26 de julio de 2011

Manual de estilo

Traducción de Lluís Maria Todó

"Un hombre se hace rico; elegante se nace."


"Mientras más se debe, más crédito se obtiene."

Nunca debería buscarse excusa alguna para volver a los clásicos; a Balzac, por ejemplo, para los lectores francófilos, como a los otros dos componentes de la trinidad novelesca francesa, Flaubert y Zola, aunque sea por la única razón, a pesar de que existen muchas otras, de su significancia como hito indiscutible, cada uno en su especialidad, de la novela europea contemporánea. 

Puede que haya sido la casualidad la responsable de que hayan coincidido en el tiempo la segunda edición de El arte de pagar sus deudas y de satisfacer a sus acreedores sin gastar un céntimo en diez lecciones o Manual de Derecho Comercial para uso de gente arruinada, deudores, desempleados y demás consumidores sin dinero (L'art de payer ses dettes et de satisfaire ses créanciers sans débourser un sou, 1827), escrito por el turonense en colaboración con Émile Marco de Sain-Hilaire, y el Tratado de la vida elegante (Traité de la vie élégante (1830), primera de las tres partes, que completarían Teoría de los andares (Théorie de la démarche, 1833) y Tratado de los excitantes modernos (Traité des excitants modernes, 1839) de la serie Patología de la vida social (Pathologie de la vie sociale) de "La Comedia Humana" (La Cómedie humaine).

Humor inteligente no exento de crítica en ambos casos, cinismo contemporáneo en unos textos que, a pesar de los años transcurridos desde su redacción, cumplen a la perfección con la característica con que dotaba Italo Calvino a los clásicos: su permanencia. En estos tiempos de economía ficticia y culto al aspecto exterior,  leer a Balzac es uno de los placeres que ni la crisis crediticia ni la tiranía de la imagen pueden malograr.

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