La noche del 4 al 15. Didier da Silva. Ediciones Periférica, 2021 Traducción de Vanesa García Cazorla «Un 4 de octubre a medianoche expiró en Europa ―sobreviviría en algunos bolsillos, iglesias serbias o macedonias, enclaves bereberes y agendas turcas― el llamado calendario juliano, el cual, por un error de su creador, Sosígenes de Alejandría, acumulaba desde la antigua Roma nada más y nada menos que once días de retraso en los equinoccios y la Pascua siempre caía a destiempo, de suerte que el calendario gregoriano, que lo sucedió y que desde entonces es el nuestro, dispuso ―o, mejor dicho, el papa Gregorio XIII, quien merced a esa dilatadísima bula acabó descollando in extremis, pues no le quedaba mucho de vida― que a la mañana siguiente sería 15, ahí es nada. De este modo podemos decir, con una certeza única en toda la historia del mundo, que del 5 al 14 de 1582 no sucede nada. El resto del tiempo, una duda razonable nos asedia». Por más que la nueva física pueda poner en duda nuestras convicciones más consolidadas y tumbar aquellas percepciones apoyadas en un sentido común en franco repliegue defensivo, parece incuestionable que donde no hay espacio no puede suceder nada y que cuando no hubo tiempo no se pudo registrar hecho alguno. Pero esas intuiciones son tan indemostrables como las hipótesis que sostienen lo contrario; a ver qué hacemos con el asunto de la carga de la prueba y otras reglas parecidas. Da Silva, juguetón y sobrio a partes iguales, inventa en La noche del 4 al 15 (Dans la nuit du 4 au 15, 2019) un listado anual de efemérides con intención alternativa y orgánica ―no siempre relacionadas con personajes célebres y hechos memorables―, para diferenciarlo claramente de los usuales, mucho más tanatológicos, y resaltando su carácter intencional: en la red que teje entre los diferentes acontecimientos, cada elección supone una preferencia que abre un amplísimo abanico de posibilidades, pues el hecho de escoger unas y descartar otras provoca que se genere un relato determinado, que puede ser anual o diario, que puede estar sujeto a variaciones, pero que queda fijado en sus rasgos principales. El término efeméride proviene del griego ephemerís, que significaba "memorial diario", y pertenece a la familia etimológica de efímeros, "que dura un día"; dicho término fue adoptado y latinizado por algunos escritores del siglo I a.e.c. en sustitución de diarium (diario) o de annalis (diario día por día que abarca todo un año). Por cierto, la fecha de inicio del recuento diario es el 8 de septiembre, día uno del mes de absoluto en el calendario patafísico, por si cupiera alguna duda de la procedencia de la inspiración ―y, entiendo, del homenaje― de da Silva. |
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