Encres orphelines: Pierre Bergounioux, Gérard Macé, Pierre Michon. Laurent Demanze. Librairie José Corti, 2008 |
Tengo la sospecha de que aquellos que hemos experimentado —disfrutado o sufrido, táchese lo que no proceda— las relaciones con una familia compuesta por los dos progenitores estándar —no niego que mi formación en psicología tenga algo que ver con el asunto— no podemos hacernos a la idea de las consecuencias de la carencia, por la razón que sea, muerte o huida, de uno de ellos en la etapa infantil, y de las repercusiones sobre ese mismo individuo ya adulto.
Pero yo hace tiempo que cambié la psicología por la literatura —a nivel de lector, por supuesto—, y al traducir esa sospecha a términos literarios, autoriales, sobre todo, intenté investigar acerca de los efectos sobre su escritura en aquellos autores que habían crecido en esa situación.
Según parece, la incidencia de la orfandad en ganadores de premios Nobel de literatura es ocho veces superior a la de los ganadores en el apartado de Física; si de lo que se trata es de que la población estadística sea menos exquisita, resulta que en el caso de la población general, sólo dos grupos muestran porcentajes de orfandad similares a los ganadores del premio Nobel de literatura: los delincuentes juveniles y los pacientes psiquiátricos depresivos o suicidas (información extraída dde 'Greatness: Who Makes History and why', de Dean Keith Simonton).
Hace relativamente poco que he retomado este estudio, provocado por dos circunstancias: por una conversación con mi colega Jose Valenzuela, que algo sabe del asunto; y porque dos de los autores con los que me he empeñado últimamente comparten esa carencia: Pierre Bergounioux, cuyo padre murió en una etapa en que, según sus propias palabras, su presencia era imprescindible —una cuestión que atraviesa, tangencialmente, su obra de carácter meditativo—, y Pierre Michon, cuyo progenitor huyó cuando él era muy pequeño —incluso en uno de sus libros, 'Rimbaud el hijo', incidió en el hecho de que el padre, Frédéric Rimbaud, también abandonara a su familia; también algunos de los protagonistas de 'Vidas minúsculas' comparten ese accidente—. Además, descubrí que existía un libro que hablaba de ese hecho referido a ambos —y a Gérad Macé, coetáneo, cuyas obras se consideran adyacentes—.
No sé dónde me llevará todo esto, pero está en marcha.
Texto de la contraportada:
«En una época de transmisión demorada y de tradición fragmentada, la literatura contemporánea cuestiona las figuras desaparecidas de la ascendencia. Al mismo tiempo investigaciones genealógicas y reconstrucciones biográficas, los libros de Pierre Bergounioux, Gérard Macé y Pierre Michon están escritos a contracorriente de la amnesia moderna. Porque la modernidad presta poca atención a los días pasados y a la gente menuda, a los legados secretos y a las filiaciones pasajeras. Entre la angustia y la melancolía, estos tres autores se enfrentan a sus pasados familiares incompletos, en una preocupación por la memoria teñida de luto.
»Es la melancolía la que impregna este libro. La melancolía de los escritores que no pueden resignarse a llorar el paso del tiempo. La melancolía, también, de sus narraciones de filiación, en las que se revela la figura finisecular de un individuo perseguido por los fantasmas de su ascendencia y sus deseos insatisfechos. Por último, está la melancolía de una memoria atestada de recuerdos de lectura y del aura de los libros de antaño. Es esta melancolía la que da a este libro su tono fúnebre, y es esta melancolía la que modula la elegía de un mundo desaparecido en los textos de Pierre Bergounioux, Gérard Macé y Pierre Michon. Pero este matiz sombrío, que tiñe sus escritos, no se limita a inflexiones de humor o sombrías cogitaciones. Es también una pasión por la alteridad, que abraza los destinos desheredados de la ascendencia y les devuelve su singular brillo. En esta melancolía contemporánea, está en juego una ética de la literatura.
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