26 de marzo de 2021

Desde la línea

 

Desde la línea. Joseph Ponthus. Ediciones Siruela, 2021
Traducción de Regina López Muñoz

Un poema sin puntuación para describir una de las ocupaciones más prosaicas que puede existir: el trabajo en una línea de producción. Sin puntuación; en la línea, el ritmo de trabajo no permite esas veleidades.

La alienación absoluta de las clases populares que ocupan esos puestos, casi iletradas, que no dudan en venderse a precio de saldo.

El narrador, consciente de esa alienación, va a consignar con todo lujo de detalles, todo lo que observe, no tanto como reivindicación, sino como homenaje.

Desenvasador de gambas congeladas para cocer. Escurridor de tofu. Limpiador de cámaras de despiece. Estibador de cadáveres de reses en frigoríficos industriales.

Un experimento sociológico: inscribirse en una ETT como demandante de empleo y concurrir a los trabajos para los que no se requiere cualificación. Una prueba empírica: recién trasladado, por amor, de París a Bretaña, sin trabajo de lo tuyo por problemas de papeleo, agarras cualquier empleo porque tienes la costumbre de comer cada día y de no robar el dinero que hace falta para ello. Resultado de ambos: trabajos de mierda en horarios de mierda con sueldos de mierda.

Efectos secundarios: inestabilidad psíquica hasta el extremo de no poder insertar un fin de semana festivo en la rutina del trabajo semanal en turno de noche.

«En este sitio

En los momentos chungos

Vivimos como en un secuestro

Envueltos en producción de muerte en serie

Un popurrí de huesos y despojos

Músculo de res

Un fluido rojizo


Y solo vemos eso

En qué podemos creer

Sino en esos revoltijos de despojos»

Una buena noticia: Joseph Ponthus escribió este extraño diario (À la ligne: Feuillets d'usine, 2019), un diario sin fechas, ¿para qué mencionar fechas cuando nada distingue un día de otro?, para soportar la sordidez del trabajo. Con él ganó algunos premios populares y el favor de cierta crítica. Fue despedido del matadero, pero contaba con su preparación académica como trabajador social y su experiencia como educador especial. Y, quizás, con una prometedora carrera literaria.

Una mala noticia: Joseph Ponthus falleció la noche del 23 al 24 de febrero de este año, víctima de un cáncer, a los 42 años de edad.

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