El cementerio de Barnes. Gabriel Josipovici. Pálido Fuego, 2021 Traducción de José Luis Amores |
Un traductor, casado en segundas nupcias y residente en Gales, recuerda su estancia en París, después de enviudar y de su traslado a esta ciudad, donde acostumbraba a visitar los cementerios históricos, y evoca episodios de la vida con su primera esposa en Londres; el recuento de estos acontecimientos, con las correcciones, apostillas y comentarios de su segunda esposa, son expuestos por un narrador, implicado en el relato, que se supone que fue testigo del relato del protagonista ―un recurso utilizado, entre otros, por Thomas Bernhard, un autor con el que Josipovici mantiene evidentes conexiones ―, y compone El cementerio de Barnes (The Cemetery in Barnes, 2018), uno de las recientes publicaciones del prolífico y multifacético escritor británico Gabriel Josipovici.
La narración, pues, se estructura a través de una multiubicación temporal en tres períodos narrativos que parecen discurrir de forma simultánea: dos referenciales, la vida con su primera esposa en Londres y su estancia solitaria en París, de cuyos hemos tenemos noticia por el relato que le hace al narrador, y que este comunica al lector; y el que actúa como falso presente, en Gales, en compañía de su segunda esposa, cuando le cuenta los episodios de las dos etapas anteriores al relator.
La parquedad de la información a disposición del lector, apenas cortos episodios cuya importancia intrínseca parece insignificante, no impide a este que pueda trazar un retrato bastante completo y con visos de verosimilitud del traductor, pero lo obliga, al mismo tiempo, a deducir trazos de su carácter mediante la interpretación que subyace a cada uno de los episodios
El sentimiento de pérdida de su primera esposa, omnipresente a lo largo de la obra, se expresa mediante la huida, y el dolor provocado por la culpa, a través de la adquisición de un modo de vida metódico y ordenado que no dé ocasión a episodios inesperados que puedan reavivar el recuerdo; un sistema de protección del que el narrador da buena cuenta mediante la repetición no justificada de ciertos episodios que actúan a modo de ancla, que no tienen coartada en el aspecto narrativo, pero sí que parecen poseerla en cuanto se refiere a la serenidad mental del protagonista. Una serenidad que se trasluce también mediante tres ―un número que se repite a lo largo del texto y que cifra los más variados aspectos: tres tiempos narrativos, tres lugares de residencia (Londres, París, Gales), tres idiomas (inglés, francés e italiano), tres situaciones emocionales... ― leit motiv: L'Orfeo de Monteverdi, la poesía de Joachim Du Bellay, que intenta, infructuosamente, traducir al inglés, y los largos paseos, tres recursos cuya repetición, con pequeñas variaciones, acaban formando el esqueleto de esa excelente e inusual novela.
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