La condesa sangrienta. Valentine Penrose. Wunderkammer, 2020 Prólogo de María Negroni. Traducción de M. Teresa Gallego y M. Isabel Reverte |
Penrose, siguiendo el rastro de la condesa, bucea en el origen del mal y lo atribuye a una doble condición: la propia personalidad de la protagonista, psíquicamente inestable pero perteneciente a un linaje que le confería impunidad; y la superstición generada por un paisaje sombrío, un pasado tumultuoso, una ubicación en mitad de la frontera de dos imperios, en una sociedad de estructura fuertemente feudal, y una supuesta predestinación de origen sobrenatural de estirpe pagana, mezcla del animismo basado en la adoración de las oscuras fuerzas de la naturaleza, y de brujería.
Basándose en las semejanzas de ambos casos, Penrose aventura una especie de Vidas paralelas con Gilles de Rais, dado el trasfondo erótico y lujurioso que propone en ambos casos, aunque con distinciones notables: las víctimas de Gilles fueron, casi siempre, niños, y el propósito era convocar al diablo; para Erzsébeth, las víctimas eran mujeres y su aspiración la eterna juventud. Ambos fueron juzgados y castigados —él ejecutado, ella encerrada de por vida— con 170 años de diferencia.
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