Carnet de notes 2016-2020. Pierre Bergounioux. Éditions Verdier, 2021 |
Quinta, y por el momento, última entrega, de los Carnets de notes de un Bergounioux ya septuagenario. Un instrumento de observación, que abarca, en su conjunto, más de cuarenta años de la vida del autor —y que, pese a su inspiración e intención, ha aumentado progresivamemnte en extensión—, en la que el escritor —que no es ningún personaje literario, sino un simple individuo— expone la misma materia de su existencia con la economía y minuciosidad acostumbradas, también en sus escasas obras de ficción, y con esa exactitud específica que no admite interpretación y una precisión que alcanza, en esta última entrega, cotas insuperables. A lo largo de las más de tres mil páginas de esa obra que, modestamente, me atrevo a calificar como su obra mayor, Bergounioux transita, temporalmente, por el camino de la escritura que comienza como explicación e inspiración para la búsqueda de todo aquello de lo que carecía —escribir para vivir— y va desplazándose hasta este último volumen, en el que Bergounioux sublima su propia existencia, excluye progresivamente los elementos accesorios y eleva la literatura a su máxima expresión, escribir para no olvidar.
Con motivo de la publicación del quinto volumen de sus Carnets de notes, la revista Lire. Magazine Littéraire, en su súmero de abril de 2021, publicó una entrevista con el autor, cuya traducción transcribo a continuación.
«La palabra escrita nos permite fijar los contornos de nuestros días»
Entrevista con Pierre Bergounioux
realizada por Claire Chazal
Hay que subir las laderas del valle de Chevreuse, cerca de Gif-sur-Yvette, para encontrar a Pierre Bergounioux, en una casa habitada por innumerables objetos de arte africano, máscaras y estatuillas, a las que replican algunas de sus esculturas hechas con chatarra ensamblada con un soldador.
El autor de Miette confiesa que habría preferido ser artista plástico, manipular la materia, en lugar de triturar incansablemente palabras, para mantener vivas las tierras pobres de las que procede, el campo de Corrèze, que, según él, no tiene cabida en la literatura. Escribir para dar cuenta de la modesta vida de la tierra privada de cultura emancipadora. Este es la razón del trabajo de Pierre Bergounioux. Una amplia obra de sesenta libros, escritos autobiográficos y cuadernos. Una obra política como puesta a prueba permanente de una base de convicciones marxistas.
Bergounioux acaba de publicar el quinto volumen de este diario que lleva desde 1980. Un volumen que incluye el confinamiento decretado el 17 de marzo de 2020. Una crisis sanitaria que sumirá al escritor en el temor de perder a algunos de sus seres queridos. Los relatos son sencillos, dan testimonio de la fragilidad del narrador, de sus viajes de ida y vuelta en RER a la capital, de sus madrugadas tras noches en vela, de su amor por la familia (su compañera de toda la vida, sus hijos, sus nietos) y de sus alegrías pasadas. Todo cambió, dice, cuando su madre dejó este mundo en 2015, la misma noche de los atentados. Una madre que le había rodeado con su benevolencia y había aprobado toda su vida casi incondicionalmente. Pierre Bergounioux escribió su diario incluso antes de publicar su primer libro, Catherine, en 1984, a la edad de 35 años. Su escritura ajustada, precisa, cincelada, acabó por imponerse. Da cuenta de una búsqueda incesante de la verdad de las sensaciones. Es la inmersión en el corazón de lo existente de William Faulkner lo que le inspira, pero también la de Claude Simon. Si toma la pluma cada mañana, es para preservar su memoria, para protegerse de la confusión. Y para dar testimonio de un orden social inmutable.
Claire Chazal: Usted publica el quinto volumen de sus Carnets, obra iniciada en 1980. ¿Es una forma de dar testimonio del paso del tiempo, de no perder la memoria?
