24 de diciembre de 2018

Las torres del olvido

Las torres del olvido. George Turner. Editorial Navona, 2018
Traducción de Jordi Gubern Vilalta. Prólogo de Gabi Martínez
"Todo el mundo es quizá."
El impacto más terrible de las distopías, cuyo efecto se incrementa con el paso de los años, es que sus detalles se acerquen peligrosamente al mundo real; en este sentido, es evidente que son más aterradoras aquellas que se centran en aspectos sociales que las tecnológicas. Las torres del olvido (The Sea and Summer, 1987, publicada también bajo el título de Drowning Towers), novela ganadora del Premio Arthur C. Clarke en 1988, sería un claro ejemplo de las primeras.

La acción transcurre en una Melbourne en pleno caos ecológico parcialmente inundada debido a los fenómenos atmosféricos desatados y al progresivo deshielo de la Antártida. La sociedad, nominalmente regida por un gobierno incapaz de hacer frente a los retos de superpoblación y carencia de recursos, está dividida entre los supras, los individuos sobre los que descansa el gobierno efectivo y el poder real, que habitan en barrios cerrados y elevados, y los infras, los residuos de la humanidad  condenados a la beneficencia y a vivir en unos rascacielos superpoblados, cuyas plantas inferiores se ven inundadas por los sucesivos desbordamientos de los ríos y elevaciones del nivel del mar. Un grupo de científicos investigan acerca del colapso acaecido en la Era del Invernadero para poder prever el futuro; Lenna Williams, una de los investigadores, ha escrito una reconstrucción histórica de la época del caos titulada "El mar y verano", que es el texto de la novela que se ofrece al lector.
"¡Aventuras! Desaparecieron juntamente con los bosques devastados y los animales exterminados. Ahora teníamos supervivencia, acción y riesgo en la bolsa de valores, pero no aventuras. Lo novelesco se había esfumado. Mi mente retrocedió a los paseos por frondas lujuriantes, hoy convertidas en astillas, a los baños en el agua azul de las bahías que ahora era gris y maloliente, a ser joven en un mundo de maravillas sin el presentimiento de que se estaba desmoronando a tu alrededor... para conservarse solo en las viejas novelas."
El protagonismo corre a cargo de la familia Conway, una madre y dos hijos varones, que son expulsados del territorio supra a la llamada Periferia, un lugar intermedio entre el supra y el infra, debido al suicidio del padre. Este cambio en la consideración social redunda en una serie de desventajas, entre las cuales está la propia seguridad y los intentos por recuperar el estatus perdido, que hacen aparecer a un solucionador de problemas, Billy Kovacs, el personaje sobre el que descansa, en realidad, la trama; en el estado de quiebra financiera y moral, impera la ley de la selva, y solamente sobrevive quien es capaz de tejer la más tupida red de influencias y complicidades -y favores que van y vienen mediante un balance tácito pero efectivo, incluyendo a las autoridades reales y a la misma policía-; ante la desaparición del dinero en efectivo, las confederaciones privadas son las que dominan el mundo de los negocios de la más amplia gama de colores.
"Toda transacción persigue una ganancia, por un lado, por otro o por ambos, y la transacción que se dice desinteresada es la corrupta por definición. La corrupción es el estado natural de una sociedad que reprime sus excesos por medio de la ley o de la moral, que son, las dos, corruptas en sus efectos y en su intención [...]. Nuestra seguridad y nuestro bienestar se mantienen en equilibrio gracias a la manipulación de las corrupciones, de manera que quizá la palabra no sea a fin de cuentas tan obscena. Nos preserva de los excesos de una sobrecarga de virtud... que es otra clase de corrupción."
La novela se estructura mediante intervenciones de los protagonistas, en primera persona, ensamblados en fragmentos que refuerzan el sentido y dan solidez al edificio, con excepción de Kovacs, el único participante que no interviene directamente en la narración, aun siendo el protagonista principal, que se mantiene implícito aunque presente en los monólogos de los demás personajes.
"Podemos convencernos a nosotros mismos de la rareza porque las posibilidades están en nosotros; existen realidades en el fondo de la mente a las cuales se puede apelar para vigorizar la simulación. Todo hombre, en caso de necesidad, puede hacer cualquier cosa, ser cualquier cosa. Todo hombre, o toda mujer, puede matar. La demencia es cuando no puedes detenerte, no puedes retardarte, no puedes eludir el último toque."
A medida que avanza la acción, se asiste al proceso de transformación de los personajes -un efecto muy dickensiano- siguiendo las huellas que dejan marcadas sus experiencias, sus aspiraciones o, simplemente, el destino que tienen asignado más allá de su voluntad o de los condicionantes de su posición social; es el mismo desarrollo de la trama y su capacidad de adaptación a los cambios súbitos el elemento que les hace emerger la bondad de la maldad, la crueldad de mansedumbre o, simplemente, los deja en brazos de la indiferencia.

Un clásico.

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