18 de junio de 2015

Una danza para la música del tiempo IV. Tercera estación: Otoño


El valle de los huesos
"La mano del Señor vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu del Señor, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos, y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor, y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera." (Ezequiel, 37, citado por Powell).
Ha estallado la II Guerra Mundial y Nick, con la ayuda de las influencias de Widmerpool se incorpora a un regimiento galés de la reserva como subteniente; posteriormente, es enviado a Irlanda a un cuartel de formación del que se nutre el ejército regular y que es entrenado ante la posibilidad de que Alemania invada a Irlanda como cabeza de puente para, posteriormente, invadir la Gran Bretaña. Como es lógico, las incidencias que se producen entre los reclutas y los suboficiales, ninguno de ellos soldados profesionales en sentido estricto, son continuas y variadas.
"El ejército, a la vez, el mejor y el peor lugar para los egoístas."
Los cuarteles de la reserva actúan como niveladores de clase: puede que exista cierta conciencia de clase entre los suboficiales de la reserva, que no son militares de carrera si no profesionales y aristócratas a los que se dota de un cargo -militares diletantes sería una consideración bastante cerca a la realidad- por cuestiones que nada tienen que ver con el ejército ni con la guerra ni con la disciplina castrense; la tropa, en cambio, es de extracción popular, con lo que el choque entre clases es inevitable. Esta experiencia acaba significando un baño de realidad para el oficial, y la constatación de la existencia de otras clases sociales, con sus aspiraciones y su identidad perfectamente válidas.
"La guerra desvelaba a las personas que se estimulan con el desastre."
Naturalmente, ni la rígida cadena de mando ni la obediencia debida pueden evitar que el ejército sea ese lugar en el que se reproducen los mismos conflictos que en la vida civil, pero cuya resolución varía en función de su especificidad: la cadena de mando supone una dejación de las responsabilidades de los subordinados que, para un miembro de la clase dominante, lo alejan del mundo civi. Pero el ejército también puede ser una oportunidad para que anodinos ciudadanos con trabajos burocráticos se sientan importantes y asuman el reto de convertirse en héroes.
"Como Kedward me había explicado al principio, la mayoría de los oficiales del batallón eran empleados de banca. Éste era uno de los aspectos de la unidad que le conferían su peculiar sensación de uniformidad, de existir casi como dentro de una familia. Incluso cuando uno se hallaba personalmente fuera de este clan, su carácter homogéneo ofrecía en sí mismo una cierta cordialidad para el intruso, más que lo contrario. Hasta entonces, nadie me había dado la impresión de que le disgustara especialmente aquella actividad profesional en su vida civil; no más de lo que suele quejarse la gente de su propio trabajo, cualquiera que sea. Todos parecían pertenecer a una casta, claramente definida, poderosa en su terruño: casi a una sociedad se creta, entre cuyos miembros existía un perfecto entendimiento en lo tocante al mundo exterior. Los iniciados podían quejarse tal vez de inconvenientes específicos, pero sin que esas quejas implicaran jamás un deseo de dedicarse a otra cosa."
Nick regresa a Londres, de permiso, inmerso en la extrañeza de volver a casa; algunos reencuentros sirven para reubicar viejas amistades y alimentar el fuego de viejos rencores.
"Hablar con Barnby acrecentó la sensación que yo ya tenía de haber sido liberado de una prisión, pero a la vez me hizo sentir otra nueva: la de que yo estaba hecho precisamente para esa vida de prisión, y nada más."
Posteriormente, Nick visita a la familia en su exilio campestre, se suceden reencuentros inesperados y se actualiza el estado de amistades y conocidos a la vez que se manifiestan extrañas nuevas alianzas. La vida social sigue, a pesar de la movilización y de la guerra, por los mismos derroteros. Trasladado a un nuevo destino, Nick estrena paternidad. Debido a un incidente, se produce una reestructuración de la unidad donde sirve Nick, y mediante ese extraño modo militar de repartir recompensas y castigos, un compañero suboficial es degradado por una falta en el reglamento y Nick es enviado a un nuevo destino, donde servirá a las órdenes de un viejo conocido.
"-Un escritor francés que había sido oficial de carrera [Nick se refiere a Alfred de Vigny, cuya obra Servitude et grandeur militaires (1835) es citada en varias ocasiones a lo largo de la Danza... ] decía que lo esencial de la vida militar era su vertiente de terrible aburrimiento. Que su atractivo, si tal es, consiste sólo en un golpe de suerte excepcional que se te presenta en el camino."
El arte del soldado
"Cerré mis ojos y los volví  hacia mi corazón./ Como un hombre pide vino antes de combatir,/ pedí una bocanada de anteriores y más felices visiones/ que me infundieran la esperanza de estar a la altura de mi papel./ Pensar primero, combatir después: el arte del soldado;/ el sabor de los viejos tiempos pone todo en su sitio."   Childe Roland to the Dark Tower Came. Robert Browning, 1855, citado por Powell.
Nick es confundido con un actor por el dependiente de una tienda a la que va para adquirir un capote militar, confusión que le provoca una reflexión sobre la parecida naturaleza del teatro y de la guerra, metáfora que se extenderá a lo largo de todo el volumen.
"Se agotaba el tiempo. Ahora que se había levantado una vez más el telón de aquella vieja y aclamada representación -La guerra- en la que, por lo visto, me habían asignado en esta ocasión un papel de comparsa, los días que faltaban para que tuviera que incorporarme a mi unidad serían necesarios para los ensayos con vestuario. Tendría que aprenderme bien mis entradas. Cuanto más pensaba en ello, más adecuada me parecía la metáfora. Por otra parte, las ropas, si no todo el hombre, constituyen por lo menos una parte muy importante de él, especialmente cuando se trata de uniformes."
La guerra ha avanzado y la situación en el campo de batalla es desesperada: Francia ha caído y el resto de Europa ha sido ocupado, se prevé una inminente invasión de la Gran Bretaña y han comenzado los bombardeos sobre Londres y otras poblaciones.

