25 de junio de 2019

Viaje a Arcturus

Viaje a Arcturus. David Lindsay. Defausta Editorial,  2016
Introducción de Alan Moore. Traducción de Susana Prieto Mori
Una invocación espiritista, auspiciada por individuos de la sociedad bienestante, provoca la aparición y materialización de seres con apariencia humana procedentes de otra dimensión. Una de esas entidades es Krag, que convence a dos de los asistentes, Maskull y Nightspore —desconocidos para el resto de los reunidos, excepto para la mujer que los convocó —, con la intención de que le acompañen a su lugar de origen, el planeta Tormance, en la órbita de la estrella Arcturus.
"Blackhouse emprendió entonces su tarea. Comenzaba a serle familiar y ya no le preocupaba el resultado. No era posible efectuar la materialización por mera concentración o voluntad, ni por el ejercicio de cualquier facultad; de otro modo mucha gente podría haber hecho lo que él se había comprometido a hacer. Su naturaleza era extraordinaria: el mundo divisorio entre él y el mundo espiritual estaba resquebrajado en múltiples lugares. A través de las grietas de su mente los habitantes de lo invisible, cuando los invocaba, cruzaban por un momento, tímida y atrozmente, a un universo sólido y colorido... No podía decir cómo ocurría... era una experiencia dura para el cuerpo, muchas pruebas así lo llevarían a la demencia y a una muerte precoz. Por eso Blackhouse era severo y brusco en las formas. La torpe y grosera sospecha de algunos testigos, el frívolo esteticismo de otros, repugnaban de igual modo a su triste y henchido corazón. Pero tenía que vivir y, para ganarse la vida, debía tolerar aquellas impertinencias."
Los preparativos para el viaje revelan que este trascenderá el simple traslado físico —realizado mediante una técnica que consigue superar la velocidad de la luz— para convertirse en un viaje transformador al final del cual no solo la mentalidad y los marcos de referencia intelectuales y sociales se verán modificados, sino que incluso la morfología física de los viajeros sufrirá radicales transformaciones.
"Era un extranjero desnudo en un mundo extraño, enorme y místico, y el cualquier lugar hacia el que se volviera había fuerzas desconocidas y amenazadoras mirándolo con odio. El gigantesco Branquéspilo, blanco y devastador, el espantoso Alpaín, que modificaba el cuerpo, el mar hermoso, letal y traicionero, la oscura y fantasmal Isla de Esvalón, el bosque que devastaba el ánimo, del que acababa de escapar... contra todas esas poderosas fuerzas que lo rodeaban por todas partes, ¿qué recursos tenía él, un viajero débil e ignorante de un minúsculo planeta al otro extremo del espacio, para evitar ser totalmente destruido...?"
Recién llegados a Tormance, Maskull es acogido por una mujer que, representando un papel parecido al de la Nausícaa homérica, aclara sus primeras dudas y lo instruye acerca del modo de vida tormanciano: el respeto por todo ser vivo, las formas de relación personal, los dioses locales y, entre otras cuestiones, el inestable equilibrio entre el bien, representado por Cristalino, y el mal, personificado por Krag, justamente el responsable de haber traído a Maskull al planeta; y también del proceso, ya iniciado, de la transformación progresiva de este en tormanciano.
"Maskull empezó entonces a ser consciente de su entorno, como si lo viese por primera vez. Todos sus órganos sensoriales comenzaron a mostrarle bellezas y maravillas que hasta entonces no había sospechado. El escarlata uniforme y resplandeciente de las arenas se separó en una docena de matices de rojo claramente distinguibles. El cielo resultó estar similarmente dividido en diferentes tonos de azul. Encontró que el radiante calor de Branquéspilo afectaba con desigual intensidad a cada parte de su cuerpo. Sus oídos despertaron, la atmósfera estaba llena de murmullos, las arenas resonaban, hasta los rayos solares tenían su propio sonido como una especie de tenue arpa eólica. Perfumes sutiles y enigmáticos asaltaron su nariz. Su paladar conservaba la memoria de la mordagua. Todos los poros de su piel eran acariciados y hallaban deleite en corrientes de aire hasta entonces desapercibidas. Sus pugnos exploraban activamente la naturaleza interna de cada cosa en su entorno inmediato. Su magno tocó a Iovinda y extrajo de su persona una corriente de amor y gozo. Y finalmente, por medio de su breve, intercambió pensamientos con ella en silencio. Aquella magnífica sinfonía de los sentidos lo conmovió hasta los cimientos y durante la caminata de aquella interminable mañana no volvió a sentir fatiga."
