Saber burlarse de uno mismo es la condición imprescindible para que la burla a los demás sea legítima. En cuanto al menosprecio, en cambio, la correlación es la contraria: cuanto más me aprecio, más justificado me siento para menospreciar a los demás; es casi una cuestión de justicia... ética.
“Semant icy un mot, icy un autre, eschantillons dépris de leur piece, escartez, sans dessein, sans promesse : je ne suis pas tenu d'en faire bon, ny de m'y tenir moy-mesme, sans varier, quand il me plaist, et me rendre au doubte et incertitude, et à ma maistresse forme, qui est l'ignorance.”
Michel de Montaigne. Essais, Livre I, Chapitre L, “De Democritus et Heraclitus”.
Michel de Montaigne. Essais, Livre I, Chapitre L, “De Democritus et Heraclitus”.
3 comentarios:
Exactamente. Esa ilusión de justicia la da el orgullo, y más que justicia es equivalencia. Es todo una cuestión de comparaciones.
Es precisamente en la comparación donde hallo el fundamento más evidente del menosprecio, al igual que el de la admiración, por supuesto.
En eso la admiración resulta ser todo lo contrario del menosprecio, en todos los sentidos. Menosprecio, como usted lo define, apreciarse uno mismo por ser mejor o no tan malo como los demás, y admiración, ver a otro mejor que uno, lo cual en mi caso no es difícil.
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