La composición de la tropa no es precisamente un ejemplo de conjunto de individuos eruditos; la extracción social de los soldados rasos y de algunos de los suboficiales no corresponde a titulados universitarios, y por esa razón -conocido como es que, en el ejército, una de las peores conductas es hacerse notar o destacar en algo que rebase el testosterónico ámbito castrense- hay aficiones que más vale guardarse para sí.
"Yo no intentaba ocultar aquel hábito [la lectura] a pesar de sus indeseables implicaciones. El hecho de admitirlo lo colocaba a uno, como mínimo, en una rara pero reconocida categoría de personas de las que no cabía esperar grandes cosas."
La tarea de Nick, con el grado de subteniente, es asistir a Widmerpool, mayor, que es quien le ha reclamado como ayudante, con la doble intención de, manifiestamente, ofrecerle un cargo acorde con sus merecimientos -y hacer que se sienta en deuda con él, por supuesto-, pero también, dada la peculiar personalidad del sujeto, marcado por ese complejo de inferioridad que arrastra desde la época del college, hacerle evidente su progreso en la carrera militar.
"Aunque desde los tiempos en que habíamos ido a clase juntos yo le había seguido viendo intermitentemente -muy intermitentemente, de hecho- durante más de veinte años ya, trabajando a sus órdenes descubrí en Widmerpool muchos aspectos que yo desconocía. Como ocurre con la mayoría de las personas vistas a través de los ojos de un subordinado, su carácter se apreciaba con mayor agudeza desde abajo. Este nuevo ángulo de observación me reveló, por ejemplo, lo difícil que era trabajar con él, en particular por un secretismo nacido del perpetuo temor, casi obsesivo, de que las tareas completadas por él pudieran ser atribuidas al trabajo de algún otro."
Las intrigas de Widmerpool, servil con sus superiores, enfrentado a sus pares, a quienes considera manifiestamente inferiores a él mismo, y tiránico con sus subordinados, para que sea nombrado el candidato de su elección para un cargo que ha quedado libre da una medida precisa de todo lo que está dispuesto a hacer para poder mantener de ese modo su influencia e ir acumulando "capital" con fines, aun desconocidos, futuros.
"Widmerpool se adelantó con aquellos aires de tomarse a sí mismo muy en serio y de aparentar importancia que siempre daban una falsa impresión de sus capacidades y que a menudo estaban calculados para provocar la irritación de las personas que trataban con él, aunque no estuvieran ya particularmente enojadas."
Y ni siquiera, o precisamente por esa razón, el caso de la aparición de otro antiguo colega de escuela desempeñando un empleo degradante es capaz de remover su compasión.

Nick disfruta de un nuevo permiso en Londres: la vida militar es tan absorbente, y Nick se la toma tan en serio, que es dudoso dónde colocar el paréntesis, si en la vida castrense o en la vida civil. Inmerso en la guerra, el ambiente social en el que se desenvolvía Nick en tiempo de paz está tan descompuesto e irreconocible que el ejército, con su congruencia y su homogeneidad, ha tomado su lugar como ambiente dominante.

De vuelta al cuartel, el poco conocimiento del francés de Nick malogra la posibilidad de un ascenso y de su traslado al continente.