Pierre Bergounioux. Yo tengo dos enemigos: el olvido y la confusión. Soy el beneficiario, como usted y el resto de la especie pensante, de la invención de la escritura, que es, sin duda, el acontecimiento más importante de la aventura humana. Cuando descubrí que había una forma de defenderse del monstruo que nos pisaba los talones, llevando la cuenta de los días, me puse manos a la obra. Desde entonces no he parado. Mi segundo enemigo es la confusión, la sensación de vaguedad, de imperfección, porque te atrapan las prisas. La naturaleza del soporte de la palabra escrita permite fijar, precisar, los contornos de nuestros días.
Claire Chazal: En estos relatos de la vida cotidiana, se percibe cierta fragilidad física, incluso usted escribe: «Lo he tenido todo, ya puedo irme». Es como si usted avanzara esperando desaparecer en cualquier momento y que la escritura sirviera para retrasar ese momento...
Pierre Bergounioux: Retrasar, no, más bien hacer el inventario de lo que nos habrá mantenido vivos, incluida la proximidad del final. Nuestra mente está presa de los que no tienen vida. Mantener los ojos abiertos hasta el final, no rendirse, no dejarse caer... Para afrontar lo que venga, sea lo que sea. Llevar esta claridad, que sería la conciencia, lo más alto posible.
Claire Chazal: ¿Es también «remontarse al tiempo inconcebible de la infancia y hacer balance de la felicidad pasada»?
Pierre Bergounioux: Sí, la felicidad siempre es retrospectiva. Aquello que ha llenado de felicidad nuestro corazón solo se nos presenta en su plenitud con posterioridad a los hechos. Yo he sido profundamente feliz, sobre todo de niño. Tuve el privilegio de tener una madre cariñosa e inteligente. Nuestras madres nos salvan en la medida en que nos perdonan; cuando creemos haber agotado todo el crédito que se nos concedió al nacer, descubrimos que permanece intacta en el caos esa imagen que persiste grabada en el corazón materno. Podemos volver a intentar parecernos a esta imagen que se nos ofrece: la salvación.
Claire Chazal: ¿Escribir es para usted una forma de dar testimonio de la vida intelectual de una época?
Pierre Bergounioux: Sí. Soy el primero de mi linaje en poder escapar de la provincia de la Galia peluda, donde una burlona maldición me hizo nacer, y respirar el aire liberado de la capital. Allí descubrí la enseñanza superior. Citando a Giono, sí, París goza de cierta estima a nuestros ojos. Daría mucho por disponer de un comentario preciso sobre el pequeño mundo que dejé, la Auvernia. Si alguien lo hubiera hecho antes, yo estaría ahora sentado junto a mi piscina y no allí, inclinado como un labriego, sobre mi papel. No había nadie entre mis compatriotas que planteara a aquellas cosas enigmáticas, a veces hostiles, la comprometida pregunta de qué eran, qué querían de nosotros. Pregúntale al mundo; si haces la pregunta correcta, él te responderá, pero no se puede encontrar un predecesor que haga inventario y nos proporcione el pequeño volumen en rústica en el que descubrimos lo que nos faltaba. Es una reivindicación importante que dirijo a los poderes tutelares de nuestro destino.
Claire Chazal: Vivimos el confinamiento a través de su libro, ¿fue un periodo angustioso para usted?
Pierre Bergounioux: El confinamiento no significó ningún cambio para mí, sobre todo desde que me retiré de la enseñanza. Por otra parte, lo que sí que me afectó fue el número de personas a las que esta enfermedad no perdonó. El ritmo era aterrador.
Claire Chazal: ¿Tenía miedo por sí mismo, estaba enojado?
Pierre Bergounioux: Fui prudente. Si tengo que partir, que sea de otra manera.
Claire Chazal: Dice que se levanta temprano después de noches cortas, ¿la mañana es propicia para escribir?
