“Semant icy un mot, icy un autre, eschantillons dépris de leur piece, escartez, sans dessein, sans promesse : je ne suis pas tenu d'en faire bon, ny de m'y tenir moy-mesme, sans varier, quand il me plaist, et me rendre au doubte et incertitude, et à ma maistresse forme, qui est l'ignorance.”
Michel de Montaigne. Essais, Livre I, Chapitre L, “De Democritus et Heraclitus”.
Una maestra de escuela, más soltera que divorciada, viaja a París a requerimiento de su potentado y ocupado hermano para rescatar de la incógnita y perversa Europa de la postguerra a su sobrino, escapado y desaparecido sin rastro. Una vez hallado, sin embargo, se dará cuenta de que no todo es como parece y que, a menudo, la razón de la huida no es tanto el afán de dejar atrás como el de buscar aquello de lo que se carece. Reconocido homenaje a Los embajadores de Henry James, Ozick transporta a su protagonista a través de los conflictos familiares, los prejuicios sociales y las heridas bélicas, y bajo la forma de una novela clásica, apoyada en una prosa precisa y potente y en un dominio magistral de los puntos de vista, a ese inevitable cambio de la perspectiva personal provocado por las carencias manifiestas de un continente exhausto y la perplejidad ante una historia de amor imposible. Microreseña publicada en el Diari de Sant Jordi de la Llibreria La Central
No hay comentarios:
Publicar un comentario