De vuelta a Londres, se producen algunos reencuentros, pero un bombardeo inesperado provoca una tragedia familiar.
"Los coches de bomberos se habían ido ya. La calle estaba desierta. Pensé en lo capaz que era Eleanor de manejar una situación así. Molly lo había sido también cuando ocurría un desastre. Me pregunté qué sería de Ted. Lo más extraordinario era que, viendo la casa desde fuera, todo parecía absolutamente normal. Los vigilantes habían pegado en la puerta una especie de aviso de que el edificio había sido dañado por una bomba; pero, por lo demás, nada indicaba que el lugar hubiera sufrido un ataque aéreo en el que habían muerto varias personas. Esta ausencia de manifestación exterior era comparable por la suerte sufrida por el [restaurante] Madrid horas antes, cuando el rumor de las conversaciones dentro de un restaurante había sido suficiente para ahogar el sonido de la alarma, el ruido de los cañonazos."
De regreso al acuartelamiento, Widmerpool aprovecha un incidente sin importancia para mostrar su verdadero rostro y llevar a cabo su largamente planeada venganza contra aquellos que lo infravaloraron y se mofaron de él en su edad adolescente.
"El egoísmo, igualmente rechazable en su aspecto exterior como en su esencia, es, sin embargo, necesario para la supervivencia del individuo. Aunque sólo fuera por esta razón, tal vez no debería mirarse con excesivo desprecio. Despreciable o no, rara vez hay que escarbar mucho para encontrarlo debajo de la superficie de las cosas." 
Los filósofos militares
"Pennistone ho había querido revelarme antes de su marcha cuáles eran sus planes para después de la guerra: sólo me había dicho que me reiría mucho cuando me enterara.
-Pienso que ese trabajo la atraerá -siguió Finn-. Necesita un cambio. Está cansado de tanta...
Hizo una pausa buscando la palabra justa.
-¿... labor de enlace?
-No, no -dijo Finn-. No me refiero a su trabajo aquí. De tanta... filosofía."
Avanza la acción en una Europa sacudida por una guerra cuya duración se subestimó, y que, con la implicación bélica del ejército imperial del Japón, ha acabado implicando a regiones alejadas del continente.
"Un cielo huraño se cernía sobre las filas de atestados autobuses que avanzaban penosamente hacia Whitehall. Singapur había caído hacía cinco o seos semanas. El temor de los medios oficiales al efecto desmoralizador que pudieran tener sobre la opinión pública había hecho que se restara importancia a los excesos de los japoneses, aunque quienes tenían acceso a una documentación que circulaba sólo con relativas restricciones estaban al tanto de lo que ocurría. La retirada de Birmania estaba a punto de llevarse a efecto. Los bombardeos sobre Londres, por más que habían disminuido en conjunto, rebrotaban de vez en cuando como una enfermedad incurable. La información de que a los polacos se les permitía por fin dejar Rusia era una buena noticia. Fue recibida como una nota esperanzadora. Tenía, además, especial importancia para mí en mis nuevas circunstancias."
Nick es ascendido a capitán, siguiendo a una "lógica militar" para los suboficiales que no están en el frente, y trasladado al cuerpo de inteligencia como oficial de enlace con el ejército polaco, para cuyo desempeño vuelve a estar bajo las órdenes indirectas de Widmerpool, un personaje, como ha quedado ya patente en los volúmenes anteriores del ciclo, cuya sobra es alargada.
"Cargaba en las dos manos con un gran fajo de documentos y a la vez hacía una serie de divertidos movimientos con la cabeza y los brazos en dirección al grupito de los que esperaban, dando a entender que estaba muy satisfecho de sí mismo: como un perro encantado de demostrar sus habilidades para traer el periódico en su boca."
En ese contexto se produce un  nuevo reencuentro con un colega del college: el tiempo ha pasado, y el posible progreso en el aspecto económico o puramente social siempre es en detrimento del personal.

Nick se detiene en el detalle del día a día en la sección: la pormenorización del trabajo, la importancia ineluctable del escalafón y su superioridad sobre la lógica; el implacable papel de la burocracia administrativa; las complejas relaciones con los oficiales polacos, con irreconciliables diferencias de criterio pero también de coordinación. Se trata de la guerra desde la retaguardia: un estado de suspensión cuyos interludios aprovecha para simultanear la lectura de literatura inglesa del siglo XVII con Marcel Proust:
"Como la muela dolorida de Finn [alude a un episodio en el que Finn, su superior jerárquico, sufrió la extracción de una muela sana en lugar de la dañada] durante aquella famosa marcha, la guerra seguía lanzando punzadas de dolor, jalonadas por interludios en los que, más de una vez, parecía que alguien había extraído apresuradamente la muela sana."
Un paréntesis familiar: reencuentros con conocidos a los que la guerra ha convertido en extraños; algunos de los sujetos que ejercían de nexo en la intrincada red de relaciones han desaparecido y los que han sobrevivido se ven obligados a obviarlos, inmersos en una situación de extraño aislamiento, como si dos islas contiguas hubieran perdido el istmo que las había unido. Nick es adscrito a la coordinación con los ejércitos belga y checo.

