24 de abril de 2023

Nuestros ancestros los francos


Imagen del espectáculo basado en un fragmento de Las lágrimas, producido por la Abadía Real de Saint-Riquier, representado por la compañía Le Guetteur. «Los animales salvajes me conmueven», confiesa Pascal Quignard, que compartió la escena de Nithard con una lechuza. 

En el mes de octubre de 2016, con motivo de la publicación de su novela Las lágrimas (Les Larmes), Laurent Nunez entrevistó al autor; este artículo es la traducción al castellano de esa entrevista, publicada en la sección de cultura de la revista Marianne

Nuestros ancestros los francos

Pascal Quignard

Entrevista realizada por Laurent Nunez

Cuando la temporada literaria toca a su fin, el escritor vuelve a la novela. En Las lágrimas, que sigue el periplo de todo un pueblo en la época del nacimiento de la lengua francesa, Pascal Quignard expresa su agradecimiento a la naturaleza salvaje, «infinitamente superior a la humanidad». 

Laurent Nunez: Usted acaba de publicar Las lágrimas, una novela muy alejada de nosotros en el tiempo y, a la vez, extremadamente contemporánea. Mientras se acercan las elecciones presidenciales, el debate sobre la identidad nacional sigue su curso, exhumando el famoso «nuestros antepasados los galos», o ensalzando una hipotética «identidad feliz», usted se remonta al año 842, para rastrear las huellas de los francos, y más concretamente de Nithard, nieto bastardo de Carlomagno, que fue el primer escritor francés. El primero en escribir un texto en francés. 


Pascal Quignard: Es porque mi novela familiar, como suele decirse, está íntegramente ligada a la lengua francesa. Mi abuelo era gramático que escribió diez volúmenes sobre la historia de la lengua francesa, e incluso un resumen para estudiantes, en un solo volumen: así pues, la lengua es un asunto familiar.  A decir verdad, quería soñar despierto con el lado contingente, completamente fortuito, del nacimiento de nuestra lengua.

Laurent Nunez: Sin deplorar esta contingencia.

Pascal Quignard: Sin deplorarla. Siempre me he negado a sacralizar la lengua. Porque la lengua no está realmente viva. Las lenguas son sistemas lingüísticos, no organismos vivientes. Las lágrimas es esto: las lenguas que adquirimos en torno a los 18 meses no están realmente en nosotros. No han sido creadas por la voluntad humana. Tampoco son divinas. Son accidentes que han florecido en nuestros labios, de una manera muy misteriosa. 


Laurent Nunez: Pero estas lenguas nos siguen siendo útiles. Nos expresamos en ellas, oralmente. Y luego escribimos libros.

Pascal Quignard: Por supuesto. Es lo que hace el propio Nithard cuando fija nuestra lengua en los Juramentos de Estrasburgo, que es un pacto entre Carlos el Calvo y Luis el Germánico. El hecho de que el 14 de febrero de 842 se encontrara a un hombre para escribir el protofrancés, para contar la firma de este acuerdo de paz, para explicar que, de repente, el lugar donde se encuentra ya no se llama Argentoratum sino Estrasburgo: esto me perturba mucho. Y sabemos incluso que era viernes, y Nithard escribe que había nevado mucho: así que vemos esta lengua francesa, en el frío de febrero, que sale de la boca de toda esta gente, como una niebla... Todo esto me fascina. Pero, de todos modos, no creo que, con un sistema imaginario como las lenguas, se pueda traer la verdad. No es posible. Demasiado peligroso. Es una fantasía. 


Nithard, nieto bastardo de Carlomagno, fijó la lengua francesa en los Juramentos de Estrasburgo, el 14 de febrero de 842. Esta lápida, en el patio de la Abadía Real de Saint-Riquier, fue inaugurada el 7 de noviembre de 2015. Abadía Real de Saint-Riquier.

Laurent Nunez: ¿Entonces nos callamos?


Pascal Quignard: Al igual que los animales tienen su propio canto específico,  misterioso, nosotros también tenemos nuestro propio aullido. Son gritos, roncos o no; gemidos, en el placer o en el dolor. Las lágrimas compara estas dos cosas: las lenguas y sus caprichos, inesenciales, y lo que yo llamaría nuestro canto específico. 

Laurent Nunez: Estas dos caras están representadas por los dos hermanos del libro: Nithard, el escritor; Harnid, el salvaje. 

Pascal Quignard: Estaba leyendo Histoire des fils de Louis le Pieux, que compuso Nithard, y me encontré con un pasaje muy breve en el que dice, de forma un tanto inesperada, que tiene un hermano, Harnid... Nithard y Harnid... Pensé: ¿por qué menciona de repente a este hermano? En aquella época, los nombres de los hermanos se mencionaban cuando eran gemelos. Y pensé: en este caso, Harnid es el doble salvaje de Nithard. 

