El fin del fin de la Tierra. Jonathan Franzen. Editorial Salamandra, 2019 Traducción de Enrique de Hériz y Patricia Antón de Vez |
La primera reivindicación de Franzen, sin embargo, no tiene nada que ver con los pájaros: en pleno auge de la literatura egotista, el autor se lamenta por la práctica desaparicion del ensayo —y evidencia, una vez más, la paradoja Montaigne, ese "yo mismo soy la materia de mi libro", enfrentado a un libro absoluto e imperecedero en el que el perigordino, tomándose a sí mismo como referencia, escribe un libro universal—. Mientras que la esencia del autor y la del lector pueden carecer perfectamente de puntos en común, sus respectivas sustancias coinciden y se materializan en un lugar exterior a ambos pero que jamás pueden compartir: la página que ha escrito el autor y que lee el lector. La democratización de la información no consiste en que cada uno pueda emitir su opinión y pedir respeto para la misma sino en que puedan publicarse, sin ningún tipo de censura, opiniones de distinto signo.
Franzen posee una extrema habilidad para capturar la realidad y una estudiada facilidad para tratarla con las herramientas de la narración canónica, tanto en el campo de la ficción como en el documental, tanto si escribe sobre sus vacaciones universitarias en Manhattan como si lo hace sobre la deuda que tenemos pendiente, como especie, con los pájaros, una preocupación, la de la vida salvaje, obsesiva en su caso, que ha sido objeto de cruel caricatura por sus críticos, principalmente desde el campo literario.
La sospecha de que la obra de un escritor de ficción es el reflejo fiel de su personalidad le lleva a indagar acerca de esta, en sus trazos más evidentes, al menos, en referencia a su amigo William Vollmann y a Edith Wharton, y en averiguar si en su atipicidad literaria, casos insólitos en la literatura norteamericana, se trasluce una personalidad también poco común.
En cuanto a sus artículos relacionados con la protección de las aves, Franzen, de forma parecida a lo que sucede en sus novelas, exhibe un ecologismo amable recatado que, aunque afectado por una fuerte convicción, queda lejos del activismo mediático y de la radicalidad de la última ola del conservacionismo mundial.
Notas de Lectura de Pureza
Fe de Lectura de Más afuera
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