A medida que esa transformación se lleva a término, va incrementándose el asombro de Maskull con respecto al planeta en comparación con su lugar de origen. Tormance se revela como una especie de Arcadia feliz, habitada por seres, a pesar de su parecido con los hombres, de condición superior, con un medio natural que roza la perfección y de una belleza absoluta. Sin embargo, teniendo en cuenta sus prejuicios terrícolas, unas sombras que no es capaz de concretar, y que percibe de inmediato como amenazadoras, ensombrecen esa excelencia; tanto la naturaleza como los propios habitantes parecen esconder inconfesables secretos, hasta el punto de que su actitud de perfectos anfitriones parece responder a una representación ficticia más que a una innata amabilidad.
"Durante la corta distancia que les quedaba por recorrer, Maskull estuvo muy inquieto y pensativo. No comprendía nada. Cualquier objeto en que su vista tenía ocasión de posarse se transformaba inmediatamente en un enigma. La calma y el silencio del pico de la montaña parecían misteriosos, taciturnos y a la espera."
Esa frialdad en el trato personal, la falta de apego de los habitantes de Tormance —una conducta derivada antes de la experiencia que de un entrenamiento moral que ha permitido acceder a un nivel superior de humanidad basado en el sacrificio y en algo relacionado con la redención por el dolor, y en el que la vida puede pasar de significar un bien supremo a carecer de todo valor— hacia sus semejantes y la indiferencia con que algunos toman, por ejemplo, la muerte de sus allegados, chocan frontalmente con las ideas preconcebidas del terrícola; sin embargo, esa conducta emocional se concibe como una señal de superioridad al no tomar en consideración la posibilidad de un juicio moral. En todo caso, los prejuicios de Maskull son puestos en entredicho por sus interlocutores, y el sentimiento de inferioridad —una deficiencia que se manifiesta, también, en el plano dialéctico, a la hora de afear a los habitantes algunos de sus procedimientos— que le provocan es patente. En todo caso, el choque cultural se convierte en protagonista de la acción, revela las diferencias más extremas entre ambos mundos y pone en evidencia la absurdidad de las ideas preconcebidas.
"—Escúchame, mientras trato de describir lo que siento... Cuando he visto ese corrimiento de tierras, todo cuanto he oído sobre el fin del mundo me ha venido a la mente. Me ha parecido como si realmente lo estuviese presenciando y el mundo de verdad se estuviese cayendo a pedazos... Y luego, donde se hallaba la tierra, ahora hay un espantoso abismo abierto, es decir, nada... Y ese terrible resplandor azul en el extremo opuesto es exactamente como el ojo del destino. Nos acusa, nos pregunta qué hemos hecho con nuestra vida, que ya no existe... Al mismo tiempo, es grandioso y alegre. La alegría consiste en saber que está en nuestro poder dar libremente aquello que más adelante nos será arrebatado por la fuerza..."
La teodicea local recoge la oposición, de carácter fundacional, entre principios opuestos; pero, a diferencia de la cuestión clásica, esos principios no son el Bien y el Mal —una opción no contemplada en una sociedad que carece de imperativo moral—, sino en el placer y el dolor.
"—Dicen que cuando nació el mundo Krag nació con él, un espíritu compuesto de los vestigios de Muspel que Formador no supo cómo transformar. Desde entonces nada ha ido bien en el mundo, pues Krag persigue los pasos de Formador por todas partes, como un perro y, haga este lo que haga, aquel lo deshace. Al amor une la muerte, al sexo la vergüenza, al intelecto la locura, a la virtud la crueldad y al exterior hermoso entrañas sangrientas. Tales son los actos de Krag, a quien los que aman el mundo llaman "diablo". No comprenden, Maskull, que sin él el mundo perdería su belleza."