En el acuartelamiento, siguen las intrigas. Y, naturalmente, reaparece Widmerpool, que ha ido progresando en el escalafón y adquiriendo progresivamente más poder en la sombra, mientras que si vida personal, que guarda a buen recaudo, es altamente insatisfactoria.
"Su desprecio por los no educados en los principios morales era también nuevo: la clase de tema que, en principio, se sentía inclinado a evitar. Siempre había hecho un misterio de su vida sexual..., aunque esto no tenía nada de particular. La vida sexual de la mayoría de la gente es un misterio, sobre todo la de aquellos que parecen hacer mayor ostentación de ella. Esa es la conclusión a la que llega uno finalmente. Así y todo, Widmerpool había mostrado en ese aspecto una excepcional mezcla de vehemenciaa y de ineptitud [...]. Pocas cosas hay más fascinantes que los hábitos sexuales de los otros vistos desde fuera: la maraña en que se entretejen los hilos del deseo, de la ternura la conveniencia o la esperanza de algún provecho."
Llegan los últimos episodios de la guerra en Europa con la liberación de París; tiene lugar una expedición de oficiales aliados al continente, un incidente religioso y, en plena costa atlántica, Nick sufre una reminiscencia proustiana -al tiempo que Powell rinde el debido homenaje a la obra bajo cuya sombra se cobija Una danza para la música del tiempo-:
"En el momento de pronunciar la última letra, las escamas se desprendieron de mis ojos. Todo se transformó en un instante. Todo volvió a mí -como la magdalena mojada en el té- en un torrente de recuerdos... Cabourg... Acabábamos de salir de Cabourg..., del Balbec de Proust. Apenas unos minutos antes, y me encontraba de pie en la explanada en la que, luciendo su gorra de polo y acompañada por el grupito de chicas a las que él había supuesto las amantes de los ciclistas profesionales, Albertine había irrumpido en la vida de Marcel Proust. A través de los altos ventanales del comedor del Grand Hotel -que proporcionaba a los que estaban fuera la sensación de mirar al interior de un acuario- se podía ver a Saint-Loup, sentado a la misma mesa que Bloch, proclamando mendazmente su familiaridad con los Swann. Un poco más allá, siguiendo el paseo, se alzaba el Casino, con sus paredes llenas aún de tronados carteles como el que Charlus -luciendo su sombrero de paja negro- había fingido examinar, tras un intento concienzudo de valorar los atractivos físicos y las posibilidades del Narrador. Aquí había pintado Eltsir; allí jugaba al golf el príncipe Odoacro... Pero... ¿dónde estaba el pequeño ferrocarril que los había llevado a todos a la villa de los Verdurin? Tal vez discurría en una dirección distinta a la que ellos seguían ahora; o tal vez, más probablemente, no existiera ya."
Con el devenir de la guerra ya decidido, es la hora de las intrigas de los servicios secretos y de la gestión de la inminente victoria: donde hay vencidos hay pastel para repartir y el que llega primero se lleva la mejor parte; comprendiendo y aceptando que los rusos extenderán su influencia y se adjudicarán el dominio de la Europa oriental, los aliados europeos occidentales y los neutrales van tomando posiciones.

Muerto Stringham y desaparecido Templer -y definitivamente liquidada la sociedad de exalumnos del college-, Widmerpool ha seguido medrando y progresando profesionalmente,
"-He llegado a la conclusión de que disfruto teniendo poder -confesó [Widmerpool]-. Es algo que me ha enseñado la guerra. En este contexto, más de una vez se ma ha ocurrido que me gustaría gobernar...";
aunque parece que en el terreno sentimental ha acabado encontrado la horma de su zapato.


Otros recursos relativos a la obra, ya publicados:
Una danza para la música del tiempo I. Presentación
Una danza para la musica del tiempo II. Primera estación: Primavera
Una danza para la música del tiempo III. Segunda estación: Verano

Otros recursos relativos a la obra, en próximas publicaciones:
Una danza para la música del tiempo V. Cuarta estación: Invierno

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