19 de julio de 2021

Cuadernos. Apuntes y reflexiones

 

Cuadernos. Apuntes y reflexiones. Gustave Flaubert. Páginas de Espuma, 2015
Edición y traducción de Eduardo Berti

«Componemos escenas que vemos; tenemos, en cierto modo, la sensación de que vamos a lograr que cierta cosa despierte. Sentimos en el corazón algo así como el eco distante de todas las pasiones que vamos a restaurar. Pero la impotencia a la hora de reflejar todo aquello es la eterna decepción de los que escriben, la miseria de los idiomas que tienen una sola palabra para cien ideas, la debilidad del hombre que no encuentra lo que busca y, en mi caso particular, mi eterna angustia».

Recopilación de una parte de la producción inédita y no publicable ―su volumen es inmenso― del escritor francés: cuadernos de juventud ―el más antiguo data de 1838, cuando el autor contaba dieciséis años de edad―, cuadernos íntimos que recogen notas personales, borradores de cartas, declaraciones de intenciones, así como aforismos y pensamientos que suponen un genuino programa ético y estético de su obra publicada; alcanzada ya la edad adulta, la mayoría relacionados con la redacción de sus trabajos, y notas que debían desarrollarse en la segunda parte de Bouvard y Pécuchet.

Los escritos de juventud rezuman egolatría y un carácter ampuloso y artificial; se atisban los temas que tratará, sobre todo, en su correspondencia, pero el desarrollo narrativo no tiene nada que ver con los principios estilísticos que desarrollaría con posterioridad y que aplicaría en sus grandes obras, programáticamente, en La señora Bovary.

A medida que transcurre el tiempo, los cuadernos empiezan a registrar algunos motivos auxiliares y notas dispersas que formarán parte de su obra. A menudo, y conociendo su tendencia a la comunicación epistolar, parecen cartas con destino a sí mismo.

Pero la parte más importante la constituyen los esbozos de lo que podría convertirse en trabajos publicables, por lo general de corta duración ―y que jamás fueron desarrolladas, aunque sí ampliados los borradores―, anécdotas que se agotan en su mera expresión y proyectos cuya simple formulación revela como imposibles, aunque también se encuentran fragmentos que serán incluidos en sus obras definitivas.

Además de estos esbozos primitivos, a mediados de la década de 1860, los proyectos literarios parecen tomar forma y la resolución de Flaubert acerca de su redacción se consolida hasta el punto de que algunos de los cuadernos están enteramente dedicados a una sola obra; en el resto, sorprende, a la vista del resultado, una novela inacabada, la cantidad de apuntes destinados a Bouvard y Pécuchet.

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