30 de mayo de 2022

El silencio del mar

 

El silencio del mar y otros relatos clandestinos. Vercors (Jean Bruller). Ediciones Cátedra, 2015
Edición y traducción de Santiago R. Santerbás

La Résistance armada a la ocupación alemana de Francia durante la IIGM tuvo un importante apéndice cultural. En esa época, a pesar de que la censura no fue especialmente estricta en lo que a escritores franceses se refiere, gran parte de ellos tuvieron que publicar desde la clandestinidad, bajo pena de detención y deportación. 

Jean Bruller, hijo de inmigrantes húngaros, inició una carrera artística que quedó frustrada por la guerra; en plena Ocupación, abandona el dibujo, funda, con su amigo Pierre de Lescure, las Éditions de Minuit ―un sello activo en la actualidad― y publica, con seudónimo, su propio relato, El silencio del mar, bajo el seudónimo de Vercors, un nom de plume que conservará a lo largo de su vida; hasta el final de la guerra, la editorial publicó veinticinco libros de forma clandestina. El volumen publicado por Ediciones Cátedra, El silencio del mar y otros relatos clandestinos (Le Silence de la mer et autres récits, 1943, 1951) es un conjunto de relatos escritos durante la primera parte de la década de 1940.

«¿Amor cerebral? No me fastidiéis con esa tontería. ¿^Diríais que era cerebral el amor que precipitaba a esas muchedumbres ingenuas hacia la tumba de Cristo? ¿Y creéis que se ama a Francia de otra manera? Francia no es país como los demás. No es un país al que se ama solamente porque se ha tenido la suerte, merecida o no, de gozar de él de padres a hijos. No se le ama solamente por una adhesión de animal a su guarida. Se le ama con la fe de un cristiano en su Redentor. Si no me comprendéis, os compadezco».

En El silencio del mar, Vercors relata la quiebra de la rutina de un hogar cualquiera, alejado del frente, cuando establece en él su residencia temporal, de forma obligatoria, un alto oficial de las fuerzas invasoras. La convivencia, como era de esperar, no es confortable, a pesar de que el alemán es un admirador de la historia y la cultura francesas, y hace gala de una educación exquisita; al encontrarse su lugar de destino bélico lejos de su residencia trasitoria, las relaciones con sus anfitriones forzados son respetuosas y corteses, aunque ambos saben que se trata, en definitiva, de un enemigo. Una relación extraña que concluye cuando el invitado tiene que renunciar, con un pesar que se preocupa de comunicar a su anfitrión, a su educada actitud debido a órdenes superiores que la ponen en cuestión.

La ruta de la estrella, otro de los relatos incluidos en el volumen, está escrito en homenaje a su padre, caracterizado bajo el nombre de Thomas Muritz, y a la peregrinación que recorrió en su juventud desde su Hungría natal hasta París guiado por una estrella, al igual que los Reyes Magos, y alentado por un amor incondicional por Francia; una estrella que corrompería su significado al ser adoptada por los nazis para denotar a los ciudadanos de origen judío―. Como curiosidad, se menciona la manifestación en París en protesta por el fusilamiento de Francesc Ferrer i Guàrdia.

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