 

Laurent Nunez: Al principio pensé que era una invención suya. 

Pascal Quignard: ¿Por Harnid? Yo inventé su vida, pero él existió.

Laurent Nunez: Pensaba que incluso Nithard había salido de su imaginación. Porque, de todos modos, un escritor llamado Nithard suena como un escritor llamado Quignard... 

Pascal Quignard: Es una coincidencia.

Laurent Nunez: Nithard es consejero de Carlos el Calvo, y participa en la escritura de la historia. Pero Harnid, ¿qué hace con su vida? Deambula por las páginas, de una orilla a otra, buscando un rostro que nunca ha visto... ¿Es el doble negativo de Nithard?  

Pascal Quignard: La traayectoria de estos dos hermanos se acerca a mi propia vida, que también es doble. Durante un psicoanálisis (yo dejé el mío hace mucho tiempo, pero aún así duró ocho años), no es un ser opuesto el que aparece en ti. No hay un yo interior profundo que resucita: más bien, hay algo que se vacía, todos los papeles, todos los personajes, las máscaras. Lo que tus padres deseaban para ti; todos los deseos de los demás: todo eso se desvanece. Harnid representa este lugar vacío, que es mucho más antiguo que todo lo demás. No malgasta su vida: se purifica, en una especie de ascetismo salvaje. 


Laurent Nunez: ¿Debemos seguir su ejemplo?

Pascal Quignard: La Boétie escribió una de las frases más bellas, políticamente: «¿Por qué sostenéis al poder? Ni siquiera hay que luchar contra él: renunciad». Hay algo de eso en Harnid. Hay que renunciar a todo. Luego, por supuesto, están los remordimientos, y mi personaje también los tiene. ¿Y entonces? Lo siento en relación con mi familia, uno puede desprenderse completamente de los suyos con una rabia y una violencia completas,  inauditas. Pero entonces se siente una culpa sociológica, una culpa genealógica, que el propio Harnid siente al final de su vida. No debemos escuchar esa vocecita que nos hace sentir culpables. Mi padre solía decirme: «Eres un egoísta. Sólo piensas en ti mismo. Escribes en tu rincón. No quieres recibir tal o cual honor». Y yo me horrorizaba. No tenía por qué satisfacer el narcisismo de mi padre, pero, al mismo tiempo, sentía una especie de vergüenza ante él. Empiezas a dudar, te dices que no estás siendo amable con los que te hicieron. Te dices a ti mismo que te faltó gratitud. Hay remordimientos muy dentro de nosotros, simplemente porque no hemos nacido de nosotros mismos, sino que somos hijos de alguien. Nacemos de otros; somos el lugar de otros. Es imprescindible, pues, taparse los oídos para seguir siendo libres. 


Laurent Nunez: Esto es lo que hace Harnid, ni siquiera va al funeral de su hermano. Prefiere continuar su loca búsqueda.

Pascal Quignard: Continúa su búsqueda, aunque sea un fracaso. [Quignard se endereza y murmura, separando las sílabas] Porque no hay nada que encontrar dentro de nosotros mismos.

Laurent Nunez: ¿Absolutamente nada? 

Pascal Quignard: Un poco de libertad. Pero la libertad, ahora sé lo que significa. Significa: un poco más de ansiedad que antes. 

Laurent Nunez : ¿Se siente más libre que antes? ¿Más ansioso? 

Pascal Quignard: Antes, publicar me producía ansiedad. Me daba mucho miedo. Temía que la gente considerara ridículo lo que escribía. Pero ahora siento una especie de alivio de ese miedo. Necesito, como todo el mundo,  tener un poco de miedo; así que me puse a hacer otras cosas. Espectáculos de danza, algo imposible de hacer hace diez años. Para Vida y la muerte de Nithard,  estuve en el escenario con una lechuza. Es muy poca cosa, lo sé, el miedo a que me silben. Miedo a caerse. A hacer el ridículo. Pero hay cierto miedo escénico, en el camerino o cuando abres el telón para entrar en escena. Se trata de encontrar un poco de miedo. Encontrarme a mí mismo, un poco animal. Volver a ser un poco ansioso, antes de morir.


«Vida y muerte de Nithard». Un espectáculo de oscuridad, basado en un concepto de Luc Petton y Pascal Quignard. Durante esta performance creada en 2015, el novelista leyó un texto que escribió como homenaje al primer escritor en lengua francesa. «Se trataba de encontrar un poco de miedo. Volver a encontrarme a mí mismo, un poco animal»

Laurent Nunez: ¿Tiene la impresión de ser menos salvaje que antes? ¿Demasiado domesticado?