Los partidarios del placer no se cuestionan su legitimidad, mientras que sus oponentes lo consideran una fuente de orgullo ilícito y el origen de la ignorancia —lo placentero sería enemigo de lo justo—; en cambio, defienden el poder generativo del dolor, llegarían a expulsar todo rastro de amor de la tierra, y pretenden que el mundo se rija por el principio del deber.
"—Odiar el placer conlleva orgullo. El orgullo es un placer. Para destruir el placer, hemos de apegarnos al deber. Mientras la mente planea la acción justa, no tiene tiempo de pensar en el placer."
Un caminante desconocido comunica a Maskull el propósito oculto de su viaje a Tormance: la tarea prometeica de robar el fuego de los dioses para procurar una vida más profunda a los hombres. El conocimiento de la existencia de ese propósito provoca en Maskull una mezcla de exceso de responsabilidad y de reserva por la propia insignificancia que le obligan a ir en busca de los recursos necesarios para su empresa.
"Tengo que meterme en la cabeza que este es un extraño viaje y que las cosas más extrañas ocurrirán en él. De nada sirve hacer planes, pues no veo ni a dos pasos... todo me es desconocido. Pero una cosa es evidente... nada salvo la audacia más temeraria me permitirá seguir adelante, y he de sacrificarlo todo a eso... Y, por tanto, si Surtur se muestra de nuevo, avanzaré hacia él, aunque signifique la muerte."
El viaje a través del planeta en busca de respuestas a las cuestiones que se va planteando toma la forma de queste clásica. Maskull recorre territorios ignotos, la mayoría de ellos bastante peligrosos, que consigue atravesar gracias a las directrices de ciertos personajes locales que, al mismo tiempo que le ayudan, le plantean la próxima prueba que, como todas, deberá superar en solitario. Sin embargo, la ausencia de un objetivo definido —esa ignorancia es, en el fondo, la razón de su búsqueda— conlleva que el deambular de Maskull sea errático e indefinido, y que no ya la interacción con los personajes que se encuentra, sino también los propios desplazamientos se conviertan en desafíos.
"Hay trabajo duro, angustia y riesgo de muerte total esperándonos más allá."
A medida que Maskull, abandonando las regiones más pobladas, se va internando en zonas más salvajes, observa extraños fenómenos en la naturaleza cuya existencia presume dirigida hacia un propósito —que él es incapaz de interpretar—, y la intervención de alguna entidad inteligente y activa sensiblemente distinta del concepto de divinidad terrícola, un director de proyecto dominado por la paradoja, una entidad capaz de crear solo con el pensamiento, que contiene todo el universo, tanto el real como la incontable multiplicidad de universos posibles, en su interior, capaz de inventar argucias para engañar a los seres humanos para que lleven a cabo acciones contrarias a su naturaleza pero de las que ella puede salir beneficiado, que concibe su plan usando la totalidad del planeta con independencia de los deseos y las necesidades de los humanos que, de este modo, pierden la condición de especie privilegiada.
"Maskull se conmovió. Lo abandonó su cinismo y ocuparon su lugar el asombro y la curiosidad. "Ha sido exactamente como el nacimiento de un pensamiento —se dijo—, pero ¿quién lo ha pensado? Aquí hay una gran Mente Viva en acción. Tiene inteligencia, pues todas sus formas son distintas, y tiene una naturaleza definida, pues todas ellas pertenecen al mismo tipo general... Si no me equivoco, y si es la fuerza llamada Formador o Cristalino, he visto lo bastante como para hacerme desear averiguar algo más sobre él... Sería ridículo dedicarme a otros enigmas antes de haber resuelto este."
La estructura de Tormance descansa sobre una triple condición de interdependencia que podría expresarse mediante este esquema:


Dimensión físicaDimensión intelectualDimensión real
Mundo de FacenyLongitudExistenciaNaturaleza visible
Mundo de AmfuseAnchuraRelaciónAmor
Mundo de TireProfundidadSentimientoCulto y oración

La última prueba, en apariencia definitiva, para acceder a las enseñanzas de Tormance —en qué consisten y cuál es su utilidad son una incógnita para Maskull— es la ascensión a una cima para la que pide auxilio a algunos aborígenes. Entre ellos, adquiere un papel relevante una mujer, Sullenbode, que encarna el papel de cicerone del héroe —su guía es imprescindible, pero no tendrá acceso a la revelación, que está destinada solo al protagonista—, y con la que sostiene una intensa discusión acerca del amor y de las distintas concepciones terrícola y tormanciana. Una vez superada esa prueba, aunque a un elevado precio, y beneficiado por la transformación experimentada, Maskull es sometido de nuevo a la dualidad entre el bien y el mal, pero un inesperado cambio en las correlaciones provocará un giro inesperado en la sucesión de los acontecimientos.
"La verdad lo acometió en toda su fría y brutal realidad. Muspel no era un universo todopoderoso que tolerase por pura indiferencia la coexistencia con otro mundo falso, que no tenía derecho a existir... Muspel luchaba por su vida... contra todo lo más vergonzoso y horrible, contra el pecado disfrazado de eterna belleza, contra la bajeza disfrazada de naturaleza, contra el Diablo disfrazado de Dios... Entonces lo entendió todo. El combate moral no era una parodia, no era el Valhalla, donde los guerreros son despedazados por el día y celebran banquetes por la noche, no era sino una triste lucha a muerte en la que lo que es peor que la muerte, es decir, la muerte espiritual, esperaba inevitablemente al derrotado de Muspel... ¡Por qué medios podría postergar aquella horrible guerra!"
Viaje a Arcturus (A Voyage to Arcturus) se publicó por primera vez en 1920. En el primer cuarto del siglo XX la ciencia-ficción no es un género todavía; no se ha desgajado de la influencia de la novela filosófica; en la literatura occidental, sigue teniendo más de novela de tesis que de novela especulativa. Tal vez la muestra más evidente es la producción rusa en los prolegómenos de la Revolución de Octubre, aunque también se adivina el germen de la explosión del género que tendría lugar a mediados de siglo, coincidiendo con los progresos de la aeronáutica y de la técnica en general.

Ese nexo con la novela de ideas obligaba a una lectura alegórica que, sumada a la literal, permitía una comprensión completa de la tesis del autor, por lo general a medio camino de la reflexión filosófica y de la crítica, más o menos velada, a ciertos aspectos de la sociedad que no eran de su agrado. La ficción puede permitirse estas licencias y la literatura de género —panfletos aparte— parece especialmente dotada para ello.

Alan Moore, en su magnífico prólogo a esta edición, descarta las opciones más evidentes y califica Viaje a Arcturus como un texto hermético, haciendo notar su base gnóstica; tal vez ese precedente confirma la opinión que ha publicado Harold Bloom, gnóstico confeso, con respecto a la novela; aunque el criterio del afamado —y cuestionado, aunque por otras razones— crítico y la buena consideración que se merece el texto están apoyados, con seguridad, en méritos más sólidos:

"[Arcturus is a] “remorseless drive to death, beyond the pleasure/pain principle… It is that singular kind of nightmare…in which you encounter a series of terrifying faces, and only gradually do you come to realise that these faces are terrified, and that you are the cause of the terror” (Harold Bloom, Agon: Towards a Theory of Revisionism, 208, 215)."
"Almost the last straightforward representative of Romantic quest literature we have is the extraordinary prose romance, A Voyage to Arcturus by David Lindsay (first published in 1 920), in which every antagonist to a Promethean quest is presented as being another form of pleasure (Harold Bloom, Yeats, 89)."
(Fuente: https://apilgriminnarnia.com/2018/04/16/follow-up-arcturus/

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