Pierre Bergounioux: Sí. Proverbio alemán: «Las horas de la mañana tienen oro en la boca». Se está fresco en ese momento. Se dispone de fuerzas vigorosas después de una noche a menudo laboriosa. Es por la mañana cuando uno tiene una posibilidad, no necesariamente infructuosa, de arrancar a las potencias enemigas la ventaja que pretende. Así ha sido desde que mi profesor de bachillerato de Brive-la-Gaillarde me envió a un internado. Fue mi camino a Damasco. Descubrí allí que no era del todo imposible casar la cosa y la idea que se tiene de ella en la claridad nupcial de lo evidente.
Claire Chazal: Este Carnet que estamos descubriendo, una vez que lo empieza por la mañana, ¿no vuelve a él durante el día?
Pierre Bergounioux: En absoluto. El único cualificado para juzgar el momento es el que lo vive, es él quien se ve afectado por el acontecimiento, la agitación por la que se ve embargado es parte integrante del mundo en el que vive en ese momento. Si retomara este texto, ¡ya no sería sincero! Sería una descripción fría, imparcial, objetiva, inapropiada para lo que hemos vivido.
Claire Chazal: Este estilo inmediato de los cuadernos, que tiende a una narrativa sencilla, contrasta con su estilo habitual, más pulido...
Pierre Bergounioux: No me apetecía reproducir esta escritura cincelada. En estos cuadernos, se trata de mi vida, del polvo de los acontecimientos que subyace a los hechos. Pretender elevar la mirada más allá del círculo extremadamente exiguo de la vida ordinaria que llevo y cuestionar a los poderes que se elevan sobre mi cabeza y mis hombros y prescriben tiempos distintos de los que se les asignan, es arrogancia. Cuando evoco acontecimientos colosales —puesto que me siento responsable de todo lo que haya podido ocurrir en un momento u otro de la historia del país o del mundo— debo mantenerme a la altura de las circunstancias ante aquello que domina el paisaje, que llena el horizonte. En ese momento, tengo un estilo diferente, que no creo que pueda o deba adoptar cuando hablo de hacer la colada, la compra...
Claire Chazal: Volvamos a su vida cotidiana con sus familiares. ¿Aceptaron aparecer en sus cuadernos?
Pierre Bergounioux: Mis hijos permanecieron en casa durante veinte años sin sospechar que su padre, por la mañana, anotaba el contenido del día anterior, así que quedaron un poco decepcionados. No hablamos de lo que escribo. No sé si se han acostumbrado. Saben que su padre es un gran maniático que lo anota todo. No hay nada más terrible que ser juzgado por alguien cercano, es como jugar con cartuchos de dinamita con la mecha prendida o ver cómo se desprenden las sierras circulares de sus ejes. Esto forma parte de los peligros de la literatura que no están donde se les esperaría. Lo digo con toda sencillez: mantengo una relación conciliadora tanto con la altocorreciana con la que me casé como con los arrabaleros a los que dio a luz.
Claire Ch Chazal za: ¿Entiende que esto puede herir?
Pierre Bergounioux: Perfectamente, pero eso no me disuade de escribir porque, al mismo tiempo, siento la necesidad de estar seguro de lo que ha ocurrido. Que hasta mi último momento sea consciente de lo que ha sucedido, como el niño que acaba de nacer.
Claire Chazal: ¿Ha conservado usted su amor por la naturaleza?
Pierre Bergounioux: Sí, pero esto es cosa de paletos ¿Qué sentido tiene inquietarse por el estado del cielo cuando esto no tiene ninguna clase de incidencia? Es una pequeña alegría, pero lo tomo como lo que es: un defecto. Es lo contrario de lo que dice Danton: uno lleva la tierra de su país en la suela de los zapatos. A menudo me hago esta reflexión, sobre todo cuando estoy en ciertos barrios parisinos: me invade el sentimiento de indignidad que todos los habitantes de estos departamentos desfavorecidos sentimos cuando oímos «lo dijeron en la radio», «lo vimos en TF1». En el mundo se utilizaban dos lenguas: la nuestra, que sólo era válida dentro de los límites de la provincia, y la lengua oficial, la de la capital, de existencia posicional. Imagínese la angustia de sospechar que todo lo que decíamos no se ajustaba a la naturaleza de las cosas, cuando no teníamos acceso a la fuente de la que éstas derivaban su naturaleza.