Pascal Quignard: Digamos que me gusta la compañía de los animales salvajes. 

Laurent Nunez: Es cierto que su novela celebra el reino animal. Hay gatos, lechuzas, caballos, arañas e incluso babosas. 

Pascal Quignard: Hay criaturas salvajes: Sad, el chamán, que improvisa poemas, o el Hermano Lucius, que cría a los dos hermanos pero sólo ama a un gato. También están todos los animales que no se pueden realmente domesticar. Es por eso que me conmueven. Y su silencio. ¡Mire! [Saca el móvil,  busca fotos. Se encuentra con un pequeño gato pelirrojo]. No, esa foto no. Este es mi compañero de todos los días. [Vuelve a buscar, se desplaza por las imágenes hasta que encuentra la fotografía de una lechuza diminuta]. Esta es. Hice un espectáculo con ella en Aviñón. En el momento de la foto, acababa de nacer. Como una lengua. 


Laurent Nunez: ¿Como una lengua?  

Pascal Quignard: Como su opuesto. Es tan silenciosa Es tan salvaje... No se puede educar a estos animales. Sólo hacer lo que llamamos impronta. Pero sin educación. Eso me gusta mucho. Cuando estoy en el escenario, mi papel es sólo levantar el brazo y dar la bienvenida a esta lechuza. Y si falla, si se va y vuela lejos del escenario, me quedo en medio de la gente con el brazo en alto. Me da igual. Y la gente me ve: estoy radiante. Siento la mayor alegría. 


Laurent Nunez: ¿Y la mayor angustia? 

Pascal Quignard: No creo que se puedan disociar en absoluto el placer y la angustia. Cuanto estamos angustiados, significa que seguimos sintiendo deseo. 

Laurent Nunez: ¿Así que cambió su ansiedad inicial, triste, por una especie de ansiedad alegre? 

Pascal Quignard: Sí, porque ya ni siquiera intento curarme de mi síntoma. Me sumerjo en él. Es una forma de curarse, no más estúpida que cualquier otra. Veremos cómo acaba la carrera.

Laurent Nunez : Se le nota, es cierto, apaciaguado, e incluso alegre. Esto contrasta con el título de su libro, Las lágrimas... 

Pascal Quignard: Es un libro muy alegre Pero elegí este título por el verso de Virgilio, Lacrimae rerum: «Los átomos que caen en el espacio son las lágrimas de las cosas». Bueno, tal vez podría haber llamado a esta novela Las lágrimas de las cosas. En cualquier caso, hay algo en ella que me conmueve.

Laurent Nunez: ¿Por qué?  

Pascal Quignard: En relación con las depresiones que he sufrido, que han sido tanto abismos como renacimientos, creo que me he desprendido de muchas cosas. Ése es el secreto: cuanto más te desapegas, menos te controlas y más emotivo eres. 

Laurent Nunez: ¿Le conmueven las cosas mucho más que antes? 

Pascal Quignard: Mucho más. No creo que nuestro carácter se endurezca. La piel no se reseca. No se convierte en cuero. Los sensibles se vuelven cada vez más sensibles. Al final del último libro que escribió Louis-René des Forêts, está sentado en su sillón reclinable, y entonces mira, no sé, a una libélula que pasa, que se posa en una flor. Sabe que va a morir y empieza a sollozar. Llora porque es hermoso. Porque vive en lo contingente. Cuando te das cuenta de esto, todo se vuelve más y más anormal. 


Laurent Nunez: ¿Así que de ahí viene el sillón reclinable, ese en el que se sienta al final de Las lágrimas, mientras ve pasar una lechuza? 

Pascal Quignard: Ah, sí... [Con mirada de sorpresa]. Debe de ser, sin duda, el  eco de alguien que me llama. Envejecer tiene sus desventajas —enormes—  pero también tiene ventajas excepcionales. Cuantas más primaveras se ha  conocido, cuantas más estaciones se ha conocido, más hermoso se vuelve todo. Bello hasta las lágrimas. 

Laurent Nunez: Y así dejamos correr las lágrimas de alegría.

Pascal Quignard: Experimentar hasta las lágrimas que la naturaleza es inmensamente superior a la humanidad, y de una belleza absolutamente deslumbrante, no es una mala noticia.

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Este artículo es la traducción al castellano de la entrevista Nos ancêtres les Francs, publicada por la revista Marianne en su número correspondiente al 13 de octubre de 2016 y realizada por Laurent Nunez: https://www.marianne.net/culture/livre-pascal-quignard-nos-ancetres-les-francs


Las imágenes contenidas en el artículo proceden de la misma fuente.   

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