Vidas conjeturales. Fleur Jaeggy, Alpha Decay, 2013 Traducción de Mª Ángeles Cabré |
Thomas de Quincey |
Thomas de Quincey asiste, desde su atónita pero nada inocente niñez, a la desaparición gradual de sus hermanos, y decido que será longevo. Ya adulto, "la felicidad jugó con él, después de transformó, casi como si el dolor fuera una felicidad encolerizada, una agraciada convulsión de la naturaleza", asiste a la muerte de sus hijos con cierta indiferencia y se aparta definitivamente de los asuntos de los vivos.
John Keats |
Un niño llamado John Keats se debate entre una agresividad irrefrenable y una dulzura melancólica hasta que descubre la lectura y a Edmund Spenser; "la poesía es la única cosa digna de mención para una mente superior", y se convierte en su única ambición, hasta su muerte, a los 25 años, en Roma: "Here lies one whose name was writ in water".
Marcel Schwob |
Un precoz Marcel Schwob parte continuamente a fantásticos viajes y se diría que es su amor por los libros lo que lo convierte en escritor. De regreso de un accidentado viaje, este real, tras las huellas de Stevenson, titula libros que jamás escribirá pero dejando a la posteridad las vidas de "aquellos hombres que vivieron como perros, aquellas mujeres santas y crédulas frente a cualquier monje engañoso, aquellos a los que se condena, la condescendencia y el anhelo hacia todo lo que es aún más bajo".No obstante, si nos sentimos con ánimo beligerante y queremos aceptar el desafío, siempre podremos echarles a la cara un ejemplar de estas Vidas conjeturales, dejar helado su rictus de condescendencia, y gritarles, bien fuerte para que se enteren: "¡Para esto, imbécil, sirve la literatura!".
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