo civilizado y amplió su objeto hasta cotas inimaginables. Ante su ingente obra, da la sensación de que Vollmann vive escribiendo, de que el objeto de la narrativa no está separado de su propia vida, cada experiencia, cada pensamiento, cada objetivo pueden y deben ser narrados, con el estilo que sea y mediante el género que decida: un tipo al que se le deduce una inteligencia superior, un escritor kamikaze. Vollmann es la demostración palpable y legible de que todo puede ser narrado.
El contenido
"El espectro visible". www.holaciudad.com |
"El espectro visible" es un desternillante conjunto de historias, al modo coral, que suceden en un hospital, derivadas del seguimiento al que se ven obligados a hacer los enfermos de las líneas de colores que les hacen de guía para llegar a los diferentes departamentos. La combinación de la sordidez de los casos clínicos y el tratamiento humorístico dado a cada personaje -o quizás debería decirse, a cada historia clínica- es espectacular.
"¡Qué ansiosos estaban todos esos pacientes! ¡Cuántas ganas tenían de conocer su destino...! Pese a que todo lo que tenían que hacer era mirar desde sus camillas y determinar el color de la línea por la que se les conducía; de este modo sabían si iban a morir o no..."
American History X www.fishbowl.pastiche.org |
"Los caballeros blancos". Un grupo de jóvenes skinheads compaginan sus trabajos con las "acciones" del grupo; el narrador, que no deja de ser un infiltrado ávido de integración, consigue reflejar con toda exactitud los clichés verbales y comportamentales del grupo.
"Yama no dijo nada. Tenía un modo súbito de fulminarte con la mirada como si estuvieras caminando por la noche por una carretera peligrosa y desierta y de repente aparecieran unos faros tras una curva que ni siquiera habías visto y que a continuación se apagaran y que después un coche te atropellara en la oscuridad."
http://elchapulinenzarpado. blogspot.com.es |
"No estoy completamente seguro de la conexión entre la historia de Seamus [el terrorista] y la de Oliver [el técnico de laboratorio], pero los dos tienen las manos rojas y ambos por aquello que bien podría denominarse motivos estructurales [...] Seamus hizo lo que creía que era correcto, al igual que Oliver. Seamus mató personas y aquello le afectará durante el resto de su vida. Oliver mató un ratón y eso lo afectó menos de cinco minutos."
Tenderloin, 1991 www.wikipedia.org |
"Se acercó una prostituta, paseando de una correa dos pequeños caniches cuyos peinados eran idénticos al de ella. "Bonitos cachorros", dijo un borracho, esforzándose al máximo para acariciarlos, pero algo que había en el aire se interpuso entre él y los cachorros, de modo que no pudo inclinarse y en lugar dio unos pasos en espiral. Finalmente, sin ser especialmente sensible al tráfico, anduvo por el exterior hasta mediada la calle, se lo pensó a fondo y echó una meada taciturna. Un coche hizo sonar el claxon. Otro coche dio un viraje brusco".
http://eofdreams.com/ |
"Hubo un silencio semejante a esa falsa calma que sigue a la manifestación de los síntomas de la intoxicación fatal por fósforo. Todos conocemos perfectamente tales silencios. Cada sonido rebota en el halo elástico de nuestro fracaso y regresa s su punto de origen, y el aliento inhalado no puede convencernos de que en verdad no nos estamos asfixiando. Es este un silencio en el que giran silenciosamente muchas de las llaves que abren cerraduras de consecuencias terribles, una de las cuales nos atañerá y nos castigará eternamente."
http://www.fotolog.com/ elrubio_bambi/52047397/ |
"Deseo eres y en deseo de convertirás; supongamos que me muero, y que cuando alcanzo el estado post-tanatónico resulta que, después de todo, los muertos carecen de pasión, como a menudo se ha postulado, pero yo no, pues yo me he quitado la vida por mi afán con Jenny pese al hecho de que mientras ella agonizaba en su lecho de agua y muerte me hizo prometer que volvería a casarme y que me tiraría a otras chicas, aunque sus últimas palabras fueron "te quiero", por lo que decidí pegarme un tiro en la cabeza con el objetivo de volver a casarme com ella en Ghostland."