Claire Chazal: De los cinco años descritos en este último volumen de sus Carnets, ¿cuál fue el más memorable?
Pierre Bergounioux: El único acontecimiento dramático que aún no he superado es la muerte de mi madre en 2015, la misma noche de los atentados. Después, el cielo parecía menos azul, más oscuro. Nuestras madres se atreven a dejarnos, a abandonarnos. Mientras ella estuvo allí, yo me acomodé a vivir con unos pensamientos que podían adjudicarse a un niño de seis años. Perdí para siempre su mirada benevolente.
Claire Chazal: ¿Sintió este requerimiento como padre?
Pierre Bergounioux: No. Un día, uno de mis hijos me confió que pensaba que yo era muy severo, yo no era consciente de ello.
Claire Chazal: Ha escrito sobre los lunes de la infancia, ¿hay algún día favorito en este Carnet?
Pierre Bergounioux: Hay horas que superan a todas las demás, sobre todo el regreso al tiempo de la infancia. Me equivoqué de carrera porque, si hubiera seguido mi inclinación natural, me habría convertido en artista plástico. Lo digo sin vanidad. Pero, ¿cómo se puede llegar a ser artista plástico cuando se procede de una prefectura del suroeste? La causa se perdió incluso antes de las alegaciones. Cuando regreso a mi país, puedo volver a inmolarme por esas pasiones arcaicas. He frecuentado a verdaderos artistas durante unos quince años. Me equivoqué de puerta: no era como profesor como debía haber entrado a la Beaux-Arts de París. Me di cuenta, gracias al trabajo de algunos colegas, de que el mundo ya no era el mismo. Como profesor, sólo puedo cambiar la perspectiva del pensamiento. La reflexión es una agonía. Pensar es un tormento. Un artista plástico conoce alegrías que la escritura o la lectura no procuran. Me encanta leer porque otra persona se ha tomado la molestia de interrogar al mundo enemigo y extraer de él la palabra adecuada. Leer es un placer mientras que escribir es un dolor con una mezcla de desesperación porque no se puede evitar percibir el abismo entre todo lo que rodea la mente y la fragilidad, la precariedad. Cuando estoy inclinado sobre mi papel con mi bolígrafo, me dan ganas de llorar.
Claire Chazal: En estos Carnets descubrimos que es usted un gran lector que picotea, que va de un libro a otro...
Pierre Bergounioux: Aplico los principios de la utilidad decreciente de la teoría neoclásica de la economía. Por la mañana, cuando no tengo papel para emborronar, tomo prestados libros difíciles que me plantean dificultades casi inexpugnables. Mis fuerzas decaen, me doy cuenta de que ya no estoy en condiciones aceptar el desafío del autor con el que he estado luchando, recurro a otras lecturas como George Sand, que me inspira una gran simpatía. Hay figuras que me son espontáneamente simpáticas y otras que me son espontáneamente hostiles... y a la inversa. Me he confundido muchas veces.
Claire Chazal: ¿Era usted lector de correspondencia, de diarios como los de Proust, por ejemplo?
Pierre Bergounioux: Sí. La literatura ha sido esencialmente la obra de personas que han estado libres de las tristes preocupaciones de la vida ordinaria. Si nos fijamos en la gran literatura francesa o extranjera del siglo XX, la mayor parte es obra de grandes burgueses.
Claire Chazal: ¿Escribir a diario le ha ayudado a escribir el resto de su obra?
