Lago. Jean Echenoz. Anagrama, 2016 Traducción de Josep Escué |
"El teléfono sonó dos veces, Vito sabía que no lo cogería. Se estaba poniendo la pierna antes que el pantalón, como todos los días al levantarse; de todos modos ya nunca ocurriría nada bueno por teléfono, y en cualquier caso primero era la pierna."¿Por qué un entomólogo? Porque Chopin ha desarrollado un sistema de implantes de micrófonos en moscas para usarlo en tareas de vigilancia e infiltración.
Esta persecución es empleada por Echenoz para presentar a Chopin, y de éste a Suzy, la esposa de un burócrata de Asuntos Exteriores, Oswald Clair, que ha desaparecido sin dejar rastro, y para cuya búsqueda Suzy ha contratado a otro detective, Frédéric; por más que no está nada claro que pretenda encontrarle ya que ella y Chopin mantienen un agitado idilio:
"El miércoles por la noche acudió, pues, a su casa, era la primera vez que iba de noche. Suzy no tenía nada para beber salvo un resto de licor de sorgo traído por un amigo de China y pegajoso como caramelo viejo. Bebieron, con todo, dos o tres copitas, y el jueves por la mañana, antes de abrir un ojo ya están moviéndose aún uno contra otro, se auscultan, se exploran en todos sus detalles, llanos y relieves, barrancos y crestas suaves, cambios de dirección y calles sin salida, todo esto podría no tener fin pero acaba de sonar el despertador."Esa "organización", una especie de asilo para funcionarios con tiempo libre, jubilados que buscan complementar su pensión y aspirantes a James Bond, a su vez, se dedica a realizar seguimientos de ciertos individuos de los que se sospechan actividades de espía -el espía que espía al espía-, aunque la profesionalidad, alarmantemente escasa de todo el asunto comprometa muy seriamente cualquier investigación.
"Sek siguió buscando una música que le gustara sin dejar de hablar. Chopin echó dos gotas de ron en lo que quedaba de café, luego miró al frente: fuera seguía lloviendo ligeramente, las gotitas se fijaban inmóviles en los cristales, dispersas, necesitan unirse unas cuantas, sindicarse en una gruesa gota para resbalar alegremente juntas por el parabrisas, en cuyo reverso, dentro del coche, las gotitas de vaho se asociaban con el mismo objetivo. A veces, dos gotas de distinta naturaleza bajaban al mismo tiempo, abrazadas a cada lado del cristal y pareciendo serrarlo. Era interesante, sí."Tras numerosos comienzos y planteamientos que acaban resultando falsos -se trata de elaborados McGuffins-, la trama principal se resiste a aparecer, huye, deslocalizando al lector, perplejo ante tan numerosos comienzos. Posteriormente, ésta queda configurada y se desarrolla velozmente hacia un final totalmente inesperado.
Lago (Lac, 1989) es la quinta novela de Jean Echenoz, plenamente integrada en la etapa inicial de su labor como novelista -quedaba aún lejos el reconocimiento que supuso la obtención del Prix Goncourt por Me voy (Je me'n vais, 1999)-, una etapa caracterizada por la búsqueda de una voz narrativa propia -y bien que la conseguiría, y como pocos- y por el uso, magistral, de la parodia como herramienta de estilo. El hecho de que sea una producción tan distinta de sus últimos trabajos hace su lectura a la vez provocadora y estimulante.
Calificación: ***/*****
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