http://jmalvarezblog.blogspot.com.es/ 2013/10/debacle.html |
"La muerte se protege de manera natural por medio de la superstición. Me acuerdo de que mis padres me llevaron a visitar Ford Ticonderoga cuando yo tenía ocho años y mi hermana Angela cinco, y de que descubrimos una jaula de cristal que contenía los esqueletos de dos niños, con la inscripción TUMBA DE NIÑOS DE DOCE AÑOS. Durante mucho tiempo después tuve miedo de llegar a los doce años, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Seguí haciéndome mayor. De hecho, viví pasados los doce años y Angela murió a los seis, por lo que no había nada de lo que preocuparse."
http://stylesymposium.com/ green-dress/ |
"Jamás había utilizado una intermediaria si hubiera sido capaz de encontrar otra opción. A veces, hojeando las revistas ilustradas, veía el globo carnoso de un pecho, un signo de menor que o de mayor que formado por un bonito brazo ladeado sobre una bonita cadera o cualquier otro rasgo que me habría gustado solicitar por correo, pero desconfiaba de sus sonrisas; y por encima de todo la desconfiaba del repugnante rubor rosado entre las piernas. Parecía bastante irracional tener que cargar con la cotidianidad de las glándulas, pelos, tejidos, fluidos y verrugas cuando todo lo que yo quería era una Compañía que abrazar y que poder colgar en el armario cuando no tuviera ganas de abrazarla. ¿Para qué, entonces, todo ese calor y aliento?"
http://comercialrodkar.blogspot.com.es/ |
"Si esto hubiera sido un relato chejoviano o un cuento de Maupassant, la cartera azul habría terminado por aparecer, demostrando con su resuelta negativa a estar en cualquier otra parte que todas las sospechas habían sido cosificadas hasta el punto de la destrucción lógica y moral, [...] pero ahí estaría la cartera azul para recordarnos lo limitado de nuestras existencias."
http://archive.oaklandlocal.com/blogs/ |
El rastro de Philip K. Dick y de Thomas Pynchon es evidente en la recreación de un doble personaje: el Zombie, un indigente asesino de indigentes, y el Otro, su doble -"si la mayoría de la gente supieran lo que de verdad desean, no se lo creerían"- , que se dedica a borrar, sistemática y científicamente, las huellas de los asesinatos.
"Cuando el amigo de Rich hubo dormido a pierna suelta, se incorporó. Se puso la gorra, fumó y escupió. Luego fumó un poco más. Examinan do el mundo y dotándolo de algún sentido, se tumbó y volvió a quedarse dormido. Después de un rato se levantó, se rascó el culo y echó una meada que fluyó amplia y blanca de un lado a otro. Una meada eterna. A continuación, también él se dirigió a casa. Era la última hora de la tarde. Su perro brincó y le lamió la mano. Las palomas volvieron a levantar el vuelo en una masa compacta cuyas alas grises eran como las caras y los vértices de un cristal celeste en movimiento."
http://www.subrosa.net/ |
"Crueldad es una de esas pocas palabras que oyes repetir tantas veces que dejan de tener sentido. Según lo veo yo la crueldad es únicamente un aspecto de las funciones [...]. Hablamos de espectáculos con máquinas, sabes [...]. En los viejos tiempos, cuando los filósofos hablaban de identidad, nunca se pensaba en cosas inanimadas [...]. Había que estar vivo; había que tener inteligencia para poder reconocer ya fuera otras identidades, ya objetos inanimados. Bueno, en estas funciones lo que tratamos de hacer es colocar objetos inanimados a un nivel en el que puedan actuar y la gente pueda considerarlos como entidades".
http://wordincarnate.wordpress.com |
"Soy el Espíritu Santo. Al poco de descender del Cielo, llegué a ese mar violáceo de mortalidad turbulenta, océano en cuyo fondo había una pequeña burbuja azul [...]. Que quisiera ver a Catherine se debía a que quería persuadirla con mi ejemplo de que se convirtiera en mártir para que así pudiera vivir conmigo en el Cielo eternamente y yo la dejara embarazada de niños espíritus mediante la inmaculada concepción y la llevara a dar largos paseos por los bosques de carámbanos."
http://essentialsomatics.wordpress.com |
"Los rayos C penetran el ROJO de nuestra sangre, el NARANJA y el AMARILLO de nuestros tejidos adiposos, el VERDE y AZUL de nuestros intestinos, el ÍNDIGO de nuestros sueños, el VIOLETA de nuestras preocupaciones... dejando únicamente el blanco y el negro."En su propia voz
Rendre compte du Réel from Villa Gillet on Vimeo.
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