Pierre Bergounioux: Sí. Empecé llevando un registro de mis días antes de escribir historias.
Claire Chazal: ¿Ha pensado alguna vez en abandonar?
Pierre Bergounioux: Sí, la tentación de dejar que sean otros los que saquen a la luz el contenido la cuestión es enorme. De niño, me di cuenta de que aquellos que podrían haberse pronunciado sobre lo que nos ocurría se desinteresaban completamente de lo que pasaba en nuestro rincón. Desde que aprendí a leer, todos los libros que leía hablaban de hecho sobre personas que no conocía, que eran totalmente diferentes de cuanto yo había conocido hasta entonces. Intenté «cumplir con la tarea», hablar de lo que yo conocía, sabiendo que no era necesariamente una buena opción. Es tan difícil pronunciarse sobre la pobre campiña como sobre París, que es, a mis ojos, una ciudad legendaria.
Claire Chazal: En efecto, es difícil escribir bien...
Pierre Bergounioux: Resulta difícil hablar, sea de lo que sea. Sabiendo que las cosas ya han sido decapadas, pulidas por nuestros predecesores. Me siento como un superviviente del campo que tiene la descabellada idea de someterlo al mismo trato que a las ciudades. Me parece que el tiempo y el lugar imprimen a nuestra experiencia una coloración, unas particularidades, que son, principalmente, lo mismo que se siente cuando se da un paso atrás y se descubren esas invariantes de una misma condición humana. Hay cosas que encuentro, pasados cinco siglos, en Montaigne, y que buscaría en vano en la pluma de Saint Simon.
Claire Chazal: Su escritura es muy elaborada y puede parecer difícil de leer. ¿Es usted consciente de ello?
Pierre Bergounioux: Daría cualquier cosa por hacer frases más sencillas, pero tengo la sensación de que las cosas y las controversias que podemos sostener con ellas nos obligan a atacar en diagonal, por la retaguardia o por los flancos. Forma parte de la estrategia si, realmente, se tiene la pretensión de llegar al fondo con el pesamiento de aquello que se le opone malévolamente.
Claire Chazal: Ha dicho en el pasado que se ha sentido aplastado por grandes autores, en particular por William Faulkner, ¿sigue siendo así?
Pierre Bergounioux: Con Faulkner, accedemos a una verdad que ha escapado a la raza humana desde el momento en que ha habido hombres que han intentado dar cuenta de los actos de otros hombres. Hay dos tipos de relatos: Homero, que corresponde al estilo racional, entendemos los actos de Ulises. Luego viene Faulkner, que despoja al narrador de su soberbia, que todo lo sabe y todo lo entiende. Son hitos en el camino de la humanidad. Son inevitables.
Claire Chazal: ¿Los encuentra en la literatura contemporánea?
Pierre Bergounioux: Pienso que aquellos cuyos textos me hablan han tomado nota, como yo, de que existían, en el largo trayecto, figuras que no se pueden soslayar y que nos recuerdan que tras su paso ya nada es igual.
Claire Chazal: ¿Claude Simon es uno de ellos?
Pierre Bergounioux: Claude Simon es un seguidor de Faulkner. Lo que lo hace poderoso es que por primera vez tenemos una visión de los vencidos. No hay pueblo más bíblico que nosotros. Desde la Galia prerromana, nunca hemos dejado de importunar a nuestros vecinos.
Claire Chazal: ¿Le parecen interesantes los autores jóvenes?
Pierre Bergounioux: Sí. Las mujeres han entrado masivamente en liza, ¡ya era hora!
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Este artículo es la traducción al castellano de la entrevista «L’écrit permet de fixer les contours de nos jours», realizada por Claire Chazal, publicada por la revista Lire. Magazine Littéraire en su número de abril de 2021, y reproducida en https://editions-verdier.fr/wp-content/uploads/2021/04/bergounioux_2021-04_lire.pdf
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