Breviario de la estupidez. Alain Roger. Ediciones del Subsuelo, 2019 Traducción de Gabriela Torregrosa |
Alain Roger, el filósofo francés especialista en paisaje, analiza en Breviario de la estupidez (Bréviaire de la bêtisse, 2008) esa lacra ancestral que se resiste a desaparecer a pesar del progreso en los índices de alfabetización y del supuesto desarrollo de la civilización.
Desde el punto de vista teórico, intenta consensuar una definición para la estupidez: qué es y cuál es su campo de exposición; su relación con la tautología; las diferencias con la idiotez y la imbecilidad y el hecho de que puede afectar a individuos no especialmente estúpidos; y su relación con el Principio de Razón Suficiente y con el del Tercero Excluido, haciendo especial hincapié en su existencia entre el gremio de escritores.
La parte más interesante del ensayo es aquella en la que Roger analiza la estupidez desde el punto de vista literario. Ratrea en su busca desde la tragedia griega hasta llegar a Molière, el teatro de la estupidez más espectacular de la historia de la dramaturgia, y al teatro barroco; su generalización, en el siglo XIX, en el conjunto de la literatura, con la aparición del burgués moderno, de la frivolidad y de otra de las cimas de la representación de la estupidez: el bovarismo y Bouvard y Pécuchet; avanza hasta la Recherche, un verdadero y completo catálogo de todas sus variedades, la mayoría de ellas, por cierto, perteneciente a la sociedad aristocrática parisina, y su relación con el esnobismo; finalmente, explora en la (mala) poesía, en la pintura imitativa y en la música —particularmente, en la ópera—.
Como corolario de la obra, toma como referencia una circunstancia de la vida —como podía haber tomado cualquier otra—, el amor, para explorar las diferentes formas que puede tomar la estupidez en ese contexto, con énfasis especial en el fenómeno de los celos.
Con independencia de la utilidad del ensayo, indiscutible —aunque no creo que nadie afectado por la plaga vaya a leerlo—, Roger cuenta a su favor con el acierto de tratar el síndrome sin perder la ironía; y es que a uno se le ocurre que tomarse la estupidez en serio debe ser en una de las peores formas que esta puede tomar.
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