14 de agosto de 2011

Diari personal, 1933

Traducción de Imma Falcó. Prólogo de Arcadi Espada. Edición de Edith Silve


"Maintenant, foutez-moi la paix", espúreas últimas palabras de Paul Léautaud en su lecho de muerte.


Si lo juzgáramos en términos actuales, podríamos decir sin temor a exagerar que Paul Léautaud, escritor grafómano, crítico ácido y paradigma del egotista según Stendhal, de quien era un rendido admirador, es un "impresentable"; un vistazo a su biografía y a sus obras, sobretodo el monumental Diario Literario (Journal Littéraire, 1954-1966) en 19 volúmenes, basta para hacerse una idea del extremismo del personaje. Como contrapartida, o como complemento, Léautaud confeccionó también un Diario Personal (Journal Particulier, escrito entre 1933 y 1939), cuyo primer período es el que abarca la edición de Días Contados.


El texto toma la forma de un diario en el que el autor reseña , a veces con un detallismo estremecedor, otras con la distancia del no implicado, los vaivenes de su relación sentimental -aunque, como dice la editora en la brillante introducción, llamarla "relación sentimental" sea un eufemismo- con Marie Dormoy , "M. D." en el texto. Paradigma de la misoginia y de la mala educación, a pesar de, o precisamente debido a que el Diario es obsesiva y monotemáticamente sexual, es imposible calificarlo de documento erótico, ni siquiera pornográfico: si algún adjetivo le es aplicable, ese sería el de sórdido.


"Si estimar és preferir un altre a si mateix, en el sentit aquest jo mai no he estimat."


Entre las razones del interés de su lectura, cabe citar la manifestación de la distancia que, en las obras de ficción, pero también en las más personales, interpone el autor entre el narrador y el objeto narrado; es evidente que la determinación de esa distancia es más difícil porque, por principio, en los Diarios el objeto narrado es el propio autor, pero... Efectivamente, si en obras como Otra vuelta de tuerca (Henry James: The Turn of the Screw, 1898), la interposición de narradores representa la distancia máxima, ¿cuál es la distancia mínima? Por lógica, deberían ser los Diarios, pero incluso en este caso existen gradaciones: no es lo mismo Tolstoi que Bloy, ni Valéry que Renard. En este aspecto, Léautaud sería el ejemplo extremo en el que autor, narrador y objeto son una misma cosa.


Los diarios íntimos son, por propia definición, documentos personales pero, ¿cuál es el grado de intimidad de tales escritos? Si se escriben y no se destruyen, ¿para quién se escriben, quién piensa el autor que debe ser su lector final? Max Brod es tal vez el paradigma de los traidores de testamentos literarios pero, teniendo en cuenta el resultado final de esa traición, ¿de veras debe hacerse caso del "no se imprima" que el propio autor ordena?


La obscenidad, la inconveniencia, la incorrección y la más despreciable misoginia se dan la mano en este texto inclasificable que, por lo que tiene de insólito, pero también por el retrato que hace del escritor, se convierte en una lectura muy interesante, aunque a menudo haya que leer alguno de sus pasajes tapándose las narices.

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